Sólo se odia lo querido

Harry Potter - J. K. Rowling
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Sólo se odia lo querido
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Viceversa

Los golpes en la puerta lo despertaron. Se enderezo, he hizo una mueca, mirando a sus alrededores.

Se había quedado dormido en el sofá de nuevo.

Su mirada se dirigió al reloj. Las 9:11am. ¿Quién mierda lo molestaría a esta ahora un día sábado? Se intento arreglar un poco la ropa mientras caminaba hacia la entrada.

Tras la puerta se encontraba un chico alto, pecoso, de cabello castaño ruloso, sus ojos tan verdes como un prado, pero a su vez tan transparentes como la misma agua. Barty lo miraba con una expresión imposible de leer.

“Hola.”

Su cuerpo no parecía dar señales de querer moverse. Seguramente debería verse ridículo, parado en la entrada, completamente tieso y con una expresión de confusión.

Tantas preguntas le pasaban por la mente, no podía entender que hacia el aquí.

¿Vendría a reírse de él? ¿Se le habrá quedado algo? ¿Buscaba a otra persona?

Al conectar sus miradas, se dio cuenta de lo tanto que lo había extrañado. Una parte faltante de su corazón volvió a encajar.

“No puedes hacerme esto. No puedes.” Le dijo Regulus, suplicándole.

“Regulus, por favor.” Fue un susurro, casi no se le escuchaba. Pero fue suficiente para derrumbar su mundo por completo.

Y de un momento a otro, sus cuerpos estaban juntos.

Regulus tuvo que esforzarse mucho por no llorar, y podía sentir a Barty haciendo el mismo esfuerzo.

Se separaron. En silencio lo hizo pasar, al cerrar la puerta se dio vuelta para volver a mirarlo. Había algo en Barty que hace que todos quieran verlo y no dejar de hacerlo nunca.

Se sentaron en un completo silencio, entendiéndose sin necesidad de palabras.

Los ojos del hombre a su lado decían lo mucho que este lo lamentaba. Sus piernas temblando demostraban lo ansioso que estaba por la situación.

Los ojos del menor, le expresaba que no tenia de que disculparse, que estuviera tranquilo. El cómo sus dedos tocan sus labios muestra un ‘te extraño de aquí a la luna y más’.

Con un impulso, se paró del sofá para ir a buscar su cajetilla de cigarros. Al volver, le mostro su cajetilla a Barty, preguntándole si quería.

Este asintió. Regulus le abrió la caja.

“Extrañaba tus cigarros.” Dijo el pecoso, mirando hacia abajo, jugueteando con la colilla.

Ah.

Regulus no pudo hacer más que sonreír ante esas palabras.

Al paso de un rato, vio como el castaño saco su celular y se puso a escribir algo en el.

“Pedí pastas.” Dijo Barty.

“Mi favorita es la pasta pesto.” Comento el ojigris en voz baja.

Barty bufo. “No podría olvidarlo ni aun que quisiera. Ya que una vez terminaste vomitándome encima luego de una cita comiendo pasta pesto.” Hablo mientras se le dibujaba una sonrisa.

“Si nadie puede comprobarlo, eso no paso.” Las cejas de Regulus se levantaron al decir eso.

Barty soltó una carcajada. “Mis hermosos zapatos lo recuerdan.” Dijo apagando su cigarrillo.

Regulus le propuso salir a caminar antes de que llegara la comida, y sinceramente, Barty no podía negarle algo.

Caminando en calma, dejando que quemara el sol.

Barty tarareaba una canción que Regulus no pudo reconocer, quizás no la saca todavía, pensó.

Regulus reconoció, por un momento, que quizás, solo quizás, ya no tenía sentimientos románticos por Barty. No era lo mismo que antes, no sentía las mariposas en su estómago, su sonrisa no estaba completamente pegada a su cara, sus piernas no colapsaban por solo pensar en estar con él. Quizás fue James, quizás solamente Barty y la situación en la que se encuentra.

“¿Te enamoraste? Luego a mi partida, me refiero.” Dijo Barty, con calma.

Hay un entrecortado suspiro. “Si. No. No lo se.” ¿Acaso hay alguna persona en el mundo que supiera bien que es estar enamorado?

Amar. Una palabra tan compleja. Esta tan llena y tan vacía, es una completa tragedia, es una fuerza y una debilidad, es frio y a la vez calor, es furia. Y lo más importante, es un completo viceversa.

“Para mi no hubo nadie más.”

Regulus bufo.

“Twitter no dice lo mismo, querido.”

Barty rio. “Tú sabes que las redes mientes.”

“Si, si, yo se.”

“Hablo de que no hubo nadie más para mi románticamente. Lo intenté, pero no te pude sacar d mi cabeza.” Un silencio cómodo se formó tras las palabras dichas.

James. Su desordenado cabello, sus grandes cejas, sus hermosos ojos color avellana. Para Regulus si hubo alguien más, se enamoró perdidamente en tan poco tiempo, y así como vino, se fue.

Bueno, es una conversación que tendrá con Barty más tarde.

“Regresemos a casa.”

 

***

 

“Ay, corazón. Yo también te extrañe.”

Barty se encontraba en el sofá, con Denebola encima. Los dos, muy, muy cómodos. Regulus los miraba desde la cocina, con una pequeña sonrisa.

Esos dos parecían padre e hijo. Barty le regalo a Denebola en su segundo aniversario, en ese entonces era solo una pequeña gatita color amarillo, con sus grandes ojos verdes, muy parecidos a los de su novio en ese momento.

Tres tazas de té fueron dejadas en la mesa de centro, junto a los platos de pasta.

Luego de que Barty las viera, se puso a tararear el solo de “Té Para Tres”, mientras le hacía cariños al gato.

 

Tengo miedo de verte

necesidad de verte

esperanza de verte

desazones de verte

 

tengo ganas de hallarte

preocupación de hallarte

certidumbre de hallarte

pobres dudas de hallarte

 

tengo urgencia de oírte

alegría de oírte

buena suerte de oírte

y temores de oírte

 

o sea

resumiendo

estoy jodido

y radiante

quizás más lo primero

que lo segundo

y también

viceversa

 

-Viceversa, Mario Benedetti.

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