Cosas Varias [Saga So or Mine]

Naruto (Anime & Manga)
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Cosas Varias [Saga So or Mine]
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Especiales, headcanons, cosas randoms que sucederían en la vida de estas parejas de Yandere! retornados Narutoverse x Reencarnada! ReaderTodo relacionado a los libros de la saga Yandere "So or Mine"So Mine [Yandere! Uchiha Shisui]So Simp [Yandere! Uchiha Obito]Only Mine [Yandere! Hatake Kakashi]Only, only Mine [Yandere! Uchiha Kagami]
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Sin Obito [Angst, Contenido fuerte]

  • Canon

¿Qué hubiera sucedido si sucedido si Obito nunca estuviera en la vida de Jin?

O

¿Como fue la vida de Jin en el mundo que Obito destruyó antes de retroceder?

 

¡A D V E R T E N C I A!

Este capítulo contiene:

Mención de acoso, maltrato, maltrato infantil y crueldad, violencia disfrazada de educación, matrimonio concertado/político, matrimonio infantil, diferencia de edad, menciones de violación, embarazo no deseado, relaciones tóxicas, infidelidad, Muerte de personaje principal, menciones vagas de abandono infantil, quiebre de personaje (A Obito vuelve importarle un carajo el mundo)

Este capitulo en realidad es MUY duro, por ello decidí colocarlo aquí en vez del libro principal, para que sea más fácil saltarlo si es que no te sientes apto para leer esta clase de contenido oscuro. Los próximos dos capítulos en este libro estarán relacionados como una continuación de este capítulo, pero serán un poco menos duro (Sobre todo Tsukuyomi infinito, el cual será entre una mezcla de fluff y angst con respecto a los niños de Jin y lo que vieron en el Tsukuyomi infinito)

 


Mirando a Jin dormir plácidamente en sus brazos, Obito apoyó sus labios contra la frente de su dulce amada mientras sus ojos bajos miraban ligeramente aturdidos hacia la nada. Esta era unas de las pocas noches desde que Jin entró en su vida y está con él activamente que empezó a cuestionarse a sí mismo.

Enredando uno de sus manos en la suave cabellera de su querida amada, sus dedos se hundieron y perdieron en las hebras celestes mientras la acercaba más a él, su otra mano pegando más el cuerpo de Jin al suyo, la cual, aun dormida, se aferró dulcemente a sus brazos mientras buscaba su calor, acurrucándose contra su pecho.

Obito ya podía imaginar la pequeña sonrisa que esbozaría su dulce Jin mientras sus bonitas mejillas estarían teñidas de un suave rosa.

Inhalando profundamente su embriagador aroma, Obito tragó saliva mientras cerraba sus ojos.

¿Qué habría sido de la vida de Jin en su anterior vida?

Sus manos apretaron ligeramente la tierna carne de las caderas de Jin y sus dedos enredados en el cabello ligeramente ondulado de Jin tiraron suavemente de este.

Su ceño se frunció.

¿Quieres saber que habría sido de su vida?

Obito se alarmó al escuchar una voz femenina, pero antes de que se diera cuenta, estaba flotando en alguna especie de lugar extraño que era negro en su totalidad. Una risita resonó en el vacío asfixiante que lo rodeaba, su espalda empapándose de sudor mientras sentía una extraña opresión como si algo más allá de su imaginación lo estuviera observando en esa oscuridad sin fin, como si algo superior estuviera tirando de las cuerdas de su destino, vida y existencia misma a su antojo.

Obito se sentía asfixiado.

Incluso cuando era un débil y patético niño que no tenía habilidades ni para lanzar un simple shuriken o manejar un kunai, pero aun así luchaba contra el abrumador poder de Kakashi de frente, se había sentido tan oprimido.

Joder, Kayuga parecía un lindo y adorable conejito en comparación de la presencia terrorífica que se cernía sobre él.

Entonces, las risitas continuaron y un chasquido resonó en el eco del vació antes de que el entorno cambiara a una Konoha antigua.

Obito miró aturdido la situación, confundido y alerta, hasta que escuchó unos ligeros sollozos. De alguna manera, el llanto se le hacía vagamente familiar, lo que le ponía la piel de gallina, por lo que se acercó cauteloso y desconfiando hacia la fuente del llanto hasta que miró en shock a la pequeña niña frente a él.

Cabello azul celeste eléctrico, piel pálida de porcelana, un kimono celeste simple, pero elegante y claramente de un costo considerable. Incluso si no veía su rostro porque la niña estaba llorando con el rostro enterrado entre sus rodillas, Obito podría reconocer a esa niña en cualquier plano existencial que pudiera imaginar.

—Jin… —murmuró el Uchiha mirando afligido a la pequeña niña e inconscientemente trató de acercarse y tocarla, tomarla entre sus brazos y ocultarla del mundo, solo para detenerse cuando su mano simplemente traspasó el bonito cabello de su querida niña.

Entonces, impotente y ligeramente atormentado por escuchar los sollozos y llantos de su amada cuando era niña, Obito fue atormentando a escuchar cada palabra dura y de autodesprecio de su preciosa amada hasta que ella finalmente se levantó detrás de los arbustos en el parque y se limpió el rostro a duras penas. Jin seguía sollozando a la vez que caminaba y llevaba penosamente una bolsa con verduras, no parecía que su llanto fuera a terminar pronto.

