
— Estoy condenada.
— Buenos días para tí también.
Yoko acababa de abrirle la puerta a Enid y la rubia simplemente se desplomó sobre la cama de su amiga mientras refunfuñaba.
— ¿Puedo saber porqué escogiste quejarte conmigo hoy? Al menos para estar en sintonía con la situación y saber si darte mis condolencias o asombrarme de tu incredulidad.
— No te burles —habló Enid con la voz algo ahogada por estar boca abajo— tengo un problema enorme justo ahora.
— Vamos, menos asfixiarse en mi colchón y más contarme el chisme entero para que la tía Yoko encuentra la solución mágica a tu problema.
Enid se recompuso y terminó sentada sobre la cama, Yoko se acomodó en su escritorio y le hizo un gesto para que comenzara a hablar.
— Bueno... pero promete que no te burlarás.
— Tú no le pides al sol que no de calor, ni al agua que no moje.
— Ugh, está bien, pero si te pones pesada me iré a quejar con Divina.
— Más chisme y menos amenaza —la apuró la vampiro mientras ojeaba su teléfono para ver si su novia le había escrito.
— Todo empezó hoy más temprano.
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El teléfono de Enid sonó a una hora inusual, sobre todo para ser fin de semana, tardó casi medio minuto en percatarse que era su madre timbrando a su teléfono, luego de un segundo intento ella finalmente contesto.
— ¿Por qué demoras en atender?
— ¿Buenos días? —respondió Enid con medio cerebro apagado— ¿Qué pasó?
— ¿Acaso olvidaste que día es hoy?
Enid se alejó un poco de la pantalla del teléfono y vio la hora.
— No son ni las seis de la mañana, mamá, y es sábado ¿qué ocurre?
— Hoy es el día de visita, Enid. Ya lo olvidaste.
La chica bostezó y restregó un poco sus ojos antes de responder con cierto fastidio.
— Se que es hoy, pero ustedes no vendrán hasta la hora de almuerzo y falta mucho.
— Enid, de verdad es que a veces pienso que te esfuerzas en demostrar poco interés por tu futuro.
— No voy a escuchar tus regaños tan temprano —se quejó Enid a punto de cortar la llamada.
— Te llamaba porque tu padre y yo hemos hecho un arreglo y nos permitieron traer un invitado a la visita.
— ¿Qué invitado?
— ¡Te dije que lo olvidarías!
— ¡Es que no sé de que me hablas!
— ¿Acaso no recuerdas lo que arreglamos por ti la última luna llena?
Fue en ese momento que el resto de la mente de Enid terminó de reaccionar, claro que recordaba el arreglo en luna llena, porque estaba consciente y sin transformarse, recordó claramente que su madre había dispuesta que empezarían a conseguir citas para formalizar su lazo con otro licántropo dada su "inhabilidad" para transformarse y así la familia no quedara en la vergüenza total.
— Sé de que hablas —el cerebro de Enid intentó pensar rápido en una excusa.
— Bien, entonces, espero que tengas algo decente que ponerte.
— No puedo tener esa cita —respondió tajante.
— ¿Qué por qué?
— Porque... ya tengo una —aunque hubiese terminado con Ajax al menos podía usarlo de excusa.
— ¿Ese ex novio fumón tuyo? No Enid, tu misma nos soltaste en una llamada que ya no nos "preocupáramos" de él porque habían terminado.
— Pero...
— ¿Pero qué? ¿Volvieron? ¿Esa es la mentira que vas a decir ahora?
— No, no, no me refería a él
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— Y tuve que decirle que había otra persona con la que estaba saliendo.
— Ahora entiendo —Yoko adoptó una postura más relajada luego de escuchar toda la historia— ¿y a quién has pensado usar de carnada ahora que vienen tus padres?
— Honestamente, no lo sé. Entré en pánico y dije lo primero que se me ocurrió.
— Difícil, lobita. Me ofrecería como carnada pero tu y yo sabemos que lobos viejos y vampiros no nos llevamos precisamente bien, además de que no sería capaz de hacerle eso a mi erizo de mar
— Gracias por restregarme lo mucho que se aman en mi cara —acotó Enid vencida.
— Tengo una relación estable, tengo derecho a presumirla —dijo Yoko— entonces si no puedes usar a Ajax, ni a mi o Divina... claramente no le puedes pedir el favor a Bianca y.... ¿Eugene?
— ¿El chico abeja? —ella se quedó pensando un momento— ¡Claro! Yoko eres una genio.
— Te lo dije, la tía Yoko siempre tiene las mejores soluciones, ahora ve y conquista al chico abejorro o lo que sea y luego me cuentas como te fue.
— No me gusta Eugene, solo le pediré que pretenda que somos novios.
Para Enid no fue nada complicado hablar con él, solo que le dio la impresión que al chico le daría un paro cardíaco de la impresión sobre el favor.
— ¡Prometo hacer del mejor novio que hubiera existido! —le gritó cuando ella se alejaba del Club de Apicultura— ¡Ahí te veo!
Cuando la hora se acercó, Enid aprovechó a utilizar uno de sus conjuntos pastel favoritos, sabía que a su madre le fastidiaba enormemente ese tipo de ropa, en su opinión, ropa inadecuada para el instinto, ya que era muy fácil de ensuciar.
