
— ¡Lancen la corredera!
— ¡Si, señor!
El primer grito al despuntar el alba resonó en todo la cubierta, la puerta del camarote principal se abrió y un apurado maestre se dirigió para saludar al capitán del barco.
— ¡Buen día mi capitán! Tenemos el viento a favor soplando a siete nudos el día de hoy, nos alejamos rumbo a Kingston.
Wednesday Addams, capitán de un bergantín español lucía algo ojerosa debido a la trasnochada anterior, habían logrado atracar a un corbeta holandés con cierto riesgo debido a que atardecía y era más difícil guiarse en el ataque al caer el sol pero lograron salir ilesos y con un gran botín que tuvo que ser contabilizado por ella misma antes de poder descansar.
— ¿Reporte de daños? —preguntó mientras daba una vista alrededor, la tripulación se movía a diestra y siniestra ajustando nudos y limpiando los cañones.
— El casco tiene algunos daños debido al choque previo antes del abordaje del corbeta, ¿prefiere que desembarquemos en una isla para los trabajos de carenaje?
— No, sigamos rumbo fijo, no desaprovechemos el viento, eso nos permitirá llegar más rápido a Kingston y con parte del botín podemos reparar el casco sin problemas en puerto seguro.
— A la orden capitán —dijo el maestre.
Wednesday regresó a su camarote, tomó la espada que llevaba en el colgador y comenzó el proceso de limpieza y afilamiento, una tarea a la que le gustaba dedicarse por su cuenta, aunque su maestre insistiera que no tenía que ceñirse a labores tan pequeñas cuando su mente y concentración debían estar enfocados en dirigir el navío.
Desde pequeña había aprendido a ejercer todo tipo de tareas, por más pequeña que fuera, para lograr vivir la vida de aventuras que conoció a través de los libros que su padre le narraba.
Lamentablemente para ella no podía ser aceptada en ninguno de los círculos laborales que todo previo aspirante a pirata se haya sumergido antes de sucumbir en las garras de la aventura, por lo que sus padres, apoyando sus deseos, la enrolaron como un hijo varón en la marina y poco a poco fue ganando experiencia en cada una de las actividades, perfeccionó su combate en la espada y el manejo de armas, así como aprendió sobre el funcionamiento de toda la artillería y el control de velas de los distintos tipos de barcos, eso era lo que necesitaba para empezar.
El paso definitivo llegó cuando conoció a Cálico Jack, un pirata inglés que rondaba las bahamas y cuba en busca de todo el oro que su barco pudiese cargar.
Wednesday no lo pensó dos veces cuando llegó a la embarcación de Jack una noche, derrotó con cierta facilidad a cada uno de los tripulantes hasta llegar al mismo capitán, no pedía mucho en ese entonces, solo cobijo y servirse de la piratería.
— Aquí nadie llega por vocación —sentenció Jack al verle— ¿Quién eres tú para decidir que puedes formar parte de mi tripulación?
Wednesday logró desarmarlo, incluso siendo Jack un adiestrado luchador de espada, el hombre tuvo sus reservas antes de aceptar, tener mujeres en la tripulación era casi considerado una maldición y habían reglas estrictas incluso entre los piratas que no eran solamente supersticiosas.
Con el fin de evitar que su vida termine a manos de una mujer desconocida a la mitad de la noche cedió, la única condición que le pedía era que mantuviera oculto su género a fin de evitar problemas en cada asalto que dieran.
Y así durante un año entero Wednesday había formado parte de los tripulantes, disfrutando de la brisa del mar, ganando peleas entre los callejones y sobre todo acumulando riquezas de la forma en la que siempre aspiró a ser.
Wednesday se levantó luego de terminar de limpiar su arma y se acercó a la mesa sobre la que tenía prensado el mapa, colocó la brújula pequeña que cargaba en el bolsillo encima, notó que el barco comenzaba a ondearse y salió de la habitación con rapidez.