Mirando a Jin caminar con lágrimas en sus hermosos ojos intentando infructuosamente dejar de llorar destrozaba el corazón de Obito y lo hacía doler más de lo que jamás podría haber sentido, era tan desgarrador que incluso podría ponerse a llorar junto a la pequeña niña por la impotencia de no poder consolarla. Mientras miraba a su dulce y preciosa novia en su infancia ser atormentada por pensamientos tristes y deprimentes, Obito miró impotente como ella chocó accidentalmente con alguien y sus verduras se esparcieron por el suelo.

—L-lo siento mucho —sollozó su dulce angelito—. N-no quería molestarle ni chocar con usted, ¡Lo siento mucho!

Estas palabras le sonaron vagamente familiares a Obito y miró a Jin con más atención hasta darse cuenta que, tal vez, esa misteriosa voz lo había traído a cuando él conoció a Jin por primera vez.

—¡Quítate, mocosa molesta! ¿No querías chocar conmigo? ¡Pero lo hiciste! —el hombre estaba claramente borracho y enojado, uno de sus amigos intentó detenerlo, pero Obito miró en cámara lenta el momento exacto en que Jin estaba sobre sus rodillas intentando agarrar las verduras que se le cayeron y el hombre le dio una patada en el estómago que la mandó arrastrándose lejos hasta chocar contra un árbol.

Aunque la fuerza de un civil no es nada comparado con un shinobi, incluso con los genins más débiles ganándole a un adulto promedio, un hombre adulto contra una niña pequeña, débil, delgada y frágil claramente mandaría a volar de un simple empujón a una jovencita no entrenada.

Los ojos de Obito se llenaron de ira en un instante y su Mangekyo floreció en sus ojos mientras sus dientes tronaban y las venas de su rostro, cuello, brazos y manos se tensaban y abultaban.

—¡Estos Niños! ¡Todos son una molestia…! —Obito sentía una gran intención de matar al hombre, este pedazo de mierda borracha seguramente le daría otra patada a su dulce angelito si no fuese porque justamente unos policías Uchiha aparecieron a tiempo.

Jin estaba jadeando por aire, sus ojos empapados de lágrimas y su carita roja tanto por el llanto, el dolor y la falta de aire. Los mismos de su clan fruncieron el ceño ante el borracho y lo arrestaron por indecencia pública junto con agresión hacia una niña y, conociendo lo mezquino que son los miembros de su clan, seguramente le metieron dos o tres castigos más de los que deberían.

Un hombre de cabello rizado, quizás en sus veinte, miró suavemente a Jin y la ayudó a recoger todo lo que se le cayó, el joven Uchiha ni siquiera hizo alguna pregunta, ayudó silenciosamente a Jin y, al notar su malestar, la tomó en sus brazos antes de desaparecer en un shunshin y reaparecer en el hospital de Konoha.

Como era un periodo algo agitado, el hospital estaba bastante saturado, por lo que tuvieron que esperar unos minutos antes de que alguien los atendiera y, solo por el estatus del hombre Uchiha, “desperdiciaron” precioso ninjutsu médico para cuidar de las heridas de Jin, la cual parecía estar hundiéndose aún más en el autodesprecio y el odio a sí misma por ser una molestia.

—Nada fue tu culpa, al contrario, fuiste muy valiente por aguantar todo —consoló suavemente el hombre Uchiha y acarició la cabeza de Jin suavemente mientras le limpiaba las lágrimas—. Ten, toma una paleta.

El hombre le entregó una paleta de manzana.

—A mi esposa le encantan estas cosas, en lo personal, prefiero los dangos —habló suavemente el hombre mientras cargaba a Jin y su bolsa de verduras—. Pero ya sabes, hay que ser complacientes con las embarazadas, ¡Después de todo, yo puse el bollito en el horno! Así que siempre llevo algún dulce encima por si a mi esposa le apetece algo dulce, cielos, en este punto me preguntó si todos mis pantalones estarán llenos de dulces… o dulces derretidos…

Jin soltó una pequeña risita nasal y el hombre sonrió.

—¡Pero mira qué bonita sonrisa tienes! Con una carita tan adorable como la tuya seguramente tendrás muchos pretendientes en el futuro —sonrió el hombre suavemente—. Ahora, ¿Podrías decirme a dónde vamos? Parece que alguien va a necesitar estas deliciosas verduras, para una exquisita y sabrosa cena, ¿No crees?

El Uchiha elevó la bolsa de Jin.

Mm… —Jin asintió tímidamente.

—¡Oh, por cierto, que olvidadizo de mi parte! —si el hombre Uchiha no tuviera las manos ocupadas, se daría un zape en la frente— Mi nombre es Uchiha Shun. Por cierto, no veo que te comas la paleta de manzana, ¿No te gusta? Tengo de frutilla y mora… también de limón, cielos, ¿Por qué le gustan los dulces de limón a mi esposa? ¡Son muy ácidos!

Jin rio mientras el Uchiha hacía pucheros.

Obito miró aliviado como su preciosa Jin había dejado de llorar y ahora estaba más alegre, aunque le molestaba que otro Uchiha estuviera tan cerca de su preciosa Jin, no podía evitar agradecerle mentalmente por haber sido una buena persona con la mujer que él más amaba en su vida.

—Eres una buena niña, Jin-chan —El hombre bajó a Jin y le revolvió el cabello con una sonrisa—. Espero que mi futuro bollito y tu puedan ser grandes amigos, o que consiga hacer buenos amigos como tú. Adiós.

—¡A-adiós, S-shun-san! —exclamó sonrojada Jin y se despidió del Uchiha que le sonrió ligeramente antes de darle la espalda e irse.

