So Simp [Yandere! Uchiha Obito]

Naruto (Anime & Manga)
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So Simp [Yandere! Uchiha Obito]
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Summary
[Serie So or Mine]Obito, víctima de sus errores y pesadillas, termina retrocediendo en el tiempo debido a que fue presa de un destino que nunca fue suyo en primer lugar.El sabio de Seis caminos sabe que sus hijos torcieron el mundo y lo destruyeron por culpa de sus acciones, decide que es hora de que las víctimas reciban su justa compensación.Jin reencarna en el mundo de Naruto, como Simp dedicada del trágico Obito y su horrible destino de mierda, Jin decididamente decide que va a seducir a Obito a como de lugar, ¡A la mierda Rin! ella será el crush de Obito.Porque en su mente, Jin sabe que Rin es una persona muy amable y no le debía nada Obito por su afecto incondicional, pero igual siente que Rin fue un poco mierdas al ignorar arbitrariamente a Obito y dejarlo de lado ante la primera oportunidad en pos de Kakashi, que ni siquiera le dirigía la mirada.
Note
ACLARACIONESHace años que no me veo Naruto, pueden haber incongruencias y meteré algunos headcanons a mi gustoPuede que no te guste mi contenido, así que, si no quieres leer mi historia, está bien, pero no critiques mi trabajo porque no es de tu gusto Esta historia contiene:ObsesiónDependencia emocionalMuerte de personajesViolencia canónica del universo de narutoAmenazasNormalización de comportamientos no saludablesMachismo y MisoginiaEtc.
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xxi. ojos

Cuando Banri se despertó, sintió como si hubiera envejecido repentinamente ochocientos años, pero al sentir un delicioso aroma proveniente de la cocina, supuso que su suegra estaba cocinando, lo cual había sido un evento extremadamente raro desde que su pequeña nieta ese escapó de casa por los abusos absurdos de su cruel esposa.

Levantándose con el cerebro medio adormilado y con el cuerpo pesado, Banri se miró al espejo y ni siquiera hizo el esfuerzo de cambiarse de ropa o alistarse en absoluto, ¿Qué sentido tenía? No había razón para hacer tal cosa, no le importaba quien lo viera en un estado tan deplorable, en esta casa solo estaban sus sirvientes y Sayuri-san, su esposa debería estar haciendo algún viaje de negocios, porque a la perra seguramente no le importaría tirar a su hija debajo del carruaje o al rio si eso significaba más dinero.

Banri siseó enojado mientras ponía una expresión cruel en su rostro, antes de que se desmoronada en una devastada al recordar la transformación del hombre albino que vino con Jin… ¿A qué? Honestamente, él no lo sabía, pero supone que estaba relacionado con conseguirle ropa o algo así, aunque por las vestimentas nuevas que tenía su hija, supone que tampoco le serían muy necesarias debido a la sobreprotección del hombre albino…

¿Quizás Jin vino a buscar algo de valor sentimental para ella? Banri lo dudaba, ¿Qué podría querer ella que estuviera en esta casa maldita? Seguramente le causaría muchas pesadillas volver a poner un pie en esta casa, Banri se sintió aún más deprimido ante estos pensamientos.

Su pobre hijita… seguramente ella ya se fue con ese hombre albino que parecía merecer más el título de su padre que él…

Jin miró a su padre con las mejillas llenas de comida y el hombre la miró con incredulidad, pero algo cálido se expandió en su pecho y luego de mucho tiempo, el azabache pudo reír ligeramente.

Su hija parecía una pequeña ardilla, luego miró al hombre albino que estaba igual y solo incrementó su risa.

Jin y Sakumo compartieron miradas, antes de ponerse pálidos y temblar cuando Sayuri apareció con una brillante sonrisa y les puso más comida en sus platos…

Después de que ambos shinobis sobrevivieran demilagro a la abundante comida de la mujer mayor, ambos estaban sentados juntos en posición seiza frente a Banri y Sayuri, separados por una mesa baja en donde estaban servidos té verde y unas galletas -que ambos shinobis no querían ni ver, apenas podían con el té, mucho menos podrían seguir comiendo esas deliciosas y pequeñas galletas-. Sakumo tenía una expresión seria y algo oscurecida mirando a ambos civiles, aun así, no podía dejar que su inconformidad lo dominara por completo sin saber si eran verdaderamente culpables o solo las maquinaciones de esa bruja que ni siquiera ha tenido la desgracia de conocer aún.

—Entonces, Hatake-san, ¿Qué es lo que quería hablar con nosotros? —preguntó Banri mirando al hombre con una ligera tristeza en sus ojos celestes.

