So Simp [Yandere! Uchiha Obito]

Naruto (Anime & Manga)
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So Simp [Yandere! Uchiha Obito]
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Summary
[Serie So or Mine]Obito, víctima de sus errores y pesadillas, termina retrocediendo en el tiempo debido a que fue presa de un destino que nunca fue suyo en primer lugar.El sabio de Seis caminos sabe que sus hijos torcieron el mundo y lo destruyeron por culpa de sus acciones, decide que es hora de que las víctimas reciban su justa compensación.Jin reencarna en el mundo de Naruto, como Simp dedicada del trágico Obito y su horrible destino de mierda, Jin decididamente decide que va a seducir a Obito a como de lugar, ¡A la mierda Rin! ella será el crush de Obito.Porque en su mente, Jin sabe que Rin es una persona muy amable y no le debía nada Obito por su afecto incondicional, pero igual siente que Rin fue un poco mierdas al ignorar arbitrariamente a Obito y dejarlo de lado ante la primera oportunidad en pos de Kakashi, que ni siquiera le dirigía la mirada.
Note
ACLARACIONESHace años que no me veo Naruto, pueden haber incongruencias y meteré algunos headcanons a mi gustoPuede que no te guste mi contenido, así que, si no quieres leer mi historia, está bien, pero no critiques mi trabajo porque no es de tu gusto Esta historia contiene:ObsesiónDependencia emocionalMuerte de personajesViolencia canónica del universo de narutoAmenazasNormalización de comportamientos no saludablesMachismo y MisoginiaEtc.
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lxx. pronto

Kisho se sintió… ignorado. En algún momento, ya no eran solo Jin y él paseando por el pueblo de Konoha -el alivio que tanto necesitaba su corazón, el cariño en sus ojos al verlo, la ternura y gentileza en sus acciones tiernas las cuales él nunca antes de conocerla había recibido, el suave calor que sus palabras le producían, la entera disposición y atención de Jin hacia él, que con su inmensa amabilidad, ella intentaría hacerlo feliz-, sino que se les unieron los hermanos -y él ya no era el único en sus ojos- que conoció en ese pequeño festival y ahora se les unía un shinobi que Jin parecía conocer muy bien.

Era… doloroso, ver como nuevamente era ignorado y dejado de lado en pos de otros -otros más sanos, más fuertes, más altos, mejores-, como los ojos de Jin brillarían y se posarían tan hermosamente en el feo, horrible y escalofriante Uchiha con el rostro deformado -como esos ojos cargados de amor se posarían en él con un ligero tinte de tristeza y añoranza-. Kisho no entendía porque Jin no pararía de ver al Uchiha con tanto cariño, incluso cuando la cicatriz del hombre era un poco -mucho, cada vez que lo veía se le revolvía el estómago con desagradables nauseas-repugnante, muy incómoda para la vista. Y la forma en que su piel estaba arrugada y rasgadas, como habría pequeños baches hundidos en su piel, como una parte de su labio estaba cortado hasta la barbilla y se le verían ligeramente dientes y encías, la forma en cómo se contraerían esas enormes cicatrices faciales cada vez que el Uchiha moviera su boca simplemente no era agradable.

Kisho no podía entender que veía Jin en ese hombre tan… feo.

Sabía que no era el único que se sentía tan incomodo con la presencia del Uchiha, los hermanos también parecían un poco incómodos mirándolo de vez en cuando de reojo, observando sus cicatrices fijamente de manera grosera y luego disculpándose por ser irrespetuosos y demás.

También había visto ligeramente la -repugnante- parte blanca de su cuello que entraba en conflicto con su piel ligeramente morena, lo que le causó aún más inquietud y molestia -¿Será acaso una enfermedad? ¿Será acaso contagioso?-, un nerviosismo de porqué consiguió el hombre esas cicatrices y como lo hacía mantenerse al margen del intimidante e imponente hombre.

Kisho encontraba desagradable al Uchiha, lo incomodaba, no era fácil ni grácil a la vista, como una especie de muñeco roto o algo así, simplemente Kisho no podía sentirse cómodo con el Uchiha, a pesar de que el azabache nunca mostró ningún indicio de querer molestarlos o hacerles algo malo, siempre muy amable y cordial con todos ellos.

