
Fragmentos de un pasado roto
El cielo sobre el Valle del Fin era una mezcla de grises tormentosos y luces de atardecer, como si incluso la naturaleza misma estuviera al borde del colapso. El sonido del agua rugía con fuerza mientras chocaba contra las rocas, casi ensordeciendo los gritos de tres figuras que luchaban bajo la inmensa estatua de Madara Uchiha.
Sasuke Uchiha, con la mirada afilada y llena de furia, se enfrentaba a Naruto y Sakura. Sus palabras eran afiladas, cortantes como los filos de sus kunai, mientras su ira se desbordaba. Naruto, empapado en sudor y sangre, se plantaba frente a él con los puños apretados, sin retroceder. Sakura, por su parte, parecía desgarrada entre la esperanza y el dolor, tratando de llegar al corazón de Sasuke, un corazón que parecía más impenetrable que nunca.
—¡Sasuke-kun, por favor, regresa con nosotros! —suplicó Sakura, su voz temblando mientras las lágrimas corrían por su rostro—. ¡No tienes que seguir este camino! No tienes que estar solo.
Sasuke apretó los dientes, su Sharingan ardiendo en sus ojos. Las palabras de Sakura no eran más que eco vacío en sus oídos. Regresar a Konoha. Aceptar la paz. Vivir como si nada hubiera pasado... ¿Cómo podrían entenderlo?
—¡Cállate y déjame en paz! —rugió, lanzando un Chidori que chocó contra el suelo con una explosión ensordecedora, haciendo que Sakura retrocediera tambaleándose.
Naruto dio un paso al frente, colocando un brazo protector frente a Sakura.
—¡Sasuke, ya basta! —gritó, con una mezcla de furia y desesperación—. ¿Qué demonios crees que estás haciendo? Esto no resolverá nada.
Sasuke cerró los ojos por un momento, como si buscara contener su rabia, pero cuando los abrió, su Mangekyō Sharingan resplandeció con un peligroso fulgor.
—No lo entiendes, Naruto. Ninguno de ustedes lo hace —su voz era baja, contenida, pero cada palabra estaba impregnada de veneno—. Quiero un nuevo comienzo. Todo lo que he hecho… todo lo que hemos pasado… ¡quiero borrarlo!
Naruto frunció el ceño, confundido.
—¿Borrarlo? ¿De qué estás hablando?
Sasuke no respondió. Sus manos comenzaron a moverse rápidamente, formando sellos que Naruto no reconoció, pero que inmediatamente encendieron una alarma en su mente.
—¡Sasuke, detente! —gritó Naruto, corriendo hacia él.
Pero era demasiado tarde. Un círculo de chakra oscuro se formó bajo los pies de Sasuke, expandiéndose como una ola que envolvió el suelo. El aire se llenó de una presión sofocante, y Sakura, que había intentado acercarse de nuevo, se detuvo en seco al sentir el cambio.
—¿Qué estás haciendo? —jadeó, su voz quebrada por la desesperación.
—Arreglarlo todo —respondió Sasuke, con una calma perturbadora.
De repente, Sakura corrió hacia él, ignorando el peligro.
—¡Sasuke, detente! ¡Esto no es lo que queremos! ¡Esto no es lo que Naruto quiere! —su voz se alzó con fuerza mientras intentaba alcanzarlo, pero Sasuke, sin mirarla, dejó que su jutsu continuara.
La luz que emanaba del círculo de chakra estalló en una explosión cegadora. El rugido de la explosión retumbó en el Valle del Fin, una onda de energía que arrancó rocas de las estatuas colosales de Madara y Hashirama, sacudiendo la tierra como si intentara derrumbar todo lo que quedaba de sus cimientos. El aire quedó cargado de un extraño chakra, denso y opresivo, como si un eco del pasado hubiera regresado para envolver el presente.
Naruto, tambaleándose, trató de acercarse al cuerpo caído de Sakura, cuya figura yacía inmóvil, cubierta de sangre que goteaba lentamente hacia el suelo, mezclándose con el agua del río.
—¡Sakura! —su voz salió rota, desesperada, mientras corría hacia ella.
Apenas tuvo tiempo de tocarle el rostro antes de que su vista comenzara a nublarse. Una sensación extraña lo invadió: calor, presión, y un vacío inexplicable, como si su cuerpo estuviera siendo despojado de algo esencial. Intentó levantarse, pero sus piernas no respondieron. Cayó al suelo, jadeando, y al mirar sus manos, algo lo golpeó como un balde de agua helada.
Sus manos ya no eran las mismas: pequeñas, infantiles, regordetas. Miró hacia abajo, notando que su ropa ahora le quedaba como si fuera varias tallas más grande.
—¿Qué está pasando...?
Titubeante, Naruto gateó hacia un charco de agua cercana, el único lugar donde podía ver su reflejo. Cuando finalmente lo hizo, lo que vio lo paralizó: un rostro infantil, con ojos grandes y cabello rubio desordenado.
