La hija del invierno y la primavera

Wednesday (TV 2022)
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La hija del invierno y la primavera
Summary
Historia basada en el cuento "Hadas heladas" sobre Jack Frost.

— ¡Victoria, es hora de despertar!

Una pequeña de cabellera negra se resistía a salir de su cama, era una mañana bastante fría y el calor de su frazada la aprisionaba con gusto, se hizo a desentendida por un rato mientras rogaba por un par de minutos más de sueño.

— ¿No querías esperar a tu madre?

¡Cierto! Habían planeado ese desayuno  con tanta antelación que casi lo olvidaba, se destapó de golpe y de un salto salió de la cama.

— ¡Ya estoy fuera! —gritó desde su habitación al pasillo— ¡Ahora bajo!

Un ligero escalofrio la atacó al chocar con el frio del suelo y el ambiente fuera de su cama, se sacudió y se puso sus pantuflas, una polera extra para el frio y salió de la habitación.

— Victoria, hija, pero al menos peínate

Su mamá, que la esperaba en la cocina, la vio llegar con el pelo completamente rebelde y suspiró.

— Ven, déjame arreglarlo un poco.

— ¡Noooo! Me gusta así, madre dice que en las mañanas es donde me veo más bonita.

La mujer se rindió y solo continuó con los quehaceres, Victoria se acercó a ayudarla evitando que su cabello fuera sometido.

— Entonces ¿te dijo a que hora vendría?

— Bueno, debería estar por llegar en cualquier momento, ya casi es hora.

Miró por la ventana que daba de la cocina a la calle y notó como una pequeña franja se pintaba en la distancia marcando el amanecer.

— Ustedes dijeron que este año si me contarían la historia.

— ¿Cuál historia? —preguntó su mamá haciéndose la desentendida.

— Oh vamos, ya tengo siete años, ya no pueden hacer como que no me de cuenta, lo prometieron.

— Bueno, bueno... ayúdame a poner las tazas y te voy contando la primera parte en lo que llega tu madre.

 

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Hace mucho, mucho tiempo habitaban muchos reyes sobre estas tierras, algunos incluso aprovechándose de la madre naturaleza se hacían de riquezas que privaban a los humanos de disfrutar de la vida en la tierra, uno de ellos era conocido como el rey invernal.

Era un hombre egoísta, que arrancaba todo a su paso y lo guardaba en cofres  sellados como témpanos de hielo.

Se dice que un día, cuando el espíritu del otoño se encontraba paseando por los bosques vio al rey invernal tomar grandes sacos y robarse las hojas de los árboles, que crujían al ser aplastadas y guardadas de manera tan violenta, a pesar de que quiso replicar el rey le atacó y le impidió que frenara su tarea dejándolo mal herido.

Los pobres árboles desnudos y tristes se balanceaban con un viento seco y sus ramas ennegrecieron sintiéndose más débiles que nunca, pero nada de eso le importaba a este rey porque nunca estaba conforme, quería acapararlo todo y en su afán obsesivo confundió las hojas secas con rubíes.

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— Era un idiota —sentenció la niña 

— Victoria...

— ¡Lo siento! Pero si lo era digo, robar y encima no darse cuenta que estaba robando algo que de seguro no tenía valor para él ¿qué clase de rey ciego era ese?

— Si me dejas continuar...

— ¡Perdón! Sigue.

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Cuando el espíritu del invierno hizo acto de aparición, encontró malherido al otoño y todo en la tierra lucía desolado, casi sin vida, bien podría decirse que debido a la naturaleza del invierno eso no parecía ser un problema. Pero este espíritu entendía la importancia de mantener un equilibrio entre las estaciones así que luego de convocar a todas las hadas del invierno que le acompañaban en su tarea y armarlas hasta los dientes, fueron a asediar el castillo de este rey invernal.

Oh, la batalla duró dos días enteros, el rey invernal aunque parecía ser un tonto, no lo era del todo, sabía que se había ganado de enemigo al espíritu de invierno y por eso él también esperaba con armas y un gran ejército, ambos grupos lucharon y casi parecía que el rey invernal ganaría, de no ser porque en el último instante sus pies fueran atrapados en un charco de agua que se congeló y usando una lanza especial el espíritu de invierno atravesó su corazón.