Pero quizás lo que más le molestaría sería ver como el hombre simplemente rodearía con sus brazos -como si fuera su derecho- las caderas de Jin, siempre hambriento de su tacto, buscando la oportunidad para siempre tener constantemente una de sus -desagradables- manos enguantadas sobre ella en cada ocasión. Como si Obito simplemente no pudiera dejar de tocar a Jin y si alguien se acercase demasiado o intentase tocar de la misma manera a Jin, él lo apartaría imperceptiblemente de formas sutiles como alejando a Jin o interceptándolo con sus manos, incluso les brindaría una mirada ligeramente amenazante, sus ojos negros tiñéndose de un amenazador rojo carmesí tan sutilmente para no despertar las alertas en Jin la cual parecía completamente ajena a las acciones del shinobi.

Era molesto, frustrante y totalmente irritante como el Uchiha simplemente por existir se llevaba la entera atención de Jin.

Ya tenía que soportar compartir la atención de Jin con esos otros dos, ¿Por qué ahora venía un tercero?

—¿Y cómo se conocieron ustedes dos? —preguntó Sora mirando de reojo a Obito, tanto su hermano como ella sabían que era muy grosero observar fijamente las cicatrices de las personas, realmente lo sabían, pero era simplemente inevitable.

La curiosidad los estaba matando.

Él era shinobi, ¿No? Se veía tan alto y fuerte, seguramente este hombre tiene historias que contar, ¿No? Seguramente las consiguió en una misión genial tras derrotar a muchos enemigos siendo todo un monstruo en la batalla o, por el contrario, una triste historia emocionalmente desgarradora que los lanzaría a un mar de lágrimas, ¿Cuál fue? ¿Cómo las consiguió? ¿Fue una lucha épica? ¿Fue una escena conmovedora? ¿O, contra todo lo genial que pudiera ocurrirles, fue un accidente estúpido como que se cayó de la cama en mala posición?

Sora estaba ardiendo de curiosidad, la única razón de porque no preguntaba ni Atsushi lo hacía por ella, era porque sabían que seguramente sería muy incómodo para el hombre recordar lo que sucedió.

Sabían que estaban siendo terriblemente irrespetuosos al verlo a cada rato, pero… ¡La curiosidad los estaba matando! Incluso su hermano se estaba mordiendo el labio y Sora no sabría si es por la curiosidad o porque el pecho del hombre está bastante lleno con dos lujosos pectorales que parecían muy atractivos.

También tenía un bonito culo, pero ese es tema aparte.

—Nos conocimos en el mercado, resulta que estaba haciendo algunas compras para que mi abuela hiciera una comida casera, después de que fuera al parque y fracasar en hacer amigos… nuevamente —Jin suspira deprimidamente y Kisho suavemente acaricia su brazo con preocupación.

—¿Por qué no podrías hacer amigos? ¡Seguramente eras toda una monada! —exclamó Atsushi y arrulló al pensar en Jin chiquita.

¿Cómo podría no serlo? Jin era tan bonita ahora, no podría ni imaginar lo linda que era de niña, ¡Seguramente tendría unos cachetes adorables los cuales pellizcaría! ¿Y sus grandes ojos de niña? Kya~ podría imaginarse que se vería como un adorable chibi y una muñequita de bolsillo.

—Lo era —confirmó Obito sonrojándose ligeramente, pero luego soltó una risita divertida porque recordó como Jin se deprimió cómicamente luego de chocar con él.

—Porque a nadie le gustaba mi cabello azul celeste y decían que mis ojos fucsias eran raros, les molestaban los corazones que tenía en los ojos —Jin suspiró tristemente recordando esos oscuros momentos de su infancia—. Intenté en muchos parques, pero nadie quería ser mi amigo y se burlaban de mi…

—Pero ahora nos tienes a nosotros —Sora hizo una pose de fuerza, la misma del cartel “We can do it”.

—¡Cierto, cierto! ¡Quien se burle de ti se llevará una paliza de mi parte! —exclamó Atsushi— ¡Yo también tengo el pelo azul, así que vean que risas!

—¡Cierto! Y yo lo tengo morado, vean y lloren, cualquier mocoso desubicado lo pondré en su lugar a base de mis puños —Sora besó sus nudillos y levantó ambas manos hechas puño.

Jin soltó una risita divertida mirando a los hermanos empezar a pelearse con oponentes imaginarios.

Atsushi, por graciosos que fuera, iba perdiendo incluso en su propia imaginación.

