En las manos del Duque

Naruto (Anime & Manga) Fanfiction Nation (Podcast)
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En las manos del Duque
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Summary
A punto de cumplirse un año desde que la familia Uchiha llegó a su nuevo hogar, Itachi no lograba encajar entre todos aquellos habitantes. No lograba comunicarse con nadie al no saber su idioma y la insistencia de su madre por contraer matrimonio, lo hacían desesperar cada vez más.No tenía idea de quien era el segundo hombre que se había presentado a su hogar, pero por primera vez, intentó ser lo que su madre deseaba con tal de no arruinar aquella corta cita.*Si no es de tu agrado, por favor no leer.*No poner comentarios ofensivos.*Prohibida su copia.*La portada no es mía, solo la edité. Créditos a su respectivo autor.*Los personajes son creación de Masashi Kishimoto.*Historia 100% original.
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Chapter 20

Naruto contenía las ganas de tirar los documentos y saltar encima de aquellos ancianos inoperantes.

Ninguno parecía tener ganas de realizar bien su trabajo y le molestaba saber que necesitaba del consejo para poder mantener el orden en su país.

—Creo que no deberíamos excedernos en esos gastos.—Habló Sarutobi.— El hospital de la capital tiene los suficientes ingresos como para poder reacomodar sus instalaciones. No es nuestra culpa que no se atrevan a hacer algo mejor con sus enfermos.

Naruto se recostó contra su sillón y con sus uñas arañaba la madera del apoya brazos.

—¿Está sugiriendo que dejemos morir a nuestra gente?

El anciano alfa fumó de su pipa a la vez que elevaba sus hombros restándole importancia.

—Lo que digo es que podemos ocupar el tiempo y dinero para avanzar en la economía ganadera.—Respondió con tranquilidad.— Entienda, duque. Si no lo hacemos así ¿Cuánto podríamos otorgarle al hospital?

—Y mientras intentamos hacer que la economía del país crezca, las personas se mueren por no tener una maldita cama donde descansar con sus enfermedades o siquiera, las medicinas que se necesitan.—Habló Shikamaru.— Si el hospital pide ingresos, es porque no los tiene. Me gustaría que pudiera visitarlo para saber en que condiciones se encuentra antes de hablar sobre ello. Han utilizado el dinero que su alteza les ha otorgado de la mejor manera, yo mismo puedo confirmarlo.

Naruto asintió satisfecho.

—Mientras avanzamos en la economía ganadera como bien propuso Sarutobi, nos apoyaremos con los distritos del Este y del Norte.—Dijo el duque, recibiendo un asentimiento de parte de Gaara y Shikamaru.

—¿No cree que si los lugareños lo saben perderán su fe en usted? 

—No he hecho mal mi trabajo desde que se me fue entregado el título nobiliario, conde Danzo.—Respondió molesto.— Como tampoco lo ha hecho mi familia. Cada pequeño grano de oro que sea entregado a la capital, será remunerado.

—Alteza...

—Ya todo está dicho.—Naruto interrumpió al conde.

Le entregó sus documentos a Gaara antes de ponerse de pie y esperó pacientemente a que los invitados lo reverenciaran antes de salir.

Se sentía cansado y molesto. No le gustaba que pusieran en duda su mandato o que intentaran colocar situaciones como prioridad antes que a su propia gente.
La situación con su esposo tampoco había ayudado y si bien le gustó oír como él mismo se daba su lugar, sus dedos parecieron cosquillear ante las ganas de permitir que sus garrar salieran con la intención de desgarrar la garganta de los ancianos. Principalmente de Danzo.

El sujeto se retiraba con una pequeña sonrisa, como si pudiera leer su mente y saber lo que le molestaba.
No le importaba el viejo realmente, pero no iba a permitir que continuara humillando a su omega.

—Tu esposo tiene las uñas bien afiladas.—La voz perezosa de su amigo lo hizo sonreír.

—Se defendió como esperaba que lo hiciera.—Elevó sus hombros y miró a la pareja del conde del Norte.— ¿Cómo te encuentras, Neji? Hacía tiempo que no te veía.

El omega se inclinó con una sonrisa.

—Muy bien y por lo que veo, usted igual.—El rubio asintió suavemente.— Le doy mis felicitaciones por su boda. Es un hermoso omega el que tiene a su lado, aunque me hubiera gustado poder hablar un momento con él.—El castaño miró a su esposo un instante.— No es posible ¿Verdad?