— ¡Maestre!
— Capitán —el hombre ya se estaba acercando, sospechando seguro que sería llamado— el viento a cambiado bruscamente y la corriente también, tenemos que dar bordadas.
— Bien, cuiden el giro, Bonnet tiene esa mala costumbre de...
Pero no pudo continuar cuando el barco pareció levantarse un segundo en el aire y chocar con el mar.
— Es lo que te digo, que cuide el movimiento, no puede dar bordadas de manera tan brusca ¿quiere romper el timón acaso?
El maestre asintió y disculpándose fue directo a la cubierta superior, Wednesday regresó a su camarote, se fue directo frente al espejo y con un poco de agua comenzó a alisar su cabello para sujetarlo en la parte de atrás, sacó un par de prendas y cambió alguna de sus ropas a una de gesto más masculino, esto le hizo recordar que la única vez que se confió en no estar lista casi perdía la vida.
Cálico se creía uno de los mejores piratas de las Bahamas, una tontería si le preguntaban a Wednesday, habían nombres mucho más imponentes entre los mares que fácilmente podrían minimizar todo el trabajo de ese hombre a una simple moneda de bronce mal tallada, pero nunca se lo discutía.
Para su infortunio, Barnet, un cazador de piratas, había recibido la orden de capturarlo y con algo de ayuda extra logró sitiarlos cerca a las costas de Jamaica, incapaz de ver la salida el idiota de Cálico decidió que lo mejor era emborracharse, si lo iban a atrapar prefería pasar sus últimos momentos de vida escondido debajo de una mesa embriagado hasta el culo.
Y Wednesday que había intentado convencer a la tripulación de no rendirse sino más bien luchar, aprovechó la ebriedad de Jack para usarlo de señuelo contra Barnet.
Debido a lo rápido que ocurrió todo no tuvo tiempo de cubrirse y pasar por hombre, desembarcaron temporalmente en una de las costas de Jamaica haciéndole creer a Barnet que se rendían, pero solo lo hicieron para que bajara la guardia mientras dejaban al borracho de Jack y ellos retomaban rumbo lejos de sus perseguidores.
Aún recordaba la mirada de Barnet diciéndole que averiguaría quien era ella y la cazaría hasta colgar sus restos en cada puerto de las antillas mayores.
Mientras Wednesday terminaba de alistarse frente al espejo recordó las palabras que el maestre le dijera aquella vez mientras observaban la ejecución de Jack camuflados entre el gentío.
— Pobre capitán Jack, no merecía morir de ese modo tampoco.
Aunque Wednesday consideraba que ser pirata era arriesgarlo todo, no huir como un cobarde, la muerte no se enfrenta con miedo, se le planta cara, se le abraza y solo así uno se asegura de seguir vivo día a día sobre el mar.
— De haber luchado como un hombre, no estaría atado como un perro —sentenció.
Todos estos pensamientos fueron cortados de golpe cuando la voz del Maestre llegó hasta ella.
— ¡Capitán! El vigía informa que ha visto un barco, al nor oeste.
Wednesday salió lista y armada del camarote, llegó hasta el maestre y tomó su propio telescopio apuntando en la dirección indicada, un barco que por sus características pudo deducir que era un mercante y la bandera que ondeaba, holandesa. Probablemente acababa de vender mercancias en Kingston y retornaba con ganancias, muchas ganancias.
Una perfecta mina de oro sobre el mar.
— Maestre ¿tenemos viento a favor? —consultó al hombre a su lado.
— Si capitán, si giramos solo un poco podríamos mantener un movimiento estable que llegue hasta los ocho nudos.
— Que izen las velas primero.
Dio la orden y las velas se replegaron con tanta rapidez que el barco pareció haberse detenido brevemente sobre el agua antes de seguir meciéndose por las olas, volvió a apuntar hacia el navío mercante y este parecía replegar sus velas también.