—Siempre estaré aquí para ti, Jin-chan. Puede que no hubiera podido estar en el pasado, pero de ahora en adelante siempre podrás contar conmigo —habló Kisho suavemente y acarició el bíceps de Jin con suavidad.

—Jin siempre podrá contar conmigo y sus amigos para protegerla —habló Obito y apretó ligeramente la mano de Jin—. Nunca la dejaremos sola.

Jin sonrió ligeramente pensando en lo irónico que era eso viniendo de Obito, pero de todas formas no dijo nada.

Ema miró los papeles frente a ella, sus ojos fucsias miraban con frialdad las letras negras en la hoja y una pequeña sonrisa apareció en su rostro afilado, no había calidez en ella, ni emoción, solo un frío calculo mientras organizaba los papeles golpeándolos contra la mesa suavemente contra la mesa y observó por la ventana las hojas de los árboles moverse.

Buenas fechas.

Pensando en su hija, Ema miró su reflejo en la ventana e hizo una mueca burlona. Si Jin fuese la mitad de fría y calculadora que ella, sabría lo que le conviene, ¿De qué sirve ser solo un cordero más lanzado al matadero? La idealización shinobi es repugnante, enviar niños y niñas a matar por el deseo profano de la carne tierna, por la emoción perversa de ver la sangre derramarse cubriéndolo con palabras bonitas como honor y sacrificio.

Todas estas guerras sangrientas y barbáricas podrían evitarse fácilmente si se utilizasen los métodos políticos adecuados, si los tratados fueran lo suficientemente sólidos y sus negociaciones fueran más agresivas en vez de tan permisivas, ¿De qué servía tener una nación a tus pies si ni siquiera podías sostenerla en su lugar? Por un lado, Ema no dudaría en alabar el profundo lavado de cerebro que tienen estos niños adoctrinados, la idealización de que la matanza unilateral y el robo “justificado” que no los convierte en más que mercenarios de nombres prestigiosos, es realmente impresionante.

Los shinobis no dudan, no piensan por si mismos, no intentan ir más allá de sus autoimpuestas reglas, sintiéndose enfermos de solo utilizar su cerebro en algo más allá de crear técnicas para matar o robar, porque si utilizaran esos diminutos cerebros y se cuestionaran de porqué es tan importante que ellos sigan las reglas y que obedezcan ciegamente a su “honorable Hokage” se darían cuenta de que los envían a sus propias muertes sin remordimientos, dejando a los débiles como carne de cañón y a los fuertes en espera, como esos dichosos altos mandos y los más fuertes de la aldea se pudren en sus asientos de pereza y regocijo de logros pasados.

Era ridículamente gracioso como esos “inteligentes” y prodigiosos” ninjas siquiera intentar ver a través de los trucos y estrategias enemigas, intentar aprender de los enemigos para mejorarse a sí mismos y solo esperando como buen ganado que un alto mando los guíe a su dulce muerte o a un reconocimiento envenenado de malicia.

El honor y reconocimiento solo los encadenan más, ponen gruesos collares en sus cuellos que los ahogan con el deber de mantener el prestigio de ser un buen shinobi, como su presencia es un ejemplo a seguir para los demás y solo los ata aún más a obedecer ciegamente a su líder incuestionable.

Ema se burla interiormente.

Bastardos que ni siquiera pueden administrar las finanzas de un pequeño sector se hacen los dueños de una aldea, dependiendo su economía netamente de que otras personas externas los contraten, con la incertidumbre de que no haya suficiente trabajo, en vez de intentar volverse auto independientes y no necesitar utilizar la guerra como excusa por sus ineficientes y carentes habilidades administrativas.

Y pensar que su hija es otra de esos retrasados simios con el cerebro lavado por esa dichosa “voluntad de fuego” o la mierda que sea, ¿Las guerras vienen del odio? ¡Tonterías! ¡Meras excusas banas y sin fundamentos para que sus tontos shinobis con lavado de cerebro no se den cuenta de sus paupérrimas habilidades de liderazgo!

Cualquiera con un poco de cerebro sabría que las guerras se generan por múltiples factores, como el mantenimiento o los cambios en las relaciones de poder, redirigir la atención de los problemas económicos culpando a otras naciones, ideologías y creencias diferentes, cuestiones territoriales ya sean históricas o estratégicas, incluso por necesidades como Suna, la aldea más pobre por la falta de recursos hídricos, pero, por sobre todo, por los recursos económicos.

