![So Simp [Yandere! Uchiha Obito]](https://fanfictionbook.net/img/nofanfic.jpg)
lxxxvi. rosas
Aunque fue toda una tarea completa, Obito al finalizar la noche pudo -reacio y a regañadientes- separarse de los tersos y dulces muslos de Jin, muy a su pesar -realmente solo quería quedarse en cama, con la polla abrigada entre las cálidas paredes de su amada, repartir suaves besos por su lindo cuello mientras acariciaba su escultural cuerpo-.
Mirando el rostro pacífico de su dulce -futura- mujer, el Uchiha sonrió satisfecho y besó tiernamente los parpados de Jin antes de taparla delicadamente con las frazadas de la cama. Mirandola tan serena y tranquila en su placido sueño, con sus mejillas aun sonrojadas y un pequeño atisbo de satisfacción en su rostro, Obito no pudo evitar la tentación de darle un suave y dulce beso en la indefensa frentecita de su chica, para luego enviarla a su dimensión Kamui, abrigada y con la comodidad de su cama y colchón lujosos.
Ahora, ahora, sabía que no era lo ideal dejar a su dulce mujer desentendida en una dimensión de bolsillo, pero Obito sabía que era mucho más seguro dejarla en su dimensión Kamui, en donde solo él tiene acceso -y parcialmente Kakashi, pero él es hermano de Jin, así que Obito duda mucho de que el albino fuese a hacerle algo a su querida chica-, a dejarla en una isla en donde masacró tantas vidas como le fuese posible.
Bueno, considerando el hecho de que él solo pudo matar a un escuadrón de shinobis Elite de Kiri con solo catorce años y con un cuerpo defectuoso, escalar la masacre a una pequeña isla completa con un cuerpo fuerte y juvenil de dieciocho años no fue muy difícil que digamos, en especial con sus experiencias previas sobe masacres a gran escala que hacía antes en su disfraz de Tobi y Madara. Por no decir una pequeña aldea, exterminar a toda vida sintiente en esta pequeña isla no era nada para él.
Puede que no sea un buen sensor como su sensei y Rin, tampoco un buen rastreador como el perro de Kakashi, pero si lanzabas un ataque a gran escala, al menos te llevarías a mucho más de la mitad, ¿Verdad? Y conociendo que su jutsu buscaba exactamente la sangre para echar raíces y florecer… bueno, sus ramas fueron los sensores.
Tarareando de bueno humor -su dulce Jin era simplemente mágica, después de una bonita y romántica sesión de hacer el amor y aclarar sentimientos, él podía sentir que como toda la amargura de su vida se había evaporado y hecho nada en comparación del burbujeante estado extático en el que se encontraba por los sentimientos hacia su dulce y amada Jin, la cual le correspondía con todo su amable y gran corazón angelical-, Obito caminó despreocupadamente por los pasillos cubiertos de sangre seca hasta una habitación en concreto, en donde miró a la madre de Jin.
Esa mujer ni siquiera merecía compartir sangre con un ángel como su Jincita.
Obito sonrió sádicamente mirando a la mujer que hizo de la vida de Jin miserable reducida nada más a una simple muñeca rota. Claro, Ema solo estaba inconsciente, pero había algo placentero en ver su sangre correr por su frente cuando la dejó inconsciente y la aprisionó con su mokuton.
Usualmente era un hombre paciente, el cual en su furia fría y despiadada podría crear una obra maestra de la venganza, con cuidadosos pasos que llevarían a su preciada victima a un estado en donde esos miserables trozos de escoria humana desearían la muerte y no podría encontrarla, porque él no se lo permitiría -¿Por qué permitiría morir a su fuente de entretenimiento?-. Obito crearía largos e intrincados planes en donde una persona sería tan miserable, que tendría una vida mucho peor que la muerte y jamás podría acabar con su propia vida -¿Por qué les dejaría una salida fácil?-
Pero hoy se sentía extrañamente piadoso, por lo que no sería tan cruel con esa perra loca.
Bueno, sería un poco brutal, solo que no prolongaría su sufrimiento por años, sino décadas, en torturar a Ema, por lo que mientras antes empezara a torturarla, antes terminaría, ¿Verdad?