Era inevitable que el albino decidiera llevarse a su hijita para brindarle un lugar seguro. Ni siquiera tendría que luchar realmente por el derecho de llevarse a su niña considerando que, bajo las leyes de Konoha, Jin era legalmente una adulta y podría hacer lo que quisiera tomando sus propias decisiones según mejor le convinieran.

Y era obvio que lo mejor que le convenía a ella, era estar con un shinobi que la apoyaba por sobre unos padres abusadores y negligentes.

Banri no podía evitar deprimirse un poco, si solo hubiera decidido ser más hombre y estar presente en vez de escaparse con la excusa del negocio y querer compensar su falta de presencia con ostentosos y extravagantes regalos, las cosas quizás serían distintas

—No pude evitar notar cosas extrañas en la habitación de Jin-chan —inició Sakumo y sorbió un poco de té.

—¿Cosas extrañas? —Banri miró interrogante al albino, sobresaltándose ligeramente preguntándose que podría poner tan en guardia al shinobi de cabellos blancos.

Puede que no sepa mucho sobre los shinobis, pero Banri era excelente para leer el ambiente y ponerlo a su favor, así que leer el ambiente de este shinobi no era tan difícil, pero no tenía ni las fuerzas ni las ganas para intentar mostrarse fuerte y firme.

Estaba demasiado agotado como para intentar hacer sus truquillos empresariales, que vean su verdadera cara de una vez por todas no podría importarle menos.

Le iban a arrebatar a su pequeña niña y no la volvería a ver jamás.

Banri quería llorar.

—Las… rejas en las ventanas de Jin-san… —habló cuidadosamente el albino esperando alguna reacción de ambos adultos, ya sea que supieran o no, Sakumo debería confirmar si estas dos personas realmente estaban preocupadas por Jin o solo eran dos actores muy buenos.

—¿Rejas? —Banri frunció el ceño y miró a la mujer mayor en busca de respuestas, desde que se enteró de la desaparición de su hija, ni siquiera se había acercado a su habitación porque le dolía el corazón el pensar en que su pequeña niña no volvía a casa ni llenaba su lujosa mansión con su encantadora presencia.

—Ema dijo que decoraciones para compensarle a nuestra pequeña lo que le había hecho, ¿Qué sucede con ellas? —preguntó la abuela mirando preocupada al hombre.

Las rejas, no eran tan simples como barrotes de cárceles o algo así, no, eran largos y finos barrotes de metal blanco, con hermosas flores de metal que harían un espectáculo asombroso cuando llegara el atardecer con sus sombras, creando un bonito espectáculo de sombras, aparte de ser barrotes de metal, Sayuri no encontraba nada extraño en el gesto de su hija hacia su nieta.

—Son barrotes hechos con metal absorbente de chakra —habló Sakumo con pesadez al mirar a la anciana que estaba genuinamente confundida.

Él podía sentir la confusión en ambas personas.

—¿C-cómo las armas de chakra o…? —Banri parecía pensar rápidamente y se estaba poniendo un poco pálido, sus rasgos horrorizándose mientras pensaba en los peores escenarios uno tras otro.

—Como el metal fabricado para crear grilletes y esposas para shinobis enemigos encerrados en el centro de interrogación y tortura —explicó fríamente el albino y miró como Banri nuevamente parecía estar a punto de estallar en lágrimas mientras temblaba ligeramente, Sayuri no era menos.

No… no… Ema… Ema no podría ser tan cruel… —habló la anciana intentando autoconvencerse en vano de que su hija no era una escoria completa.

—No solo eso, también revisé el baño —Sakumo se removió un poco incomodo, no era como si fuese su pasión revisar los baños que están destinados a las niñas, ¿Saben? Es muy incómodo, claro, un baño lo ocupa cualquiera, pero era claro que el baño en una habitación era para la persona en cuestión, no para invitados no deseados.

El baño de Jin era muy bonito, todo rosa con lo que se esperaría de una niña delicada y hermosa como lo era Jin. aunque Sakumo encontraba un poco de mal gusto que las paredes de la ducha fueran de cristal trasparente, al menos tenía algunos detalles de árboles de cerezo para cubrir vagamente la vista. Si Sakumo fuera el padre de Jin, pondría algunas cortinas de baño solo por si acaso, nunca se sabe si hay algún sinvergüenza por allí y, aunque lamente admitirlo, él mismo es amigo de un bastardo pervertido, que, si bien no le interesaban las niñas, no podría decir lo mismo de Jiraiya una vez que la niña se volviera adolescente y tuviera curvas en su cuerpo.

