So Simp [Yandere! Uchiha Obito]

Naruto (Anime & Manga)
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So Simp [Yandere! Uchiha Obito]
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Summary
[Serie So or Mine]Obito, víctima de sus errores y pesadillas, termina retrocediendo en el tiempo debido a que fue presa de un destino que nunca fue suyo en primer lugar.El sabio de Seis caminos sabe que sus hijos torcieron el mundo y lo destruyeron por culpa de sus acciones, decide que es hora de que las víctimas reciban su justa compensación.Jin reencarna en el mundo de Naruto, como Simp dedicada del trágico Obito y su horrible destino de mierda, Jin decididamente decide que va a seducir a Obito a como de lugar, ¡A la mierda Rin! ella será el crush de Obito.Porque en su mente, Jin sabe que Rin es una persona muy amable y no le debía nada Obito por su afecto incondicional, pero igual siente que Rin fue un poco mierdas al ignorar arbitrariamente a Obito y dejarlo de lado ante la primera oportunidad en pos de Kakashi, que ni siquiera le dirigía la mirada.
Note
ACLARACIONESHace años que no me veo Naruto, pueden haber incongruencias y meteré algunos headcanons a mi gustoPuede que no te guste mi contenido, así que, si no quieres leer mi historia, está bien, pero no critiques mi trabajo porque no es de tu gusto Esta historia contiene:ObsesiónDependencia emocionalMuerte de personajesViolencia canónica del universo de narutoAmenazasNormalización de comportamientos no saludablesMachismo y MisoginiaEtc.
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xix. padre

Jin miró el techo oscurecido con una cara inexpresiva mientras que sus costados estaban siendo abrazados por Kakashi y por Obito, mientras que Rin estaba durmiendo sobre ella y casi que podía sentir a Kurenai abrazando su pierna, todos, obviamente profundamente dormidos.

Al menos Asuma no se le había pegado, pero el azabache roncaba… y fuerte.

En alguna otra ocasión, ella estaría sonrojada y fangirleando por la situación en la que se encontraba siendo abrazada por personajes canónicos tan guapos. Demonios, seguramente se creería la nueva reina del harem o algo estúpido por el estilo, aun así, no podía evitar pensar en la sonrisa falsamente amistosa que tenía Sakumo mientras le decía que ella no se iba a ir de esta casa y, antes de que se diera cuenta, tenía mudas de ropa para dos semanas y pijamas nuevos.

Kakashi insistía en que ella debería dormir en su habitación, Obito alegó que él intentaba acapararla toda solo para recibir más comida, por lo que el albino menor chasqueó la lengua enojado -porque en parte tenía razón- y la mayoría de su grupo empezó a gritarle sobre lo injusto que era Kakashi y expresar su decepción hacia el pequeño genio albino. Por supuesto, Kurenai exclamó que era de muy mal gusto que un chico y una chica compartieran habitación y cama solos cuando ni siquiera eran pareja o tenían algo, que quizás él podría intentar aprovecharse, por lo que Sakumo se sintió escandalizado -¿En qué pensaban los niños de hoy en día?-

En especial cuando vio como la realización golpeó a Kakashi luego de que Kurenai expresara que podría aprovecharse de Jin mientras dormía.

Eh… Sakumo decidió que debería esconder bajo sellos su alijo de pornografía, al parecer sus sospechas no eran infundadas cuando sintió que le desaparecían uno o dos libros eróticos de su estantería en la parte superior…

Kakashi, por supuesto, intentó alegar inocencia y llamó pervertida a Kurenai, por supuesto, como tonto enamorado, Asuma salió a defenderla y hubiera habido una guerra campal si no fuera porque Rin sugirió que hicieran una pijamada, a la cual todos aceptaron para que Jin no tuviera favoritos.

