
“Rogue tenía razón.”
Fue un pensamiento que vino de la nada, un miércoles por la mañana mientras Erik preparaba su café. Ni siquiera sabía exactamente a qué se refería, pues no le había prestado atención a sus propios pensamientos durante este tiempo, pero haber pensado en Rogue ya no le molestaba como lo hacía antes. Ahora lo hacía de una forma completamente diferente.
Como tal, no es ella lo que le molesta. Es su pobre manejo de las relaciones personales y lo que causó. Claro que ya era común para Erik no sentirse orgulloso de cómo trataba a la gente que era importante para él, pero con Rogue, las cosas se sentían particularmente peor. Con ella sí se pasó del límite más de una vez. Y con Charles también, pero hay una diferencia notoria: Jamás se había aprovechado de las inseguridades de Charles.
¿Por qué siempre hacía eso con las personas a su alrededor?
Siempre que él y Charles se alejaban o separaban, él inmediatamente buscaba a alguien, quien fuera, para que ocupara el lugar del telépata.
¿Es que acaso no sabía estar sólo?
La primera vez que él y Rogue comenzaron una relación, ambos estaban rotos y tratando desesperadamente de huir de su pasado. Una relación así no iba a durar, pero igual lo hicieron. Ella no tenía amigos ni nadie de su edad que se preocupara por ella en ese entonces y a él poco le importó procurar su bienestar.
Afortunadamente, nunca hicieron más que darse un ocasional beso, porque en el fondo, los dos sabían que esa relación no era lo que en verdad querían. Parecía que se estaban usando el uno al otro para olvidar que el mundo allá afuera seguía su curso a pesar del sufrimiento.
Tal fue el caso que cuando se volvieron a ver, él la ignoró completamente por centrarse en Charles. Siempre Charles. Y ella estaba demasiado ocupada sonriendo como una adolescente enamorada mientras Remy bromeaba con ella.
La pobre chica tenía afinidad por causas perdidas, pero al menos parecía que el ladrón sí quería mejorar por su chére.
Cuando pensaron que Charles estaba muerto y ella se acercó a platicar, él de nuevo cometió el error de querer buscar a Charles en Rogue. Él sabía que la joven no estaba buscando el tacto de cualquier persona, sin embargo, en lugar de ser responsable y decirle “Hey, lo que quieres es tocar a Remy”, se aprovechó de su confusión para hacerle creer que no tenía lugar con otra persona que no fuera él. Afortunadamente, ella se dio cuenta de que al final, lo que quería era a Remy. Una mirada de Gambit para ella valían más que los mil besos que le podría dar a Erik, y es que ni siquiera quiso dar el primero.
Todo lo que pasó después no hizo más que echarle en cara que Rogue jamás sería lo que él quería, por mucho que quisiera formarla a su manera. ¿Y cómo lo sería? Ni siquiera estaba acostumbrado a llamarla por su nombre, era claro que la veía más como mutante que como persona.
Tal vez por eso su corazón ni siquiera sintió el golpe cuando ella le dijo que había cosas más allá de la piel. Como si no lo supiera.
Sólo bastaba una sonrisa de Charles para que se quedara idiotizado el resto del día. Cuando ella sonreía solo era bonito, igual que ver sonreír a un niño.
“Rogue tenía razón.”
La idea ya había comenzado a permear en su mente porque su corazón se aceleraba cada vez que tenía a Charles entre sus brazos, pero el tiempo se detenía cuando escuchaba su dulce voz llamarle por alguno de sus nombres.
Rogue con trabajos le decía “Erik”. Charles se daba el lujo hasta de saborear cada una de las letras, a veces Erik, a veces Magnus, incluso aventurándose a llamarle Max. No había punto de comparación, y él fue un verdadero imbécil al querer forzar a Rogue en un molde en el que jamás encajaría.