Obito despertó a la mujer con un rápido Suiton, no fue muy poderoso -¿quizás hasta un genin con un control de chakra tolerable podría realizarlo?-, pero considerando que su ataque fue dirigido a un civil -¿Por qué los civiles son tan patéticamente débiles? Incluso un niño civil entrenado apenas unos meses es más fuerte y resistente que estas cosas, je, hasta los abuelos lisiados fuera de su prime (palabra pegada por Jin, Obito es fácilmente influenciable y Jin no dejaría ir palabras de su anterior vida fácilmente) eran más fuertes que un civil adulto promedio-, fue lo suficiente como para que la mujer despertase con un profundo grito.
—¡Hola! ¿Qué tal? ¿Me reconoces? —preguntó felizmente Obito mientras caminaba hacia la mujer maniatada, su voz era cantarina, extasiada, un toque de emoción apenas disimulada en su alegre tono.
—¿Q-quién…? —Ema ni siquiera pudo responder porque Obito la agarró del cabello y tiró fuertemente hacia arriba mientras reía felizmente.
—¡Por supuesto que no! Después de todo, ¡No me conoces! —continuó con una sonrisa y elevó el rostro de la mujer con una mirada juguetona en su rostro desfigurado.
Esa perra seguía siendo tan arrogante incluso con la muerte frente a sus ojos, solo mira el desdén en sus ojos.
¿Cómo esta perra podía compartir los ojos con su hermosa diosa? Obito estaba tan furioso que casi le arranca los ojos en el acto, si no fuese porque esta repugnante zorra debería ver a qué clase de castigos se enfrentará.
—Pero yo si te conozco, te conozco muy bien —una sonrisa fría apareció en el rostro juguetón de Obito mientras sus rostros se juntaban y un aura peligrosa rodeaba al Uchiha, su voz emocionada e infantil desapareciendo abruptamente en una grave y peligrosa—. Aisawa Ema, ¿Realmente creías que podrías salirte con la tuya tocando a mi mujer? ¿Atentando contra ella?
—¿A qué…? —Obito le dio un rodillazo en la cara sin permitirle abrir su maldita boca.
—No me hables, maldita perra. Tus desagradables ladridos pudren mis oídos —Obito encendió su Sharingan amenazadoramente mientras la sangre escurría de la nariz y boca de la mujer, probablemente soltándole algunos dientes, ¿quiera eso importaba? Esta perra le dio palizas completas a su hija cuando era una niña indefensa—. Estoy de buen humor, ¿Sabes? Así que tu muerte no será tan dolorosa… o tal vez sí, ¿Quién sabe? Al menos no te torturaré durante años hasta que decidas acabar con tu vida, pero patéticamente no puedas porque te impediría tu muerte y haría que temieses a la muerte incluso con tu vida arruinada.
Obito soltó una risita burlona.
—Realmente disfrutabas de golpear a mi esposa, ¿Eh? —Obito miró a la mujer y las ramas empezaron a moverse a su alrededor, retorciéndose, crujiendo y chasqueando como si estuviesen vivas hasta que Ema le dio la espalda, puesto que sus ataduras se movieron hasta ponerla de espaldas al Uchiha y el hombre rasgó fácilmente el vestido con sus dedos enguantados.
Después de todo, no quiere ensuciarse con podredumbre de perra, ¿Verdad?
—Mi esposa —claro, aun no es su esposa, pero Jin sin duda diría que sí si él le propusiera ser su esposa, ¿Verdad? Esa linda cosita dulce— es un ángel amable y puro que no soportaría ver como torturaron a alguien, tan piadosa e ingenua que perdonaría tales pecados y agravios.
Obito se sonrojó al imaginarse a su dulce Jin en un vestido blanco como la nieve, rodeada de un aura dorada divina.
—Pero veras… todo ángel tiene un demonio, ¿Verdad? —Obito se sonrojó aún más al imaginarse a Jin con alas y un velo blanco—. Si ella es la pureza y amabilidad de nuestra relación, entonces lo único retorcido en mí no es mi rostro —Obito soltó una risita—. Prepárate para pasar por el infierno, perra, ni siquiera ese lunático amante de Jashin de Hidan puede compararse a lo que te voy a hacer.