-Obito se regocijaba por dentro porque él sabía que era el favorito de Jin, tontos ilusos, intentando desviar la atención de Jin hacia ellos, ¡Solo él recibiría toda la comida de Jin de primera mano! ¡Y extras! Obito no podía evitar estar todo pomposo y arrogante por dentro, si alguien escuchara sus pensamientos y viera como actuaba, seguramente lo golpearían hasta dejarlo en pulpa morada y negra-.

Cuando Sakumo sonrió suavemente y con algo de falsedad cada vez que Jin preguntaba cuándo podría volver a su casa, ella comprendió la sensación de ser secuestrada y retenida como cuando al principio casi que arrastraba a ambos Hatakes a picnics los fines de semanas.

Entonces, la primera semana después de graduada, cuando le hicieron la foto y al día siguiente que los pusieron en equipos, para cuando pasó la prueba en equipo y cuando empezó sus primeras semanas luego de haber pasado la prueba de su Jounin-sensei… Jin volvió a la residencia Hatake por su propia cuenta, porque realmente no quería volver a su madre después de lo que le hizo, ¿Quién sabe lo que le podría hacer cuando viera el Hitai-ate alojado en su brazo?

Entonces, por miedo a la reacción violenta de la mujer que la dio a luz en este nuevo mundo, Jin decidió simplemente escaparse de casa para no ver a su madre y evitar a su abuela, que, aunque había intentado defenderla, había dicho palabras para intentar persuadir a su madre que no le gustaron para nada, porque su abuela conocía sus objetivos y los apoyaba, sin embargo, para intentar disuadir la reacción agresiva de su madre, su abuela le estaba hablando sobre los posibles beneficios sobre casarse con un shinobi y blablablá.

En resumen, estaba contradiciendo su palabra de apoyarla y eso le dolía.

La segunda semana, Jin extrañaba a su abuela, pero aún estaba un poco dolida por las palabras de la mujer, aun así, el miedo a su madre era más fuerte porque Jin sabía que si ahora se defendía contra su madre civil, podría recibir duras sanciones si el Hokage se entera -su madre definitivamente haría un escándalo para desprestigiar su carrera shinobi y sacarla de las filas como persona no apta- de que ella agredió a un civil siendo un shinobi graduado, era obvio que se metería en problemas.

La tercera semana, ya no tenía tanto temor, aun así, ¿Quién quería volver a una residencia donde la hicieron prácticamente mierda solo por no querer ser su marioneta? Básicamente, su madre le había dado una paliza con tal de poder romper sus huesos para que no asistiera a su examen de graduación o romper su voluntad. Bueno, ninguna de las dos le salió bien, así que esa vieja bruja debe estar enojadísima, claro, a excepción de romperle los huesos -porque esa mierda fue súper efectiva, pero la señora no contaba con que tenía una Lady Tsunade bajo la manga-, esa es la única forma en que sus planes funcionaron en ella, porque Jin no se rendiría en cumplir su nuevo objetivo autoimpuesto.

La cuarta semana, Jin estaba un tanto preocupada -se sentía como una carga, a pesar de que ella era quien les preparaba las tres comidas a ambos Hatakes junto con algunos bocadillos-, pero Sakumo y Kakashi se aseguraron de distraerla de cualquier pensamiento de volver con su familia cuando empezaron a aumentar su entrenamiento de Kenjutsu y Kakashi, de alguna manera, contactó con Guy -a pesar de que no aguanta en absoluto su personalidad ruidosa- para que el chico intensificara su entrenamiento de Taijutsu.

En resumen, Jin estaba más muerta que viva, apenas podía sobrevivir al día, ¿Cómo podría siquiera pensar en volver a una casa en donde seguramente le darían una paliza luego de haber recibido una paliza triple? Primero en el entrenamiento con su equipo, en segundo, en su entrenamiento de Kenjutsu con los Hatake -valiendo verga en Kenjutsu- y tercero, con su entrenamiento con Guy y su padre.

Eh, no gracias, apenas podía despertarse.