¿Quién no sabe que la nación del fuego es la nación oveja más gorda y llena de lana de entre todas las demás naciones elementales? Es rica en todos los recursos naturales, tiene una amplia población, buen clima, buena disposición y las ideologías entre las pequeñas aldeas no son tan grandes e incluso si lo fueran, solo serían pequeñas rencillas que se resolverían fácilmente enviando un pequeño escuadrón de shinobis para demostrar poder absoluto y un control de poder apropiado.

¿La guerra viene del odio? ¡No me hagas reír! Es solo un instrumento político que desatan todos estos grandes y poderosos kages para que los servicios shinobis sigan siendo necesarios, para detener el avance tecnológico, social y comercial para que el poder se siga concentrando en los más fuertes, en vez que de las personas verdaderamente inteligentes y astutas asuman el poder y guíen a estos bárbaros para utilizar de una manera más eficiente su poder.

Es bastante conveniente que las únicas instituciones educativas sean instituciones en la formación de nuevos shinobis o se necesite invertir grandes sumas de dinero para el aprendizaje de los niños, dinero, que las personas comunes e ignorantes no podrían adquirir ni en sus sueños, por lo que recurren a ser shinobis, trabajos agrícolas o casar a sus hijas con hombres ricos y de buena familia.

Seamos honestos, los pueblerinos de bajo estatus social tienen grandes dificultades para mantenerse día a día por sí mismos, ¿De dónde sacarían tiempo para leer un libro cuando trabajan de sol a sol? Todos los días levantándose temprano y acostándose aún más tarde para sobrevivir recibiendo lo suficiente como para no morir.

Maravillosas bibliotecas reducidas a cenizas en el fragor de la batalla.

Grandiosas fuentes de información reducidas a nada más que edificios polvorientos perdiéndose en el olvido.

La única salida fácil para esos pueblerinos de bajos recursos no es otra que vender a sus hijas en matrimonios concertados para elevarse sobre los demás y vivir una vida más cómoda y plena a través del sacrificio de sus hijas.

Ema mira los papeles en sus manos por un momento y duda, no porque le importe su tonta hija que decidió solo ser un cordero para matadero, no, sino por el mero hecho de que Hagino Yoichi es demasiado poca cosa para su hija, con lo poco que ha visto de ese rubio, puede predecir que su empresa familiar fácilmente caerá cuando sus codiciosas manos sean puestas en ella, pero también es precisamente el por qué desea que Jin se case con ese hombre inútil y carente de habilidades.

Cuando su familia vaya a la quiebra, correrá hacia ella y Ema susurrará dulces estrategias que lo elevarán del suelo a la grandeza y, antes de que ese hombre se dé cuenta, su garganta será atravesada y Jin se quedará con todas sus pertenencias, por ende, Ema controlará esas empresas ya que su tonta hija no podría importarle menos algo relacionado con los negocios y la política.

Era tan jodidamente simple que babeaba por ese gran trozo de pastel que prácticamente estaba servido frente a ella. Solo con que su tonta hija aceptara ir con ella a ese viaje y haría casarse con Hagino Yoichi, la drogaría para que concibiera un hijo y, considerando que es un hijo bastardo y no deseado, es probable que Jin lo repudie y ella podrá tener un heredero digno que criará minuciosamente sin la intervención de su retrasada madre y el estúpido de su ex marido.

Un niño a su semejanza.

Ema podía saborear el aroma y gusto de su deliciosa victoria.

Es un lastima, si Jin fuera pura, podría haber vendido fácilmente su virginidad a alguien con mayor valor y aplicar los mismos planes de que tenía para Hagino Yoichi, lastimosamente, su hija era una zorra necesitada como su padre y es una puta de pollas que se folló a un sucio shinobi.

¿Quién le dice que no se folló a estas alturas a todos sus “amigos” shinobis? A diferencia de Ema, Jin tiene muchos “amigos”, a los cuales Jin es muy cercana y es extremadamente sentimental, por lo que, si esos shinobis quisieran manipularla para follársela, seguramente su tonta hija cedería fácilmente y le abriría las piernas. Ema por el contrario ve a todos como piezas a utilizar, sin son inútiles, entonces los desechará porque nadie necesita algo defectuoso, jamás se dejaría usar por nadie a menos de que lo haga intencionalmente para luego apuñalar por la espalda a aquel que la quiso utilizar y le arrebataría todo por lo que esa persona trabajó durante años y se lo quedaría como compensación por el desagrado de ser utilizada.

