El muñeco de nieve que queria morir

Wednesday (TV 2022)
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El muñeco de nieve que queria morir

Habían declarado el día más frío de ese invierno en San Francisco, los Sinclair se hallaban todos refugiados al calor de su hogar, la calefacción encendida y abrigados a más no poder de la cabeza a los pies, pero entre todos la menor de la familia miraba esperanzadoramente la ventana

─ ¡Enid! Te vas a enfermar ─gritó su madre.

─ Pero se ve bastante bien afuera.

─ Está helando afuera, si te enfermas contagiarás a tus hermanos, piensa un poco en los demás.

La chica resopló, le gustaba mucho la nieve, a diferencia de su madre que lo usaba como la excusa perfecta para retenerla en casa, ella amaba arrastrarse entre la nieve a través de la brisa de invierno, sentir como el frio helaba sus mejillas y escapa el aliento casi congelado de sus boca. 

─ Somos parte lobo, no entiendo porque odias tanto la nieve ─refunfuñó la chica resignada.

Para evitar tener una discusión en casa, Enid subió a su habitación, agradecía que a pesar de tener tantos hermanos, cuatro por arriba de ella, al menos tuviera una habitación para si sola, ahí pudo cerrar la puerta y subir el volúmen a su música favorita, se quitó un par de abrigos encima y abrió con cuidado la única ventanita que daba, para su buena suerte, a la calle.

Respiró hondo y luego exhaló, sintió todo el frio colarse a través de sus pulmones y salir de vuelta convertido en vapor visible, se imaginó a si misma corriendo como un gran lobo sobre colinas repletas de nieve revolcándose y dejando que la escarcha acaricie su pelaje.

Sueños de opio, le diría su madre, recordándole futílmente que aún no alcanzaba la posibilidad de enlobarse "como era debido".

Miró las afueras, las calles lucían casi vacías, solo algunos transeúntes cargando paquetes y niños que saltaban entre montículos a la lejanía parecían pertenecer a ese compacto grupo de gente exclusiva que era parte del ambiente invernal.

Notó que cerca del final de su propia calle unos niños niños jugaban amontonando varias capas de nieve hasta formar un gran muñeco, casi recortado a la perfección, le pusieron carbón para hacer los ojos y un par de ramas que simulaban los brazos, una pequeña ramita hacía de nariz.

─ Le falta la boca ─dijo uno de ellos─ ¿Qué le ponemos?

─ Me quede sin cosas ─respondió el otro─ mejor sigamos mañana.

Los niños dejaron el muñeco así y se alejaron rumbo a sus casas, Enid se apoyó sobre el marco de la ventana y se quedó mirando la creación de nieve, si ella hubiese hecho al muñeco le hubiese puesto un sombrero alto de copa, para que se vea como todo un caballero congelado, le pondría una chalina y una enorme sonrisa y jugaría a que son mejores amigos y protegían un reino atrapado en un invierno eterno.

Mientras pensaba esto notó con extrañeza que el muñeco tembló ligeramente ¿fue su imaginación? Quizás el frio le estaba empezando a congelar la cabeza también.

Se preparó para cenar y dormir mientras su mente divagaba sobre las mil y un aventuras que tendrían ella y el muñeco de nieve.

Cuando cayó la noche a Enid le costó bastante dormir, no estaba segura si era por haber cenado demasiado pero sentía un extraño picor alrededor de todo el cuerpo, se levantó pasada la medianoche al baño para refrescar su cara y relajarse.

Al retornar a su habitación notó dos cosas.

1- La ventana estaba completamente abierta.

2- Una chica cubierta de escarcha estaba parada al lado de esta.

Quiso gritar pero sintió que sería en vano, si era una suerte de asesino ya habría hecho el primer movimiento, o si fuese un ladrón, no hubiese podido trepar hasta donde ella se encontraba, sería más sensato usar la puerta.

Entonces las respuesta lógicas quedaban descartadas.

─ ¿Quién eres? ─habló en voz baja.

