
— ¿Wednesday?
Era la tercera vez que Morticia llamaba a su hija durante el día, sino fuera porque vio a Pugsley salir cargando su caja de granadas hacia el estanque podría pensar que estaban en su sesión de "juegos de hermanos", pero no había ni rastro de la chica. Morticio suspiró largo y hondo y se deslizó hacia el salón donde su esposo se hallaba enfrascado en un gran juego de dardos apoyándose de Lurch quien cargaba el tablero.
— Querido —comenzó la mujer y el hombre se distrajo un segundo apuntando dos centímetros más arriba peinando una raya al medio de la cabeza de su mayordomo—¿Interrumpo?
— Cara mía, si incluso tus interrupciones fueran tan abruptas con un ataque al corazón, con una al día no bastaría. Dime ¿qué ha pasado?
— Homero, llevo horas sin detectar la presencia de nuestra adorada hija y estoy un tanto preocupada.
— Pero tu sabes que nuestro escorpión disfruta de pasar sus tardes encerrada en la biblioteca o destripando a sus pequeños experimentos en el ático, incluso eso le atrae más que las sesiones de electro shock con Pugsley.
— Pero no hay rastro de ella por ninguno de sus usuales espacios y temo que nuestra conversación del otro día haya provocado cierta aversión a mi compañía.
— ¡Mi veneno! Mi dulce y adorada belladona diluída en arsénico, no te preocupes por esas cosas, es más que seguro que nuestra nube tormentosa ha encontrado quizás un nuevo espacio donde llevar a cabo sus actividades
— Homero, querido. Siempre sabes como aliviar mi mente, como una daga bañada en somnífero dando una puñalada directa a mis preocupaciones.
Mientras la pareja de esposo sucumbía a sus propias atenciones fuera de la Mansión Addams y dentro del Mausoleo de la familia una pequeña Wednesday de diez años estaba sentada sobre el frio suelo de piedra, debajo de ella un círculo pintado con diferentes símbolos y sobre su regazo un viejo libro que encontrara hace unos días en la biblioteca familiar.
Wednesday repaba las palabras del libro mientras alternaba esto a revisar con cuidado que los símbolos fueran los correctos, días atrás había
Días atrás ella y su madre tuvieron una charla bastante inesperada, para Wednesday no es novedad que siempre tanto ella como su padre se dediquen a propagar el amor que se tienen en todos los rincones de la casa. Pero más importante que eso era que su madre había deslizado en esa conversación que tanto ella como su hermano podían correr la misma suerte en un futuro, lejano o no.
Esa información no fue para nada de su agrado.
Le llevó un par de días hacer una búsqueda exahustiva en la biblioteca para encontrar un libro que recordaba vagamente haber leído hacia algunos años atrás, donde rezaban ciertas alternativas para crear conjuros y solicitar pactos entre seres del más allá y hasta demonios.
No era de sorprender que sus padres tuvieran un libro así, lo difícil fue ubicarlo puesto que Lurch era pésimo reacomodando los estantes cada vez que limpiaba.
No tenía mucho idea de como funcionaría exactamente pero si una vaga finalidad que perseguir si todo salía como era esperado, así que armada de una tiza y el cuaderno se encerró en el Mauseleo escapando de la vigilancia paterna.
Con cuidado alzó al libro hasta la altura de su rostro y recitó las palabras, una suerte de petición en griego, no fue muy difícil para ella ya que fue de las primeras lenguas a las que se adaptó con facilidad posterior a la par del italiano y el alemán.
El circulo bajo ella adquirió un brillo que fue parpadeando mientras se hacía más intenso, una voz que no parecía venir de ninguna parte pues sonaba directo en su mente habló.
— ¿Por qué me has llamado? Estoy ocupado.
— ¿Para pedirte algo? —respondió la pequeña un tanto decepcionada de la primera impresión de aquella voz infernal.
— ¿Crees que puedes jugar a invocar a los entes que habitan el más profundo de los abismos infernales?
— ¿Te parece que estoy jugando? ¿Debería pedir por otro ente infernal que si atienda hoy? —la chica se estaba cansando y solo habían cruzado dos palabras.
— Expresa tu petición y decidiré si vale la pena.
— Engreído —murmuró Wednesday y el suelo tembló ligeramente— Mis padres esperan que cuando alcance cierta "edad" me encuentre lista para formar una familia y yo no estoy de acuerdo así que necesito que uses tus "poderes" para evitar que algún humano bobo pueda si quiera tener la posibilidad de proponerme matrimonio.
— ...
— ¿Hola? ¿Voz infernal? ¿Sigues ahí?
— ¡¿Para eso me invocas?! ¡¿Dónde quedó el deseo de aplastar los cráneos de los enemigos en batalla o acunar tesoros de valor incalculables?! ¿Esto es una broma? —exclamó enfurecida la voz.