Lamentablemente este espíritu también había quedado gravemente herido pero no podía permitirse sanar sus heridas ya que tenía una tarea que cumplir. Y así, con ayuda de las hadas sobrevivientes trajeron el invierno poco a poco a toda la tierra.

Casi al final de su tarea cuando sus manos ya estaban tan gastadas que parecían quebrarse con el viento, alcanzó a arrastrarse hasta el tronco del árbol más grande de este lugar y se recostó a descansar.

Ahí fue donde conocí a tu madre.

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La puerta de la casa sonó y Victoria se sobresaltó, miró hacia la entrada y vio a su madre cubierta por una gabardina larga, tenía un snood negro que cubría parte de su cabeza y bostezó mientras dejaba las llaves en el recibidor.

— ¡Willa! Llegaste —Enid se adelantó para ayudarla a quitarse la gabardina— la mesa está lista

— Lo siento por demorar, el viaje de retorno se hace cada vez más pesado

— ¡Madre! —Victoria se lanzó a sus piernas y las aprisionó en un abrazo— ¡Estás helada!

— Eh... es el clima, fuera está...

— Ya le estaba contando la historia —dijo Enid sonriendo— así que no hay problema.

— Querida —habló Wednesday— pensé que esperarían a mi llegada.

— Hubiera esperado pero, ya sabes como es tu hija.

La chica tomó su mano y la arrastró hasta la mesa, cuando Wednesday se hubo sentado ella se acomodó en sus piernas y la miró con aprehensión.

— ¿En qué parte se quedaron? —preguntó Wednesday mientras tomaba el café que Enid le había extendido.

— En qué... el espíritu de la primavera encontró al espíritu del invierno.

— Oh ya... —notó que Enid sonreía y se aclaró la garganta— a ver...

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El espíritu de invierno estaba algo lastimado así que decidió descansar en un gran árbol para recuperar energías, pero fue interrumpido por una brillante, colorida y chillona presencia, esa era el espíritu de la primavera.

Ella sintió compasión por el estado en que se encontraba el espíritu así que la llevó consigo al interior del árbol, que era su guarida, ahí curó sus heridas y le dio reposo y comida hasta que estuvo completamente sana.

Mientras el invierno seguía su curso, ambos espíritus compartieron parte de sus esperiencias y comenzaron a conocerse, nunca se habían cruzado antes puesto que con la partida del invierno recién llega la primavera pero en aquella ocasión mientras estuvieron cerca, el frio espíritu se enamoró de la belleza y el calor que traía consigo la primavera y supo que no quería tenerla lejos nunca más.

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— Y... tú eres ese espíritu

— ¿Eso crees? —preguntó Wednesday enigmática.

— ¡No me hagas dudar! —reclamó Victoria pataleando.

— Cada vez que el otoño está por terminar debo irme lejos a esparcir y preparar el camino para la llegada del invierno y al final de este es tu mamá —tomó la mano de Enid mientras ella se acercaba a su lado— la que con su calor y cuidados alista la primavera sobre la tierra.

— Son un par de cursis —sentenció Victoria— pero está bien. ¡Oh! Te horneamos algo con mamá, yo iré a traerlo.

La niña se bajó de las piernas de Wednesday y fue a la cocina para traer las galletas que ella y su madre habían preparado.

— Es una niña muy lista —dijo Enid cuando la vio irse a la otra habitación.

— Tiene a quien salir —respondió Wednesday besando el dorso de su mano.

— Tus labios están frios —comentó Enid soltándose para tomar el rostro de Wednesday entre sus manos— habrá que hacer algo al respecto.

— Siempre dispuesta a calentar mi frío corazón, querida.

— Siempre.

Y aunque el beso que compartieron fue fugaz, el rostro de Wednesday se sonrojó, como la primera vez que recordara verla a ella robarle un beso en el invierno que ambos espíritus se conocieron.