Se terminó de cambiar, se retocó un poco su maquillaje y salió dando pequeños saltitos hasta el patio, al llegar buscó con la mirada a Eugene pero no lo encontró, preguntándose si tal vez había tenido algún retraso avanzó intentando ubicar la mesa donde estarían sus padres.
Los vio junto con sus otros hermanos y algo en su estómago se removió, hubiera sido más fácil llegar ahí con su supuesto "novio" y no estaba segura de si debía esperar hasta que una mano tomó la suya, una cuyo tacto se sentía frio al primer toque.
— Estoy aquí.
— ¿Eh? ¿Qué haces aquí?
A su lado Wednesday lucía su usual semblante estoico, lo que contrastaba con el hecho de estar tomando la mano de Enid con bastante aprehensión.
— Eugene no pudo venir, soy su reemplazo.
— ¿Qué? ¿Cómo que no pudo? ¿Qué le pasó?
— Indispuesto
— ¿Por qué?
— En mi opinión, fue sobre carga de emoción, quiso preparar unos bocadillos con miel pero accidentalmente, por su exagerado nerviosismo terminó haciendo un embarradero en el club, cuando intentó quitárselo agitó una de las cajas con abejas y bueno, se está desinflamando en estos momentos en la enfermería.
— Eso es... bastante específico.
— Así ocurrió ¿vamos? —quiso avanzar pero Enid no se movió— No comprendo ¿no necesitabas una cita falsa hoy? Fue lo que Eugene logró comunicarme mientras perdía la capacidad de hablar.
— Si pero, ¿estás segura de que quieres hacerlo?
— ¿Cuestionas mi capacidad de actuación? Te aseguro que puedo ser muy convincente.
— Ok, ok... vamos entonces y dios se apiade de mi alma.
— Dios no existe, no le cedas tus esperanzas.
Enid rio nerviosa por el comentario y solo avanzó tomada de la mano con Wednesday, no había reparado de los suave que era su piel, quizás porque nunca le dejaba acercarse, podría preguntarle luego si seguía alguna rutina para lograr ese resultado.
Al llegar a la mesa de los Sinclair, la familia en pleno le clavó la mirada a Wednesday antes de Enid, la rubia simplemente se apegó a saludar moviendo la mano para luego señalar a su roomie.
— Les presento a mi novia
— Es una psíquica —habló Esther y comenzó a olfatear hacia donde se encontraba ella— huele a hierbas y... muerte.
— Gracias, quizás no se nota tanto porque estuve en la morgue hace ya casi una semana, buenas tardes para ustedes también.
El comentario fue tan directo que Esther se echó para atrás en su asiento y Murray tuvo que intervenir para extender la mano y saludar a Wednesday, la aludida usó su mano libre para responder el gesto.
— Enid, por más que aprecio nuestra conexión, creo que ocupo mi otra mano para moverme de manera más adecuada.
— Claro —la chica que no había podido decir nada hasta ese momento la soltó— lo siento.
Lo que siguió luego de eso, mientras el resto de hermanos de Enid se removían incómodos en sus asientos, fue una seguidilla de preguntas por parte de Esther a la pareja de chicas.
Para sorpresa de ella, Wednesday conocía a la perfección la rutina de Enid, su música favorita, las actividades que frecuentaba, hasta sus preferencias en colores e intereses estudiantiles, Murray lucía bastante impresionado también y luego de salvada esa primera impresión se permitió un gesto cariñoso hacia su hija diciéndole entre dientes que lo estaba haciendo bien.
— Entonces... ¿eso sería todo su interrogatorio? —cuestionó ahora Wednesday de manera abrupta.
— Bueno, nosotros esperábamos —intentó hablar Esther— ya que nuestra hija aún no es un licántropo...
— Enid tomará el tiempo que necesite para adoptar su forma lobuna, aunque tarde un tiempo imprudente, a ojos de ustedes —Wednesday se levantó mientras continuaba hablando— pero no permitiré que desmerezcan el esfuerzo que hace mi novia generándole desconfianza innecesaria cuando es muy capaz de valerse por si misma sin ayuda de ustedes.
Tomó nuevamente la mano de Enid y la jaló consigo.
— Si nos disculpan, ya que han podido evaluar y comprobar que soy una persona que aprecia, valora y ama todo lo que es ella, nos iremos a ver a mi familia que también esperan conocerla, con mucha mayor apertura que cualquier clan de licántropos —miró a Murray un segundo— sin ofender.
Y avanzó, a Enid solo le dio tiempo de decirle "adiós" a su papá con la mano, cuando salieron del patio Wednesday se detuvo.
— ¿Tu familia vino?
— No, mis padres están de excursión en Egipto.
— ¿Y porqué entonces...?
— Consideré que una salida dramática era necesaria para evitar caer en más preguntas que podrían ponernos en evidencia.
— Brillante —dijo Enid visiblemente sorprendida.
— Entonces ¿qué opinas de mis dotes de actuación?
— Dignos de un oscar —aplaudió Enid— realmente los dejaste sin palabras...
— Me alegra, sino, hubiese optado por una alternativa más agresiva.
— ¿Cómo cuál? —quiso saber ella sin entender el gesto.
— Besarte hubiera sido más directo, aunque improvisar de ese modo quizás hubiera sido complicado.
— ¿P-por qué? —preguntó ella nerviosa.
Wednesday aprovechó el control de la situación y que aún no soltaba su mano para acercarla de improviso.
— ¿Te habrías dejado? —preguntó con un brillo salvaje en sus oscuros ojos.