Obito miró a Jin convivir con su abuela, la cual la regañó por llegar tarde, pero al notar sus ojos rojos e hinchados, rápidamente se preocupó y no le importó que su linda nietecita hubiera confundido el cilantro y el perejil, sino que la interrogó mientras la abrazaba intentando consolarla.

Jin, por supuesto, no le contó toda la verdad, solo le dijo que los niños la volvieron a rechazar y ser crueles con ella y que en el camino un chocó con un mal señor y la golpearon, pero un amable Uchiha la llevó al hospital y la trajo a casa e incluso le dio dos paletas -A Shun le cayó muy bien Jin, era una niña linda, amable, tímida y educada, esperaba que su hijo por nacer conociera a una chica así en el futuro-.

Obito miró con ojos suaves la escena, pero no duró mucho mientras los días pasaban rápidamente y se dio cuenta de que Jin ocultaba mucho más de lo que decía. Su precioso angelito se esforzaba mucho en las lecciones y esos “maestros”, si es que se podían llamar así, prácticamente abusaban de ella en las lecciones por cada pequeño error, mientras que su madre no era tolerante con ella en absolutamente nada.

Demonios, Obito dudaba que él a esa misma edad no se tropezada con el aire o se le cayera la comida de la boca, pero su pobre dulzura estaba siendo sometida a numerosas clases extensivas y, aunque lo hacía mejor que cualquier niño de su edad e incluso mayores, aun así, un pequeño desliz haría que recibiera castigos brutales.

Obito ardió en llamas mientras miraba como Ema golpeaba las pantorrillas de Jin con una varilla de mimbre porque uno de los maestros comentó que se tropezó mientras practicaba postura con libros en la cabeza que, sin duda alguna, eran incluso más pesados que la pequeña cabecita de su querida Jin.

Honestamente, cada vez que Obito veía a Ema hacerle daño a Jin, lo único que quería hacerle era arrastrarla al maldito infierno y ser el dueño del inframundo para hacerla pasar algo que incluso los dioses temerían. Mirando la espalda roja de su preciosa Jin por “encorvarse” y recibir una paliza de su propia madre y observar las líneas rojas y sangrantes en sus brazos por culpa de los azotes por dejar caer algo… Obito veía en rojo.

Entonces observó como Ema y Banri peleaban, aunque lo más correcto sería decir que Banri estaba afirmando un hecho y Ema le buscaba pelea. De esa pelea, Jin empezó a ir a la academia.

Y Obito se retorció de ira queriendo masacrar a esos asquerosos niñatos de mierda, quería quemar la escuela y verlos arder entre terrible sufrimiento por empezar a acosar y burlarse de Jin y sus características únicas. Demonios, incluso estaba gritándole y maldiciendo a su yo pequeño por estar tan concentrado en Rin, mientras que Jin era completamente un fantasma en pena.

Obito no podía ver, tanto en casa como en la academia Jin estaba viviendo un infierno, no fue sorpresa que ella se alegrara tanto en el momento en que Ema le ofreció sacarla de la academia -incluso en contra de los deseos de Banri-, honestamente, en este punto, ¿Quién no querría alejarse de la academia?

Incluso si iba a sufrir en casa, al menos Jin tenía a su abuela para defenderla de vez en cuando, pero en la academia no tenía a nadie e incluso el acoso escolar llegó al punto en que arruinaban sus cosas y la arrinconaban para abusar de ella.

Esos bastardos…

Mirando la bonita cabecita de Jin en un corte muy desigual y corto, Obito sintió que se le partía el corazón.

Incluso si Jin no era de las personas que tendrían el pelo extra largo, tampoco era de quienes se raparían la cabeza, por lo que llegar a cortarle el pelo a Jin fue algo tan repulsivo de parte de los otros civiles que, si Obito pudiera retroceder en el tiempo, no le importaría ser conocido como un asesino de niños.

Jin, liberada de las injusticias de la academia, trabajó diligentemente en ser una bonita, buena y notable ama de casa, por no decir que era aterradoramente inteligente, ella rápidamente dominio varias áreas para apoyar, complementar y aconsejar a su futuro esposo.

Obito quedó maravillado por los inventos de Jin, si los sellos de Jin eran aterradores porque desafiaban las reglas del mundo, entonces sus inventos podrían decirse que fueron sacados directamente de una película de ciencia ficción. Ella tenía muchos planos, diseños y cosas extremadamente novedosas, pero que nunca le mostró a nadie porque temía ser rechazada por ser tan “arrogante” como para querer anhelar y “codiciar” el puesto de un hombre.

Su corazón dolió al ver a su valiente y desafiante mujercita ser un ratoncito cobarde, siempre ocultando su cuello como si fuese una tortuga que intenta ocultarse en su caparazón, mirada gacha, vestida exquisitamente, bien maquillada y peinada, una sumisión palpable en cada uno de sus actos…

Era como una muñequita que tú le podrías hacer cualquier cosa y ella se mantendría callada y en silencio obedeciendo tranquilamente sin quejarse.

Fue una tortura ver a su intrépida mujer, que podría comerse un menú completo de un restaurante y pedir tres repeticiones, apenas picotear un poquito de comida antes de sentirse enferma por comer demasiado.

Su preciosa mariposa social ahora no era más que un penoso fantasma condenado.

El solo comparar lo que es y lo que podría haber sido hizo llorar a Obito desde lo profundo de su corazón.

