So Simp [Yandere! Uchiha Obito]

Naruto (Anime & Manga)
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So Simp [Yandere! Uchiha Obito]
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Summary
[Serie So or Mine]Obito, víctima de sus errores y pesadillas, termina retrocediendo en el tiempo debido a que fue presa de un destino que nunca fue suyo en primer lugar.El sabio de Seis caminos sabe que sus hijos torcieron el mundo y lo destruyeron por culpa de sus acciones, decide que es hora de que las víctimas reciban su justa compensación.Jin reencarna en el mundo de Naruto, como Simp dedicada del trágico Obito y su horrible destino de mierda, Jin decididamente decide que va a seducir a Obito a como de lugar, ¡A la mierda Rin! ella será el crush de Obito.Porque en su mente, Jin sabe que Rin es una persona muy amable y no le debía nada Obito por su afecto incondicional, pero igual siente que Rin fue un poco mierdas al ignorar arbitrariamente a Obito y dejarlo de lado ante la primera oportunidad en pos de Kakashi, que ni siquiera le dirigía la mirada.
Note
ACLARACIONESHace años que no me veo Naruto, pueden haber incongruencias y meteré algunos headcanons a mi gustoPuede que no te guste mi contenido, así que, si no quieres leer mi historia, está bien, pero no critiques mi trabajo porque no es de tu gusto Esta historia contiene:ObsesiónDependencia emocionalMuerte de personajesViolencia canónica del universo de narutoAmenazasNormalización de comportamientos no saludablesMachismo y MisoginiaEtc.
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CVIII. Trato [Ligero Gore]

Obito miró indiferente la cálida sangre carmesí que goteaba hasta formar un charco en el suelo, la mujer y el hombre que antes habían estado intentando estafar a su amada esposa, mendigando como sucias ratas intentando tenderle una trampa a la mujer más perfecta, amable e ingenua. de este mundo, habían muerto bajo sus manos. Sus ojos fríos miraban con desdén al cadáver descuartizado de la mujer que aún continuaba aferrándose al kimono de Jin incluso en sus últimos momentos.

No fue difícil desactivar los sellos de protección del kimono que alguna vez le perteneció a su dulce, dulce esposa. Al estar obsesionado con su adorable esposa, inevitablemente aprendería una o dos cosas de sellos en el camino -su esposa era tan jodidamente adorable cuando estaba concentrado en esas cosas demoniacas- , por lo que le fue extremadamente sencillo deshabilitar los sellos, en especial porque que no estaban lo suficientemente elaborados como los sellos reales de su ropa habitual -Obito duda que incluso Jin supiera lo que estaba haciendo, ni Orochimaru, ni Kushina, ni Minato-sensei… Obito cree que simplemente hicieron una aberración de sellos y se los pusieron a la ropa de Jin esperando que no explote o algo-.

-En ese punto, Obito cree que el mundo podría implosionar y la ropa de Jin permanecería intacta-

El hombre había intentado proteger a la mujer hasta el final, pero era patéticamente débil -en un mundo donde la debilidad es pecado, los esfuerzos de las hormigas era insignificante ante los fuertes- , por lo que simplemente lo mató lentamente, pieza por pieza… -sintiendo como su locura ebullía y su crueldad perversa reía con desprecio y un tinte de sadismo teñía sus acciones- hasta finalmente llegar a la mujer, la cual corría patéticamente despacio como para haber sido una persona que sobrevivió en los barrios bajos, si es que su historia contiene algo de verdad.

Yoko no sabría señalar cual fue el pecado que la condenó a sufrir una muerte tan lenta y espantosa, realmente no lo sabía. Había tantos pecados en su lista que no podría decir con exactitud cuál fue el que la condenó a una muerte tan horrorosa, ¿Fue esa vez que cooperó con ciertos bandidos de la montaña para asaltar a una familia mercantil, la cual se resistió y ninguno se salvó, incluido los niños y el bebé? ¿O fue cuando con doce años asaltó a una abuela y la apuñalo hasta la muerte para sobrevivir en ese frío invierno?

