Una vez más y por siempre

Naruto (Anime & Manga)
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Una vez más y por siempre
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Summary
—¿Qué?—Ya lo escuchaste, Itachi— habló firme, estaba muy seguro de sus palabras, sabía que no estaba dispuesto a soportarlo más, no tenía porqué hacerlo, ni siquiera el pinchazo de culpa que sintió al ver la tristeza y desesperación en el rostro de Itachi le hizo retroceder, tampoco el dolor que atravesó su pecho al recordar la sonrisa de aquel hombre que tanta desdicha le había traído—. Él quiere morir y todos lo queremos muerto.

No había manera en que lo pudiera explicar, no existían las palabras adecuadas, todo lo que podía decir era que las cosas jamás podrían ser iguales.

Lo perdonó, posiblemente no debió hacerlo, pero... ¿Cómo no perdonarlo cuando era él todo lo que tenía?

No lo quería perder, no podía perderlo, por ello decidió que sacrificar su felicidad... ¿Qué carajos?

¿Qué carajos estaba pensando? Pero claro que las cosas cambiarían, no deberían seguir siendo pareja, tal vez ni siquiera debieron serlo en un principio.

Es que, ¿en qué cabeza cabía? Él lo había traicionado, todas las palabras dichas eran vacías, él emitía ruidos a los que quería adjuntarles sentimientos, pero ¿cómo podría si no sentía nada?

Quería provocarle lástima, él tampoco quería estar solo y por eso había decidido aprovecharse de su soledad, de su insaciable necesidad de afecto, cariño...

Estaba equivocado, él estaba muy equivocado si pensaba que lo iba a permitir, ¿qué creía? ¿Que actuando lindo y cursi todo se arreglaría? ¡No! Ese incompetente jamás podría llenar ese vacío que sentía, su necesidad era de afecto no de atención.

Pero si él así lo quería... Podría seguir pretendiendo por un poco tiempo más, tal vez entonces podría finalmente... Obtener su venganza.

•••

El rubio tomaba una taza de té cuando su esposo se acercó a él con una sonrisa poco usual en su turbado rostro.

—¿Qué pasa?

—Adivina— retó sonriente con una voz igual de "feliz" que su expresión.

—Ahm... ¿Te dieron un dulce?

—Agh, ¿puedes dejar de pensar en eso? ¡Anda, intenta de nuevo!— volvió a pedir con la misma emoción.

—No lo sé, Sasuke, sólo dilo.

—Que aburrido, pero está bien, ¿listo?— se tomó una pausa para tragar saliva, pensó un poco en sus palabras y prosiguió con su misma expresión alegre—¡Hyuuga está muerta! ¡Ta-da! ¿No es increíble?

El rubio se quedó paralizado, su expresión estoica sólo dejaba en claro lo desconcertado y afectado que se vió por la noticia y la manera de enterarse de ésta.

Sin embargo, ese desconcierto se convirtió rápido en furia y estalló tan rápido como el morocho se esperaba.

La sonrisa nunca abandonó su rostro.

—¡¿Qué putas hiciste, Sasuke?!— lo tomó de los hombros con brusquedad, sacudiendo su cuerpo con ira y desespero— ¡¿Eh?! ¡Contéstame!

A punto de seguir con sus gritos, el Uzumaki se detuvo al escuchar la risa tímida y varonil que salía de entre los labios sonrientes de su pareja.

Sintió unas náuseas terribles que deseó vomitar justo en el rostro demencial del Uchiha.

—Ay, ¿por qué te pones así? No es la gran cosa, digo, es algo digno de celebrar, pero-

—¡¿Celebrar?! ¡¿Es que estás desquiciado?! ¡¿Qué mierda hiciste, Sasuke?!

—Pues nada, ¿qué piensas? ¿Crees que yo sería capaz de hacerle algo?— cuestionó retóricamente con una voz dulce, melosa, intentando aparentar inocencia para, posterior a ello, cambiar su tono de voz por uno gélido y hostil— Por favor, Uzumaki, no vale la pena ensuciarse las manos por alguien como tú.

El mencionado, agresivo, estampó a Sasuke contra la pared provocando que un jarrón con flores marchitas cayera al suelo, el sonido del cristal rompiéndose provocó más dolor en el pelinegro que el golpe en su espalda.

De repente, se sintió abrumado, se sintió débil, incapaz de hacer nada, se sintió como aquel jarrón... Inútil, su única función era mantener vivas a las flores y no lo había logrado, estaban marchitas desde hacía meses.

Tan inútil y débil, había sido suficiente un simple empujón para que se rompiera en mil pedazos, derramando aquellas flores muertas en el pulcro suelo que se había empeñado en limpiar impecablemente unas horas atrás.