—No iré contigo —Jin la miró a los ojos, nada se reflejaba en sus ojos de corazón y Ema debe de elogiar su cara de indiferencia y su mascara de nulidad, al menos su trabajo de shinobi le permitiría tener esa cara en blanco en la cual nada se veía, al arte del engaño es bastante poderoso y ni siquiera ella, quién ha estado en los escenarios más sucios del mundo de los negocios, puede descifrar.

—¿Por qué? —preguntó Ema, Jin era una niña tonta, pero no lo suficiente como para no sospechar algo con respecto a ella, después de todo, si no obtuviera algunas pistas de sus actos, su cabeza no seguiría unida a su cuello.

Guardó cuidadosamente cada posible cosa que la pudiera incriminar o delatar sus actos, pero no es sorprendente que un rastrero Shinobi hubiera podido violar sus defensas y haberse metido dentro de sus archivos y haber manipulado su caja fuerte, Jin era una Kunoichi, debería tener las suficientes habilidades como para vulnerar su oficina y humear entre sus cosas.

—Hasta las bestias cuidan de sus hijos, eres peor que las bestias —se burló Jin desde la ventana, incluso si su expresión era burlona y hosca, sus ojos mostraban una indiferencia marcada y clara, las lagunas en sus pupilas demostraban que no era más que una dura pared en blanco sin ninguna ondulación en ellos o muestra de sentimientos.

—¿A qué te refieres con ello? —preguntó con indiferencia, no le importaba mucho si Jin supiera las cosas o no, de todas formas, podría obligarla a ir contratando sus servicios como shinobi.

—Sabes de lo que hablo. Desde hoy, no me vuelvas a contactar nunca más —habló Jin con un tono plano.

Ema se irritó.

Sonaba tan parecida a su padre.

Los recuerdos de su tumultuoso divorcio resurgieron en su mente, las imágenes del cariñoso y desesperado esposo que se arrastraba por ella buscando su aprobación constante y complacerla ahora mirándola como si ella no fuera más que una hormiga insignificante que no merecía su atención, atormentaba su mente llenándola de una rabia ardiente, como esos fríos ojos azules carentes de emociones trapazarían su alma de sangre caliente y la cortarían por la mitad mientras adivinaba cada uno de sus patrones y técnicas a utilizar como si fuese una especie de dios omnipotente que leyera su mente con facilidad y la subestimara.

La única razón por la que ese hombre trajo a su mejor abogado fue simple y llanamente porque no quería darle ni siquiera una oportunidad con tal de que ella se quedara con la custodia de Jin. En menos de un mes, ese hombre había reunido cada pieza de información de ella desde su pasado hasta su presente, nada se le escapó de las manos y la controló de una manera tan cuidadosa que la orilló a jugar sucio.

Y, siendo Banri el hombre astuto y frívolo de negocios del cual se hizo pareja, él ya había visto que ella caería en los trucos sucios y trajo toda la documentación sobre las inscripciones de Jin en el rubro shinobi. Si ella iba a jugar sucio manchando su reputación y cuestionando su carácter, Banri se aseguraría que ninguno de los dos tuviera control sobre Jin.

De alguna manera, el sucio bastardo incluso había conseguido que el Hokage le entregase los reportes de misiones de Jin y su desempeño en ellas -seguramente pagó al menos tres o cuatro misiones rango S para luchar por la custodia de Jin, ese bastardo derrochador de dinero-, Banri había sido cuidadoso en recopilar una pared de argumentos sólidas y firmes, llegando a incluso tomar declaraciones de los maestros de academia, compañeros de clase shinobis, los Jounin sensei de estos y los clientes involucrados en la misión.

No solo estaba aceptando renunciar a sus derechos paternos a controlar la vida de Jin al ser ella una “adulta” legal bajo el estamento shinobi, sino que se había preparado para contrademandarla por abuso y negligencia infantil, trayendo de testigos a los inútiles sirvientes de la casa que no podían mantener su puto hocico cerrado para mantener sus vidas y a la perra inútil de su madre que no dudó en darle la espalda.