Incluso si no podía abrazarla, Obito rodeó con sus brazos los delgados hombros de su preciosa Jin en un abrazo mientras lloraba amargamente, mirando como su hermoso lirio azul se marchitaba lentamente.

Sus ojos apagados mirando el hermoso patio mientras la habitación estaba sumida en la oscuridad y ella escribiendo finos poemas hacía que Obito se sintiera como un completo fracaso.

Entonces Jin se casó a los nueve años, ¡Y eso ni siquiera estaba permitido! Solo por la exención durante la guerra por la gran mortalidad infantil y adulta, que Jin pudo casarse a esa tierna edad incluso si solo era una mera civil. Su esposo era cinco años mayor que ella y claramente estaba asqueado e irritado con el matrimonio, obviamente él no quería casarse para nada y fue obligado a ello, pero como no podía descargar su ira con sus padres por cortarle las alas, sus ojos furibundos se posaron sobre la indefensa niña a su lado.

Si Obito creyó que el acoso y abuso que recibió Jin era malo, entonces nunca conoció la verdadera naturaleza de estos asquerosos culos ricos.

Jin solo tenía nueve años, una pequeña niña que ni siquiera debería de haberse graduado de la academia.

Solo nueve años.

Nueve.

Nueve y las sábanas blancas se mancharon de rojo.

Su preciosa Jin… Obito miró desgarrado a su preciosa niña ser destrozada por lo que se hacía llamar humano, por lo que se supone que era su esposo. Él no la quería, estaba claro que odiaba el matrimonio político que les concertaron, pero Jin tampoco quería este matrimonio, ¿Qué podía hacer una niña que solo conocía el abuso para detener un matrimonio que no quería?

Obito ardía en rabia y dolor, la desesperación corriendo por sus venas mientras miraba como ese asqueroso disque marido suyo descargaba toda su incompetencia y frustraciones en Jin, como si ella pudiera hacer algo aparte de recibir el maltrato en silencio, ocultando su cabeza, llorando en silencio mientras esperaba que fuera otro día.

Al menos, ese hombre con sus nuevos negocios que sí funcionaban empezó a requerir todo su tiempo, por lo que rara vez estaba en casa, así que una vez que él tuvo un poco de éxito, Jin pudo respirar aliviada y tranquila mientras la sombra de su esposo no estaba cerca.

Ni siquiera las criadas la trataban como humana, a excepción de una mucama de bajo nivel y el jardinero, el cual rogaba que se escapara para que dejase de ser así de maltratada, incluso le ofreció que la ayudaría a escapar y la podría enviar a una granja familiar en donde nadie los conociera.

La criada y el jardinero eran novios, una pareja que miraba con dolor como su ama era tan miserable y escuchaban la triste historia de desgracia de alguien tan amable como ella con el corazón desgarrado.

A los seis años de casados, Jin tuvo la desgracia de que su marido tuvo una mala inversión en uno de los negocios que casi lo lleva a la quiebra. Él no tuvo piedad en ningún momento, su rostro parecía incluso demoníaco y Jin no tuvo descanso alguno mientras se ahogaba con sus propias lágrimas.

E incluso siendo así de torturada, ella ideó un plan que salvó y recuperó todas las malditas fallas del bastardo de su esposo y lo colocó silenciosamente en el escritorio del hombre. Con un nuevo plan de acción, que casi parecía un milagro caído del cielo, el joven de veinte años se recuperó en tan solo dos meses y sus niveles de aprobación y compras incluso aumentaron exponencialmente.

Por otro lado, Jin se había quedado en casa intentando recuperarse de las secuelas cuando tuvo la terrible noticia de que quedó embarazada.

Obito quería matar a ese cabrón por no adorar como se debería a su preciosa niña, por no ser responsable ni cuidadoso con sus acciones, por tratar mal a su preciosa mujercita.

Al menos, ese bastardo no se apareció en los diez meses posteriores, por lo que no pudo hacerle nada a Jin, la cual afligida y, un poco tontamente esperanzada, dio a luz a un saludable niño que era igual a ella, pero con la paleta de colores de su padre bastardo.

Ese niño se había convertido en la luz de la vida de Jin, incluso si no había nacido en las condiciones adecuadas, ni por amor, el niño era la única persona que la amaría incondicionalmente sin pedirle sacrificios ni obligarla a nada.

Obito se sintió enfermo, Jin tuvo tres hijos más con esa basura que llamaba esposo -Principalmente luego de abusos traumáticos porque él quería verla sufrir o descargar su ira-, esa basura de hombre que incluso engañaba a su esposa descaradamente y le recriminaba por no ser suficiente, esa patética escusa de ser humano que incluso golpearía a su esposa delante de sus hijos e incluso a sus propios hijos por su falta de control de ira.

Hubo un momento en que Jin, después de recibir una paliza particularmente brutal para proteger a sus tres hijos, que tuvo un instante de lucidez.

“Este hombre nos va a matar” fue lo primero que pensó Jin luego de estar dos semanas inconsciente por la brutal golpiza que le dieron, sus niños lloraban a su lado porque por fin se despertó.

Entonces Jin ideó un plan, pidió ayuda a la pareja de sirvientes, que solo por ella se quedaron en esa asquerosa mansión de pesadillas y les pagó generosamente.

Obito tuvo que admitir que Jin, no importa el universo en el que esté, era inteligente.

Rápidamente Jin les entregó una escandalosa cantidad de dinero a la pareja y les rogó entre lágrimas y de rodillas que le hicieran un gran favor, que fuesen a Konoha y solicitaran una misión rango S en la torre del Hokage. El plan era simple, pero difícil a la vez.