Naruto lo mantenía de pie al acorralar su tembloroso cuerpo contra la fría pared de ladrillos, el aliento agitado del hombre golpeando contra su cara lo ayudaba a permanecer en la realidad, lo ayudaba a huir de sus tan insistentes pensamientos.

—Por lo que más quieras, Uchiha, dime que no has sido tú— el tono de súplica confundió a Sasuke, lo hice sentir tan estúpido, tan ridículo...

—Ya te lo dije, imbécil, yo no he hecho nada— respondió manteniéndose firme, no pensaba doblegarse ante alguien tan detestable como lo era el Uzumaki.

—¿Y esa felicidad de antes? ¿Qué hay de esa espeluznante sonrisa, eh?

—Bueno, es natural que algo así me alegre la mañana, ¿no crees? Ella lo tenía bien merecido.

Inmediatamente después de terminar su frase, Naruto lo estranguló, posicionó ambas manos alrededor del pálido cuello y apretó con fuerza manos y dientes a la par, sólo con el pensamiento de que esa serpiente muriera de una maldita vez para que lo dejara vivir su vida.

Sasuke no hizo ni el intento por soltarse, tan sólo sonrió con suficiencia, dispuesto a dejarse morir en las manos ajenas.

Deseaba tanto que lo matara como él deseaba matarlo, deseaba que ese infeliz se convirtiera en un asesino para que no pudiera tener una vida tranquila, para que se sintiera miserable y jamás sintiera ni una pizca de felicidad, para que lo perdiera todo por él...

—¡No sonrías, carajo!— lo estampó de nuevo bruscamente contra la pared, soltando al hombre y haciendo que este cayera al suelo mientras tosía, se sostenía el cuello donde yacían un par de marcas rojizas en forma de manos.

—Ay, Naruto... Te amo tanto— murmuró risueño, luego comenzó a reír aún sosteniendo su cuello, tentando al deseo de ahorcarse él mismo.

El rubio se tomó la cabeza con ambas manos, tan frustrado como desesperado, se encontraba harto del pelinegro que ya no sabía qué hacer... El sujeto era un verdadero demente, cada día que pasaba... Él siempre inventaba algo que lo sacaba de quicio, era tan insoportable.

—¡¿Por qué no te mueres de una puta vez?!

—¡Eso quiero!

—¡Pues suicidate!

—¡No puedo!

—¡No digas tonterías, sólo muérete y ya, maldita sea!

—No puedo... No puedo...— susurró con voz quebrada.

Naruto se volteó hacia él sólo para comprobar lo obvio. El hombre lloraba desconsoladamente.

Naruto odiaba tanto a Sasuke.

No, no lo hacía.

Naruto odiaba tanto la situación en la que vivían.

Era tan tortuoso el no poder hacer nada, el no poder controlarse, el haber perdido ese amor que solía sentir por el maravilloso hombre que Sasuke solía ser.

Suspiró profundamente, se tranquilizó un poco y habló al Uchiha.

—Sasuke... Esto no puede seguir así, yo... Hablaré con tu hermano.

—¡¿Qué!?— lo miró alarmado, esperándose lo peor.

—Ya no puedo más, Sasuke, ya no podemos más...

—¿Qué dices? No te entiendo...— habló temeroso.

—Ellos pueden ayudarte, Sasuke, ellos pueden hacerlo... Sólo necesitan que tu hermano se los pida.

—¿Quieres que me maten? ¡¿Dices que le pedirás a mi hermano que dé autorización para matarme?!

—Sasuke-

—¡No! ¡Déjame!— Uchiha se soltó de los brazos del rubio, quien intentaba mantenerlo en calma, con obvio fracaso.

—Sasuke, por favor, hace un momento-

—¡No! ¡No quiero morir! ¡No quiero! ¡No quiero! ¡No quiero!

—¡Ya cállate, carajo!— se desesperó e impulsado por la irritación le lanzó un puñetazo que lo tiró al suelo nuevamente.

Sasuke lloraba en silencio con su expresión estoica.

Naruto ya estaba harto de él.

Estaba tan harto que no podía esperar para convencer a Itachi de que mataran a ese sociopata de una vez.

Uzumaki dejó la habitación a la par que unos enfermeros entraban a socorrer al pelinegro, a él se le acercó una enfermera, se negó a los sedantes así que la mujer sólo lo dejó ir para que se tranquilizara.

Decidió salir al patio, había una agradable corriente de aire, el clima era fresco y era testigo del bello atardecer que atesoraba el cielo pintado en tonos naranjas y rosados.

Se sentó en el amarillento césped, cerró sus ojos azules y se concentró en despejar su mente.

No pudo. Jamás podría.

Se había casado por imbécil, había sido un idiota total.