El shock fue demasiado. Naruto intentó gritar, pero su voz se apagó en su garganta. Su visión se oscureció por completo, y su pequeño cuerpo cayó al suelo con un sonido sordo.
Las cosas en el Hospital de Konoha no estaban para nada bien, Tsunade examinaba a Sakura mientras su expresión se tornaba más sombría con cada minuto. La chica estaba viva, pero en coma. El jutsu que Sasuke había realizado la había alcanzado de lleno, dejándola en un estado crítico del que no sabían si despertara.
Mientras tanto, Naruto y Sasuke, ahora niños pequeños, estaban sentados en una cama cercana, completamente confundidos. Rodeados por un grupo de ninjas médicos y ANBU, parecían dos pequeños animales acorralados, mirando a su alrededor con miedo e incertidumbre.
Cuando Naruto volvió a abrir los ojos, ya no estaba en el Valle del Fin. Las luces frías de una lámpara colgante brillaban sobre su rostro, cegándolo momentáneamente. El aire estaba cargado de ese peculiar olor a alcohol médico y desinfectante que solo se percibe en los hospitales. Pero lo que realmente lo sobresaltó fue una voz desconocida que hablaba cerca de él.
—¿Por qué no responden? Este tipo de reacciones no son normales —dijo un hombre, su tono clínico y desapasionado.
Naruto se giró hacia el sonido, y su pequeño corazón comenzó a latir más rápido. Frente a él había un hombre con una máscara de ANBU, quien lo miraba con una mezcla de curiosidad y frialdad. A su lado, Sasuke también estaba sentado en la cama, tan pequeño como él, con la ropa de hospital demasiado grande para su delgado cuerpo.
Sasuke tenía los brazos cruzados y una expresión desafiante, pero Naruto podía ver que estaba igual de perdido.
—¿Dónde está mi papá? —preguntó Sasuke, rompiendo el incómodo silencio con una voz infantil que parecía no encajar con su habitual tono serio.
El ANBU lo ignoró, inclinándose hacia él como si intentara leer algo en su rostro.
—¿Qué recuerdas? —preguntó el hombre, su tono más duro esta vez.
Sasuke frunció el ceño y retrocedió, claramente incómodo.
—¡No me toques!
Naruto, observando la escena, sintió un impulso inexplicable de proteger a su amigo, aunque no entendía por qué sentía aquello. Sin pensarlo, se colocó entre Sasuke y el ANBU, extendiendo los brazos como si eso pudiera detener al hombre.
—¡Déjalo en paz! —gritó con una voz infantil que apenas resonó en la habitación.
El ANBU chasqueó la lengua, su paciencia visiblemente agotada.
—No estás en posición de dar órdenes, niño.
En ese momento, la puerta se abrió.
Kakashi entró con su típica calma aparente, pero en cuanto vio la escena —los niños encogidos sobre la cama, el ANBU inclinándose sobre ellos con intimidación—, su expresión se endureció.
—Basta —dijo Kakashi con una voz baja pero firme, suficiente para que el ANBU diera un paso atrás.
Los ojos pequeños de Sasuke brillaron con un extraño reconocimiento. Algo en Kakashi le resultó familiar, aunque sus recuerdos eran confusos, fragmentados, como pedazos de un rompecabezas que no lograba completar.
—Papá... —murmuró Sasuke, mirando fijamente a Kakashi.
Kakashi se congeló.
—¿Qué?
Sasuke, sin dudarlo, se bajó de la cama y corrió hacia él, abrazándose a su pierna.
—Papá, este hombre nos estaba asustando —dijo, señalando al ANBU.
Kakashi miró a Sasuke con una mezcla de desconcierto y algo parecido al miedo. ¿Papá? ¿De dónde viene esto? Antes de que pudiera responder, Naruto también se bajó de la cama y corrió hacia él, aparentemente decidido a seguirle el juego a Sasuke.
—¡Papá, dile que no nos toque! —dijo Naruto, aferrándose a la otra pierna de Kakashi.
Por un momento, Kakashi no supo qué hacer. Estaba completamente fuera de su zona de confort. Sus manos quedaron suspendidas en el aire, sin saber si debía abrazarlos o alejarlos. La palabra "papá" resonaba en su mente, extraña y ajena, removiendo algo que no lograba identificar.
El ANBU, visiblemente incómodo, tosió antes de hablar.
—Son solo niños. Están confundidos.
—Eso ya lo sé —respondió Kakashi con frialdad. Luego, bajó la mirada hacia los dos pequeños, quienes lo miraban con ojos llenos de una mezcla de confusión y esperanza. Dios… esto no puede estar pasando.
En ese momento, la puerta se abrió de nuevo, y Tsunade entró con una expresión severa.