─ Vengo por tu deseo de invierno

─ ¿Mi qué?

─ Dijiste que querías correr como un gran lobo sobre colinas repletas de nieve revolcándote y dejando que la escarcha acaricie tu pelaje.

Si Enid quiso gritar, ese fue el momento adecuado, sin embargo, a sabiendas que despertaría a toda su familia y esa sería una situación muy difícil de explicar, se contuvo. Solo dio media vuelta para cerrar la puerta y encarar nuevamente a la persona desconocida.

─ Para empezar, esos son mis pensamientos completamente privados y personales, no puedes andar hablándolos por ahí, segundo, no tengo idea quien eres.

─ Ya te lo dije ─respondió como si fuera algo completamente obvio─ soy quien vino por tu deseo de invierno.

Aunque Enid disfrutaba los cuentos de hadas y las historias llenas de magia y aventuras, se sintió un poco decepcionada de como su supuesto ser "mágico" se presentaba ante ella vistiendo únicamente una sudadera de mangas largas y un rostro sin expresión alguna.

─ Adiós a la magia ─habló al aire─ Ok, digamos que me creó todo eso de "mi deseo de invierno" pero sigo sin entender exactamente que clase de... ¿eres una persona? ¿un hada? ¿qué eres exactamente?

─ Por alguna razón, mientras estaba atrapada entre las manos de esos niños ─señaló hacia la ventana─ comenzé a escuchar tus pensamientos, a un punto en el que incluso parecía que estaban gritándomelos, cuando reaccioné ya estaba aquí y una voz me dijo que hasta que no cumpla tu deseo no podré irme de aquí.

─ Quieres decir que... una vez que lo logres, ¿moriras?

─ Eso espero ─sentenció─ ahora que queda claro ¿podemos irnos ya?

─ Espera, espera, no es que no aprecie tu ayuda pero tampoco puedo salir de casa así nomás y... el hecho de que tu afan de cumplir mi deseo sea porque te quieres morir tampoco es que sea muy alentador.

─ Soy un muñeco de nieve, existo para desaparecer, mi existencia fugaz es casi un regalo del que ahora estoy completamente en privación, si conceder tu deseo me acercará al mío entonces haré lo posible para ayudarte.

─ Wow, si lo dices así tiene mucho sentido para mi.

─ Entonces andando.

─ Espera, espera, déjame primero abrigarme, me gusta la nieve pero si pesco un resfriado mi madre va a matarme... no literalmente ─añadió al notar la expresión de la joven.

Enid se puso una sudadera y una chaqueta, además de su chalina y el gorrito, cuando ya estuvo lista notó que la chica se había quedado mirando la ventana.

─ Eh tu... ¿no tienes nombre?

─ Muñeco de nieve.

─ No, no, que complicado... ─miró hacia su calendario en la pared─ bueno, llegaste después de medianoche así que técnicamente estamos miércoles, Wednesday será tu nombre ¿te gusta?

─ No tengo quejas.

─ Que fría... en todo sentido.

Salieron a hurtadillas al primer piso y con cuidado Enid logró colarse junto con Wednesday directo a la calle, corrieron un rato para alejarse de la casa y luego se detuvieron en un cruce.

─ Entonces... estamos aquí pero ¿a dónde planeas llevarme para cumplir mi deseo?

─ Realmente no lo sé.

─ ¿¡Y me sacaste de mi casa así sin saber!?

Enid resopló molesta, sacó su teléfono para mirar el mapa.

─ Bueno, no hay "colinas de nieve" pero tenemos un parque bastante amplio a algunas cuadras de aquí, ven conmigo.

Al tomarla de la mano sintió como si hubiese sujetado un pedazo de hielo, el entumecimiento repentino la hizo soltarla de golpe.

─ Lo siento Wednesday, estás helada.

─ Te lo dije, soy un muñeco de n-

─ Si, si, ya entendí, sígueme.