¿Cuál de sus innumerables pecados había sido lo que la condenó?

¿Cuándo sin piedad lanzó a niños a la esclavitud? ¿Cuándo vendió la ubicación de un par de hermosas hermanas para salvarse de ser prostituida? ¿Cuándo fingió ser hombre y se burló de como violaban a mujeres y niños para salvar su culo del mismo destino que ellos? ¿O aquella vez que le sugirió a unos mafiosos que cazaran con perros hambrientos a unos deudores dándoles falsas esperanzas de huir?

Yoko no era hipócrita, sabía muy bien que para sobrevivir había hecho cosas horribles, no le importaría vender el pueblo en el que vivía o incluso su nación a manos de ninjas enemigos si es que eso significaba que sobreviviría y tendría algunos beneficios.

Mentir, engañar y seducir, ella no era mucho menos habilidosa que una Kunoichi entrenada en el arte del engaño y la seducción, un talento nato. Tal vez si la hubieran reclutado para una aldea ninja, habría sido la mejor agente encubierta, no había manera de que alguien pudiera desmantelar las capas de acero que cubrían su congelado corazón.

Bueno, hasta que llego esa rarita a la que intentaron estafar y les salió el tiro por la culata.

Esa mujer, ni siquiera sabía su nombre, la manejó como si fuera un violín y ella la violinista, como si solo fuese un instrumento más de su repertorio con el que estaba ampliamente familiarizada. Esa mujer supo que cosas decir, como actuar y como manejarla hasta el punto en que Yoko desnudó su corazón sin darse cuenta y rebeló todo frente a la multitud.

Ahora no había manera de que pudieran vivir en ese pueblo, pero no importaba, la mujer les dio lo suficiente como para comprarse su propia casa y mantenerse durante unos tres o cinco años, si es que manejaban bien el dinero.

Yoko creía que por fin podría tener una vida más o menos normal, sin la necesidad de escapar, mentir y engañar… O eso creyó… nunca se imaginó que sería perseguida por un loco que silenciosamente iría atravesando todo como un fantasma y lentamente empezaría a torturarla hasta la muerte.

¿Era esta la venganza, los fantasmas, de la gente que asesinó para sobrevivir?

Yoko no lo sabría, nunca podría saberlo, ¿Cómo podría hacerlo? Solo era una patética civil que ni educación básica tenía, solo podía ver impotente e incrédula como su cabeza se desprendía de su cuerpo y rebotaba en un sonido húmedo a la vez que ojos rojos le sonreían detrás de la máscara ensangrentada.

Ah… pobre Nagashi… no… nunca debió juntarse con una mujer como ella.

Jin se despertó al día siguiente y lentamente se estiró con un gemido un poco adolorido. Como era habitual durante estas dos semanas de luna de miel, sus caderas le dolían y sus muslos le ardían un poco, temblorosos y débiles por la intensa acción nocturna, pero ya se estaba acostumbrando lentamente a la sensación de ser amada intensamente hasta quedarse dormida todas las noches -o eso intentaba autoengañarse, apenas Obito notaba que su resistencia mejoraba, la presionaba por más y más tiempo-.

Puede que su Obito se haya puesto un poco más rudo de lo habitual -Obito era muy dulce, pero esta vez fue un poco bruto, como si intentara llegar más profundo de lo que podía para marcarla de una forma que nadie más pudiera hacerlo-y la haya marcado como cuando le das a un niño un lápiz rojo y los dejas frente a una pared blanca lisa -en resumen, parecía como si le hubieran dado una paliza, pero en vez de paliza, se la follaron-, pero aun así Jin no se siente incomoda o mal mientras estira su espalda haciéndola tronar.

