
Mi novio yo fuimos a la playa con su hermana menor *termina mal*
No, en serio termina mal, todo —según Deidara—, por no irle a rezar a la virgencita.
Hoy es doce de diciembre y antes de ir a la playa planeamos ir a rezarle a la virgen para nuestro bien, todas esas cosas, pero a la hermanilla rara que tiene Deidara le dió pereza ir a rezar. Entiendo, no soy religioso pero protección divina no es tan mal cuando Deidara es el que va manejando mientras se escucha unas cumbias para el momento.
Si no manejo es porque no sé, pero no me confío en que Deidara sea la persona más concentrada a la hora de manejar, no es la primera vez en que nos mete en problemas con el tráfico y ha tenido que echarse la llorada mientras se inventa un cuento para que no le hagan multa.
Pero esta vez va su hermana menor, quizás no sea tan bruto al manejar por ella.
—Maneja más rápido —dijo Yodo, la escuché de la parte trasera del carro.
Creo que se me bajó la presión.
Tomé el cinturón de seguridad y miré de reojo a Deidara, este va con sus lentes de sol y su sonrisa pícara haciéndome entender de que él no va a negarse, seguramente se brincará el alto y provocará un choque fatal. Seguramente se comerá los huecos de las calles y el carro se terminará jodiendo más de lo que ya está.
—Deberías ir más lento amor, un parte más y te quitan la licencia, si es que no te bajan las placas —pedí, intentando ignorar telepáticamente el enjache de Yodo.
—Bueno, trataré —respondió aburrido—. Llegaremos en tres horas.
—Tsk, sabes, prefiero haberme quedado en mi choza —escuché nuevamente la voz de Yodo, mi paciencia se acaba cada que escucho a esa chamaca hablar —. Si vamos al ritmo que quiere Sasori, estaremos en tres horas.
—¿No es que querías ir a la playa? —preguntó esta vez Deidara.
Ella se quedó en silencio y quedó viendo la ventana, me sentí un triunfador en ese momento. Sin embargo mi triunfo fué interrumpido porque apenas Deidara comenzó a manejar y se metió a un hueco de la calle.
En fin, calles que no se dignan de arreglar.
Después de una hora de viaje, las interminables curvas por la montaña y la gran necesidad de querer vomitar llegaron a mí.
Si mi debilidad son las curvas de Deidara, es imposible no querer desmayarme y morirme con estas curvas de los cerros.
Miré a Deidara y este solo estaba cantando sus canciones favoritas, como si nada, realmente quisiera dejar de marearme tanto. Ya el temor que tenía con Deidara y el echo de que esté el manejando se me pasó, si no ya me hubiera imaginado, está manejando mejor de lo que esperaba.
—Necesito llegar ya y tirarme al mar —dijo el rubio.
—Ten cuidado, no te vayas a ahogar, ni nadar sabes.
—Solo es la orilla, hm —hizo un puchero que me pareció totalmente adorable—. Aparte que también tienes que enterrarme en la arena.
Se me vino aquel recuerdo a la mente, de la última vez que fuí a la playa con Deidara, solos, sin compañía, si una molesta compañía que me cae hasta el y sin tener que soportármela cada segundo.
Tomados de la mano y en los atardeceres tomando rocas para pedir deseos que quizás se lleguen a cumplir. O los dos escuchando canciones del 78 en las noches cuando la marea se encontraba alta y la única iluminación que había era la fogata que hicimos nosotros. Nos quedábamos dormidos en la tienda de campaña hasta al día siguiente.
Pero desde que la hermana de Deidara se pasó a vivir con él, pues sus padres se divorciaron y para rematar la situación ninguno de los dos quería la custodia de la chamaca miada, Deidara se hizo cargo. Y en realidad nada ha cambiado en esta relación, solamente que Yodo es algo juega de viva y me cae mal, listo.
Es insoportable, creída, se cree la última chupada de mango y que todos sus amigos están enamorados de ella solo porque son amables.
—No la soporto, jeje —pensé que había pensado, pero las vueltillas que da la vida, lo pensé en voz alta.
—¿A quién? —Deidara preguntó.
Me quedé en silencio y tuve unos seis segundos para responder. Tres segundos procesando que lo pensé en voz alta, dos segundos para pensar en que puedo inventarle y un segundo para ponerme la mano en la cabeza y frotarme la frente para fingir estrés.
Tampoco soy tan inteligente, apenas pude procesar que ahora pienso en voz alta.
—Nadie —respondí sin más—. Solo me acordé de una muchacha del cole.
Deidara soltó una risilla, sin embargo la aborto andante de Yodo habló:
—¿Entonces por qué lo dices como si fuera en el momento exacto? —preguntó—. Si fuera antes como dices, deberías de decir «soportaba».
Doña perfecta.
Lo que faltaba.
Ahora se pasó, exageró. Simplemente es una exagerada que no muestra ni la mínima discreción en demostrar odio hacia mí, que le hice Jesús.
Pobre de mi novio que tiene que soportarse a esa niña, por mi parte ya le hubiera mandado a callar por ser tan metiche y meterse donde nadie la llamó.
Sasori, calma.
Me quedé en silencio mientras que Deidara y yo por ratos compartíamos miradas y sonrisas, cuando él tenía su mano derecha libre la entrelazaba con la mía. Poco a poco se comenzó a sentir el calor invadir las ventanas y también el ambiente, mi novio comenzó a sudar y yo un poco, pero todo ese sudor valió la pena cuando comenzamos a ver la playa desde lejos.
Por primera vez me cayó bien la mocosa, se quedó en silencio, pues quedó impresionada por la belleza de la playa.