Jiraiya era un excelente amigo, realmente, pero su mayor problema era que ese bastardo era un pervertido empedernido y apasionado que jamás dejaría de ser un mirón por más veces que los Uchiha lo arrestaran y tiraran al calabozo o cuantas veces las mujeres le dieran la paliza de su vida.

Ah, incluso hubo una vez en donde Tsunade casi lo mataba… pero nunca aprendió la lección.

—Todas las posibles “salidas” que encontré en el baño, están bloqueadas con el mismo tipo de metal, por no decir que el conducto de ventilación por donde podría escapar Jin por su pequeño tamaño, está saturado de este metal roba chakra, lo cual, si Jin-chan intentara escapar por ahí, solo terminaría en su muerte por agotamiento de chakra —habló crudamente el hombre mirando los rostros horrorizados de tanto padre como abuela y a Jin en shock.

Era de conocimiento público que todos los seres vivos tenían chakra y lo necesitaban para vivir, entonces, ¿Por qué parecía como si nunca hubieran escuchado de esa información? Sakumo se sentía un poco incomodo mirando al padre y abuela de su querida Jin-chan.

Sayuri sollozaba fuertemente casi desplomándose con cada hipido, no podía creer que clase de monstruo se había convertido su hija como para llegar a tal punto en que podría matar a su propia hija solo porque ella no quería seguir sus instrucciones, porque quería vivir su propia vida.

Lagrimas gruesas y calientes caían por su rostro y ella no podía evitar culparse por todo, ¡Si tan solo no hubiera sido tan necia! ¡Tan ciega! Sayuri no podía creer lo ingenua que había sido como para negarse a ver la realidad durante tanto tiempo, ¡Los ojos de su hija era un recordatorio constante de su naturaleza abrasiva y luchadora! ¡La naturaleza de un guerrero!

Los ojos del clan nómada Aikawa usualmente determinarían la naturaleza de las personas, pero también parte de sus habilidades, lo que se dividen en cuatro segmentos, Trébol, Pica, Diamante y, finalmente, Corazón.

Por ejemplo, ella misma tenía el símbolo de trébol en sus ojos, lo que la hacía una excelente curandera, sus habilidades de curación y percepción para entregar la medicina correcta a las enfermedades casi incluso de que el paciente dijera sus síntomas la hacía una excelente curandera y médica, sus habilidades brillaban aún más cuando se encontraba cerca de campos de batalla, porque cada herido que ella atendiese bajo sus manos, saldría sano y tendría una larga y prospera vida.

Ella podía sanar mejor que nadie y sus pacientes más complicados por sus heridas, tendría la mejor de las suertes en el futuro.

Su personalidad era amable y calmada, una pacificadora entre las partes que se peleen o disputen sobre algo.

Las personas con diamantes en sus ojos tendrían siempre buena suerte y serían excepcionalmente buenos en sus trabajos, llegando muchas veces a sobresalir de una forma poco común y ganarían mucho dinero en lo que sea que decidieran trabajar, nunca les faltaría algo siempre y cuando lo desearan con fuerza y trabajasen por ellos.

Y quienes tienen picas en sus ojos… Sayuri se lamenta.

Las personas como su hija, quienes tienen picas en sus ojos suelen ser las personas más feroces y despiadadas, pero también las más protectoras. Cada vez que alguien amenazase la seguridad de su pequeño Clan Nómada, las personas con picas en sus ojos tendrían una destreza natural para el combate, siempre desando la adrenalina de caminar bajo la cuerda floja, de empuñar un arma y tener su primera sangre, conseguir su victoria.

Quienes poseían picas en sus ojos solían ser guerreros naturales, personas hechas que viven y prosperan en la guerra, mientras más agitada sea su vida, sus personalidades serán más amables y animadas, una influencia positiva, pero si por el contrario viven vidas pacíficas… usualmente no termina bien, incluso si le dieran todo el cariño del mundo y los educaran de cierta forma, quienes poseen picas en sus ojos jamás serían felices.

Siempre infelices, inquietos, molestos porque les falta algo, careciendo de significado en su vida, buscando una acción que libere por fin la emoción que tanto buscaban con desesperación.

Su hija debió ser una guerrera, tal vez no debió haberse asentado en Konoha luego de que su esposo y su primer hijo murieran en las aguas agitadas de la segunda guerra mundial shinobi, quizás Ema hubiera sido más feliz si ella hubiera seguido con el grupo y ocupara el lugar que originalmente le pertenecía, una guerrera, una cazadora, una guardiana; un depredador.