Llegaron hasta el parque y Enid simplemente se dejó caer encima de la nieve acumulada que caía de los árboles, Wednesday la observó durante lo que parecieron ser minutos eternos hasta que interrumpió su paz.

─ ¿Ya te vas a convertir en lobo?

─ Ah si, sobre eso, no puedo.

─ ¿Por qué no? 

─ Hoy es imposible porque para empezar no hay luna llena ─apuntó al cielo─ y porque yo aún no tengo la habilidad de hacerlo.

─ Entonces ¿estoy condenada a esta existencia sin propósito?

A Enid le pareció un gesto un poco dramático pero notó la angustia en su mirada oscura, se levantó antes de responder.

─ No entiendo porqué estás atrapada aquí, pero te prometo que haré todo lo posible para que puedas irte a descansar en paz.

─ ¿Vas a ayudarme a morir?

─ Haré el intento ¿no? digo, gracias a ti al menos hoy pude salir por fin a relajarme rodeada de nieve ─se quedó pensando un momento─ tengo una idea, creo que me falta conectar con mi lado lobo por cosas como esta

─ ¿La nieve? 

─ ¡Si! Justo hoy le decía a mi madre que, viniendo de los lobos es raro que no disfrutemos climas como estos, a mi me encanta la nieve pero ella nunca me ha dejado acercarme desde que puedo recordar, me tiene atrapada como una tonta burbuja inútil

Habló llena de coraje pero respiró hondo, no quería dejarse llevar por su propia ira.

─ En fin, el punto es que creo que entre más disfrute la nieve, en la próxima luna llena podré lograr mi enlobamiento y tú vas a ayudarme con eso ¿qué dices?

─ Creo que es un buen acuerdo 

Enid estiró la mano para tomar la de Wednesday y aunque dudó al inicio extendió la suya, Enid apretó sintiendo el frio nuevamente pero ahora menos sorprendida que la primera vez, era un frio que podía sorportar una vez que se acostumbraba.

Dieron por terminada su excursión de ese día con Enid intentando lanzar bolas de nieve a Wednesday, que para tener poco tiempo de existencia tenía una habilidad increíble para esquivar.

Los días siguientes fueron similares, mientras el resto de la familia Sinclair dormía Enid se escapaba con su nueva compañera de juegos, del parque pasaron a diversos sitios de la ciudad entre ellos un pequeño lago congelado donde por primera vez Enid probó a patinar sobre hielo, con unas zapatillas que no quiso preguntar a Wednesday de dónde las había conseguido.

Enid tenía marcado con mucho entusiasmo en su calendario la próxima luna llena y finalmente ese día había llegado, sus padres dispusieron salir junto con sus hermanos en la camioneta familiar directo a una zona reservada donde podrían enlobarse sin causar problemas, Esther dejó muchas indicaciones a Enid a parte de asegurar la casa, para ella no era una sorpresa que su madre hubiera desistido de sus transformación pero la forma en que la miró antes de cerrar la causó mucha tristeza. Ella sabía que era una decepción, pero incluso Esther entre esas miradas y silencios incómodos sabía como calar en su ánimo.

Alrededor de las nueve la ventana de su habitación sonó varias veces, notó que algunas piedras fueron usadas y cuando abrió en la parte baja se encontraba  Wednesday esperándola.

─ ¡Ahora bajo! ─habló Enid desde la ventana

Fue hasta su armario y sacó la mochila que había preparado y tomó la llave de repuesto que tenía de la casa, no era raro que su madre la encerrara en casa por eso ella guardaba siempre esa llave extra que su padre le diera en secreto una vez, "para emergencias", le dijo. 

Eso calificaba como una.

Fue con cuidado hasta la entrada y salió a recibir a Wednesday, la chica se veía igual de seria que cualquiera de los días previos pero con un pequeño aire ansioso que parecía danzar a su alrededor.

─ ¡Traje algo para nosotras! ─habló Enid antes de que Wednesday dijera algo

Extrajo de su mochila dos snood, uno de color rosa y otro negro, le entregó el segundo a Wednesday que lo miró confundida.

