Senshi no Fukkatsu

Naruto
F/M
Gen
G
Senshi no Fukkatsu
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Summary
Samantha Rodríguez fue declarada muerta el día de su cumpleaños numero 40, consagrándose heroína mundial. Ahora los ángeles necesitan un favor, jurando que una vez terminado podrá descansar en paz.
Note
¡Hola! Esta historia ya esta publicada en fanfiction.net a través de mi usuario Sonrisas Rotas, no hay plagio ni robo de contenido porque soy la misma autora en distintas plataformas.
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¿Vivir o morir? Part2

 Una mirada ardiente se hizo lugar en sus ojos, un juramento silencioso hecho dentro de estas cuatro paredes ante las miradas preocupadas de los de su alrededor.

Recuperaría  a Logan, a cualquier costo, incluso de su vida.

Cuatro días. Cuatro días tardó en construir un plan sencillo y suicida, en lo que sus heridas dejaban de ser una molestia mayor para ella. Su cadera parecía un tateti de tantas suturas sosteniendo su carne desgarrada, la cantidad de analgésicos corriendo por sus venas rozaba lo peligroso, y aun así logró robar un jeep de los grandes en medio de la noche y escapar de las guardias nocturnas con rumbo al sur.

 (Debería sugerir un nuevo sistema de seguridad, no puede ser posible que alguien tan dopada como ella pudiera haber robado todo esto sin ser detectada).

Su plan era simple: ella dejaría el jeep oculto en las inmediaciones del bosque alrededor del campamento improvisado de los soldados del Eje, se infiltraría hasta dar con el paradero de su hermano, lo sacaría y huirían al bosque directo al jeep. Podemos ignorar el hecho de que su torso entero estaba firmemente envuelto pareciendo una momia debajo del uniforme, junto a que iba armada hasta los dientes, más que lista para empezar la masacre de su vida. Llevaba atado en la espalda su fusil de asalto, un cinturón rodeaba sus caderas con seis pistolas Glock calibre .19 más dos que descansaban seguras en sus musleras tacticas, cuchillos militares escondidos por todo su uniforme, un cinturón de granadas rodeando su pecho y tres ametralladoras en la parte de atrás del vehículo; además de una mochila repleta de municiones.

Sabía que sería castigada, incluso encerrada después de volver por robar armamento, el jeep y  las municiones, además de desobedecer una orden directa y romper el toque de queda al huir en medio de la noche.

No le importa.

Nada de eso importa si con eso Logan vuelve con ella sano y salvo, por lo que afrontará las consecuencias de sus actos con la frente en alto y les escupirá a los altos mandos ser unos malditos hipócritas cobardes, que solo se dedicaban a tirar órdenes por doquier detrás de sus anchos escritorios sin pensar en las miles de vidas jóvenes que sacrificaban en nombre de intereses que ni siquiera le conciernen.

Sus pensamientos se detuvieron una vez en GPS localizo el campamento enemigo, quedando a solo dos kilómetros de distancia freno en seco y apago el vehículo, dejando su mente en blanco ante la locura más grande que está por cometer en su corta existencia. Tomó aire con fuerza, dándose ánimos y reteniendo el valor con fiereza, bajándose de una buena vez del jeep y empezando a correr en dirección a su objetivo, siendo lo más sigilosa posible.

Ella salvará a su hermano.

La cara de incredulidad pura que puso Logan al verla casi le provocó un ataque de risa si no fuera que tenía los minutos contados antes que los demás centinelas encontraran los cadáveres degollados de sus compañeros. Ni bien terminó de abrir las esposas de su amigo se lanzó sobre él, un abrazo asfixiante entre ambos calmando su corazón afligido. Cuando se separaron frenética empezó a revisarlo de arriba abajo en búsqueda de heridas, unas cuantas lágrimas de ira y frustración fugándose de sus ojos al ver los horribles moretones junto a la sangre seca en los cortes que cubrían el cuerpo de su hermano. Logan tomó con toda la delicadeza que pudo reunir su rostro, limpiando los rastros de lágrimas con dulzura para luego dejar un casto beso en sus mejillas al saber los pensamientos que cruzaban por su cabeza, deseando eliminar la culpa que no debía poseer dentro de su ser.

 Liberó a los treinta soldados que seguían con vida, no había que ser un genio para saber que ocurrió con el resto. Repartió las ocho pistolas que poseía entre los que en mejor condiciones estaban, también dándole un par de cuchillos a Logan como medida de seguridad (para ella). Repartió doce granadas entre los soldados, explicándoles cómo será la huida.

Philip, Jones y Christopher irían junto a los más heridos hasta donde estaban estacionados los vehículos del Eje, buscarían al que pertenecían las llaves que Sam robo de una de sus víctimas y partirían directo al cuartel general; los demás deberían quedarse donde están hasta oír la señal que los hermanos darían para que corrieran directo al bosque hasta encontrar el jeep y montarse en el. Sam y Logan saldrían directo al centro del campamento, formando un alboroto y llamando la atención sobre ellos para permitirles a los demás escapar, después ambos correrían hasta el jeep y desaparecerían de allí como alma que lleva el diablo.

Entre asentimientos el grupo se separó directos a cumplir el plan, la adrenalina corriendo por sus venas acompañando al instinto de supervivencia de cada uno.