Ema siseó ligeramente cuando cortaron la piel de su pantorrilla, ardía y molestaba, pero no demasiado como lo hacía parecer el hombre detrás de ella.
Si a esto le llama tortura, entonces podría salir viva de este lugar y luego planear una venganza contra este hijo de puta.
—Tic, tac, querida Ema-chan~ la paciencia es una virtud que se recompensa lento —Obito tarareó haciendo cortes superficiales en las pantorrillas de Ema con un afilado kunai.
Una a una, lentamente los cortes se iban acumulando y superponiendo entre sí, subiendo lentamente de sus tobillos a sus muslos, haciendo que Ema siseara y gimiera adolorida. Con su cuerpo sudoroso por el dolor y el esfuerzo, Ema miró con rabia hacia la pared frente a ella.
Ella soportaría esta humillación y se la devolvería por mil a este hombre cuando saliera, luego se metería con la pequeña esposa del bastardo y haría que este enfermo viera como cien matones violan a su esposa frente a él.
Si tienen hijos, entonces sus hijos también verían a su madre ser destrozada por los matones y luego sería el turno de ellos, ¿quizás luego haría que la cortaran en pedazos y dársela a esos matones? Sabía que había algunos enfermos que sin duda se follarían sus extremidades amputadas o algo así.
Con los ojos inyectados en sangre, Ema aguantó sus ganas de soltar algún que otro grito.
—¡Woah! ¡Admiro tu dedicación para no gritar! ¿Supongo que no te permitirías tal humillación? —habló burlonamente el Uchiha mientras soltaba risitas— Entonces, ¿Qué te parece esto, mm? ¿Aumentamos el nivel?
Ema abrió sus ojos y soltó un grito ahogado cuando el cuero enguantado del hombre se metió dentro de unos de los cortes y tiró de su piel hacia afuera, extrayendo su piel como si no fuese más que una cascara de un huevo crudo, pelándola como una naranja. El cuerpo de Ema se estremeció violentamente mientras Obito tarareaba felizmente despellejando viva a la mujer que había creado diversos traumas a su hermosa esposa durante su infancia.
Tarareando, Obito se tomó la molestia incluso de cantar alguna canción estúpida mientes tiraba de los trozos de piel cortada de la mujer lentamente, rebelando los músculos sangrantes y viscosos debajo de la piel enrojecido de la mujer a la cual estaba tratando por dañar a su esposa.
Cantando, silbando y tarareando, Obito manchó lentamente sus guantes de cuero negro de carmesí, tomándose su tiempo para quitar trozos de piel a la mujer hasta que toda la parte trasera de sus largas y sexys piernas se había vuelto nada más que musculo a carne viva, sangrando y goteando al suelo teñido de carmesí en un charco sangriento.
—¡Sigues consciente! ¡Un buen logro para un civil! ¿Supongo que tu rencor es demasiado grande? —Obito preguntó mirando con diversión a la mujer que había roto su labio inferior para no gritar y darle el placer a su sádico captor— ¡Impresionante! No puedo creer que un ángel como ella pudo nacer de un ser lleno de odio y egolatría como tú.
Ema abrió sus ojos al escuchar esa información y apretó sus puños aún más, ¿Estaba relacionado con Jin? La única persona que ella ha dado a luz de su cuerpo es a Jin.
Esa perra de Jin, seguramente todo esto fue obra de ella, ¿Verdad? Cuando se liberara de esta rata bastarda, se aseguraría de ir tras esa pequeña mierda y hacerle experimentar por mil las injurias que ha sufrido hoy.
—¡Mírate! Ni siquiera tengo que analizarse o utilizar el Sharingan para leer los pensamientos de alguien tan miserable como tú, ¡Eres tan predecible! —Obito aplaudió felizmente— Apuesto a que crees que sobrevivirás a esto.
—Lo que sea que esa perra te esté pagando, te daré diez veces más —jadeó adolorida Ema mirando con rabia la pared.
Obito se detuvo y se mantuvo en silencio.