—No, mi vida, debemos volver cuanto antes.—Respondió el conde.— Aún quedan asuntos que arreglar, así que la próxima pueden tener una tarde de té si así lo prefieres.—El omega asintió con una sonrisa.

Shikamaru rodó sus ojos con fastidio cuando vio la ceja elevada del duque. Un semblante burlón se mostraba en sus facciones.

Sabía que no debería tener tanta confianza con él al igual que Gaara, pero desde que Naruto asumió su título y comenzaron a tener reuniones con él al saber que el duque los nombraría conde y condesa, habían creado una bonita amistad a pesar de verse pocas veces.

—No puedes mirarlo así cuando te encuentras igual o peor por tu omega.—Regañó el pelirrojo obteniendo la risa de Shikamaru y su esposo.

—Touché.—Respondió el alfa elevando sus manos en señal de rendición.— Con Shikamaru estaremos esperando pacientemente para burlarnos de ti y Shira.—El rubio saludó con su mano al guardia, quien reverenció como saludo.

Los jóvenes se retiraron, no sin antes expresar sus saludos hacia su esposo y Minato.

Naruto soltó un suspiro y caminó hacia el patio interno del castillo.
Se podían oír el sonido de las espadas chocar en el entrenamiento de sus hombres y los gritos de Obito al explicar como serían mejores los movimientos.

Al salir al exterior, observó a Itachi recostado con un libro en sus manos bajo la sombra de un peral que aún no daba sus frutos.

El azabache lo observó por un momento antes de sonreírle, acción que fue devuelta con cansancio.

—¿Cree que pueda tomarse tiempo libre para estar con su esposo, alteza?

El rubio se arrodilló sin importarle manchar su pantalón blanco con el verde césped. Acunó las mejillas del menor y lo atrajo hacia él en un beso tranquilo.

—Nada impedirá que pase tiempo con usted.—Bromeó. Se recostó junto a él y colocó su cabeza en el pecho del contrario, sintiendo el brazo del azabache pasar por encima de sus hombros y acariciar su rubio cabello.— ¿Qué lees?—La escritura japonesa se mostraba de forma vertical, completando las páginas.

—La historia favorita de Sasuke.—El mayor sonrió.— ¿Quieres oírla?—El alfa cerró sus ojos y asintió, concentrándose en la voz de su omega.— Según cuenta la leyenda, durante el periodo Edo existió un ser que era capaz de poseer a cualquier persona. Todos aseguraban que aquellos que hacían el mal, fingían haber sido poseídos por el espíritu de un zorro de nueve colas que los obligaba a crear caos y destrucción...

Su mente se desconectó por completo. La voz suave de su esposo y las caricias que dejaba sobre su cabello, lo hicieron caer dormido casi al instante.
Luego le pediría que le leyera nuevamente la historia que tanto le gustaba a su cuñado, mientras tanto, quería descansar sintiendo el calor de su omega y su delicioso aroma que se extendía en el aire.

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Masajeó sus hombros con cansancio y estaba seguro de que sus pies se encontraban ampollados por la larga caminata.

Aún así, nada le interesaba. Ni su rostro colorado por las quemaduras del sol o el cansancio que se extendía en el resto de su cuerpo por el exceso de trabajo.
Una pequeña sonrisa adornaba su rostro al saber que después de tanto tiempo, por fin volvería a ver a su familia.

Las dos bolsas de oro se mantenían bien guardadas en su equipaje junto a los dulces que le había prometido regalarles a sus hijos en su regreso.

Sonrió con emoción al ver a los niños jugar fuera de sus casas. Los pequeños corrían de un lado al otro y él no había podido evitar imaginar que tan grandes se encontraban sus hijos.

Por fin pudo visualizar su hogar y en su cabeza, solo podía pensar en lo que podría arreglar de ella con parte del dinero que le habían pagado.
El pórtico era algo que siempre le había gustado a Itachi, porque allí solía sentarse a leer junto a Sasuke en las noches de verano, así que arreglarlo y colocar una hamaca para ambos no estaría de más.

Quería remodelar la cocina y la sala de estar para su esposa también. Dejaría las habitaciones para la paga del siguiente trabajo.

—¿Fugaku?—El hombre volteó hacia la voz que escuchó, encontrándose con un alfa unos pocos años menor que él.— Hombre, me da mucha alegría verte.

El mayor lo abrazó como pudo cuando el sujeto se abalanzó hacia él en un firme abrazo.