— ¿Órdenes, capitán? —preguntó el maestre.
— Hay QUE virar un poco, no tanto, solo lo suficiente para hacer el enganche
Para Wednesday, había una táctica sobre mar que nunca le fallaba al momento de querer robar un barco, un tipo de jugada que ni Jack ni ningún otro pirata usaba con tanta precisión como ella.
Cuando el bergantín se estacionó en el punto exacto del nor oeste marcado por la brújula dio la orden de nuevo.
— ¡Desplieguen! —su maestre replicó como un eco su orden— ya sabe que hacer —le ordenó mientras ella avanzaba hacia la proa con la mano en su espada.
— ¡Detrás de los cañones! —gritó el maestre— ¡Arrien las velas! ¡Con suavidad! ¡Mantengamos el rumbo!
Cada orden fue ejecutada como un ritual del que toda la tripulación ya estaba al corriente por situaciones previas.
El bergantín avanzó con velocidad, tomando el viento a su favor dando la impresión de que mantendría su rumbo sin atacar al barco contrario, cuando la distancia entre ambas naves casi podía contarse en palmos cortos de distancia el maestre volvió a alzar la voz.
— ¡Izad las velas! ¡Los arpones listos! ¡Prepárense para el impacto!
El barco giró casi en seco sobre el agua como si una mano invisible lo hubiese detenido, frenado por la falta de aire y el movimiento brusco del timón logró engarzarse al navío contrario con tanta precisión que solo fue necesario un par de arpones para engancharse a la madera mientras los piratas saltaban en pleno grito de guerra liderados por Wednesday.
Los marineros a bordo gritaron asustados, varios de ellos se lanzaron al agua y solo algunos ofrecieron pelea antes de ser acorralados, Wednesday bajo su apariencia masculina enfrentó a los cuatro hombres ahora desarmados.
— Bien, tienen dos opciones, o se unen a mi tripulación siempre que tengan algo útil que ofrecer o serán alimento del mar. ¿Voluntarios?
Un joven de cabello rubio y mirada desafiante se plantó frente a los otros tres, Wednesday estiró su arma y la apuntó directo a su cuello pero el hombre no se inmutó en lo más mínimo.
— ¡Nid!
Uno de los hombres ahora prisioneros quiso replicar pero le hicieron un gesto de silencio.
— Estos hombres y yo tenemos habilidades para mantener un barco pero solo yo poseo habilidades de combate superiores a las de mis compañeros.
— Continúa —habló Wednesday sin dejar de apuntar.
— Si los dejas ir, estaré a tu servicio, tienen familias a las que regresar, en cambio yo solo tengo el mar.
— Aquí nadie llega por vocación —sentenció Wednesday— ¿Quién eres tú para decidir que puedes formar parte de mi tripulación y tus compañeros no?
De pronto sintió un extraño golpe de realidad, recordó cuando conoció a Cálico y la mirada de ese chico se le hacía extrañamente familiar, bajó su arma.
— Bien —giró buscando a su maestre hasta que lo notó tras de ella esperando órdenes— que terminen de descargar todo y dejen a estos marineros aquí, si son tan buenos como dicen, verán como llegan sin provisiones al puerto más cercano lejos de Kingston.
Cuando hubieron hecho todos los arreglos y el barco de Wednesday continuó su rumbo decidió entrevistarse a solas con el marinero valiente.
Dejó que ingresara a su camarote y cerró la puerta, el chico parecía bastante más delgado que un marinero común y su rostro lucía extrañamente suave a pesar de algunas marcas que podía notar en una de sus mejillas.
— Capitán, quería agracerle por...
— No es problema, un hombre menos, una parte menos del botín que repartir. Espero que seas tan bueno como dices.
— Puedo demostrárselo —dio un par de pasos esperanzado.
— ¿Quieres batirte a duelo conmigo?
— Solo para que vea que tengo palabra.