La pareja asintió, mirando a su dulce y generosa ama a un suspiro de la muerte mientras sus jóvenes amos parecían querer acompañar a su madre incluso en la muerte, ellos no podían negarse a nada en esta situación. Jin les entregó diversos documentos y actas de propiedad, incluso el sello de la familia Habibi y algunas propiedades bajo su nombre por parte de su madre.

Jin no solo entregó lo correspondiente en efectivo a una misión de rango S, sino que incluso agregó algunas propiedades, emprendimientos y empresas de particular interés para que se realizara la misión. El papel era simple, “Rescata a mis hijos, Shun, Shuri y Shura bajo cualquier costo y borra cualquier rastro de su existencia, finge su muerte, crea nuevas identidades para ellos y proporcionales un buen estilo de vida en Konohagakure no sato. Mi vida o mi muerte no es importante, quisiera sobrevivir y verlos crecer, pero si he de ser un sacrificio para que ellos vivan libres de maltratos, entonces con gusto seré el cordero sacrificado. Por favor solicito explícitamente la participación de Hatake Kakashi y un Uchiha. Si posible, quisiera que le entregasen este collar y carta a Uchiha Shun de mi parte, atentamente, -Yamada- Habibi Jin”.

Obito podía entender porque Jin utilizó nombres con las iniciales “Shu”, todo porque Uchiha Shun fue la única persona en su vida que la trató bien y ella quedó profundamente marcada por el Uchiha de cabello rizado.

La misión fue entregada con éxito y aprovechando que su esposo jamás estaba en casa y a los empleados simplemente no les importaban la vida o muerte de ella o sus hijos, salió con los niños de compras. Compró diversas prendas para sus hijos, alimentos no perecibles, libros para guiarlos si hacía falta y durante cada salida, Jin les explicó honesta y directamente como podrían sobrevivir si estaban solos.

Cuando los niños se iban a dormir, Jin escribía seriamente durante horas libros con diversos conocimientos y cartas para sus niños. Sabía que desde su mansión a Konoha serían aproximadamente cuatro semanas en carruaje, por lo que tenía tiempo para hacer muchas cosas y planear otras más para el futuro y supervivencia de sus hijos.

Fue duro, pero a su pobre Shun, al ser el mayor, la última semana le explicó toda la situación de una forma simple para que un niño pudiera entenderla.

Algo que Jin bendecía y maldecía de este mundo shinobi, era que los niños maduraban mucho más rápido que los niños de la tierra pacífica en la que ella vivía.

Jin le entregó a su hijo mayor varios pergaminos con inventos y formas de ganar dinero, incluso le entregó algunas novelas y libros que se acordaba de su vida anterior, explicándole que podría venderlos a una editorial si necesitaban dinero rápido junto con contratos específicos para que no los estafaran.

Obito miró devastado como Jin se preparaba para el peor escenario; que ella no pudiera escapar con sus hijos.

Las cuatro semanas para llegar a Konoha se cumplieron y solo bastarían días hasta que los ninjas de Konoha llegaran, Jin les había dado un lugar en específico para que sus hijos y los shinobis se reunieran, debajo del gran árbol en el centro de la ciudad, donde los cerezos caían y el rio rodeaba el viejo árbol.

Jin les dijo a sus niños que sería un paseo y que iban a conocer a unas buenas personas que los iban a ayudar, eran ninjas de Konoha y tenían una bandana con el símbolo de la hoja, pero lastimosamente, el nerviosísimo de esos días la había traicionado y los sirvientes se dieron cuenta de que algo estaba mal con su señora, por lo que llamaron a su señor.

Rumores de que Jin tenía una aventura o que los niños no eran hijos de su esposo se esparcieron como pólvora y el esposo de Jin regresó antes de lo previsto. Enojado, con sangre inyectando sus ojos ante lo zorra que era su esposa, entró haciendo un gran escándalo y causando revuelos.

Jin rápidamente empujó a los niños a la saliera trasera. Jin no era estúpida, conocía que había muchas variables inestables en su plan, por lo que sobornó al cocinero con una generosa cantidad de dinero el mismo día en que se iban a ir y le dijo que si ella no salía con los niños hoy, que él saliera silenciosamente con los niños por la puerta trasera, sin que nadie se diera cuenta, con los niños y los llevara al gran árbol en el centro de la ciudad para “tener un picnic”, una vez ahí, él podría dejarlos a sus anchas porque ella iría luego.

—¡Mami…! —sollozó Shun, sintiendo la urgencia de su madre al empujarlos hacia la salida trasera.

—Mami se demorará un poco, ¿Sí? Vayan, vayan mis dulces bollos de amor, mami se encargará del gran monstruo malo y luego los alcanzará —Jin les sonrió y dulcemente besó sus frentes con amor

Shun sintió la despedida en ese beso y sus lágrimas traicioneras no pararon de caer de su rostro

—¿Y mami comprará chocolate en el camino? —preguntó Shuri mirando a su mami con un dedo en la boca, sus brillantes ojos rosados mirando ingenuamente a su mami.

—¿Mami acabará con el gran monstruo malo? ¿Y viviremos felices para siempre? —preguntó el menor de los tres, Shura, sus brillantes ojos fucsia tenían picas en sus ojos, no había más que ingenuidad y esperanza en su mirada.

Era una copia exacta de Jin en versión masculina, solo que con ojos de pica como su abuela.