Una seguidilla de explosiones se oyó por todo el lugar, los cautivos queriendo reír al darse cuenta que esa era la señal, confirmando que aquel par de hermanos estaba completamente locos. El humo de las explosiones más las nubes de polvo que provocaron fueron más que suficientes para que el grupo se escabullera sin ser notados, la atención de todos los soldados enemigos puesta en el par de lunáticos que detonaban granadas como si fuera un juego, la balacera dando inicio y perdiendo a varios a manos de los hermanos más dementes de la historia. El distintivo sonido de un jeep arrancando a gran velocidad les dio la señal de que debían huir, su plan caótico saliendo a la perfección.

Sam largo otra granada en medio de los soldados, aprovechando la destrucción que está provocó cegando y aturdiendo a sus enemigos tomó a Logan  del brazo y lanzándolo a su espalda salió corriendo con todas sus fuerzas, sintiendo como la sangre manchaba su camisa al abrirse de nuevo sus heridas al pelear cuerpo a cuerpo con algunos soldados.

Tal fue la adrenalina del momento, que cubrió esos dos kilómetros en menos de cinco minutos corriendo sin parar con su hermano a cuestas, acelerando aún más exigiendo a sus piernas hasta el ardor doloroso cuando vio las puertas del jeep abierto con sus compañeros listos para arrancar. Faltando unos centímetros se lanzó con todo dentro del vehículo, Logan cubriéndola con su cuerpo cuando las balas los alcanzaron, con sus compañeros respondiendo de la misma manera con las ametralladoras semi automáticas que dejó en el carro. Arrancaron con fuerza dejando atrás a los soldados que venían corriendo en su dirección, en pocos minutos alcanzando al segundo jeep que era un poco más grande.

Sam no pudo evitarlo, río con todas sus fuerzas al ver que su plan funcionó, Logan reaccionando igual desplomándose encima de ella sin fuerzas mientras reía sin parar, contagiando a todos los demás.

Lo logro, logro salvar a su hermano.

Al llegar fueron recibidos por todas las personas del cuartel, incluso Alice se encontraba entre la multitud que se reunió alrededor de los dos vehículos. Cuando bajaron los treinta gritos eufóricos se oyeron por todo el recinto, algunos yendo directo a abrazar a los desaparecidos entre lágrimas y llantos. Estaban heridos, cansados y hambrientos, pero nada opacaría la alegría de saberse vivos un día más entre su gente.

Sam bajó con Logan en brazos, sosteniendo a su cansado hermano por los hombros cuando ella estaba a dos pasos de desmayarse del dolor y cansancio. Toda la euforia y felicidad del momento se esfumó cuando los generales junto al Sargento Corvin llegaron al lugar, callando a todos y ennegreciendo el momento. Logan tuvo que afirmarse con fuerza sobre la pelinegra para evitar que hiciera otra estupidez para agregar a su lista de crímenes al ver al Sargento, ya sabiendo todo lo que en verdad ocurrió en las trincheras.

Fueron traicionados.

El Sargento Corvin los llevó a la boca del lobo, era un sucio y maldito traidor entre todos ellos, sacrificando a todo el pelotón de Logan por unos pútridos números más en su cuenta bancaria. Y verlo ahora, haciéndose el preocupado y aliviado de que volvieran con vida solo hervía la sangre de Sam, teniendo que concentrarse en el dolor punzante en su cadera para evitar matarlo ahí mismo.

Los treinta se quedaron callados ante la presencia del hombre, este mismo ignorando esto mientras se acercaba directo al rubio jugando su papel de instructor preocupado. No pudo ni siquiera abrazar a Logan cuando fue empujado con violencia y un cañón se le pegó a la frente, el frío metal más el pronunciado olor a pólvora paralizandolo por completo.

-No te atrevas a tocarlo con tus sucias manos rata asquerosa-

El cuartel quedó en silencio conmocionado, mirando fijamente como la Sargento Rodríguez apuntaba con frialdad al Sargento Corvin. Nadie se atrevió a hacer algún movimiento, todos los de allí (en especial los de su escuadrón) sabían que la mujer no dudará en reventarle los sesos del hombre si lo ve necesario.

-Antes de que me arresten por desobedecer una orden directa, robar elementos y escaparme para rescatar a mis camaradas primero arresten a este patético traidor antes de que decida pintar los suelos con su sangre-

Dos muchachos de su pelotón no dudaron en acercarse y retener a Corvin, este mismo saliendo de su parálisis de terror al ver el arma lejos de su cabeza.

-¿Qué diablos dices niña? ¡¿Cómo te atreves a inculparme de esa manera?!-

-¿Cómo me atrevo? ¡Ja! Debería preguntarte lo mismo ¿Cómo te atreviste a dejarlos morir en ese lugar? ¡¿Cómo te atreviste a poner en peligro a mi hermano por simple dinero?! ¡Dime bastardo, cómo te atreviste!-

-¡General, no le crea, está loca! ¡Esta mujer está loca, todos aquí lo saben! ¡¿Cómo alguien se atrevería a desafiar su orden y enfrentarse sola a esa cantidad de soldados?! ¡Solo alguien demente como ella!-

El hombre se retorcía como gusano en los brazos de los muchachos, estos mismo ejerciendo más presión en el tipo para que dejara de moverse, más que tentados a golpearlos por insultar a su Sargento.

-¿Acaso miento, Niurka?-

El hombre quedó paralizado por completo cuando oyó su verdadero nombre salir de los labios de la mujer, la palidez en su rostro desafiaba a la de los muertos, sudando como un cerdo al ver los ojos asesinos del General Johnson sobre su persona.

