
Ver cómo la luz de esas verdes esmeraldas se apagaban fue el momento en que también se apagó algo dentro de su cuerpo. Aún después de haber tomado su venganza y ser culpado de su error; las cosas no volvieron a sentirse igual. La sombra de los recuerdos no se alejaban de su lado.
El nuevo poblado era el lugar perfecto que tal vez tomaría como excusa para levantar una nueva estatua en su honor, una grande y majestuosa como le gustaba engloriar su persona. Por qué claro, es el salvador de todos, nadie debe dudar de eso.
Se perdió más de lo que se ganó y aún así la gente seguía adelante, lo entendió. No juzgó sus acciones, debían seguir con sus vidas, era un nuevo lugar y debían adaptarse, aprender de todo lo desconocido que los rodeaba.
Cosas nuevas, lugares nuevos, gente nueva, todo era un caos que necesitaba empezar a guiar, pero no podía. Su mente disociaba en los últimos eventos vividos que no dejaban de escarmentar su alma; estaba presente en cuerpo, pero su mente estaba lejos de exponer atención.
No era digno de que la gente le dijera rey, ni tampoco de ser su guía. Ellos reían, se veían felices, progresaban con el paso de los días, tenían razones por las que seguir adelante, superar los males que había traído la destrucción de su hogar.
No se sentía parte de esa felicidad, ni de integrarse a ese nuevo lugar. Cambios nuevos que no sentía necesitar, gente nueva que no quería conocer, no tenía el poder de salvar y cuidar, solo de destruir. ¿Qué hacía ahí?
Todos haciendo sus cosas, siguiendo su camino, uno que no estaba funcionando para él. Cerraba los ojos y los dorados palacios aparecían en sus recuerdos, esas tardes cabalgando en los campos del reino, las peleas que terminaban en un gran festejo... Los abrazos, las palabras de aliento, las sonrisas que solo eran dedicadas para él por esa persona.
No se sentía parte de nada, ni quería pertenecer a nada. Dolía respirar, ¿Cuánto tiempo tardas en recuperarte de una pérdida? ¿Cuando tú dolor no deja de ser sufrimiento y se acostumbra a vivir mal? Su despertar cada mañana era difícil, todo el día sentis el cuerpo pesado, pero al dormir no podía descansar; comía pero no tenía hambre, o había ocasiones que el hambre no se saciaba.
Solo quería irse lejos de ahí, de una felicidad que no sentía, de compañías que no quería, de ruidos y olores que le provocaban asco. No podía ser rey de ese lugar cuando ya no sentía digno de ser el hijo de Odín. Ya no era el poderoso Thor dios del trueno. Ahora solo era una alma que buscaba cerveza para calmar su ansiedad.
Loki, si nos volvemos a ver, vamos a amarnos más.