Claro, al menos no alcanzó a realizar la demanda completa cuando Jin interrumpió en el salón declarando que prefería suicidarse que estar con ella nuevamente, alegando a todos los “maltratos” que recibió de su parte -pero eso solo la hizo pagar una indemnización más grande aun, incluso obtuvo visitas condicionadas con shinobis vigilando sus espaldas y una orden de alejamiento durante casi ocho años-.

¿Desde cuándo diciplinar a tus hijos era maltrato? ¡Que agradezca que no provenía de uno de esos grandes clanes shinobis! ¡De lo contrario, esa pequeña puta sabría lo que es el verdadero maltrato infantil!

—Veo… —mirando la espalda de su hija a punto de altar de la ventana del segundo piso—. Supongo que tu adorado amigo enfermizo tendrá que sufrir las consecuencias de romper el compromiso de su hermano mayor, ¿Verdad?

Jin no mostró reacción visible, incluso si quería tensarse y darse la vuelta.

—Me pregunto cómo lo diciplinarán los Hagino, después de todo, Hagino Kisho es la deshonra de los Hagino —Ema miró sus uñas con indiferencia—. Un chico indefenso y débil, incluso los Hagino no son tan despiadados como para hacer sufrir a uno de sus hijos en las duras calles… seguramente la muerte es mejor que ser un asqueroso mendigo, ¿No?

—… —Jin siguió indiferente como si las palabras no le afectaran.

Ema entrecerró sus ojos, justo cuando Jin estaba a punto de saltar por la ventana sin reaccionar de ninguna manera a sus provocaciones, como si la mera existencia de Kisho le fuera indiferente, Ema volvió a abrir sus labios.

—Y esos desagradables artistas callejeros… ¿No crees que ya es hora que se vayan de Konoha? —Ema le dio la espalda a su hija y ambas estaban de espaldas a la otra—. No hacen más que estorbar con su presencia, obstaculizan el paso peatonal, bajan la reputación de los lugares en los que están y no son más que una molestia en general, ¿No crees?

—¿Has enviado a Shinobis a vigilarme? —preguntó Jin tranquilamente.

—¿Irás o no irás? —preguntó Ema mientras se iba alejando hacia la puerta, pero Jin con un rápido shunshin apareció detrás de ella y un Kunai estaba presionando contra su garganta.

—Intenta hacer algo gracioso y me aseguraré de que este kunai entre por tu culo y salga por tu boca —murmuró fríamente Jin mientras un fino hilo de sangre corría por la herida de corte en el cuello de su madre—. No soy la niña indefensa a la que podías golpear y manipular, ahora soy la que asesina y manipula.

La mano que no sostenía el kunai acarició el abdomen de Ema hasta llegar al centro de sus senos y esta brilló ligeramente.

—Haz algo por tu cuenta y todo lo que experimente yo, lo sentirás tú, pero el doble —una sonrisa fría apareció en el rostro de Jin mientras murmuraba en su oído—. No soy masoquista, pero podría o no desactivar intencionalmente los sellos en mi cuerpo que impiden lastimarme y saltar casualmente a un papel bomba, ¿Quién sabe? Tal vez pueda ser como Senju Nawaki-kun y ser compañeros de experiencias al explotar en mil pedazos, ¿No sería divertido, eh, madre? —Jin ronroneó juguetonamente mientras un aura asesina la rodeaba.

Jin sonrió y Ema tragó ligeramente saliva mirando su reflejo en la ventana que estaba frente a su puerta.

—Después de todo, puedo curar mis propias lesiones, pero todo el dolor lo sentirás tú, ¿No es divertido? Orochi-san siempre ha querido ver cuánto puede resistir un cuerpo humano siendo abierto y cortado sin desmayarse o morir del dolor, ¿Por qué no ser su conejillo de indias? Quien sabe, quizás podría darme buenos sellos y ayudarme en la creación de un mundo de bolsillo… —Jin soltó una risita escalofriante y Ema sudó, pero se mantuvo firme a pesar de que el terror lamía debajo de su piel.

Jin… esta chica…

—Nos vemos pronto, madre —Jin soltó una risita jovial mientras su aura opresiva de disolvía y besaba tierna, ruidosa y desagradablemente la mejilla de su madre.

Jin desapareció en el aire y Ema cayó de rodillas al suelo mientras sudaba cascadas y se limpiaba la saliva en su mejilla.

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