Ema supo que lo tenía en ese momento.
—¿Acaso diez no es suficiente? Entonces te daré veinte veces más de lo que esa puta muerta de hambre pueda proporcionarte —continuó Ema—. En cambio, me dejarás libre y trabajarás para mí, todo lo que tenías planeado mí, se lo harás a ella y… ¡AAAaaghh!
—¿Erees estúpida? —Obito atravesó la pantorrilla de Ema con el estilo Mokuton, haciendo florecer rosas de sangre que clavaron sus espinas alrededor de los huesos de la mujer—. Jin es mi esposa, mía, ¿Por qué lastimaría lo que es mío? Originalmente solo te daría una muerte lenta de los diez mil cortes, estaba buscando en qué punto sería suficiente para hacerte rogar por tu vida y considerar si me detendría en el corte 500 o si debería subir los cortes a 3,000.
Obito retorció las ramas de flores que atravesaba el hueso de Ema haciéndolo crecer aún más y haciendo gritar a la mujer, las vides llenas de espinas de las rosas ascendieron por el peroné y la tibia, entrelazándose y metiéndose entre los huecos de ambos huesos, subiendo hasta su fémur y casi tocando los huesos de su pelvis.
Veinte rosas de sangre florecieron de sus músculos expuestos.
—Pero realmente no tienes cerebro más allá que para ti misma, ¿verdad? Solo estás tú y tú en su cabecita tonta, vacía y superficial… —Obito miró con un rostro carente de cualquier emoción humana a Ema y la volteó—. Eres realmente repulsiva, planeaba una sola tortura y matarte, pero ya ves, no eres la persona más inteligente del barrio, ¿Eh?
Obito agarró ambas mejillas de Ema, haciendo que la mujer oliera el látex de sus guantes manchados de su propia sangre.
—Me aseguraré de que pases un infierno peor de lo que ella lo pasó, la muerte de los diez mil cortes es demasiado vaga y tenue para ti, me aseguraré que ni siquiera tu cadáver sea intacto —Obito descendió su mano de las mejillas por el cuello de Ema y lo apretó lo suficientemente fuerte como para que sus vertebras rechinaran y, antes de que Ema pudiera desmayarse, la soltó, haciéndola jadear y toser en busca de aire para sus pulmones.
Tiernamente, Obito acarició los moretones en la pálida piel de la mujer y luego sus dedos bajaron por sus clavículas senos y vientre, el cual pinchó ligeramente.
—Incluso una perra como tu puede ser útil, ¿Sabes? Me aseguraré de que tus órganos tengan un buen uso —Obito atravesó a Ema y ella miró horrorizada como la mano del hombre atravesaba su vientre—. Pero no ahora… —la mano intangible de Obito pasó por todo el vientre y pecho de la mujer, pasando por su garganta hasta llegar a su cabeza y luego pasar por ella y agarrar firmemente su cabello—. Me aseguraré que tu muerte sea lo más horrible posible.
Obito no sabía nada de cuanto pudiera aguantar un cuerpo humano, pero si había algo que era más mágico que los sellos de curación que Jin le dio, era mezclar esos sellos con las células de Hashirama, así que, si las cosas le iban muy mal, simplemente sacrificaría a algún Zetsu para que la perra siga viviendo y la siga torturando.
—¡A-aaahhhg! —Ema gritó cuando Obito casi le cortó la pierna que no era una bonita decoración florar por la mitad del muslo, agarrando su fémur con las manos y tirando de su piel y músculos como si intentase quitarle la carne a una brocheta.
Los músculos de Ema gritaron en agonía al igual que sus nervios y venas, Obito parecía querer limpiar el hueso de cualquier cosa que viera innecesaria, pero entonces lo dejó a media rodilla, apenas unidas en algo desastroso que claramente se iba a soltar.
Ema estaba jadeando, sollozando y gritando de agonía, sus ojos fucsias ya no estaban inyectados en sangre de rabia, sino del dolor agonizante que saturaba todos sus sentidos llenándola de desesperación.
