Musubi

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Caminante, no hay camino  

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Había cosas de las que Hatake Kakashi estaba seguro.

Nada es permanente en la vida. 

(Abandonar una misión te convierte en escoria).

Todo tiene un precio.

(Alguien que abandona a un amigo es peor que la escoria).

La gente no cambia con facilidad.

(No tenía idea qué estaba haciendo con el Equipo 7).

Había otras verdades en su universo, pero la mayoría de ellas no poseían el mismo peso ni la misma inevitabilidad. Gai podría desafiarlo a otra cosa el día de mañana, desde luego, pero ellos tenían veintitantos años y vivían en un mundo altamente peligroso. No sabían cuándo podría ser su último día. Kurenai y Asuma podrían seguir pretendiendo que estaban bien como amigos otro día más, pero eso no sería eterno. Anko podría pretender que no se sentía perdida, pero siempre buscaba algo para llenar el vacío. 

Y podría seguir y seguir. Su vida estaba llena de ejemplos con verdades a medias.

La callosidad de Sarutobi Hiruzen no era nueva, pero tampoco había sido la única faceta que Kakashi había conocido de él. Tampoco podía decir que no la entendía. Nadie jamás había salido indemne de una guerra. Sandaime había sobrevivido a dos.

Nunca le preguntó al Hokage si él se reunía con los otros supervisores, si ellos también tenían que darle informes regulares sobre el avance de los equipos. Kakashi tenía a uno de los shinobis más prometedores en su equipo y a uno de los más peligrosos a su cargo. Por supuesto que Sandaime estaría interesado en conocer cómo avanzaba la situación. 

Que entendiera la situación no la hacia menos frustrante.

—¿Quieres mi permiso para decirle a Naruto la verdad sobre su madre?

—No necesariamente decirle la verdad —Kakashi se encogió de hombros. Había muchas verdades respecto a Kushina. Naruto no estaba preparado ni para la mitad de ellas—. Solo digo… Naruto escuchó el apellido Uzumaki de la boca de un aldeano en Nami no Kuni, sabe que había una aldea allí. No va a olvidar eso.

Sarutobi exhaló, un hilo de humo se revolvió en el aire. —No, no lo hará. 

—Él tiene el apellido —señaló Kakashi, tras una breve pausa.

Nunca había entendido eso. Si querían ocultar a Naruto, ¿por qué darle un apellido? Había muchos huérfanos en Konoha que no tenían un nombre familiar, él podria haber sido una más de las víctimas de la guerra. Los hijos que perdieron a sus padres… no era la más rara de las ocurrencias. Quizá Minato-sensei había abogado por ello, quizá simplemente Hiruzen no había tenido corazón para quitarle a Naruto toda su identidad. Kakashi no estaba seguro qué hubiese hecho si la decisión hubiese estado en su poder.

Su infancia y la de Naruto habían sido completamente diferentes, en ese sentido.

Las cosas que tenían en común eran cosas en las que Kakashi no quería pensar a menudo.

Kakashi todavía seguía llevando el apellido Hatake, pese a que hubo una época en la que habría querido borrarlo de la faz de la tierra. La única razón por la que había conservado el apellido, al principio, fue para no perder el contrato con sus Ninken. Y después…

Bueno. 

Sandaime suspiró largamente. —Muy bien —concedió—. Pero no creo que tú debas decírselo. 

Kakashi ladeó la cabeza. Podría preguntar por qué, pero sabía cuál era la respuesta.

—No estaba tan cerca de Kushina-san como para que eso afecte mi juicio —aseguró. Kakashi siempre había creído que ella prefería a Obito y a Rin antes que a él así que no se sentía muy mal por decir eso en voz alta.

—Me temo que el hecho que tú hayas conocido personalmente a su madre pueda afectar el juicio de Naruto y cambiar su perspectiva sobre ti. —Fue la réplica del Hokage.

Kakashi asintió, lentamente. Era la misma razón por la que Sasuke nunca sabría que Kakashi había trabajado con Itachi de su boca. Sasuke podría enterarse por otros medios y sólo sería un dato más, un detalle relevante pero no devastador. Itachi había trabajado probablemente con muchos otros shinobis y Sasuke no repararía específicamente en Kakashi. En cambio, si él fuera quien lo confesara, la idea estaría en el centro de su mente. La información tendría el peso de un crimen revelado. 

No estaba seguro si tendría el mismo efecto con Naruto. Pero, no estaba seguro que no tendría el mismo efecto con Naruto tampoco.

Casi como si estuviera leyendo su mente, Sandaime preguntó: —¿Te ha preguntado Sasuke por el Sharingan?

—No —respondió. Sabía exactamente la clase de persona que era Sasuke, sabía que su silencio sobre el tema era un voto de confianza—. No creo que lo haga, tampoco. 

Sandaime lo miró por un momento, luego asintió. —¿Y la chica Haruno?

—Sakura —Kakashi aún no estaba seguro qué podría pasar con ella, si era totalmente honesto. Era el comodín en el equipo, dadas las circunstancias—. Aún no estoy seguro… Tiene potencial.

Sakura provenía de un clan joven, pero Kakashi había conocido a grandes ninjas que habían nacido en las mismas condiciones y habían alcanzado sobresalir entre sus pares. Todo los clanes tuvieron que empezar del mismo modo, a fin de cuentas.

—¿Sigues pensando que ella puede ser una buena influencia para sus compañeros?

—De hecho, creo que no va a ser tan unilateral…

Kakashi pensó en Sakura y su constante necesidad de validación por figuras que ella admiraba. Pensó en Naruto y la desesperada búsqueda de atención y afecto, cualquier cosa que no fuese la indiferencia y el miedo de la gente. Pensó en  Sasuke y su desgarradora necesidad de conectar con otros en un mundo que pensaba vacío de significado. 

Kakashi podía ver dolor y sufrimiento, sangre y lágrimas. Pero también podía ver armonía, compañerismo y promesa.

Pensó en la fortaleza de Minato-sensei, en lo mucho que había admirado su dedicación a sus metas. Pensó en la gentileza de Rin, en la entereza que había en el fondo de sus ojos. Y en Obito, en su lealtad absoluta y su pasión por la vida.

—Creo que los tres podrían ser formidables, Sandaime-sama. Si les da la oportunidad.