Vanitas

Naruto (Anime & Manga)
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Vanitas
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《Amar en silencio.Amar sin contacto.Amar lo que no existe.Es una simple idea humana que exacerba el egoísmo y la pasión desenfrenada confundida con odisea locura.La muerte es la cúspide definitiva de todo ser vivo.Una vorágine de la oda hacia la vida.A bella! A Vanitas! A memento mori!Una sumisa necrología que todos esperan poder publicar en el papel.¿Cuál de todas es tu respuesta, amor mío?》—Padre, salvanos y no permitas que mi sacrificio diga adiós.Yuu es una simple mucama y no debe inmiscuirse en los asuntos de su señor. Sin embargo... ¿Quién es esa persona tan especial a la que tanto anhela su amo?

Señor de máscara dulce

El amor romántico es ciego y apasionado, como los antiguos dioses griegos Eros y Anteros.

No es negociable, nadie puede controlar el corazón o de quien llega a enamorarse.

En tal caso, no se puede decir con sinceridad:《Estoy contigo porque gano algo de ti.》

En algo tan complejo y extraño cómo lo es el amor; das todo a cambio de nada.

La felicidad se transforma y se encuentra en el otro, esperando que crezca cada día por el resto de sus vidas.

Y aunque muchas veces este amor te deja hecho una zapatilla perdida o un plato de porcelana roto, siempre se recuerda con cierta locura y cariño.

Llegar a concretar los anhelos y deseos son sueños e ideales de los enamorados.

El amor es agridulce, pues hay en este nido momentos malos y buenos; donde el llanto y las risas conviven en armonía.

Y sigue siendo sólo eso: amor.

 

 

 

Ella había llegado como nueva mucama a aquella mansión.

 

Era un lugar lúgubre y desprovisto de seguridad y calidez natural. El espeso bosque a su alrededor impedía que la luz del sol pasará a través de la densa y recurrente neblina que envolvía a la enorme mansión construida de piedra negra.

 

Ella traspasó en silencio el grueso y descuidado portón que separa la entrada del jardín: sus pasos resonaron por el amplio camino de piedra.

 

Ella ve, lamentándose, que incluso las flores del invernadero estaban muertas y secas. Al parecer el señor no tenía el gusto por conservar su ostentosa propiedad o tener más de un sirviente en su casa.

 

Si se diera la oportunidad y su amo le dejara la tarea, quizás ella se esforzará en que aquel sitio se llenará de bonitos colores y vida, pero con el horrible clima que acecha la montaña dudaba que algo floresca.

 

—Ah... llueve— ella suspira al sentir las primeras gotas de agua caer contra su cabeza y hombros. Alza la cabeza y su mirada se encuentra con oscuras y imponentes nubes en el cielo. Una tras otra, las diminutas gotas golpean su rostro y la palma de su mano extendida.

 

Antes de que el aguacero la empapará de la cabeza a los pies se apresuró a llegar hasta la mansión.

 

Cuando estuvo a salvo y cubierta se dio la vuelta, sujetó más fuerte su maletín, y tocó la puerta tres veces; la ruidosa aldaba hizo un ruido hueco que resonó hasta en sus oídos.

 

Hubo un perturbador silencio que duró algunos momentos, ella se estremeció pero le quitó importancia a su creciente incomodidad.

 

La puerta se abrió por si sola, nadie la recibió en la entrada perfectamente fría y elegante.

 

Y haciendo caso omiso a sus buenos modales, se adentra a la misteriosa y solitaria mansión. Lo único que le acompaña, muy aparte de su corazón que late desenfrenado en su pecho, es el sonido de sus tacones que golpean el suelo de mármol por el solitario espacio.

 

Lo primero que ve entre la escasa luz de las velas colocadas estrategicamente por cada esquina fue a un gato negro durmiendo en un sofá rojo de terciopelo. En el fondo, la chimenea estaba encendida y ella se acercó para entrar en calor. Afuera la lluvia ya se acentúa y ataca con fiereza las gruesas ventanas de estilo gótico.

 

—Que frío...— susurra mientras tirita.

¿Ya entraste en calor?

 

Ella salta en su lugar y mira hacia atrás llena de pánico. Su corazón se detiene por un segundo y su grito muere en el fondo de su garganta.

 

Un trueno cae en la lejanía y se mezcla con el eco de la pregunta.

 

Unos hermosos pero vacíos ojos negros la recibieron como bienvenida.

 

Ella dio varios pasos hacia atrás hasta tropezar con su maletín en el suelo y el borde de la chimenea. El ardor de la quemadura en su mano derecha por culpa del metal caliente la trae a la realidad y se aparta de inmediato de la chimenea con un gemido agudo.

 

—Y-Yo... —Ella traga saliva y observa asustada a la enorme sombra frente a ella.