-Llévenlo a las mazmorras, los demás ayuden a los heridos y llévalos a enfermería-

El General dio con calma su orden, los soldados siendo eficientes al cumplir su mandato llevando al resignado espía y ayudando a sus compañeros. Sam dejo que uno de sus muchachos se encargará de Logan, su visión llenándose de puntos negros una vez la rabia y la adrenalina fueron abandonando su sistema. Johnson, O’Connor y Alice quisieron acercarse pero sus piernas le fallaron, cayendo sin penas ni glorias al duro suelo cuando todo se volvió negro.

Samantha se había desmayado.

Se sentía cálida, en un estado de relajación profunda que difícilmente conseguiría estos días. Apenas consciente de su alrededor, quiso despertarse pero una suaves caricias en su cabeza le detuvieron.

¿Quién era?

No era Caden, su aroma era distinto, este olía a verano, al mar tranquilo que bañaba las pálidas arenas de la playa; olía a mar, a brisa de mar, con toques de azahar bailando por ahí, relajándola por completo.

Se dejo llevar por las dulces caricias, envuelta en la tranquila esencia volvió alegre al mundo de la inconsciencia, preguntándose a quien pertenece tan exquisito aroma.

Podría decirse que era una mujer con suerte, el rescatar a sus compañeros de las garras de sus enemigos y desenmascarar al traidor fueron actos suficientemente pesados como para opacar las faltas que cometió para llegar a estos hechos.

El fin justifica los medios dicen por ahí.

Aunque fue declarada inocente por el jurado militar igual fue castigada con dos semanas de trabajos intensivos, algo que siendo sincera no le molestaba, en especial porque su escuadrón le ayudaba a escondidas de los demás sargentos y general. Sus heridas sanaron por completo, Logan todavía debe quedarse un par de días más en la enfermería porque al parecer tenía las costillas inferiores quebradas, pero como no raspaban nada a su alrededor no las sintió hasta que lo revisaron los profesionales del lugar. Sí, podría considerarse afortunada.

Se despidió con un beso en la frente de su rubio y tonto hermano, saliendo con calma de la enfermería con rumbo a las cocinas, parte de su castigo era ayudar en la preparación del almuerzo y cena del cuartel entero; no se quejaba, le gustaba cocinar y -según palabras del idiota de Jackson- su comida era la más sabrosa que probó en estos dos años de servicio. Ya estaba por llegar a su destino cuando un hombre robusto y alto se interpuso en su camino, enderezándose instintivamente y haciendo la posición de firme al reconocerlo.

-General Johnson-

-Sargento Rodríguez-

Con una seña le dio el permiso de salir de posición, relajando su postura. El General le escudriño con la mirada, poniéndola un poco nerviosa al ser el receptor de esa fría mirada oscura.

-¿A dónde se dirige Sargento?-

-A las cocinas General, debo cumplir mi castigo-

El hombre asintió de acuerdo, mas no se movió de su camino. Sus ojos mieles se encontraron de frente con aquellos ojos negros, sosteniéndole la mirada con expresión curiosa. Johnson sonrió levemente desconcertándola por completo.

-Su castigo fue levantado hoy a la madrugada Sargento, por lo que veo no fue notificada de esto-

La expresión que hizo seguro fue graciosa porque el General volvió a reír, esta vez más relajado y abierto con sus expresiones.

-Ahora, Sargento, ya habiendo aclarado esto seguro tendrá tiempo para acompañarme a mi despacho-

Parpadeo más confundida que antes, igual solo asintió en acuerdo antes de seguir al hombre en dirección contraria a la que iba al principio. Se encogió de hombros, quitándole importancia a la anormal situación que acaba de vivir mientras caminaba en silencio al lado del imponente hombre.

Otro cuerpo cayo inerte al suelo, tiñendo los terrosos suelos de aquel color carmesí. Avanzo sin más por el silencioso bosque, asintiendo en silencio a la sombra que se unió a su carrera. En movimientos perfectos y coordinados iban lanzando objetos redondos que se adherían con facilidad a los gruesos troncos de los arboles, soltando casi imperceptibles pitidos, el temporizador dándole exactamente cinco minutos para cubrir el terreno y llegar a ubicación.

Camuflándose con las sombras las dos figuras oscuras esperaron pacientes el inicio del espectáculo. En cinco segundos poderosas explosiones sacudieron el lugar, provocando la conmoción que esperaban mientras se infiltraban sin problemas dentro de la base enemiga.

La figura esbelta corrió directo a los calabozos, su cuerpo más pequeño y elasticidad le permitieron escabullirse por los conductos de ventilación sin problemas, apenas causando el mínimo ruido que podría ser asociado con una rata dando vueltas por ahí. La figura más alta y robusta fue directo a los cuartos de control, poniendo en marcha su trabajo al conectar un USB en la central y copiar todos los archivos de la base enemiga hackeando la base de datos a velocidades impresionantes mientras dejaba que el virus que crearon los ingenieros del ejército hiciera el resto del trabajo.

La figura esbelta llego hasta su objetivo, pateando la ventanilla sin reparos provocando un estruendo, mas no se preocupo por eso al saber que todos los soldados estaban en el bosque buscándolos, además de que los anteojos térmicos solo mostraban a quince hombres repartidos entre las celdas. Cayo con una elegancia gatuna, sin el más mínimo ruido en sus movimientos. Se acerco con cautela a las celdas, viendo a hombres demacrados con miradas incrédulas con un toque de esperanza brillando en la oscuridad. Sin perder más tiempo empezó a forzar las cerraduras de las celdas, abriendo una por una hasta la última que contenía a su objetivo: el Gral. Jaspers.