—Si, mami llevará chocolate y viviremos felices para siempre —Jin los empujó con un poco más de urgencia al escuchar el ruido acercarse—. Así que vayan con el cocinero, ahora.

—¡Pero el cocinero es malo! —Shuri frunció el ceño haciendo un puchero—. Su comida es asquerosa y siempre nos mira feo…

—Esta vez no será así, vamos, vayan, vayan —Jin se puso cada vez más nerviosa.

—¡Pero…!

—¡Shuri, detente! —exclamó Shun y apretó la mano de su hermana menor dolorosamente.

—¡Shun tonto, me hace daño! —lloró Shuri al sentir el dolor en su mano.

—Nos vamos ahora, nos vemos mamá —Shun tembló con lágrimas en los ojos y besó la mejilla de su madre—. Despídanse ustedes también.

—¡Nos vemos pronto!

—¡Trae chocolate cuando vengas, mami!

—¡Te amamos!

Los tres niños le sonrieron a Jin y luego se fueron, la mujer sonrió aliviada y corrió en dirección contraria a la salida trasera para que su esposo no supiera que los niños partieron por la puerta trasera.

Obito sintió su corazón doler mirando la escena y podía sentirlo mejor que nadie, como el aura de muerte se cernía sobre Jin.

Shun miró como el cocinero ni siquiera los dejó directamente bajo el árbol, sino que apenas se divisaron los puentes que conectaban a la isla central bajo el árbol, él los tiró y se fue. Aun así, recordando las palabras de su madre, Shun apretó los dientes y caminó debajo del árbol abrazando a sus hermanitos mientras lloraba.

—Nii-san, ¿Qué sucede? —preguntó Shura y sus manitos regordetas limpiaron las lágrimas de su hermano mayor torpemente.

—¡Nii-san seguro se olvidó de su mantita! ¡Hum! Nii-san es tan torpe a veces —habló Shuri y miró a su hermano mayor llorar— No te preocupes, Nii-san, yo traje mi mantita y mi peluche, sé que no es igual a tu mantita, ¡Pero también es muy suave! ¡Y son de gatitos!

Shuri se levantó del suelo y se liberó del abrazo de su hermano mayor mientras sacaba su mantita y su peluche de su mochila y rodeaba a su hermano mayor con su mantita mientras ponía el peluche en las manos de su hermano mayor.

Su madre era quien les cocía personalmente los peluches, incluso los diseños de sus mantitas estaban hechos por Jin, la cual las hizo especialmente para ellos y Shun no pudo evitar llorar más fuerte mientras abrazaba a sus lindos y adorables hermanos menores.

—¡Si sigues llorando me vas a dar ganas de llorar! —exclamó Shuri conteniendo las lágrimas, Shura no aguantó y empezó a llorar directamente.

—¡L-lo siento…! —exclamó Shun llorando y apretando a sus hermanitos contra él.

—Mmm… ¿Ustedes son Shun, Shuri y Shura? —preguntó una voz desde arriba del árbol una vez que los hermanos se calmaron y empezaron a comer uno de los bocadillos que preparó su madre con antelación.

Los niños se sobresaltaron y miraron con los ojos bien abiertos a un hombre sobre las ramas de los árboles, tenía el cabello blanco, una mirada perezosa en su ojo visible y estaba enmascarado, por lo que asustaron, pero Shun al ser el mayor y más observador, notó la bandana en la cabeza del shinobi.

—¿Ninjas de Konoha? —preguntó tentativamente el niño y Kakashi arqueó una ceja, pero asintió—. Mamá los envió por nosotros, ¿Verdad? Su misión es protegernos, ¿Verdad?

—Si, se podría decir que sí —habló el hombre bajando y haciendo una ligera señal a su costado para que apareciera el otro shinobi, el cual les sonrió ligeramente.

El hombre tenía rasgos amables y juguetones, pestañas largas, nariz ancha y rizos oscuros, el hombre les sonrió y trató de ser amables con ellos, entonces Shun miró fijamente al hombre y preguntó.

—¿Tú eres Uchiha Shun? —preguntó directamente el niño y el Uchiha vaciló en su sonrisa durante un rato y se quedó pasmado.

—No, Uchiha Shun es mi padre, soy Uchiha Shisui —se presentó el Uchiha rascándose la nuca— ¿Conociste a mi padre?

Shisui quiso golpearse la nuca por su pregunta estúpida, por supuesto que estos niños no conocerían a su padre, él llevaba muerto varios años y dudaba que estos críos siquiera hubieran nacido cuando su padre aun respiraba.

—Mm-mm —Shun negó—. Mamá lo conoció y me puso su nombre en su honor —habló Shun removiéndose ligeramente y sus mejillas se sonrojaron—. Mamá dijo que era una persona muy amable y dulce, dijo que esperaba que algún día yo creciera para ser un buen hombre como él y que su hijo y esposa eran afortunados por tener a un hombre así a su lado…

—Oh… —Shisui miró ligeramente apenado al niño con una sonrisa agridulce en su rostro—. Padre… , era un buen shinobi.

Solo que la guerra y perder a su esposa realmente le había pasado factura.

—No importa, ustedes son fuertes, ¿Verdad? —preguntó Shun y los niños a sus lados los miraron impresionados y sus ojos brillaron.

—¡Eso significa que pueden vencer al monstruo y salvar a mamá! —exclamó Shuri— ¡Será como en los cuentos de princesas!