—¿Ves esta belleza de aquí? —Obito mostró un sello manchado de sangre como si fuera la cosa más preciosa del mundo—. Tu hija, la que odias y desprecias tanto lo hizo, mira, ¿No crees que es mágico? —Obito aplicó el sello con cuidado en la piel de Ema, casi temeroso de romper el sello o hacerle algo al trozo de papel en sus manos.
Entonces, Ema con incredulidad sintió como una cálida y refrescante sensación la invadía, era extraña, contradictoria, pero muy agradable y acogedora, casi como el beso amoroso de un ángel que curaría tus heridas dedicadamente velando por tu bienestar, como el toque cariñoso de un amante, la protección de una persona que te ama sinceramente de todo corazón y el delicado trato de un médico que se preocupa profundamente por tu salud.
Y fue cuando Ema, con horror y fascinación morbosa, observó como su pierna que prácticamente era puro hueso al cual le habían sacado la piel y los músculos como una funda, ahora estaba completamente curada menos algunos rasguños superficiales que ni siquiera dolían. Incluso su pierna que no era más que un racimo de flores sangrientas había sido purgada y sanada.
Joder, ni siquiera sentía dolor alguno aparte de una agradable sensación que llenaba su alma de calidez.
—Mi hermosa esposa lo hizo para mí, ¿No soy afortunado? Incluso si no los necesito, amo la sensación cada vez que me cura, me siento tan… lleno de ella —Obito se sonrojó y se relamió los labios ligeramente sintiéndolos repentinamente secos.
—… —Ema miró con incredulidad su pierna… Su hija… ¿Su hija realmente podía hacer algo como esto? ¿Crear cosas tan mágicas? ¿Tan… angelicales, divinas?
—Los hizo especialmente para mí, porque me ama y se preocupa solo por mí y mi bienestar, ¿No es ella una chica dulce? Ella sabe que ni siquiera los necesito porque tengo una regeneración muy alta, pero aun así se preocupa por mí y me los da mensualmente. La amo tanto, la adoro tanto, la quiero para mí. Solo para mí, que sea solamente mía. Mi pequeña y dulce esposa —Obito divagó maravillado por las habilidades de Jin— ¡Pero esto no se trata de ella! La amo y adoro y lo hago por ella, pero una perra como tú nunca sabría apreciar lo espectacular y angelical que es mi esposa, ¿Verdad? Claro aun no nos casamos, ¡Después de todo ella merece una gran boda tradicional! Pero ella ya es mía y la amo como una esposa, así que eso la hace mi esposa, ¿Verdad? Ella también me ama mucho, seguramente es demasiado tímida para decirme esposo, ¡Esa cosita tan dulce!
Obito arrulló a imaginar a Jin diciendo tímidamente “esposo” mientras le mira a través de sus lindas pestañitas.
Obito se la comería a besos.
—¡Oh! Pero según este pueblo, quien hace el amor con la novia es el esposo, ¿No? ¿Eso no me convertiría automáticamente en el esposo de mi dulce Jin? ¡Claro! Es una lástima que haya matado a todos los ciudadanos de esta isla, si ese no fuese el caso, ella sería declarada como mi esposa, ¿Verdad? —Obito suspiró arrepentido—. Pero no importa, tendremos todo el tiempo del mundo para eso, pero, ¿No debería de agradecerte? ¡Gracias por ser una tan mala e irresponsable madre como para envenenar a tu propia hija! Gracias a eso fue muy fácil confesar mis sentimientos por ella y hacerle el amor el mismo día, ¿No es toda una ganancia? ¡Gracias a ti pude ver tantas expresiones lascivas de mi dulce ángel!
Ema miró al hombre loco que estaba divagando sobre su hija con un poco de terror, ¿Qué clase de monstruos era los que atraía su estúpida hija?
—En fin, dejando de lado mi amor por mi dulce Jin —Ema se sintió asqueada cuando prácticamente podía escuchar el corazón en la boca del hombre al mencionar el nombre de su hija—. Ahora… ¡Debo elegir el método en que torturarte!
La voz de Obito sonaba cantarina y juguetona, un tanto extática con un deje de diversión entre las comisuras de sus dientes y, antes de que la mujer pudiera procesar las palabras del hombre en su engreído cerebro, un fuerte puñetazo le quitó el aliento de sus pulmones, extrayendo todo el aire dentro de ellos y la hizo vaciar su estomago.