La quinta semana, Genma y Shizune se unieron a los esclavistas Hatake y empezaron a entrenarla nuevamente, con Tsunade a cuestas para enseñarle Fuinjutsu y una hiperactiva Kushina Uzumaki que estaba, por decirlo de una forma pequeña, extasiada, con tener una alumna, Jin se vio en la odiosa necesidad de luchar por sobrevivir.

Séptima y octava semana, ella ya no podía pensar en volver a su casa.

En la novena semana, sin embargo, Jin tuvo que volver arrastrada por Kakashi y Rin al hogar de los Hatake, ocasionalmente siendo arrastrada a la casa de Obito y haciendo una pijamada en la residencia Uchiha con la amable abuela del azabache haciendo de anfitriona.

A la décima semana, Jin se plantó frente a Sakumo, con las piernas temblorosas ante su amablemente falsa sonrisa y se mantuvo débilmente firme a los ojos de cachorro regañado del hombre, porque cuando no funcionó la amenazadora sonrisa amena, recurrió a la ternura en vista que ella cedería fácilmente ante los ojos de cachorro de sus amigos y, en más de una ocasión, el mismo Sakumo.

Hey, de alguna manera, Jin tenía que pagar por su alquiler y, por supuesto, fue haciendo las comidas de los dos Hatake. Por supuesto, eso conllevó a discusiones sobre qué comida debería hacer para el día y si podía hacer sus comidas favoritas, Sakumo no tuvo vergüenza al pedir su comida favorita mientras hacía ojos de cachorro y gimoteaba penosamente.

Su hijo tampoco.

Y Jin cedió cada vez.

Pero esta vez, por mucho que deseara poder ceder ante los ojos de cachorro del hombre y sus gimoteos, Jin se mantuvo firme en que debería volver a su hogar.

Sakumo, al ver su inflexibilidad, suspiró penosamente y prometió que la iría a dejar personalmente, ella creyó en él. Él no la decepcionó.

Aun así, mirando a su padre desaliñado, con ojeras bajo sus ojos oscurecidos por el cansancio y la mirada, francamente mortal de Sakumo, sintió que tal vez él no debió de haberla venido a dejar. Su padre tenía el pecho semi descubierto con un yukata de casa violeta, su mirada muerta y estoica miró al shinobi con un toque de amargura y resentimiento, junto con leve intriga del porque se ganaría el desprecio de un shinobi que juraba nunca haber visto en su vida.

—¿Eres el padre de Jin-chan? —preguntó Sakumo poniendo una cara cuidadosamente en blanco, pero la molestia se filtraba de él en oleadas.

—¿”Jin-chan”? ¿Habibi Jin? —los ojos de su padre brillaron ligeramente y su postura perezosa se enderezó mientras su rostro se iluminaba— ¿Sabes dónde está mi hija?

—Hola, padre… —habló suavemente Jin mientras aparecía detrás de Sakumo, el cual convenientemente la había bloqueado con su cuerpo robusto y alto.

Claramente, Sakumo desaprobaba y aborrecía a sus padres por lo que le hizo su madre

—Jin… —los ojos oscuros del hombre se aguaron y dio un paso hacia ella, pero Sakumo se interpuso para que no se atreviera tocarla ni mirarla.

—No te atrevas a tocarla —siseó Sakumo y Jin se sorprendió por el tono áspero y agresivo del normalmente pasivo del hombre.

—¿Disculpa? —el hombre azabache frunció el ceño ante la actitud del shinobi— Ella es mi hija y acaba de volver a su hogar.

—Un hogar es donde la cuidan y la protegen, no donde la lastiman gravemente solo porque no aceptan que sea una Kunoichi —Sakumo dio un paso hacia adelante con un rostro enojado, recordando el jutsu de trasformación que su hijo le había mostrado sobre Jin a la perfección.

Demonios, incluso se había dejado caer en el genjutsu del chico Uchiha a propósito a pesar de que sus instintos le gritaban, a pesar de los años, que no confiara en él.