 

Su voz se había perdido entre la inmensidad del salón de bienvenida y sólo podía escuchar con claridad su respiración acelerada. Su corazón que retumba con fuerza en su pecho opaca por completo el ruido de la lluvia.

 

La sombra se acerca a ella lentamente. Y ella por instinto retrocede de nuevo.

 

El sonido de pasos es casi inexistente y de no ser por el movimiento de la ropa del misterioso hombre habría creído que se trataba de un fantasma. Él se acerca lo suficiente para que la luz de la pequeña fogata de la chimenea ilumine su silueta.

 

Ella al principio esta muy asustada, pero comienza a tranquilizarse poco a poco al obtener más detalles.

 

Se da cuenta que es un hombre de figura atlética, con una altura prominente y de largo cabello negro. Su vestimenta es la de un caballero elegante y clásico, con preferencia por el color negro, el perla y el rojo. Lo más llamativo es su elegante capa y la máscara que cubre su rostro.

 

—Hn.

 

El sonido hueco del frío monosílabo la hace estremecer de pies a cabeza y la aguda mirada sobre ella la hacen sentir pequeña e insignificante. Al principio todo parece borroso y confuso, pero al ver el emblema en su pecho ella lo reconoce como el dueño de la casa y rápidamente se apresura a hacer una reverencia.

 

—¡Señor... Señor Uchiha! —menciona el apellido extranjero con soltura y evita mirarlo directamente—. Soy Yuu, he venido desde Londres, y a partir de hoy sere su mucama.

 

Ella escucha un sonido de aprovación venir de él. Alza la mirada y se da cuenta que él ya se ha dado la vuelta.

 

—Sígueme.

 

Y sin decir más el señor Uchiha camina lentamente para guiarla, ella lo sigue en silencio y suben por las escaleras imperiales hacia la segunda planta de la mansión.

 

La recibe un monton de pasillos que se interconectan y numerosas puertas que estan cerradas. Al principio esta confundida, pero al pensar detenidamente se da cuenta de la razón del porque de tanta soledad. Su nuevo señor era un hombre muy solitario. Sin familia, amigos o pareja. No parecía recibir visitas a menudo y, aún más simple, tampoco hospedar a desconocidos.

 

Ambos se detienen frente a una sencilla puerta marron y él la abre con una llave plateada.

 

—Puedes ocupar con libertad la cocina, el baño del ala oeste y esta habitacion —dijo y luego deja en sus manos, sin llegar a tocarla, un aro con llaves—. Todas estas llaves abren lo que puedes ver y tocar. Sólo te llamare cuando te necesite, mientras no diga tu nombre, puedes ocuparte de los deberes diarios. —Su amo saca de entre su capa una pequeña libreta y se la tiende para que la tome—. Aquí está escrito lo que tienes que hacer; desde que sale el sol y hasta cuando cae la noche.

 

Yuu asiente y vuelve a hacer una reverencia con una sonrisa inocente, agradeciendo su hospitalidad y la amabilidad con la que la ha tratado. A pesar de lo tosco e indiferente que parece, su señor la ha tratado desde el principio con paciencia y respeto.

 

—Cumplire con sus expectativas, mi señor. Sere diligente y realizare a la perfección mi trabajo.

 

Su nuevo señor asiente en silencio y luega la deja a solas. Ella lo ve desaparecer entre la penumbra y los pasillos siguientes.

 

Yuu cierra la puerta y observa su pequeña pero cómoda habitación. Ella entiende su situación y lo que se espera de ella a partir de ahora, se esforzaria por agregarle un poco de color y vida a su alrededor. La mansión era horrible; con las ventanas descuidadas, los pasillos y muebles llenos de polvo, y aún más importante, una monotonía cruel y abominable inunda por completo la mansión.

 

Yuu rememora con cuidado lo que ha pasado y al final suspira desanimada. 

 

Sasuke Uchiha era hermoso, sí, pero tambien parecía a punto de dormir y morir en cualquier momento. Y aunque su voz era bonita y suave, estaba llena de una pereza y hastío que era difícil de describir con exactitud.

 

"La expresión en sus ojos..." e incluso la forma en que caminaba daba un indicio fugaz de la melancolía que guarda, pero ella no podía afirmar tal cosa, pues no lo conocía y tampoco deseaba entrometerse para averiguarlo. 

 

《El señor oculto en el frondoso bosque es algo insensible y maleducado... Sólo te verán por lo que eres, no esperes más... Señorita, no mires a los ojos a alguien que ya está podrido...》

 

La gente suele hablar mal sobre la crueldad y la rigidez de la gente pudiente, y no iba a negarlo, pues en parte era cierto, pero hasta ahora, desde su llegada, lo unico que ha recibido era un buen trato. Sin embargo... Los rumores al parecer no eran del todo mentira.