—¡He decido que te romperé todos los huesos y luego te curaré! —exclamó felizmente Obito, si llevara su mascara de espiral, seguramente nadie se lo tomaría enserio, su voz demasiado tonta y alegre como para tomar enserio a Tobi, pero como no lo hacía, como no tenía esa estúpida máscara naranja, el hombre mostraba un rostro cruel con una oscura y retorcida satisfacción sádica, sus palabras lejos de parecer una broma, parecían más un hecho de una mente enferma.
Ema gritó y lloró cada vez que el diabólico hombre procedió a romper cada parte de su cuerpo, empezó desde la punta de sus delicados y hermosos dedos, tomándose su tiempo para romper falange por falange hasta llegar al dorso de su mano, en donde empezaría con un nuevo dedo al cual trizar sus huesos. Lenta y minuciosamente, el hombre se encargó de hacer polvo los huesos de la mujer, cada movimiento estrictamente calculado para crear el mayor daño posible hasta que finalmente se le acabaron los dedos que romper.
La mujer en este punto ya era un lío de llantos, sus dedos estaban completamente destrozados, pero a Obito no le importaba y empezó a atacar cuidadosamente uno por uno los huesos del dorso de la mano, metacarpianos, hasta que rompió con satisfacción los cinco en cada mano hasta pasar a los huesos más pequeños de las articulaciones de su muñeca, los carpianos.
Obito tarareó felizmente hasta que las manos de lo que alguna vez fue una poderosa mujer, ahora no eran más que una masa de carne sin forma, su felicidad por las nubes al ver como Ema estaba reducida a nada.
Pero aún no rogaba por piedad, era algo que decepcionaba a Obito.
Destrozó sus manos completamente, ¿Por qué no rogaba?
Obito suspiró y negó, el orgullo de esta mujer era demasiado.
—Realmente eres una caja de sorpresas, ¿Cómo no te has desmayado ya? —habló Obito mirando el rostro hinchado y contorsionado de Ema, adolorido y enrojecido por la tortura y el llanto—. Bueno, no es que sea importante, ¿Sabes? Me encargaré de que sufras aún más, después de todo, ¡Ese es solo el comienzo!
Obito aplaudió felizmente y, como muestra de la veracidad de sus palabras, agarró el antebrazo de Ema con ambas manos y apretó hasta romper el radio y cubito de su antebrazo con su pura fuerza bruta, provocando otro grito agónico de la mujer y más lagrimas.
—Ema~ Ema~ Ema~ ¿Sabes algo? Si no hubieras provocado la furia de Jin hasta el punto en que su inocente y piadosa alma toda bondadosa y santificada pidiera juzgar a los pecadores que la dañaron, es posible que hubieras tenido una larga vida sin que siquiera nuestros caminos se encontrasen, para mi rabia y descontento, ¡Pero fuiste estúpida y arreglaste un matrimonio forzado e incluso sellaste el chakra de tu hija y la drogaste! Todo el amor de Jin se volvió odio y aquí estamos, donde puedo soltar libremente mis fantasías con retorcer tu cuello y hacerte tragar tus heces con toda libertad.
Ema tembló mirando al hombre y, humillantemente, se meó encima.
—Ni siquiera podrás desmayarte~ —el hombre aplaudió felizmente y empezó a aplastar lentamente las extremidades de la mujer con sus manos desnudas hasta los brazos y piernas de la mujer cayeron como simples masas retorcidas, entonces, Obito utilizó su kamui para aparecer en molinero del lugar en donde buscó una rueda de carreta y la tomó, volviendo a aparecer frente a Ema, la cual era un completo desastre.
Obito soltó una risita divertida y tomó su rostro entre sus dedos enguantados.
—Esto apenas comienza —murmuró sádica y locamente contra sus labios antes de alejarla bruscamente y dejarla caer sobre sus extremidades rotas y dislocadas.
