
Lo verificó una y otra vez... Era imposible un error, pero un Baymax nunca fallaba. Su hermano lo había programado para que sus consultas fueran acertadas, y él se había asegurado de actualizarlo y mantenerlo de esa manera.
En un instinto, se tocó el vientre que debería de estar vacío... debería, ya que no lo estaba. Ahora todo cuadraba: la fatiga, las náuseas, los antojos... todo. ¿Cómo se lo diría a Miguel? Apenas estaba terminando la universidad, no estaban preparados para un bebé. Habían hablado sobre la posibilidad de tener uno en el futuro, pero no estaba en sus planes en este momento. Aunque, siendo sincero, ya quería a su bebé.
Según Baymax, tenía dos meses de embarazo, casi tres, y no se había dado cuenta. En su defensa, era un poco distraído. El tema del embarazo surgió por el mismo Baymax; al parecer, ya se había dado cuenta, pero no se lo había dicho. Bueno, sí se lo había dicho, pero él no lo había entendido. El primer caso fue cuando patrullaban; le decía que tuviera cuidado, que en su estado no era lo más seguro... no lo entendió. Sobre la fatiga y las náuseas, un día se quejó con sus amigos y Baymax lo escuchó. Lo único que le comentó fue que en su estado era normal. Tal vez, si hubiera puesto un poco más de atención, lo hubiera detectado antes.
Se sentía nervioso. Sabía que tenía que hablar de esto con Miguel tarde o temprano, y mejor temprano que tarde. Así que, aún con nerviosismo, le mandó un mensaje:
"We have to talk. See you at home."
Necesitaba despejar su mente, pensar en algo más. ¿Qué mejor que enfocarse en su trabajo? Pero, mientras pasaba el tiempo, más nervioso se ponía. No lo podía evitar; miles de escenarios catastróficos se vinieron a su mente. Pero pronto llegó la hora. Sabía que Miguel lo estaría esperando.
No podía evitar querer regresar este momento ;que no llegara.
Sin darse cuenta, como si su cuerpo solo estuviera trabajando en automático, ya estaba en la salida. El camino hacia su casa fue una tortura: era lento, pero al mismo tiempo, llegaba muy rápido.
Al llegar a su casa, se esperó mil escenarios, menos lo que pasó. Miguel se lanzó hacia él llorando y pidiéndole... ¿perdón?
- Miguel? What's happening? Why do you apologize? -le dijo, un poco consternado, inclusive tratando de consolar a su pareja, que seguía colgado de él.
- Chino!! No me dejes. No sé qué hice mal, pero te juro que voy a cambiar -dijo entre llantos, aferrándose más fuerte a su cintura.
- I'm not going to leave you. Why do you think that? -dijo extrañado. Él no entendía qué estaba pasando.
- ¿Por qué me mandaste ese mensaje entonces? -Miguel ya había parado de llorar, pero seguía aferrado.
- Because we really need to talk -dijo, intentando casi de manera imposible que su pareja lo soltara.
- ¡No me dejes! ¡Estoy embarazado! -dijo Miguel, aferrándose a él con más fuerza.
- ¿¿Pregnant?? What are you talking about? And I already told you, I'm not going to break up with you -dijo un poco exasperado. La tontería de su pareja lo hacía enojar.
- Entonces, ¿sobre qué quieres hablar? -dijo Miguel, recuperando un poco la postura.
- In fact... about pregnancy. Maybe you are not, but... I am -lo dijo como si de un secreto se tratase, casi con la voz entrecortada.
La mente de Miguel parecía trabajar lo más rápido posible.
- ¿¿Embarazo??... ¿¿Tú??... -pero aquello fue lo único que pudo formular.
El silencio solo lo hizo sentir más nervioso. Quería llorar; las benditas hormonas ya estaban actuando en su cuerpo, y por más que se contuvo, algunas lágrimas rodaron por sus mejillas. Inmediatamente las limpió con algo de brusquedad.
- ¿Are you not happy? -aunque quisiera que su voz hubiera salido fuerte y segura, fue todo lo contrario: su voz rota y suave fue todo lo que salió.
- ¿¿Qué?? No, Chino, claro que estoy feliz. Me has dado un regalo -rodeó a Hiro con sus brazos y procedió a besarlo por toda la cara, haciendo reír a Hiro por sus acciones