—Izuna...—Murmuró.— No sabía que estabas aquí ¿Cuándo llegaste?

El azabache le sonrió.

—Hace no mucho.—Comentó.— Pero luego hablamos de eso. Vamos juntos, iba para tu casa en este momento.

Fugaku asintió con una pequeña sonrisa.
No estaba seguro, pero suponía que su familia ya lo había recibido en su hogar.

Izuna lo ayudó a cargar sus pertenencias y entre charlas para ponerse mínimamente al día, llegaron a la casa.

Fugaku ingresó sin prestarle atención al semblante nervioso que su cuñado tenía.

—¿Mamá?—La voz suave de su hijo menor se escuchó desde el segundo piso.

El pequeño omega de cabello azabache se asomó desde lo alto de las escaleras y sus lágrimas comenzaron a caer al ver a su progenitor acuclillado en la entrada de la casa.

—¡Mi pequeño!—Sasuke corrió hacia los brazos de su padre, bajando las escaleras tan rápido como pudo para catapultarse a los brazos del alfa.— Estás aún más hermoso.

La espalda del niño temblaba por el llanto y las lágrimas del hombre no tardaron en salir.
Poco le importaba su cansancio si tenía a su niño en brazos, rodeándolo y expresando con su llanto cuanto lo había extrañado.

Izuna limpió una pequeña y traicionera lágrima que se deslizaba por su mejilla.
Bien sabía la falta que el padre le hacía a sus sobrinos, sobre todo al infante que con frecuencia visitaba al encontrarlo solo en su pequeño hogar.

—¡Te extrañé mucho!—Expresó con voz rota.

Fugaku se alejó, depositando besos en su rostro y permitiendo que su aroma se impregne en su hijo.

—Y yo a ti, mi niño.—Susurró.— ¿Tú madre dónde está? ¿Itachi está arriba contigo?

Sasuke se limpió sus ojos con la manga de su kimono e inclinó la cabeza hacia un lado, observando como la sonrisa de su padre desaparecía poco a poco.

—No, ninguno se encuentra en casa.—Comentó dubitativo.

—Fugaku...—El hombre giró su cabeza sin dejar de mirar a su hijo para que Izuna supiera que lo escuchaba.— ¿Por qué mejor no dejas tus cosas y te pones cómodo? Hablaremos con calma luego.

El mayor se puso de pie y se dio la vuelta para acercarse a Izuna.
Fugaku inclinó un poco su rostro hacia abajo para mirarlo a los ojos. Podía notar cierto temor en ellos y el aroma que comenzaba a desprender inconscientemente lo mantuvieron alerta.

—¿Tú sabes dónde se encuentran?—Preguntó con calma.

—Por favor, hazme caso.—Pidió.— Sasuke se encuentra detrás de ti y lo que menos quieres es molestarte ahora. Pasa tiempo con tu hijo, has estado lejos por mucho.

—¿Por qué crees que me molestaría?

Izuna lo miró con ojos suplicantes. No quería ser él quien le dijera la verdad porque no le correspondía y tampoco lo soportaría. Su hermana era quien debía hacerle frente.

El mayor soltó un suspiro antes de asentir. Su mirada solo le advertía al contrario que esa charla no había terminado y se dio la vuelta para tomar a su hijo en brazos.
De todas formas sabía que por más que lo pidiera, Izuna no le diría ni una sola palabra.

No podía entender su comportamiento. Bien sabía que si fuera Madara, el sujeto le diría a la cara cada palabra que tendría que escuchar.
Sin embargo, Izuna era completamente distinto. No solía enfrentarse a nadie como lo haría un alfa, también evitaba todo rastro de peleas o discusiones y solía dejárselo a su hermano mayor mientras que él solo se mantenía a una corta distancia por si era necesario alejar a Madara de cualquier alfa al que ataque.

Incluso, si no fuera por el aroma o su complexión, dudaría de que el azabache fuera de la misma casta que él, porque era más pequeño que los alfas comunes, pero no tanto como para ser confundido con un omega. Además, si había algo que podría definir a Izuna, la palabra "dominante" no era la apropiada.

—Tengo un regalo para ti.—Habló Fugaku a su hijo.

Lo cargó en sus brazos y tomó su equipaje para sacar los dulces, escuchando los pasos de su cuñado caminar detrás de él.

 

¡MUCHAS GRACIAS POR LEER!

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