-Escúchenme con atención: díganme quien de ustedes es capaz de manejar armas sin problemas y cuantos heridos hay-

-Solo cuatro estamos medio ilesos, los demás están heridos, el General sufrió varias torturas por lo que es el más herido-

Maldijo en su mente, si los altos mandos no hubieran tardado tanto en aprobar su plan no estarían en esta situación. Repartió cuatro pistolas con sus municiones a los más sanos, dándole algunos cuchillos a los que por lo menos podían sostenerlo sin temblar.

-O`Connor, los tengo, solo cuatro están en condiciones y tengo once heridos-

-Ya casi termino aquí ¿El General en qué condiciones esta?-

-Es uno de los heridos-

-Mierda-

No contesto a eso ultimo, dejando de lado el comunicador mientras terminaba de vendar una herida supurante en uno de los soldados.

-Ok, escuchen: tenemos exactamente veinte minutos hasta que el enemigo regrese; aprovecharemos el tiempo al máximo. Ustedes –señalando a los cuatro que dijeron estar bien- irán conmigo hasta la sala oeste de aquí, está a solo cinco minutos de nuestra posición original y robaremos dos vehículos que puedan llevarnos a todos, los demás saldrán con nosotros pero esperaran escondidos en la pared de depósitos, es al último lugar al que irán a revisar si vuelven antes de lo planeado-

Los demás le miraron serios, ella era su última esperanza de salir con vida de aquí y no la desperdiciarían con contradecirla por orgullo. Asintieron y a paso regular salieron todos del lugar por las puertas exteriores, la mujer guiando al grupo por callejones oscuros sin exigir demás a los heridos.

-Samantha, ya termine con mi trabajo-

-Bien, ven a la parte norte de los depósitos y quédate con el grupo hasta que volvamos-

-No recuerdo que te hayan designado como líder del grupo-

-Puedes tomarlo como una sugerencia si tanto te molesta que te de ordenes O’Connor-

-Tch-

La comunicación se volvió a cortar, sonriendo satisfecha con su cometido. Dejo al grupo bien escondido, saliendo con los demás con ella al frente mientras corrían entre la obscuridad por el vacio cuartel hasta el gran galpón que resguardaba su boleto a la libertad.

 -Reporte-

-El General Jaspers junto a 14 soldados fueron rescatadas de la base central del Eje en el norte, los heridos ya fueron trasladados a la enfermería, el general está entre ellos-

-El USB ya fue entregado a la central de inteligencia y el virus ya está dentro de los sistemas del enemigo, solo es cuestión de tiempo antes de que todos sus planes aparezcan en nuestros ordenadores-

-Excelente trabajo Samantha, Dean-

El General Johnson les felicito, admirando las posturas firmes de los sargentos frente a él, sonriendo por dentro al confirmar sus teorías con respecto a dichos soldados, feliz de que su proyecto se hará realidad dentro de muy poco.

-Pueden retirarse-

Los vio irse en silencio, viendo con una sonrisa zorruna en sus rasgos como discutían en voz baja con rostros deformados por la molestia, pero con sus cuerpos acercándose cada vez más ante cada nuevo argumento que el otro lanzaba, como imanes de polos opuestos. Negó divertido con la cabeza, si tan solo supieran que toda la base estaba expectante a cuando se darían cuanta de la creciente tensión sexual que existía entre ellos, además de los sentimientos casi obvios del hombre serio hacia la salvaje pelinegra.

Bueno, mientras sea en el rango de tiempo en el que aposto no habrá problema alguno.

Escupió la sangre sin vergüenza, sonriendo con dientes sangrientos mientras se burlaba de sus captores. Grandes carcajadas salieron de sus labios teñidos de carmesí hasta que fueron sofocados por un puño impactando con fuerza sobre su abdomen, quitándole el aire de golpe provocándole más dolor. Fue tomada con violencia del cabello, sintiendo como el hijo de puta le tironeaba con intención de arrancárselo. Gruño audiblemente, mientras el socio de su captor le obligaba a levantar la mirada, sus ojos mieles encontrándose con unos oscuros que le miraban con odio. Sonrió altanera, orgullosa de hacerlo perder los estribos con su actitud de perra insoportable.

-Посмотрим, продолжителивытак, когдакрысыбудутискатьвашемясодлякормления (Veremos si sigues así cuando las ratas busquen tu carne para alimentarse)-

-Лучше, чемпродолжатьвидеть, кактвоеужасноелицодышитрядомсомной (Mejor que seguir viendo tu horrible rostro respirando a mi lado)-

El hombre furioso le dio otra cachetada que le termino por partir el labio, mas solo sonrió arrogante cuando el hombre junto a su secuaz salieron rabiosos de ahí al no poder sacarle ni una palabra que no fueran sarcásticas, burlas e insultos. La dejaron sola, maniatada a la silla de hierro, con la cara ardiendo ante los golpes que recibió, su ceja izquierda con el labio inferior sangrando, sus cabellos enmarañados de tanto tirones y su abdomen pintándose debajo de la ropa de enfermizos purpuras y verdes, incluso podría apostar que tenía alguna que otra costilla astillada; un estado deplorable por donde lo veas.