Pero Sayuri no quería que su pequeña Ema viviera en la guerra, como una mujer experimentada que usualmente era quien salvaba indiscriminadamente la vida de las personas que sus manos encontrasen, no quería ver a su hija herida de gravedad como tantos shinobis había visto casi fallecer, no quería que volviese sin un brazo, pero con una sonrisa sangrienta y la emoción a flor de piel que poseerían sus contrapartes de ojos con pica.

No, como madre, Sayuri se negaba a que su hija viviera en un entorno tan hostil, por lo que ella se mudó al pueblo de Konoha, esperando, rezando, que su entorno pacífico pudiera influir positivamente en su vida, deseando que el negarle el haberla inscrito en la academia shinobi hubiera sido lo mejor, anhelando con todo su ser que su hija fuese distinta a los guerreros del clan Aikawa, que fuese mejor, que fuese una niña normal.

¿Pero qué tan normal podía ser una niña que fue hecha para la guerra? La única forma de que Ema se calmara es que tuviera una discusión con alguien, que su emoción se desbordara al tener una pelea a puño limpio con los otros niños del vecindario luego de que se burlaran de ella por su cabello azul celeste o sus ojos fucsias.

Sayuri se negó a ver, ella solo quería que su hija fuera amorosa y feliz, que no se viese involucrada en la guerra.

Y durante un tiempo, Ema se calmó.

Entonces se comprometió.

El joven hombre tenía una expresión firme y fría, ojos celestes tan fríos como estalactitas o como el terrible hielo de los descendientes del Clan Yuki… Sayuri temió que el hombre fuese un shinobi, que fuese alguien que maltratase a su hija o la hiciera sufrir, pero por el contrario, el hombre era una persona que era muy fácil de llevar.

Banri era una persona amable a su manera, un poco torpe socialmente y muy incómodo -este hombre podría tener a un cachorro rogando porque él le hiciera cariño y él estaría todo tieso haciendo que el cachorro se auto acariciara porque él no sabría cómo hacerlo-, pero una persona decente que hacía todo lo posible por hacer feliz a su hija -cosa que era extremadamente complicado teniendo en cuenta la personalidad de Ema-, lo que provocó que Sayuri se sintiera muy feliz y satisfecha con este yerno que era tan filial.

Entonces tuvieron una hija, Jin, su pequeña y única nieta.

La pequeña Jin era un amor, quizás el primer indicio que debió de tener Sayuri fueron sus grandes ojos de corazón, no solo sus pupilas, sino que también los tres pequeños e imperceptibles corazones debajo de sus ojos.

Jin tenía tres corazones, lo máximo que uno de su clan podría tener.

Lo cual era algo bueno, puesto que significaba que Jin sería muy amada, persona que lograra conectar con ella, persona que la consideraría una parte fundamental y elemental dentro de sus vidas. Con su gran corazón, lograría sanar hasta las almas más rotas, su presencia calmaría los corazones de la gente y su sonrisa sería la más hermosa para quien la ame.

No importa como lo vieras, Jin nació para ser amada.

Sayuri no duda en que, si Jin hubiera sido un poco más lenta a la hora de aprender, Ema no habría sido tan indulgente con Jin y que las marcas de varillas en sus pantorrillas no serían nada en comparación de lo que podría hacerle si Jin la enfadaba con su “ineptitud”.

Sayuri siente que tiene en parte la culpa de que Ema esté obsesionada con el matrimonio de Jin, después de todo, los ojos de su pequeña nieta muestran que también es extremadamente fértil, pero eso no sería suficiente como para despertar el hambre codiciosa de su hija, sino el hecho de que los hijos de Jin tomarían lo mejor de sus padres, por ejemplo, si Jin es muy inteligente, pero su cuerpo es débil, si se casa con alguien que es fuerte y tienen hijos, su siguiente hijo será inteligente y fuerte.

No solo eso, sino que los hijos de Jin tendrían mayor vitalidad y salud que cualquier otro niño, siendo robustos y firmes, sumándole eso al hecho de que Jin es muy inteligente, seguramente su hija estaría planeando casarla con algún hombre rico, codicioso y hábil en los negocios para que la inteligencia de Jin en sus futuros hijos se vea reflejada a la hora de que el pequeño le arrebate todo a sus padres y lo multiplique.

Pero Jin es una niña muy sensible con un corazón muy tierno, cosa que Ema no quiere ver y, con una actitud tan delicada, seguramente sus hijos heredarían su amabilidad, lo que haría que el niño sea incapaz de odiar a su padre incluso por más daño que le hiciera a él o a su madre.

Porque a pesar de todo lo que le ha hecho su madre, Sayuri puede ver que Jin no la odia, pero si se distancia de ella.

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