Y lo que vio fue brutal, Obito claramente tomó una ruta más pasiva para sacar información a Jin, un apoyo silencioso y cuidado delicado para que ella pudiera sentirse más tranquila sin abrumarse por recordar cosas que posiblemente eran traumáticas.

Después de todo, si la madre podía llegar a tal extremo, ¿Qué no haría el padre?

—Nadie en esta casa la ha lastimado nunca —Banri frunció el ceño poniendo un rostro disgustado con el albino—. Ella es la primogénita de este hogar, la heredera de la fortuna de los Habibi y la pequeña maestra de esta casa, nadie debería siquiera tocarle un pelo.

—Bueno, pues eso es algo diferente algo que dicen mi hijo y sus compañeros de equipo —respondió sarcásticamente Sakumo.

—S-Sakumo-san —tartamudeó Jin nerviosamente intercambiando miradas entre su padre y el albino, el cual miraba fríamente a su progenitor.

—¿De qué habla este hombre, Jin? —preguntó directamente Banri a su hija mientras fruncía el ceño desagradablemente, haciendo que Jin retrocediera un paso inconscientemente, Sakumo volvió a ponerse delante de ella para que el hombre no tuviera vista sobre la niña.

—Tu problema es conmigo, no con ella. No soportaré que ella esté en una casa donde la maltratan solo por querer ser su propia persona y perseguir sus sueños —Sakumo apretó ligeramente sus dientes y sus caninos sobresalieron con un toque de ferocidad y advertencia.

—¿De qué hablas? Aquí nadie la maltrata ni persigue por “querer perseguir sus sueños”, deja de soltar mierda y dame a mi hija de vuelta —habló irritadamente el hombre.

—¿Enserio? ¿Entonces por qué llegó a la academia con tres costillas rotas, la cadera dislocada, una conmoción cerebral ligera, múltiples moretones y rasguños por todo su rostro y cuerpo, un brazo roto y dislocado junto con un tobillo fracturado justo el día en que se supone que debería de rendir los exámenes para graduarse de la academia? —preguntó sarcásticamente el Hatake, mirando de soslayo al hombre—. Oh, por puesto, ni hablar de sus pobres manos, Tsunade me contó lo horrible de la situación, quizás un poco más y tu “cariñosa esposa” bien podría haber dejado invalida a su propia hija al romperle cada uno de los huesos de sus manos y dedos.

—¿Q-qué? —Banri se pone pálido y retrocede un paso antes de mirar a Jin buscando respuestas, perdido de la situación.

—¿Ahora te haces el desentendido? —Sakumo dio un paso adelante y luego se transformó en Jin.

En la versión herida de Jin.

En la versión que se transformó Kakashi.

La versión que vio Obito en sumo detalle casi como si hubiese despertado su Sharingan de pura rabia.

La versión que Tsunade le contó con rabia y tristeza luego de casi romperle las costillas a él en un ataque de ira.

—¿Qué? ¿Ahora no reconoces esta versión de tu hija? ¿Lo que le hizo su propia madre? ¿Mm? ¿No querían arruinar su futuro shinobi solo para casarla a voluntad con algún niño rico que probablemente la machaque a golpes y luego se consiga otra esposa, mm? ¿No le causaron esto para volverla una puta de bebes? ¿Ah? —Sakumo siguió avanzando con su apariencia y Jin se sentía confusa, junto con un poco incomoda al verse a sí misma tan herida, pero con una expresión tan resentida y feroz.

—S-Sakumo-san, basta —tartamudeó Jin aferrándose a la manga de la yukata turquesa oscuro que Jin había usado ese día.

No. Nunca perdonaré a alguien que maltrate a sus hijos —Sakumo se volteó con su rostro y Jin abrió ligeramente la boca al verse a sí misma en tal estado.

Ella… ¿Ella realmente se veía tan mal?