— ¿No intentarás matarme? —cuestionó
— En un barco lleno de gente fiel a usted, ni que estuviera demente.
El camarote era amplio y Wednesday lo usaba para practicar con su maestre cuando estaba aburrida así que siguiendo las normas de duelo se enfrentaron a espada limpia, luego de saludarse tanto Wednesday como el marinero mantuvieron un ataque firme, sus movimientos eran limpios, rápidos.
Realmente no parecía mentir cuando decía que tenía habilidad con la espada.
Distraída con estos pensamientos, el marinero lanzó un ataque frontal que Wednesday esquivó por poco pero la tela que cubría su cabeza, y que cuidaba que no se notara lo largo de su peinado, se rasgó, los mechones negros cayeron frente a su rostro y retrocedió abriendo los ojos sin pestañear. Había sido descubierta.
Por su lado el marinero dejó caer la espada y se lanzó al suelo con la cabeza enterrada entre las manos.
— ¡Lo siento! ¡No fue mi intención! ¡Prometo no decir nada! ¡Se lo juro! ¡Córteme la lengua si lo considera necesario pero no me mate por favor!
Wednesday sintió pena por su reacción y cuando abrió la boca para replicar la otra persona concluyó gritando.
— ¡Yo también soy una chica! ¡No me mate!
— ¿Qué?
Y ahí a la luz del atardecer en su camarote, Wednesday descubrió que el marinero que se hacía llamar Nid Sinclair, en realidad era Enid, una joven hija de un hombre viudo que tuvo que disfrazar a su hija de hombre para poder recibir un ingreso en casa que evite que su familia caiga en la miseria.
— Nunca tuve opción, desde pequeña mi padre me dijo que era la mejor forma de salir adelante como familia y que eventualmente cuando hayamos reunido el suficiente dinero podría volver a mi vida normal y buscarme un buen marido.
Wednesday bufó, detestaba los matrimonios arreglados, incluso cuando Jack dejaba entrever que podría hacerla su esposa siempre terminó con una daga entre las piernas solo por atraverse a mencionarlo.
— Entonces ¿qué planeas hacer ahora que ya no trabajas para la marina?
— Lo que sea necesario para llevar dinero a mi padre.
— Bueno —dijo Wednesday mientras le extendía la mano— por lo pronto no me queda de otra que darte la bienvenida a mi tripulación, tendrás que tener mucho cuidado con cubrir tu identidad, bastante les costó aceptar a estos piratas que pasaran de Cálico Jack a Wednesday Addams.
— ¿Así te llamas?
— Si, pero para ti soy capitán Jack, seguir usando su nombre me ahorra muchas molestias, varios creen que es una suerte de pirata fantasmal que ha venido a cobrar venganza entre los navíos ingleses pero el miedo solo facilita mis abordajes.
— Gracias, por la oportunidad.
Durante los meses siguientes Enid y Wednesday sembraron fama entre los piratas de las Bahamas, sobre todo aquellos que solían merodear entre las Antillas Mayores y Portobello, no había barco que no cediera ante sus ataques ni tripulación que no quedara reducida a nada gracias a ellas.
Aunque a voces de los demás eran Cálico Jack y su mano derecha, Nid el holandés.
Por las noches mientras las olas mecían y acunaban al gran bergantín pirata y alumbradas únicamente por la luna que se reflejaba en el gran ventanal del camarote, Enid se acurrucaba en los brazos de Wednesday, con el paso del tiempo aprendieron a compartir historias, conociendo sus cicatrices, sueños y sobre todo sembrando afecto en el silencio del ancho mar.
off:
Hay muchas cosas que quiero decir pero creo que lo haré en mi Patreón o convertiré esto en un tratado nerd sobre piratas y no, me voy de las ramas jajajaja
Me encantan los piratas! Sobre todo la edad de oro en américa del centro, en fin, eso todo
Prompt cumplido :3