—¡Si! ¡Derroten al gran dragón malvado que tiene secuestrada a nuestra mamá! —Shura apoyo con brillos en sus ojos.

—¿Un gran monstruo malo? —preguntó Shisui y sus ojos brillaron ligeramente en curiosidad y calculo.

Esta era una misión de rango S, no podía ser tan fácil solo como para llevar a tres niños a la aldea y darles asilo, ¿Verdad?

Kakashi miró con ligera frialdad a los niños y, cuando empezaron a entender más la situación, su rostro se oscureció más y más.

Incluso si su padre le había dejado una gran marca con su suicidio, antes de su depresión había sido un gran y cariñoso padre, no había fallas en su forma de amar y enseñar, Sakumo habría sido el padre perfecto si no hubiera fallado en esa misión que lo condenó al ostracismo.

Entonces, era difícil para él aceptar que habría padres de mierda que harían tales cosas a sus hijos, pero era algo demasiado habitual en el mundo shinobi.

El rostro de Shisui era sorprendido e infantilizado, muy serio, pero por dentro realmente quería matar a alguien.

¿Cómo alguien podría ser tan cruel con su esposa? No solo eso, incluso le ponía la mano encima a niños menores de diez años, esto era simplemente insostenible.

Por otro lado, Tenzo e Itachi, que han estado en silencio durante todo el transcurso, miraban desde el costado.

Itachi estaba justificadamente indignado, niños de la edad de su dulce hermanito Sasuke eran su debilidad, saber que eran maltratados hacía hervir su sangre.

Por otro lado, Tenzo estaba bastante tranquilo en la situación. Directamente no tenía opinión sobre el tema, de experimento a ninja de Raíz y luego Anbu del Hokage, no había mucho que pudiera decir con respecto a sentimentalidades… por ahora.

Entre que los niños llegaron al lugar, se calmaron y hablaron sobre “el monstruo”, habían pasado dos horas desde que abandonaron su casa.

Tenzo y Shisui se quedaron cuidando de los niños mientras que Kakashi e Itachi fueron a verificar la situación de la madre de los niños y si pudieran salvarla de su maltratador esposo, pero lo único que pudieron encontrar luego de diez minutos de búsqueda fue una escena atroz.

Kakashi e Itachi cerraron sus ojos con pesar al encontrar la habitación de su contratista, la mujer que se parecía al niño menor mostraba claros signos de dos tipos de agresión, tanto física como sexual.

Obito, que todavía estaba en trance, miraba fijamente el cadáver de Jin.

Él había sido testigo silencioso de todo, desde como ese repugnante hombre agarró a Jin del pelo y la arrastró hasta la habitación hasta como la golpeó y prácticamente la torturó a la vez que la criticaba, escupía y desdeñaba mientras insertaba su asquerosa y repulsiva polla dentro de ella incluso cuando momentos antes la cabeza de su dulce mujercita había chocado contra la esquina del velador y estaba sangrando profusamente.

Suavemente, Obito pasa sus dedos fantasmales por la prominente cicatriz de quemadura fresca en la mitad derecha del rostro de Jin, el cual estaba en una profunda paz que él no había visto durante los años en que la acompañó en este mundo donde él no le tendió la mano.

Sus ojos lentamente miraron la nariz rota de su mujer, el labio partido y ensangrentado, como la sangre mojaba parte de su cabello en la parte posterior de la nuca, tiñendo su cabello azul de violenta, sus ojos lentamente bajaron por su barbilla y mentón hasta su blanco cuello con marcas negras en forma de dedos.

Sus dedos fantasmagóricos recorrieron sus magulladuras, pasearon por sus delgados, delicados, frágiles y huesudos hombros.

No eran suaves redondos y con un poco de musculo como su preciosa novia -Jin podría parecer un palito, pero fácilmente podría cargarlos a él y a Kakashi con una sola mano… si es que no se pusieran a pelear antes-, no, eran hombros y brazos de ramitas que con solo presionar sus dedos en su piel se romperían.

Miró sus clavículas prominentes por culpa de la enfermiza moda de una mujer extremadamente delgada, pero que Jin no podría conseguir jamás esos estándares con sus suaves y grandes pechos que se consideraban obscenos, o por el contorno de sus amplias caderas que denotan su gran fertilidad y su culo regordete que también para estos culos ricos era vulgar.

Sus ojos aturdidos pasaron por las marcas de manos y dientes, los rasguños en su cuerpo, las marcas de la cera derretida en su piel, las tenues cicatrices del abuso de su madre en sus muñecas, espalda y pantorrillas.

Obito observó y bebió ávidamente de las desgarradoras vistas, sus ojos bajaron por sus pechos, que incluso si eran más que eran más pequeños porque no se alimentaba bien, seguían siendo decentes. Sus pupilas miraron con detenimiento el suave contorno de sus costillas, como el hueso de sus caderas sobresalía de una manera… insalubre, sus muslos regordetes no estaban tan llenos y tersos como a los que él estaba acostumbrado.

Y entonces sus ojos se fijaron en el lugar sagrado de Jin y… y él quiso destruir el mundo.

¿De qué servía un mundo sin su mujer?

¿De qué servía un mundo en donde ella era infeliz? ¿De qué servía un mundo donde ella solo estaba llena de tristezas y penurias? ¿De qué servía un mundo donde lo que amaba le era arrebatado?

Obito dejó de sentirse culpable por la destrucción parcial que causó en su anterior vida.

¿Él estaba equivocado…?

¡¿O ERA ESTE PUNTO MUNDO EL QUE ESTABA JODIDAMENTE EQUIVOCADO?!