Ella ya sabía que amaba a Charles incluso antes de que él mismo se diera cuenta. Ojalá no hubiera arruinado las cosas porque ella habría sido una excelente amiga. Una que de verdad comprendería la complicada y hermosa relación que tiene con Charles.
Erik sonrió mientras le daba un sorbo a su café. —¿Debería estar celoso?— preguntó Charles, entrando a la cocina.
—¿Debería estar celoso de que aún te reportes telepáticamente con Lilandra?— Erik le replicó, acercándose a él.
—No es lo mismo, los Shi’Ar no saben lo que es un teléfono celular.— Charles dijo mientras rodeaba el cuello de Erik con sus brazos. —¿Sobre qué tenía razón Rogue?
Erik suspiró, realmente nunca le contó los detalles de todo lo que se dió aquella noche antes del ataque a Genosha. Poniendo sus manos en la cintura de Charles, comenzó a hablar.
—Cuando ella me rechazó aquella noche, me dijo algo— Erik pausó, tratando de buscar las palabras exactas para describir el momento. Charles le observó con expectativa. —algo acerca de que había cosas más allá de la piel.
—Aún no sé cómo sentirme con todo eso. Sé que para ustedes estaba muerto pero ¿Creíste que una relación así iba a durar?— Las palabras eran duras, pero Erik sabe que Charles tiene razón.
—No, para ser honesto no estaba pensando. Era mi forma de lidiar con… — Sus ojos se humedecieron, Charles no necesitaba escuchar lo demás.
—Nada saludable ni bueno, pero lo entiendo. Los entiendo. Yo también tengo mi colección de momentos estúpidos tratando de huir de mis sentimientos.
Charles pausó un momento y Erik afianzó el abrazo, quería disfrutar de tener a Charles entre sus brazos. —Imagino que ella quería poder hacer esto con Remy. Añoraba tanto el contacto que no se permitía disfrutar de lo demás. Erik asintió, eso era exactamente lo que pasó.
—Yo no puedo disfrutar de todo lo demás si no es contigo.
No hacía falta decirlo, Erik lo sabía. El roce de sus dedos no era tan intoxicante como el momento previo, ese instante en que sus miradas se cruzan y Charles le regala una de esas hermosas sonrisas. Sus ojos azulados brillando con ternura, rogando por que Erik tome la iniciativa.
—Yo también me di cuenta de que no puedo disfrutar de lo demás si no es contigo.
Charles dijo, alejándose un poco para mirar a Erik a los ojos.
—Death Bird quería que me borraran la memoria para probar que era digno de quedarme con ellos—. Erik alzó las cejas en señal de sorpresa. —Busqué mil excusas para no hacerlo, pero mi única razón eras tú.
—¿Por eso regresaste a la tierra?
Charles asintió, dedicándole una sonrisa a Erik. A pesar de ya haber arreglado sus diferencias, aún había mucho de lo que no han podido hablar.
—Lilandra y yo no sabíamos que este tipo de destinos entrelazados también se puede dar entre buenos amigos.
Erik se acercó a darle un beso en la frente, haciendo que Charles riera.
—Ella no es más que mi amiga.
Erik sonrió y asintió.
—Debo admitir que te hubieras visto mejor como rey de Genosha que como emperador Shi’Ar.
El telépata se sonrojó.
—¿Mejor que Rogue?
Erik comenzó a reir.
—Creo que Rogue sería un mejor rey que nosotros dos juntos.
—Sería mejor. Podemos dejarla a cargo y escaparnos.
Charles acarició la mejilla de Erik, era una manera silenciosa de pedirle un beso.
Rogue tenía razón porque el beso no era lo que hacía su corazón latir, sino el hecho de que Charles lo pidiera.
Rogue tenía razón, porque envolver a Charles en sus brazos no era tan satisfactorio como desvelarse a su lado, escuchándolo hablar.
Rogue tenía razón, porque más allá de la piel... su corazón no le podía pertenecer a nadie más que a Charles.