Parecía a una pulgada de la muerte.

—Jin-chan, sé que eres una persona muy amorosa y con un corazón demasiado amable —Sakumo se acercó a ella y le dio suaves palmaditas—. Pero no está bien quedarse en un lugar donde te maltratan. Guardarse el dolor para sí mismo solo lo hará peor a la larga. Aun eres una niña, y por ello mismo, mereces protección y amor. No maltrato solo por pensar por ti misma cuando no le debes nada a nadie.

—… —Jin miró a Sakumo y, no por primera vez, lo nota muchísimo más aliviado que hace cuatro años cuando lo conoció por primera vez.

—Si tú puedes perdonar incluso a quienes te hacen daño, entonces yo me enojaré por ti. Kakashi, Obito-kun, Rin-chan, Kurenai-chan, Asuma-kun, Genma-kun, Shizune-chan… y entre muchas personas más, te cuidaremos si no sabes hacerlo por ti misma, porque te queremos y nos preocupamos por ti Jin-chan. Alguien tan amable y afectuoso como tú no merece tal trato tan injusto —Sakumo volvió a su forma natural, disipando el henge y mirando suavemente a la niña con una pequeña sonrisa.

—Sakumo-san… —Jin se sintió sin aliento mirando al albino frente a ella.

—Entonces… no me pida que perdone a un padre que maltrata a sus hijos. No hay motivos ni razones justificables para ningún tipo de maltrato —Sakumo frunció el ceño y miró ferozmente al azabache que miraba todo con un rostro ligeramente en blanco.

—Jin… ¿R-realmente…? —Banri miró pálido a su hija.

—¿Vas a seguir actuando? —siseó el Hatake entrecerrando sus ojos.

—N-no, Sakumo-san, usted no entiende —Jin detuvo suavemente al Jounin que estaba peligrosamente cerca de machacar a su padre—. Padre n-no sabe… padre nunca me ha hecho nada —Jin tiembla ligeramente.

—Jin-chan… —habló suavemente el hombre mirándola con ojos suaves— ¿Realmente quieres que te crea eso cuando estás temblando así? —La expresión del hombre se hizo feroz.

—… —Jin bajó la mirada ligeramente y luego titubeó—. Padre realmente no me ha hecho nada. Usualmente, nunca está en casa —habló Jin suavemente, casi en un hilo de voz imperceptible, pero Sakumo podía escucharlo fuerte y claro mientras que Banri sentía que su corazón se rompía—. Las únicas veces que está en nuestro hogar es para mi cumpleaños, en donde pasa tres horas conmigo, me regala algo y luego se va el mismo día.

—¿Un padre ausente? —meditó Sakumo reevaluando su hostilidad hacia el hombre—. Incluso si lo que dices es cierto, eso no justifica que no sepa sobre lo que sucede en su hogar ni porque deja que su mujer haga lo que quiera a sus anchas maltratando a sus hijos y comprometiéndolos con personas al azar por su propio beneficio. Cuando se casó con ella, ya sabía de su actitud, debió tener cierta cautela hacia ella o sus reacciones.

—N-no… Padre no tiene la culpa d-de lo que haga o-o d-deje de hacer madre—Jin negó ligeramente y el albino suspiró suavemente—. É-Él n-no tiene la culpa de n-nada.

—Que no te maltrate como tu madre no significa que sea una buena persona —Sakumo sintió su corazón afligido y cargó a la niña en sus brazos como si fuera una pequeña muñequita que no pesa nada—. Mi niña, ¿Cuánto has tenido que pasar para tener este apego tan desorganizado y tóxico?

Pequeños aullidos y gemidos similares a los que produciría un perro escaparon de la garganta del hombre y Jin se refugió en sus brazos mientras ocultaba su rostro en el cuello del hombre afligido. De alguna manera, esos ruiditos de perro la tranquilizaban y reconfortaban mucho.

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