De alguna manera Itachi consiguió que se sintiera mal por su hermano pequeño que casualmente se encontraba internado en el mismo hospital que él, le pidió que lo cuidara mientras él no estaba...

Sí, le había dado lástima.

Pero luego, oh, luego... Luego se enamoró, se enamoró de ese hombre amargado, arrogante, seguro e inteligente que Sasuke solía ser, se enamoró de aquella horrible pero atractiva actitud.

Y claro que eso se convirtió en amor, durante dos largos años se sintió el hombre más dichoso del mundo (con un poco de exageración), con unos cuantos problemas inevitables, pero se sintió feliz.

Y pensó que Sasuke también.

Pero se equivocó.

Las cosas se empezaron a complicar, Sasuke estaba cada vez peor, tuvieron que cambiar su medicamento por uno más fuerte que básicamente lo sedaba, permanecía despierto pero no consciente. Había sido horrible verlo así mientras aún lo amaba.

Paulatinamente, el estado de Sasuke afectó al de Naruto, el rubio se alteraba con mucha más facilidad, se sentía infeliz, irritado de todo.

Hasta que conoció a una enfermera, Hyuuga Hinata.

Y sí, se enamoró de ella.

Y sí, se acostó con ella.

Engañó a Sasuke con una enfermera que ni siquiera lo quería, pues ella le había dejado en claro que él no le interesaba en lo más mínimo.

Pero a Naruto no le importó, él sólo necesitaba un descanso del Uchiha.

Y lo consiguió, por un tiempo sintió consuelo en los enormes pechos de aquella mujer.

Hasta que él lo descubrió.

Y todo se volvió incluso peor.

Naruto nunca quiso que Sasuke lo perdonara, pero no podía negarlo, se sintió mal, culpable, asustado del sujeto y de lo que podría hacer.

La relación siguió, el Uchiha ya era una persona completamente distinta, no quedaba ni rastro del hombre al que amó, sólo quedaba el alma perturbada de aquel temible monstruo.

De esa forma, Uzumaki también perdió el control sobre sí mismo, no podía evitar sentir repulsión por aquel pelinegro, no podía evitar pensar en él como si fuera otra persona, como si fuera un impostor que había asesinado al amor de su vida. Y por eso lo odiaba.

Y Sasuke lo odiaba a él también.

Ya habían sido tantas las veces en las que Uzumaki lo golpeaba, pero Sasuke nunca se defendía, simplemente reía y luego comenzaba a llorar.

Era como si una pequeña parte del Sasuke que conoció siguiera ahí, como si hiciera acto de presencia sólo para llorar desconsolado, dolido, arrepentido, sólo para repetir que lo amaba.

Y eso lo destrozaba. Hasta que ya no había nada más que destrozar.

Hinata estaba muerta.

Su Sasuke estaba muerto.

Y, muy pronto (esperaba), ese monstruo también estaría muerto.

Pero debía esperar a que Itachi lo visitara, se encargaría de convencerlo.

Ya no podía más con él.

•••

—¿Qué?

—Ya lo escuchaste, Itachi— habló firme, estaba muy seguro de sus palabras, sabía que no estaba dispuesto a soportarlo más, no tenía porqué hacerlo, ni siquiera el pinchazo de culpa que sintió al ver la tristeza y desesperación en el rostro de Itachi le hizo retroceder, tampoco el dolor que atravesó su pecho al recordar la sonrisa de aquel hombre que tanta desdicha le había traído—. Él quiere morir y todos lo queremos muerto.

—¿Pero qué dices? ¿Te estás escuchando? ¡Él es tu esposo, Naruto!

—No, por favor, Itachi, no quiero otra escena...— se tocó el tabique de la nariz, intentando conservar la calma.

—Es que no te entiendo, ¿cómo puedes decir algo como eso?

—¡No lo entiendes! Tú no pasas todos los días con él, ¡está demente, Itachi! Él ya no tiene reparación, está perdido, hace mucho tiempo que murió, Itachi— decía algo desesperado, sólo quería que el hombre lo pudiera entender para que actuara. La situación lo superaba.

El Uchiha mayor miró al suelo, pensando en qué hacer.

Él amaba a su hermano menor, no lo quería muerto, obviamente no, no quería sufrir otra pérdida, no sentía que lo pudiera resistir. Pero, si Naruto estaba en lo correcto, entonces estaba siendo egoísta obligando a su hermano a vivir una terrible vida que no lo hacía más que sufrir.

—Hablaré con él, es su vida al fin y al cabo.

—Pero-

—¿Qué?— cuestionó ahora molesto, más bien dolido, pero solía ocultar su dolor con enojo, aunque sabía que debía dejar esa manía con Naruto.