Tarareando, Obito tomó una cuerda mientras colocaba a la mujer encima de la rueda, haciendo caso ominoso a sus preguntas histéricas y sollozante, negando la existencia de los ruegos provenientes del profundo temor de la mujer y, lentamente, tomó las extremidades flojas de la que alguna vez fue una exitosa e imponente mujer y las empezó a entrelazar y enrollar en los huecos de la rueda de madera.
Ema no podía más, sentía que iba a morir, el dolor era demasiado, no podía respirar.
Dolía, dolía, dolía.
Sentía que no existía más que dolor agónico y que ni la muerte podría salvarla de este suplicio, pero ese demonio simplemente tarareaba felizmente haciéndola gritar y gemir en agonía lenta y metódica.
—Me pregunto, ¿Habrá cuervos en esta isla? —preguntó al aire el Uchiha mientras tomaba a Ema de su largo pelo y la arrastraba atada y maniatada, deformada, en la rueda de madera hasta llevarla al patio delantero de lo que alguna vez fue una lujosa y ostentosa mención que ahora se ha envuelto en sangre y pesadillas, confinada en los fantasmas de los muertos que yacían en ese lugar.
Elevando una de sus manos, Obito convocó una gruesa raíz en la cual puso la rueda en donde estaba Ema, la cual miró horrorizada.
Silbando, el hombre hizo rodar la rueda en el aire haciendo que su víctima sintiera un dolor inimaginable a la vez que las ganas de vomitar la invadían, sin compasión, el hombre siguió girando la rueda como si fuese una especie de ruleta o molinillo durante algunos minutos más hasta que se aburrió y la dejó ahí.
—Que desagradable —murmuró el hombre mirando con indiferencia la mezcla de sangre, lágrimas, sudor y vomito que rodeaba a la mujer—. Verte es realmente repulsivo, tendré que limpiar mis ojos —el Uchiha dejó a la mujer en ese lugar y fue a la estructura destrozada por sus ramas, las cuales se extendieron y propagaron hasta que finalmente exterminaron a todos en la mansión.
Yendo hacia los baños, Obito aprovechó para limpiar su cuerpo y cambiar su ropa, después de todo, si quería limpiar sus ojos, ¿Qué mejor manera que ver al ser más puro y dulce de este patético planeta? Ver a su dulce Jin dormir tranquilamente sin duda alguna será un alivio para su alma pecadora.
Aseado y duchado, Obito volvió a su dimensión Kamui y miró a su dulce Jincita dormir, sus ojos instantáneamente se llenaron de calor y se acostó a su lado, besado suavemente su cuello y acurrucándose demás de ella mientras una amorosa sonrisa surgía en sus labios.
¿No es hermosa?
Pasó al menos unas tres o cinco horas meramente observándola dormir profunda y hermosamente, antes de volver a salir de su Kamui a donde estaba la perra que compartía sangre con su amada.
Mirando el patético estado en el que se encontraba Ema, Obito observó con deleite como sí había cuervos en el lugar y se encontraban picando los ojos de la mujer al mismo tiempo que otros picoteaban la carne blanda que pudieran alcanzar a desgarrar. Mirando el espectáculo durante unas dos horas, finalmente espantó los cuervos cuando sintió que la fuerza vital de esa perra se iba apagando, por lo que la desenredó de la cuerda y le puso un sello curativo.
—Tks… que desperdicio de buenos recursos —chasqueó molesto Obito al ver como el daño no se reparó del todo y tuvo que colocar otro sello para que estuviera un poco mejor.
Volvió a tomar a la mujer del cabello y la arrastró por el suelo hasta una habitación en donde la sentó y ató a una silla con cuerdas, posicionándola debajo de una estantería mientras ponía un gran barril de agua en la estantería, reforzándola un poco más con su Mokuton para que no le cayera en la cabeza a la mujer y hacía un pequeño agujero en el barril para que goteara.
—No es la gran cosa, pero al menos podrás sufrir durante horas sin morir —tarareó Obito mirando como la mujer estaba semi consciente y le dio una suave palmadita en los hombros—. De todas formas, dejaré que un Zetsu se asegure de que tú no mueras, después de todo, aun no has sufrido lo suficiente.
Dicho esto, Obito se fue de la habitación y un monstruo blanco y retorcido apareció frente a Ema.