Apenas Deidara parqueó el carro cerca de la arena, todos nos bajamos, a la pura suerte esta playa no es muy visitada, y menos un día como hoy para los católicos, así que no hay nadie, los únicos visitantes somos nosotros.
La rubia con patas se bajó del vehículo y por fin dejó su celular ahí, seguramente se le descargó de tanto que lo usó en el camino jugando y escuchando esa música rara que escuchan ahora.
Ella se adelantó, dejando a Deidara y a mí por fin solos. Abrimos la cajuela del carro para bajar lo que traemos, después de bajar todo aquel tilichero que traían los hermanos rubios procedí a quitarme la camisa y quedar en pantaloneta, saqué el bloqueador y antes de echarme, sentí como Deidara me besó en la nuca.
—¿Me dejas ponerte el bloqueador, Danna~? —susurró en mi oído, su mano libre agarró con facilidad el bloqueador.
Deidara es adorable y gracioso cuando intenta ponerse de caliente, pero apenas me ve que yo quiero hacer lo mismo él se pone nervioso y prefiere ignorarme hasta que se le pase.
—¿Y si te la pongo yo a ti? —pregunté en doble sentido, en mi plan de poner nervioso y como un tomate a mi rubio.
—¡Claro! —exclamó mientras se hace una coleta en su cabello—. ¡Comienza en la espalda, ahí me suelo quemar más!
Ayúdame Dios.
Nadie me tiene.
Después de esos minutos tan vergonzosos donde mi dignidad se fué porque Deidara no notó mis intenciones calientes, nos fuimos tomados de la mano hacia la playa, por dicha hay unos árboles donde hay sombra y pudimos poner las cosas en el lugar.
— Iré a ver a Yodo, te esperaremos para meternos al mar —dijo él.
Tan feliz que estaba porque me había olvidado de la existencia de Yodo. Pero bueno, acomodé todo y me fuí con ellos, apenas me doy cuenta que ella no tiene bloqueador para el sol. A pesar que me cae hasta el tampoco quiero que se queme, se siente feo, así que no es mala idea que se lo diga, ¿No?
—Yodo, deberías de ponerte bloqueador...
—Ya me puse de otro, el tuyo huele mal y no funciona mucho —respondió ella de forma arrogante.
Aquí les pregunto, ¿Qué hubieran hecho ustedes?
Debí imaginarlo, pero otra vez paso mi orgullo por el siempre sucio y soy amable con ella, pero en fin, nadie me tiene de sapo.
Pasamos el día disfrutando, realmente la mocosa después de eso se comportó un poco ignorándome y dejando a Deidara conmigo en muchas ocasiones, hasta que llegó la tarde y el sol bajó, justamente la hora para poder enterrar a Deidara en la arena, ya habíamos preparado el hueco y todo, al parecer Yodo no está interesada en hacer lo mismo diciendo que son «niñerías».
Dios mío pero que mocosa más insoportable.
—¡Tienes que ponerme algo extravagante! —exclamó Dei, mientras siente como voy poniendo toda la arena en su cuerpo, menos en su cabeza.
—Serás una bella sirena que será salvada por un pirata sin sentimientos —intenté sonar seductor, pero Deidara solo se puso a reír por la estupidez que dije hace unos segundos.
—Es lo más estúpido que me han dicho—dijo entre risas—, por eso mismo te amo.
—Pero yo te amo más.
Me sonrió y este pequeño momento se sintió cálidamente romántico, le dí un pequeño beso en sus labios y él me abrazó, arrastrándonos un poco las pequeñas olas que vienen subiendo hacia el lugar.
Todo estaba muy bien, hubieron unos minutos de paz, hasta que...
—¡¡Ayúdenme!! —escuchamos un grito de Yodo, la vimos desde lejos y esa tonta está en la orilla y al parecer retorciéndose—. ¡Una medusa me tocó!
Lo que faltaba...
Mi paciencia acabó pero ese 1% quedaba, así que sentí como mis rostro enrojeció de la chicha.
Deidara salió preocupado por su descuidada y tonta hermana. Mientras que yo lo sigo apresuradamente, hasta que veo a Deidara con cara de traumatizado, al parecer perdió el conocimiento, intenté ver que le provocó todo eso.
Y vi un cangrejo estaba sostenido en su pantaloneta, que al parecer para sostenerse con sus pinzas se aferró al pantalón y trasero de Deidara.
—Ay dios... —No pude decir más, porque quería que la arena me trague y me saque en China.
Y bueno, para no cansar con el cuento, tuve que quitarle la pinza al cangrejo para que dejara al gordo de Deidara en paz y como este no puede soportar un dolor en su trasero —Desgraciadamente—, tuve que llevarme a Yodo mientras que esta solo se mueve como gusano sacado de tierra por el dolor.
Por dicha hay un hospital cercano y Yodo se encontró mejor.
—Todo esto es un castigo de la virgen, por no irle a rezar —Lo escuché murmurar repetidas veces mientras manejamos a su casa.
Iba a reprocharle y decirle que dejara de decir cosas tan estúpidas, pero sentí como me tomó de la mano, así que me calmé un poco.
—Que día más malo, pero lo único bueno es que pudimos estar juntos...
Yo sonreí ladeando mi cabeza hacia su dirección, así estuvimos las horas restantes, antes de volver a casa y quedarme durmiendo con él y seguramente al día siguiente tener que ver a Yodo.
Pero de algo que estoy seguro y que aprendí en este viaje fallido, es que por Deidara soy la persona más paciente de este mundo, incluyendo con su hermana.
También me dí cuenta que en algunas ocasiones Deidara es más tercermundista que el tercermundismo de Latinoamerica.
Pero aún así lo amo.