—Buenos días… —Jin miró a Obito, el cual estaba en la puerta con una bandeja de desayuno con sorpresa, usualmente él en este momento estaría “ayudándola a estirarse” -por supuesto, estirando otro lugar- y ya cuando prácticamente le estuviera rogando y suplicando que se levantasen de la cama, al borde de quedar dumbificada, recién decidiría que era hora de bañarse y levantarse.

Entonces le daría dulces mimos en el baño, le ayudaría a secarse el cabello con delicadeza, sus dedos suavemente peinarían su cabello, le haría algún peinado que aprendió de alguna de las abuelitas a las que siempre ayuda -al parecer, Obito era demasiado buena en la labia y podía hacer de todas esas abuelitas maestras capaces para que le enseñasen a mimarla- y le ayudaría a secarse el cuerpo con una esponjosa toalla. Entonces, ambos compartirían unos cuantos besos dulces y, mientras ella se ponía un maquillaje ligero, él iría a por su desayuno, no sin antes darle otro beso de despedida y ser un mocoso pidiendo mimos.

—Buenos días, esposo-kun —Jin rodeó con sus brazos el cuello de su dulce Uchiha besó sus labios lentamente—. ¿Te despertaste temprano?

—Sí, algo así —tarareó Obito besando la mejilla de Jin—. Le traje el desayuno a la maravillosa mujer que tengo la suerte de tener como esposa.

Jin lo mira con adoración y lo abraza más fuerte, enterrando el lindo rostro de su esposo contra sus suaves senos, sabiendo que él adoraba estar entre sus pechos por alguna extraña razón… bueno, no es que pudiera juzgarlo, ella también adoraba estar en el pecho de Obito.

-Dios, esos pectorales le hacían agua la boca-.

—Te besaría más, pero me acabo de despertar y debo de lavarme los dientes —Jin lo abrazó durante unos segundos más y se separó de su adorable hombre para ir al baño.

—Las vistas son suficientes… —murmuró Obito casi inaudiblemente mientras miraba a su esposa, recién despertada, caminar hacia el baño, como si estuviera inconsciente del hecho de que está desnuda y, básicamente, le está enseñando todo deliciosamente.

Sus ojos se posan en el delicioso trasero en forma de corazón de Jin, hipnotizado de como sus bonitas nalgas se mueven en cada paso de sus largas, esbeltas, elegantes y sensuales piernas… ¿Tal vez debería de marcarlas más? Las encontraba un poco desnudas vistas desde atrás, incluso sus firmes pantorrillas tenían unas cuantas marcas de amor.

Jin se lavó los dientes adormilada y despertó un poco al sentir como una gota de espuma de la pasta dental cayó sobre su pecho, lo que la hizo abrir sus ojos, solo para sonrojarse y avergonzarse al darse cuenta de que, efectivamente, su esposo no la vistió luego se hacerle el amor ni de despertarse temprano.

Enjuagándose la boca, Jin se dio una ducha rápida y salió envuelta en una toalla, su piel se puso de gallina sintiendo la intensa mirada de su esposo sobre sus piernas y se bajó un poco la toalla que apenas le cubría el trasero, ¿Por qué estas toallas eran tan cortas? Jin quería llorar, pero no tenía lagrimas.

Rápidamente se puso sus bragas, sin quitarse la toalla y empezó a buscar la ropa para ponerse, nerviosa de que su esposo decidiera actuar mientras ella aun estaba en toalla. Concentrada en su misión, pensó en un buen atuendo para el día de hoy… o al menos hasta que sintió como la enjaularan contra el armario en el que estaba su ropa y sus caderas se levantaron ligeramente cuando sintió la presión de las caderas de su esposo contra las suyas y como cierto hermanito pequeño no tan pequeño, estaba despierto y levantado para jugar y ser travieso.

Tragando saliva, Jin sintió a su esposo tararear detrás de ella y acariciar perezosamente sus caderas mientras jugaba con el bordecillo de su toalla, tirando ligeramente de la esponjosa tela blanca haciendo que se viera un poco más de sus senos. Un escalofrío recorrió la espalda de Jin sintiendo a su esposo inhalar suavemente su aroma, casi embriagándose mientras la apretaba un poco más contra su robusto cuerpo.