— Soy una Addams, no necesito ayuda para aplastar el cráneo de nadie y mi familia tiene tanto dinero como para comprar un pueblo entero. ¿En serio tengo qué...?
— ¡NO ERA UNA PREGUNTA! —cortó la voz perdiendo la ínfima paciencia que le quedaba.
— Sonó a pregunta —se defendió la chica.
— Bueno, chica lista, hoy estoy de buen humor...
— Menos mal.
— ¡DIJE! Que HOY estoy de buen humor y he decidido cumplir tu pedido bajo mis condiciones.
— ¿Qué condiciones?
— Ningún humano tendrá la posibilidad jamás de proponerte matrimonio.
— Espera... aún no me dices que cond-
— ¡Pero recuerda, Addams! Espero que estés a la altura del precio que tendrás que pagar o me aseguraré de deshilvanar tu alma hasta que no quede nada aquí ni en ningún plano infernal.
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Durante algunos años la joven Addams estuvo tranquila gracias a esa petición, nunca le dijo nada a sus padres, el libro volvió a su lugar en la biblioteca y el asunto quedó enterrado en sus recuerdos.
Sin embargo durante una noche especialmente incómoda para ella, comenzó a dar vueltas en su habitación, el reloj casi marcaba las doce y ella no lograba conciliar el sueño. Siempre pensó que su paso a la mayoría de edad sería algo que pasaría sin pena ni gloria, acercarse más al umbral de la muerte era uno de sus deseos más profundos, pero no si ello incluía insomnio, una sensacióni temprana de ansiedad y el terror de sentirse constantemente vigilada.
Cuando las manecillas del reloj alcanzaron las doce hubo un momento de silencio absoluto, como si todo se hubiese detenido de golpe, e incluso ella parecía haber congelado sus propios pensamientos.
Con cierta preocupación notó como unas marcas se formaban sobre el suelo, como si una garra las estuviera dibujando levantando trozos de madera hasta formar un círculo, el mismo círculo que ahora su mente le recordaba había dibujado cuando niña.
No quiso acercarse ¿sería el ente que venía a cobrar su parte del pago? Estaba expectante.
El círculo terminó de trazarse y de este se abrió una especia de portal neblinoso del que emergió una joven envuelta en una túnica de color rojizo, su cabellera dorada, su tez clara y en su frente un par de cuernos que terminaban en punta..
Cuando finalizó este movimiento extraño, el círculo se cerró y la joven puso ambos pies sobre el suelo, por un segundo le pareció a Wednesday que hiciera el sonido de cascos pero quizás fuera únicamente su imaginación.
— ¿Quién eres? —logró articular luego de esa primera impresión.
— Tu eres Wednesday ¿cierto? —la aludida asintió bastante confusa aún.
— Mi padre me envía a buscarte, dice que es momento de saldar su deuda.
— Tu padre... ¿el ente?
— ¡Hey! Más respeto con él —la chica pateó en el suelo y toda la habitación se remeció— Llevo años esperando verte —dio un par de pasos al frente y Wednesday retrocedió dos.
— No comprendo.
— Ningún humano bobo —dijo replicando las palabras de su petición— podrá siquiera tener la posibilidad de proponerte matrimonio.
Una sonrisa de dientes afilados acompañó esa frase y entonces Wednesday entendió, como un baldazo de agua fria, podía imaginar la risa de ese ente que la había atrapado en sus propias palabras ¡claro que dijo humano! ¿por qué tenía que ser tan específica?
— Sigo sin entender —respondió en un intento de escapar de la verdad.
— Vaya, mi padre dijo que eras bastante lista —se acercó más hasta acorrarla contra la pared— ¿o será... que prefieres hacerte a la que no sabes?
— Si-sigo sin entender.
— Déjame decirlo de un modo apropiado entonces, Wednesday Addams.
El demonio retrocedió e inclinándose sobre una rodilla extendió su mano frente a ella, un anillo se materializó, una joya de color negro coronaba el objeto.
— Yo Enid, descendiente de Asmodeo, te pido a ti Wednesday que aceptes unirte a mi lado en un lazo insondable, abrazadas por el fuego eterno del caos y la destrucción hasta el fin de tus días.
— Yo... ¿tu planeas llevarme al infierno?
— No, para nada. Me gusta mucho la vida aquí en el lado de los vivos, así que planeo quedarme aquí durante un tiempo —lo afilado de su sonrisa volvió a relucir— hasta que desgarre tu vida entre mis manos.
Aunque una parte de su mente intentaba pensar como explicarle a sus padres que un demonio se había instalado en su habitación a la mitad de la noche, otra se sintió ligeramente emocionada ante la mención de ser extraída de este mundo con tanta violencia.
¿Era eso convertirse completamente en un Addams?
Tendría que convivir con su futura esposa para averiguarlo
.