Sabía que tenía un par de horas hasta que volvieran con su rutina de golpes y torturas para hacerle hablar, por lo que cerró los ojos tratando de dormitar un par de minutos. Según sus cálculos ya van cuatro días desde que fue capturada, pero no estaría tan segura al no haber ni una puta ventana por la mazmorra, reconociendo que pasan los días cuando un soldado de rango menor venía a darle de comer las sobras y desperdicios de los demás, para dejarla de vuelta encerrada en medio de la oscuridad. Era otra forma de tortura, lo sabía, una tortura psicológica al dejarla sumida en el negro vacío sin dejarle saber nada, aislada del mundo esperando romper su psique y voluntad exponiéndola a la infinita soledad.

Lastima para ellos que Samantha se sienta tan cómoda en la negrura, hace tiempo llegando a un pacto silencioso con sus demonios como para perder la cordura por algo tan simple como la oscuridad. Ya casi conseguía estar en un estado meditativo cuando un poderoso estruendo seguido de un gran temblor la despertaron abruptamente, sus ojos mieles viendo alerta como la puerta de la celda se abría de golpe y su captor entraba con dos soldados mas flanqueándolo.

-Онипришлизатобой, сука, жаль, чтотыневыберешьсяотсюдаживым (Vinieron por ti perra, lástima que no saldrás con vida de aquí)-

Cuando levanto la pistola directo a su frente en un veloz movimiento levanto su pierna izquierda, pateándolo fuertemente mientras golpeaba su pie derecho contra el suelo activando el mecanismo interno de la bota desvelando un cuchillo, perforándole la garganta al soldado que trato de acercársele. El tercero quiso arremeter contra ella pero se levanto con silla y todo y giro con fuerza, golpeándolo con la estructura metálica haciéndolo perder el equilibrio para luego degollarlo con el pie. Su secuestrador trato de alcanzar el arma pero ella se le adelanto y se sentó con toda en la mano del tipo, el tubo de hierro que servía como base de la silla quebrándole la mano al instante provocándole un grito desgarrador, que fue interrumpido inmediatamente con la cuchilla clavada en la cabeza, matándolo al instante.

Samantha respiraba entrecortado, siseando del dolor cuando sus heridas protestaron ante los bruscos movimientos. Trato de respirar profundamente, gimiendo de dolor al sentir punzadas internas en su abdomen. Mierda, se terminaron por quebrar las costillas. Dejo la aflicción de lado cuando oyó pasos apresurados acercarse a la celda, preparándose para otro enfrentamiento igual.

Suspiro aliviada cuando distinguió la rubia cabellera de Logan entrar a la pútrida habitación, viendo en primera plana los ojos aliviados de su hermano. Le sonrió divertida, sabiendo que su apariencia actual es la mierda misma, relajándose ante el toque delicado del rubio cuando se acerco dando grandes zancadas hacia ella, ignorando completamente la carnicería que hizo. Con movimientos seguros y firmes abrió el seguro de las esposas, liberando al fin sus muñecas magulladas, viendo como unos hematomas enfermizos con algo de sangre seca acumulada adornaban su piel. Logan le reviso las heridas en su cara, viendo el odio y la frustración cruzar por esas bellas esmeraldas al oír el pequeño gemido que no pudo contener cuando toco su ceja partida.

Sin fuerzas Logan dejo caer su cabeza en su hombro, queriendo ocultar así las lagrimas que amenazaban fugarse al ver el estado deplorable en el que la encontraron. Con un poco de esfuerzo levanto sus brazos, entumecidos al estar cuatro días en desuso y en la misma posición, abrazando a su hermano para darle consuelo.

-No es tu culpa-

El leve temblor en el cuerpo del mayor le enterneció por completo, girando su rostro lo suficiente para besar la frente sudorosa de su hermano. Una vez calmados Logan la ayudo a incorporarse pasando uno de sus brazos por sus anchos hombros, provocándole un pequeño siseo de dolor al sentir el mínimo tirón en su abdomen. Agradece a la maldita genética que ambos son casi de la misma estatura sino su sufrimiento seria el doble. Cuando estaban por avanzar sintieron pares de pisadas corriendo hacia su dirección, ambos tensándose agarrando con fuerzas las pistolas en sus manos libres.

Se relajaron completamente al ver unas peculiares cabelleras rojas y castañas cruzar el  umbral. Bajaron las armas sin cuidado, la pelinegra apoyándose pesadamente sobre el rubio. Alice se acerco frenética, revisando a su discípula mientras una mueca adornaba sus rasgos. Trato de limpiar la sangre de los cortes en su cara, mas la mujer negó con suavidad.

-Debemos irnos, no tardaran en venir a comprobar mi cadáver-

Dean se acerco en silencio después de admirar la masacre que hizo la pelinegra y tomo el otro brazo de Sam pasándolo por sus hombros ayudándola a caminar, acelerando a su pobre corazón con su accionar. Sam se dio cuenta de lo tenso que estaba el hombre, su mandíbula parecía de hierro ante la presión que ejercía, mirando fijamente el camino por el cual corrían flaqueados por su maestra, apenas dirigiéndole la mirada. Vaya, debe estar muy enojado con ella.