—Es que... Agh, esto es tan frustrante— se talló el rostro con una mano—. Es sólo que, tú sabes, la actitud de Sasuke cambia bastante y, no sé, hay veces en las que está tan desesperado por morir y hay otras en las que lo está por vivir.

—Oh, claro, y te frustra que quiera vivir.

—¡Me frustra porque cuando te vayas me va a rogar por que lo mate!

—Voy a hablar con él— sentenció, se levantó de su asiento y se alejó camino a con los enfermeros.

Naruto sólo pudo suspirar cansado, rezando al dios en quien no creía que lo escuchase y pusiera fin a su dolor de una vez.

Pero él no tenía opción, nunca podía tener en sus manos ningún objeto que se pudiera usar como arma por su incontrolable ira, y sus padres jamás verían por él como para escucharlo y pedir que lo durmieran de una vez.

En eso Sasuke tenía suerte, había asesinado al resto de su familia sin recordarlo y se había quedado con un extraordinario hermano que por alguna razón que no entendía no lo odiaba y que, al contrario, aseguraba amarlo.

Sólo esperaba que Itachi pudiera entender la horrible situación y decidiera hacer algo al respecto.

•••

—Hey, ¿puedo pasar?

El menor permaneció inmutable, por lo que Itachi decidió ingresar a la habitación donde su hermano se encontraba recostado sobre la cama.

—Y ¿Cómo estás?

—Sólo hazlo.

—¿Eh?

—¡Sólo diles que me maten y ya!— gritó con voz desgarradora sentándose en la cama con violencia.

El mayor se le acercó con rapidez para tomarlo de los hombros como una forma de tranquilizarlo.

—Sasuke...

—¡Ya estoy harto! ¡De todos! Todos en este puto lugar son unos inútiles egoístas de mierda ¡En especial Naruto!

—Ya, ya, basta— le acarició la espalda, sin embargo, el menor no cedía.

—Sé que todos me odian, sé que soy sólo una carga para ti, ¡sé que soy innecesario y que todos estarían mejor si yo estuviera muerto!

—¡Basta, Sasuke!

—¡No! ¡Yo sé que me odias, Itachi, si no fuera por mi tendrías una familia! ¡Nunca debí haber nacido! ¡Mátame de una puta vez...!— su voz se fue quebrando mientras su llanto iniciaba.

El Uchiha mayor lo acercó a él y lo abrazó con fuerza, intentando demostrarle lo mucho que lo amaba a pesar de todo.

Él no era como Naruto, él, por más que lo intentara (cosa que no hacía), nunca podría odiar a su tonto hermano menor.

Siempre iba a amarlo, sin importar qué.

Por eso iba a escucharlo y, si lo que Sasuke realmente quería era morir... Entonces no tendría otra opción.

Pasaron un par de horas más mientras los hermanos hablaban, con Sasuke un poco más tranquilo la conversación se dió con naturalidad.

Pero fue demasiado dolorosa.

Itachi ya sabía lo que tenía que hacer. Pero no quería hacerlo.

Él era uno de esos inútiles egoístas que su hermano había mencionado.

Era tan egoísta porque su deseo de evitarse el dolor de perder a su hermano era más fuerte que el deseo de ayudarlo a dejar de sufrir.

Se sentía fatal porque sabía que Sasuke ya no podría ser feliz, lo supo en cuanto su relación con Naruto decayó, pero quiso ignorarlo. Lo ignoró.

Y ya no podía seguir ignorandolo cuando su hermano le había dicho frente a frente y con total decisión que deseaba con tanto fervor la muerte.

Incluso lo había amenazado, le había dicho que si algún doctor no lo mataba dentro de dos días, él mismo iba a obligar al Uzumaki a hacerlo.

Itachi no quería eso.

Itachi quería que su hermano fuera feliz.

Y por ello lo escuchó.

Lo escuchó y lo vió marcharse.

Lo vió marcharse y se decidió a actuar.

Aprovechando que estaba de solidario, habló con Naruto.

No hablaron mucho, en realidad.

A pesar de todo, Naruto se lo agradeció.

Sasuke se lo agradeció.

Y él también se sintió satisfecho cuando su cabeza golpeó el frío suelo de azulejos mientras su mirada se distorsionaba.

Escuchó movimiento hasta cierto punto.

Todo ruido se silenció y se sintió en paz.

Se imaginó a sí mismo llendo al tan aclamado cielo, donde se encontraban sus padres y su primo.

Y, un poco más a la lejanía, podía verlos.

Naruto y Sasuke eran Naruto y Sasuke otra vez.

Se habían extrañado.

Estaban felices.

Todos eran felices.

Perdió el conocimiento con una suave sonrisa en su rostro.

Estaba listo para verlos una vez más.

Una vez más y por siempre.

Son felices.