—Kakashi, necesitamos hablar.
Kakashi se sentó frente al escritorio, aún procesando lo que acababa de pasar en la sala. Naruto y Sasuke estaban siendo vigilados por otro ANBU mientras dormían, exhaustos por el caos del día.
—El jutsu que Sasuke utilizó es un kinjutsu, una técnica prohibida relacionada con la manipulación del tiempo —explicó Tsunade, cruzando los brazos con expresión sombría—. Lo que intentó hacer era extremadamente peligroso. Mi mejor suposición es que trataba de volver al pasado.
—¿Y por qué son niños ahora? —preguntó Kakashi, su tono lleno de incredulidad.
—El jutsu salió mal. En lugar de enviarlo al pasado, revirtió parcialmente su propio tiempo, junto con el de Naruto, ya que estaban conectados por su chakra durante la explosión. Sakura... —Tsunade hizo una pausa, apretando los labios—. Sakura absorbió el golpe completo y quedó en coma.
El aire en la sala se volvió pesado. Kakashi sintió un nudo formarse en su garganta, la culpa pesando en su pecho como una piedra.
—¿Qué piensas hacer con ellos? —preguntó finalmente.
—El consejo de ancianos quiere enviarlos a las instalaciones de Root. Serían vigilados por ANBU y tratados como… sujetos de estudio.
—No.
Tsunade alzó una ceja.
—¿No?
—Son niños, Tsunade. Y aunque sean Naruto y Sasuke, no podemos tratarlos como si no lo fueran. Necesitan algo más que vigilancia y un encierro. Necesitan… una familia.
Tsunade lo miró con incredulidad.
—¿Y estás diciendo que tú podrías darles eso?
Kakashi suspiró profundamente.
—Lo que estoy diciendo es que yo me haré cargo.
Tsunade permaneció en silencio por un momento, mirándolo fijamente antes de soltar un largo suspiro.
—De acuerdo. Pero si algo sale mal, esto será tu responsabilidad….
Kakashi asintió, pero no podía ignorar el peso que ahora recaía sobre él. Sabía que no sería fácil. En su mente, no podía apartar la imagen de Naruto y Sasuke aferrándose a sus piernas, llamándolo "papá" con voces llenas de una mezcla de esperanza y miedo. Ese miedo lo conocía bien. Lo había sentido cuando era un niño, después de la muerte de su padre, cuando el mundo le había dado la espalda y no había nadie que lo sostuviera. Era la misma mirada perdida que había tenido entonces, reflejada ahora en los ojos pequeños de sus estudiantes. Y aunque siempre había mantenido una distancia emocional con los demás, algo en su interior se rompió al verlos así, tan vulnerables, tan solos.
Su corazón, normalmente cubierto por capas de apatía y pragmatismo, se sintió sacudido. La sola idea de que esos niños, sus estudiantes, fueran enviados a las frías y sombrías instalaciones de Root, tratados como armas defectuosas en lugar de personas, era insoportable. Sabía lo que Danzō dejó impregnado en esas instalaciones, aun después de su muerte sus ideales seguian vivos y sus seguidores eran capaces de seguir la misma rutina de crianza ANBU, lo que significaría para dos niños que ya habían perdido tanto que serian tratados como armas shinobi.
—Bien, Kakashi. —Tsunade lo miró fijamente, sus ojos buscando cualquier señal de duda en su rostro—. Aceptaré tu propuesta. Pero será bajo mis condiciones. Nadie más debe saber que Naruto y Sasuke están así. Especialmente, nadie debe saber que Sasuke ha regresado y que este desastre fue causado por él.
—Entendido —respondió Kakashi, asintiendo lentamente.
—Financiaré un departamento para ti en el edificio de investigación jōnin. Está cerca del hospital y lejos de cualquier área con demasiada atención. Allí tendrás privacidad para cuidarlos y mantener esto en secreto.
Tsunade hizo una pausa, apoyando los codos en su escritorio y entrelazando las manos.
—Pero escucha bien, Kakashi. Si algo sale mal, si esta situación se descontrola o si alguien descubre lo que está pasando, esto recaerá completamente sobre ti. ¿Lo entiendes?
Kakashi sostuvo su mirada con seriedad.
—Lo entiendo.
Tsunade dejó escapar un largo suspiro, claramente resignada.
—Entonces, más te vale hacerlo bien. No por ti, no por mí, sino por esos niños.
Kakashi asintió nuevamente, pero no pudo evitar que una extraña sensación de nostalgia se alojara en su pecho. Mirarlos tan pequeños, tan desorientados, lo hacía recordar su propio pasado. Recordó lo que era no tener a nadie, lo que era estar perdido, sin saber qué hacer. Y tal vez, solo tal vez, fue ese recuerdo lo que movió su corazón lo suficiente para tomar esta carga. Porque no podía permitir que esos dos niños pasaran por lo mismo.+