(Y ese simple pensamiento hizo estremecer su corazón de dolor)

Todos abrieron sus ojos con urgencia cuando el sonido intermitente de pisadas resonó en su dirección por el pasillo que cruzaban, acelerando lo que podían con una mujer de un metro setenta y ocho de casi setenta kilos cargada a cuestas. Sam giro por puro instinto la cabeza, viendo lo que podía a través del rabillo del ojo a tres soldados persiguiéndolos, abriendo sus ojos en pánico cuando vio como uno levantaba su arma y empezaba una ráfaga de balas contra ellos. En un impulso salvaje clavo sus pies en el suelo con violencia, deteniendo el movimiento de sus compañeros abruptamente mientras se liberaba de sus agarres empujándolos con fuerza al suelo, girando velozmente mientras con su diestra apuntaba contra sus enemigos disparando sin titubear. Vio con fría satisfacción la muerte instantánea de sus perseguidores bajo su mano, mas su placer oscuro fue interrumpido por un dolor agónico en su hombro izquierdo que casi le hizo perder el equilibrio. Jadeo en voz baja, llevando su mano derecha donde provenía el intenso dolor, viendo con ojos casi desenfocados como sus dedos se teñían de cálido carmesí.

Estaba herida, una de las balas impacto sin piedad contra su cuerpo.

-¡Mierda!-

Oyó algo rasgarse a su lado, mas concentrada en respirar para controlar un poco el dolor de sus carnes rasgadas que lo que sucedía a su alrededor. Un gemido lastimero salió de sus labios heridos cuando Logan realizo un torniquete para evitar que se desangre, conteniendo las lagrimas cuando anudo con fuerza. Su hermano la tomo en brazos, al estilo nupcial, empezando a correr con desespero casi dejando atrás a sus superiores en su afán de ponerla a salvo; Dean y Alice alcanzándolo sin problemas, más atentos a su entorno.

Sam se obligo a seguir consciente, concentrándose en el dolor de su hombro para evitar ceder a la pérdida de sangre. Aun con la pistola en mano distinguió a lo lejos a más enemigos, no dudo en alzar la mano y disparar, sonriendo altanera al verlos caer como moscas muertas, oyendo el jadeo sorprendido de los que la acompañaban.

-Presumida-

Claramente pudo oír la burla en la voz de su hermano, sonriendo aun más cuando la presiono un poco más contra su pecho.

-¿Celoso?-

Rieron entre dientes, hasta que la pelinegra siseo ante el tirón en su abdomen. Ah, cierto que también le hirieron ahí. Logan se tenso inmediatamente, la pelinegra maldiciendo internamente de lo perspicaz que era.

-¿Qué tienes ahí?-

-Digamos que recibí algunos saludos cordiales de los botines y guantes de mis anfitriones-

Un gruñido bastante amenazador resonó por el pasillo, curiosa quiso levantar el cuello para buscar el causante del sonido más tuvo que desistir al sentir de nuevo el punzante dolor de su abdomen sumado al de su hombro. Tuvo que cerrar los ojos cuando lograron salir al exterior, la luz pálida del día lastimando sus corneas sensibles al estar tanto tiempo encerrada en la oscuridad. Sentía su cuerpo más pesado con el pasar de los segundos, costándole más de lo que debería poder abrir los ojos.

-Resiste Sam, falta poco-

El susurro alentador de su hermano le obligo a estar consciente lo suficiente para verlos llegar a una camioneta camuflada en medio del espeso bosque, cediendo a sus deseos de descansar una vez fue depositada con delicadeza dentro del vehículo, dejando que la inconsciencia gane ante la fatiga que sentía por todo su ser.

Cuando volvió a abrir los ojos, se encontró de lleno con un techo inmaculadamente blanco que le genero un tipo de malestar al reconocerlo. Estaba en la enfermería. Sus ojos mieles distinguieron la bolsa de suero junto a los aparatos que monitoreaban sus signos vitales, la aguja intravenosa provocándole comezón en su brazo derecho. Cuando quiso usar su otra mano para rascarse es que se dio cuenta de que no estaba sola, su mano izquierda prisionera de un firme agarre.

Dean O`Connor se encontraba profundamente dormido sentado en una posición incómoda al lado de la camilla, una de sus grandes manos sosteniendo con fuerza la mano más pequeña de la mujer. Con un poco de esfuerzo se enderezó con cuidado en aquella cama para ser capaz de observar más detenidamente a su compañero, llevando su diestra a la espesa cabellera del hombre, denotando que aquellas marcas cubiertas de sangre que adornaron sus muñecas se habían atenuado.

¿Cuánto tiempo estuvo inconsciente?

Con parsimonia peino las cortas hebras caoba, admirando en silencio la suavidad de estas, dejando que sus uñas rastrillen patrones abstractos mientras admiraba embobada la belleza rustica del hombre.

Los días de encierro en la absoluta obscuridad solo le dieron tiempo para desentrañar aquellas confusas pero profundas emociones que venía sintiendo hace tiempo por el dueño de aquellos orbes zafiros, logrando al fin ponerle un nombre a todas esas sensaciones extrañas y molestas que venía arrastrando cada vez que se encontraba con el castaño. Era amor. Simple y puro amor.

Aquel cosquilleo en sus entrañas cada vez que lo veía, los hormigueos persistentes en su piel ante cada contacto que tuviera con él, el calor que le embargaba ante cada sonrisa o mirada dedicada, el regocijo interior cada vez que se veía envuelta en la fresca esencia del hombre, los suspiros robados ante cada pensamiento invadido por su presencia, adueñándose de su mente y corazón como un ruin ladrón. Es imposible para ella ponerle una fecha a estos sentimientos, sintiendo como si los hubiese tenido toda su vida junto a ella.