─ ¡Es un snood! Para ti, bueno en agradecimiento por todos estos días que has ayudado un poco a intentar conectar con mi parte lobuna y por la nieve y por los juegos y bueno, creo que ese regalo no es suficiente pero...

─ Es perfecto ─respondió en automático la chica poniéndoselo rápidamente─ sabía que me hacía falta algo sobre la cabeza cuando esos niños me estaban construyendo.

─ ¡Genial! Yo usaré el mío también.

Gracias a la búsqueda exahustiva de Enid en su mapa, pudo ubicar una zona boscosa no tan lejos de donde se encontraban, llegado al lugar después de tomar un autobus que tardó algo de veinte minutos en dirigirse hasta esa zona caminaron un poco aprovechando que debido al invierno muy poca gente frecuentaba la zona, se colaron cada vez más adentro pasando entre la zona boscosa y tupida por la nieve,  cuando alcanzaron un pequeño montículo desde el que podía observarse mejor el cielo se detuvieron, la luna casi brillaba en lo alto, Enid sentía el corazón latiéndole a mil pero de repente un pensamiento la invadió con violencia.

Wednesday iba a morir, si lo lograba.

─ Enid ─parecía que Wednesday podía adivinar sus pensamientos puesto que habló antes que ella─ agradezco que me hayas inmiscuido en tu vida de esta forma, para permitirte cumplir tu sueño y poder permitirme cumplir el mío.

─ Lo sé, lo sé, pero yo quería...

─ No, sé lo que vas a decir y lo agradezco, pero no vine a este mundo para aferrarme a la vida, te lo dije desde un inicio, existo hasta que pueda cumplir tu deseo.

─ ¡Pero no quiero! Quiero que te quedes más tiempo, aún queda mucho invierno por delante y luego habrá otras estaciones y podrás conocer cada una de ellas y...

─ Y quedaré condenada a una existencia que no pedí.

Enid se restregó los ojos pues su mirada amenazaba con llenarse de lágrimas, Wednesday se acercó a ella y pasó una mano por su mejilla, pudo sentir el tirón de frio pero no le molestó.

─ Me equivoqué al inicio contigo ─volvió a hablar Wednesday─ no eres solo una persona con un deseo bobo 

─ ¡Oye! ─replicó Enid y para su sorpresa Wednesday sonrió enmarcando unos hoyuelos que podían ser capaces de derretir la capa más gruesa de hielo.

─ Tienes un deseo por el que has luchado y por el que he tenido la suerte de apoyar, esto que lograrás hoy es para que puedas seguir adelante y cada vez que sientas el frio de una mañana, o tus mejillas se congelen, cada vez que tu aliento sea visible en el aire y tengas el impulso de abrigarte, seré yo, abrazándote a través del viento siendo parte del invierno que ahora quedará en tu corazón.

La chica sonrió y jalando su brazo libre la atrapó en un abrazo que podía haberle roto a cualquier mortal parte de sus huesos, pero Wednesday simplemente acarició su espalda y se dejó envolver por su calor, como si en el centro de su congelado ser una llama de afecto con el nombre de Enid se hubiese instalado para la eternidad.

Esas madrugada el gran lobo de pelaje dorado corrió a través de los árboles llevando sobre sus hombros a Wednesday, jugaron e imaginaron que protegían un reino atrapado en un invierno eterno, jugaron hasta que Enid fue vencida por el sueño.

Despertó en casa aún con el sabor de esa aventura en su piel, con el frio congelado acariciando sus mejillas a través de la ventana abierta.

Asomándose notó en la distancia que el gran muñeco de nieve comenzaba a derretirse con los primeros rayos del sol, y sonreía. sonreía feliz ante su propia muerte.

 

PD: Lo sé, fue triste pero... ¡hey las risas no faltaron!

PD 2: u_u no tengo mucho que decir abríguense si hace frio