Este… —Jin jadeó suavemente al escuchar la voz ronca y rasposa de su hombre, sus mejillas ardieron y aturdida miró a su esposo.

¿Eh…? —preguntó confundida.

—¿Por qué no te pones este vestido, mm? —Jin, aturdida y con las mejillas sonrojadas ante el ronco y rasposo tono de voz de su esposo. Como un pollo sin cabeza, Jin miró la mano de su esposo tomar la falda de un vestido que era la mezcla entre un vestido de falda plisada con un kimono corto.

—O-oh… Bien… —Jin tartamudeó y tiró suavemente del vestido, pero como no salió, tuvo que ponerse un poco de puntillas para tomar el colgador de ropa, sonrojándose aun más al sentir la erección de su esposo punteándola—. Obito-kun… —gimió suavemente Jin.

—¿Mmm? —Obito se hizo el inocente mientras se frotaba descaradamente contra su amada esposa.

—Me acabo de bañar… —gimió suavemente Jin, casi en un tono quejumbroso.

—Sí, lo sé —asintió Obito e inhalo profundamente su aroma, pero sin dejar de frotarse.

—Te… te la chuparé, pero eso es lo máximo por esta mañana, ¿Vale? En la noche podremos arreglar cuentas —gimió Jin y Obito se detuvieron.

Mmm… —murmuró pensativamente y Jin se presionó contra su polla.

—¿Trato?

—Trato… —asintió Obito y Jin se sintió satisfecho.

Una hora después, Obito y Jin estaban paseando nuevamente por las zonas turísticas del pintoresco pueblo, disfrutando de sus vacaciones y luna de miel.

El tiempo pasó sorprendentemente rápido para Jin y, en menos de lo que se esperaba, ya habían pasado tres semanas desde el inicio de su luna de miel, por lo que deberían estar regresando la próxima semana a Konoha. El tiempo se le hizo increíblemente corto, entre la primera semana siendo presionada por Obito contra la cama y estas dos semanas visitando lugares turísticos, Jin sintió que el tiempo se les escapó por las manos sin que se diera cuenta.

—¿Sucede algo? —preguntó Obito mirando la mueca de Jin.

—Nada, ¿No crees que se pasó muy rápido la semana? —preguntó Jin distraídamente y discretamente se acomodó el brasier, sintiéndose un poco incomoda.

¿Tenías que empezar a cambiar de brasier? ¿O es que Obito estaba jugando mucho con sus senos y no estaba acostumbrado?

—El tiempo vuela cuando estoy con mi preciosa esposa —Obito la abrazó suavemente y presionó sus labios contra los de Jin.

Jin sonoramente contra los labios de Obito mientras rodeaba sus brazos alrededor del cuello de su adorable esposo, profundizando el beso.

—Mmm… quisiera que esto durara para siempre —murmuró entre besos Jin cerrando sus ojos, disfrutando de los labios de su dulce esposo.

—Yo también… —murmuró Obito continuando los besos, y sus manos vagando ligeramente hasta que finalmente se separaron y ocultaron su rostro en el cuello del otro, relajándose en el abrazo amoroso de su pareja.

—Te amo tanto… —murmuró Jin sintiéndose un poco cansada, lo cual era un poco extraño considerando que subir esa montaña no era nada comparado con los entrenamientos habituales, pero supone que este lento estilo de vida le está haciendo bajar la guardia lentamente.

—Yo más… —Obito besó tiernamente su cuello y, notando el cansancio de su linda esposa, la cargó como princesa hacia el hotel donde se estaban hospedando.

Jin se dejó mimar como la princesita mimada que era de su esposo.

Obito le prestó especial atención a su dulce esposa, notándola un poco extraña.

 

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