Su respiración quedo atascada en su garganta cuando Dean despertó de golpe, sus ojos adormilados provocando una agradable presión en su pecho, deseando con todas sus fuerzas el tomar aquel rostro somnoliento entre sus manos y acunarlo en su pecho para que oyera el galope alocado de su corazón. Inconscientemente su diestra respondió a sus deseos, acunando con dulzura aquel cincelado rostro, rastrillando con su pulgar los indicios de una barba incipiente. El hombre se congelo en su agarre, los ojos zafiros abiertos en incredulidad al reconocer por fin que Samantha estaba despierta.

-Dean…-

Escuchar su nombre salir de aquellos tentadores labios fue lo único que necesito para despertarlo por completo, lanzándose sin pensar a sus más profundos deseos, devorando todo lo que estaba a su paso. Cuando sus labios se encontraron con la dulzura de los de su contraria no pudo evitar sentir como su corazón saldría de su pecho ante sus erráticos movimientos, sintiendo incluso que la pelinegra podría oírlo, oír como su sola existencia lo volvía un loco enamorado. La euforia que sintió creció a límites incalculables cuando fue correspondido, profundizando aquel beso necesitado, profanando todo lo que pudiera de esa tentadora y maldita boca que por tanto tiempo deseo probar. No pudo evitar temblar cuando sintió como aquella delicada pero mortal mano se abría paso en sus cabellos, proporcionando un exquisito tirón que removió sus entrañas en excitación contenida. Su otra mano entrelazo sus dedos impidiéndole escapar, algo impensable para él.

Agradecía enormemente estar sentada, sabiendo que sus piernas le hubieran fallado si hubiera estado parada ante las abrasadoras sensaciones que le atacaban sin piedad. Su piel ardía ante el toque ligero como pluma del hombre, dibujando líneas de fuego donde pasara. Su cabeza estaba en blanco, mareada ante el beso candente y profundo que el amor de su vida le daba, devorando todo su ser, librándola de todo raciocinio dejándolo solo con el saber de su presencia, reclamando que él es todo lo que necesitaba. Gimió en voz baja ante la presencia invasiva de Dean sobre su boca, desarmándola por completo, haciéndola olvidar cualquier dolor, poniendo en paz su mente y alma como hace tiempo no lo estaban.

Se separaron por la falta de aire, apenas dejando un leve espacio para poder respirar entrecortadamente, sus frentes unidas con sus miradas fijas en el otro, el sol del amanecer chocando contra las olas del mar profundo, el brillo en sus ojos imposibles de seguir ocultando ante la muestra de desesperado amor que cometieron.

-No vuelvas a preocuparme así Sam-

La mujer no contesto, prefirió dejar que sus labios hablen uniéndolos de vuelta en un beso menos errático, pero igual de desesperado y profundo, dejando que los sentimientos que venía guardando se depositaran ahí, la ternura deslizándose ante el dulce toque que se proporcionaban con sus manos desocupadas. En ningún momento soltaron sus manos entrelazadas, sintiendo como sus almas cantaban unidas ante su encuentro, afianzando aun más su unión como un vestigio del futuro por delante.

La mano firme de Dean sosteniendo la suya era lo único que evitaba que cediera a sus nervios latentes, estancándola en el concreto a pesar de que todo su cuerpo pedía a gritos huir de ahí. Dean acuno con delicadeza su rostro, guiándolo a su dirección para unir sus labios en un dulce beso, quitando con ese simple acto cualquier rastro de inseguridad sobre su ser. Se separaron por falta de aire, Samantha besando tiernamente la mandíbula afilada del hombre a su lado, ambos sonriendo radiantes ante la presencia cálida del otro.

Sin más titubeos incrusto la llave en la vieja cerradura de bronce, anunciando así su llegada a sus progenitores junto a sus hermanos, quienes ansiosos deseaban ver a la pelinegra desde los cinco años que paso fuera de casa.

Ni siquiera pudo terminar de anunciar sus presencias cuando un cuerpo pequeño se estrello con violencia contra ella, provocando que casi cayeran si no fuera por el hombre a su lado que la estabilizo rodeando su cintura con su fuerte brazo.

-¡Volviste!-

Samantha rio con fuerza, agachándose para encerrar a su hermanito entre sus brazos y alzarlo en el aire, el adolescente de trece años riendo entre lágrimas ante las emociones desbordantes en su corazón.

Así los soldados fueron recibidos con calidez y alegría en el hogar de la muchacha, sus hermanos felices de ver tan radiante a su hermana al lado del hombre que ama, aceptándolo plenamente como parte de su familia.

Admiraba con un aire de nostalgia su alrededor, los arboles de cerezos florecidos bañaban el campo de un rosa pálido dando una imagen entrañable, imprimiéndose en el fondo de su mente.

El año que le toco servir en Japón ya llego a su fin, dentro de unos días abordara un avión de combate que la dejara en su patria, reencontrándose con su recién creado escuadrón de asalto, con cada uno de sus miembros volviendo de los entrenamientos especiales que fueron mandados.

La luz del atardecer bañaba su figura en tenues tonos cálidos, sus ojos mieles reflejando la luz del sol plasmando el fulgor de su alma, los cerezos rodeando su figura dándole un aire divino a su alta figura, como si un ser etéreo hubiera decidido bajar para honrar con su presencia a los mortales. Esta fue la escena con la que Dean se encontró, arrebatándole el aliento ante la inminente belleza de la mujer a quien le cedió su corazón.