Obito recordó cada cosa que lo hizo querer destruir el mundo en su anterior vida.

¿Fue solo por Rin? En parte sí, pero había otros factores.

Fue repudiado por su propio clan por no tener habilidades; los débiles no deberían atreverse a soñar.

Los fuertes abusaban de los débiles.

Las aldeas construían ideales para mandar a morir a niños, se glorificaban a sí mismos por ideales egoístas y destructivos.

Se burlaban de los sueños y esperanzas de los niños, jugaban con sus esperanzas, ideales y convicciones volviéndolos seres estúpidos e irracionales que solo obedecen ordenes.

Los convertían en armas.

No ninjas, no soldados.

Armas.

Porque los que estaban al poder estaban todos podridos, a todos lo único que les importaba era el propio beneficio, el ego de que las personas dependan de ellos, de creerse importantes a costa del sacrificio de miles a cambio de mantener el control sobre las masas.

A las aldeas nunca les han importado mínimamente los ninjas, ni su pueblo, solo sus propios intereses políticos y mantener el puto poder.

Poder, poder, poder.

¡Todos querían poder para aplastarse unos a los otros!

¿De qué te sirve el poder si es que no puedes proteger a lo que amas?

¿De qué te sirve el poder, si debes de sacrificar lo que amas?

¿Por qué obligaban a niños a cargar con los pecados de los adultos?

¿Por qué Jóvenes que no se odian ni se conocen se matan entre sí y viejos que se conocen y se odian no se matan entre sí?

¿Por qué?

¿Por qué hacen que un niño tenga que matar a otro niño?

¿Por qué todos deben de sufrir perder a sus seres queridos?

¿Por qué hay tanto odio? ¿Por qué hay tanta maldad?

¿Por qué todos se odian entre sí sin conocerse?

¿Por qué se juzgan unos a los otros en base de prejuicios infundados?

¿Por qué el fuerte debe comerse al débil?

¿Por qué el débil solo debe de morir?

¿Por qué aquel que abandona a sus amigos por la misión es un héroe y aquel que abandona la misión por sus amigos es escoria?

¿Por qué?

¿Por qué le dan tanto peso a matar en vez de a salvar?

¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Obito recuerda como esas orgullosas y grandes aldeas utilizaban sus servicios para acabar y masacrar a pequeñas aldeas, como los daimyos utilizaban sus recursos para financiarlos y desplegar sus fuerzas como amenazas a los civiles, como fuerzas exterminadoras o, como ellos llamarían floridamente; fuerzas de pacificación.

La mente de Obito se llenó de los barrios bajos en donde niños y niñas no eran más que agujeros para que hombres adultos asaltaran sus tiernos cuerpos, donde mujeres que se consideraban putas e indignas tenían más corazón que las ricas mujeres nobles.

Recordó las sonrisas de los nobles mientras compraban esclavos, mientras vendían esclavos, como desechaban la vida humana por su propio beneficio.

Su Jin…

Obito acarició el rostro de su Jin dulcemente mientras la arrullaba con suavidad.

Tranquila mi amor, incluso si es por un instante, todos recibieron un sueño eterno en donde eran felices con sus vidas deseadas.

¿Y qué si se transformaron en monstruos del ejército de Kaguya?

Fueron las personas más felices hasta el final de sus patéticas y deplorables vidas, nunca conocieron el dolor, el hambre o la carencia.

Tus niños te volvieron a ver en sus sueños eternos.

Obito besó dulce y amorosamente la frente de su Jin.

Tus niños vivieron una vida contigo a su lado sin el monstruo que los atormentaba.

Obito besó los ojos de Jin que Kakashi cerró por respeto al igual que su bonita boquita, de la cual limpió la sangre al igual que la que corría por su nariz.

Tus niños vivieron una vida en donde pudieron escapar contigo a Konoha.

Obito besó las mejillas de Jin.

El mundo que te hizo sufrir se fue a la mierda, yo me encargué de destruirlo.

Tiernamente besó los labios de su Jin.

Me arrepiento no haberte tomado antes.

Obito abrió sus ojos oscuros como el abismo mientras miraba el pálido rostro de Jin.

—¡¿Por qué esta perra no se levanta de una vez?! ¡Esa floja de mierda! ¡Debe hablar de donde están sus hijos! ¡Mataré a esas ratas bastardas y sucias! —el esposo de Jin abrió la puerta al día siguiente con brusquedad, mirando con ira como la mujer no se levantaba.

—Tranquilo cariño… —una mujer delicada y pequeña se aferró al brazo del hombre.

—Señor, la señora Jin esta…

Pero no te preocupes, en esta vida, no dudaré más.

Serás mía.

Mía, mía, mía.

Completamente mía.

Tendrás a mis hijos en tu vientre y serás muy feliz con ellos, incluso más feliz de lo que fuiste al parir a los hijos de esa asquerosa escoria humana.

Serás mi esposa, la madre de mis hijos y nunca te levantaré la mano ni alzaré la voz.

Besaré tus lágrimas y solo llorarás de felicidad.

Elevaré tus sueños, apoyaré tus metas, cuidaré de ti silenciosamente para que nada te haga daño.

Mía, tan solo mía.

Mi pequeña adoradora, mi dulce y pequeña diosa.

Mirando el rostro herido de Jin con un amor desbordante y tierno, Obito besó la punta de su nariz.

Nunca más sufrirás, mi pequeño lirio azul.

Me aseguraré de ello.

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