Salió de sus profundos pensamientos cuando unos fuertes brazos rodearon su cintura, apresándola contra un firme cofre que reconocería siempre donde este. Un escalofrió la recorrió de pies a cabeza cuando los fríos labios de Dean besaron la piel descubierta de su cuello, encendiendo las chispas de su corazón provocando un incendio en su ser. Giro entre los brazos, cruzando los suyos sobre el cuello del moreno, encontrándose con unos profundos zafiros que brillaban cual estrellas en el firmamento. Sin perder tiempo sus labios se encontraron al fin, ambos suspirando aliviados de volver a encontrarse en los brazos del otro. El beso tierno fue escalando hasta convertirse en uno desesperado, tratando de eliminar los rastros de ausencia en los últimos meses, queriendo fundirse en uno solo para nunca más sentir el frio de su ausencia. Se separaron por falta de aire, sus respiraciones aceleradas siendo una; uniendo sus frentes en un mensaje silencioso.

‘Estoy aquí’.

Se fundieron en un abrazo, el hombre rodeando con sus brazos el menudo cuerpo de la pelinegra, sintiendo como se relajaba en cada segundo que pasaba en la seguridad de su abrazo, hundiendo su nariz sobre la espesa cabellera de la mujer inhalando con calma el dulce aroma floral que desprendía, opacando el de las flores a su alrededor, llevando a su corazón a la mas infinita felicidad al tenerla de vuelta donde pertenece.

Samantha quería quedarse por siempre así, fundida en los brazos del amor de su vida, donde no tenía el peso del mundo sobre sus hombros, pudiendo ser una mujer normal perdidamente enamorada y frágil. Inhalo con fuerza el fresco aroma de su pareja, las olas de mar llegando a su memoria, la brisa marina arrastrando consigo un toque de azahar que ponía a descansar sus temores, calmando la ansiedad dejando solo paz a su paso.

El sol les regalaba los últimos vestigios de luz, dando paso a un manto violáceo que acentuaba aun más la belleza del lugar. Los amantes se separaron reacios, solo para quedarse embelesados en la mirada del otro, como si admiraran las más bellas artes frente a sus pies. Dean tomo con ternura la mano izquierda de Samantha, llena de pequeñas cicatrices y callos, tan iguales a las suyas pero a la vez tan pequeñas, llevándola a sus labios para bendecirlas con un suave beso; en ningún momento rompiendo el contacto visual con su mujer, sin querer romper el hechizo que los envolvía en una bruma de dicha. Con lentitud se arrodillo sobre el tierno césped del campo, sonriendo ladino cuando vio la sorpresa dibujarse en los rasgos de su amante, sacando un anillo de plata del bolsillo de su chaqueta militar, simple pero hermoso como la persona a la que pertenecerá. Con cuidado, y leyendo las expresiones de su novia, poso el hermoso accesorio en el dedo anular de la pelinegra, casi sintiendo las lagrimas en la comisura de sus ojos al ver lo bello que se veía ahí, como si siempre hubiera pertenecido allí.

-Si-

Fue un susurro ahogado, casi imposible de escuchar si no estuvieras lo suficientemente cerca, pero sonando tan poderoso alrededor de ellos que casi los dejo sordos por el gran significado que conllevaba.

‘Si, quiero casarme contigo’.

‘Si, quiero pasar el resto de mi vida contigo’.

‘Si, te amo’.

Esa fue la única advertencia que recibió Dean antes de caer con el cuerpo de su prometida encima, ambos riendo mientras se besaban con euforia, con amor, dejando salir pequeñas lagrimas de felicidad ante lo bien que sonaban sus nombres salir de los labios del otro.

Samantha sentía su cuerpo flotar, volando en la inmensidad del cielo estrellado donde decidieron entregarse de nuevo, volviendo a ser solo uno borrando los días de ausencia, adorándose como un fiel devoto a los templos de sus cuerpos, rastreando cada cicatriz con sus labios soltando plegarias de alabanza ante la hermosura que sus ojos contemplaban,  gimiendo en la boca del otro lo bien que se sentía estar unidos, completos de nuevo. No pudo evitar dejar caer lagrimas de felicidad ante quien decidió amarla a pesar de todos los demonios y errores que lleva encima, que con una paciencia infinita y armado con dulces caricias y besos reconstruyó y pulió todo lo que vio herido, convirtiéndose en el arquitecto de su corazón y mente, demostrándole que es digna de un amor y devoción incalculable.

Se permitió ser vulnerable en los brazos de su hombre, gimiendo con desespero su nombre buscando la alegría inmensa del éxtasis, besando con desenfreno aquellos labios hinchados y rojizos, sintiéndose renacer cuando el cielo bajo hasta ellos permitiendo tocarlo con la punta de los dedos. Dejo que Dean limpiara los restos de lágrimas, besando con dulzura la salada esencia de la felicidad, permitiendo que la acunara como si fuese el objeto más frágil entre sus manos, alejando la oscuridad con solo el calor de su abrazo.

Se sentía plena, completa, amada.

Esa noche Samantha decidió entregar su corazón en bandeja de plata, perdiendo cualquier rastro de miedo y duda ante el implacable amor que sentía por el hombre entre sus brazos, quien de la misma manera le dio las llaves de su corazón permitiéndole que haga lo que quiera con él, dejándola entrar a las impenetrables barreras que lo rodeaban.

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