
Silent Touch
Sakura iba a tener alguna reacción, aunque no estaba segura de cual. Sin embargo, Naruto entró por la puerta y fue la excusa perfecta para que la Kunoichi se alejara de Sasuke.
—Déjame ayudarte, Naruto—le dijo Sakura, fingiendo naturalidad.
—Estás colorada Sakura-chan, ¿Te sientes bien?—Cuando Naruto dejó las cosas en la mesa, le tocó la frente a Sakura—No pareces tener fiebre, espero que no sea un efecto secundario.
Sasuke miraba toda la secuencia desde la otra punta de la cocina, tenía los brazos cruzados y la mandíbula apretada. ¿Por qué Sakura se sonrojaba con Naruto? Lo hacía sentir celoso, porque cuando de Sakura se trataba, era una persona celosa por naturaleza.
—Oye, teme, ayuda en algo, ¿No?—Sasuke iba a ayudar, pero no porque Naruto lo haya dicho.
—Naruto, estoy bien, tranquilo —Sakura tomó los ingredientes y comenzó a cocinar.
Para su sorpresa, Naruto no era una molestia en la cocina, de hecho, se desenvolvió bastante bien. Pero por momentos, parecía que Sasuke y Naruto se disputaban la ayuda en la cocina, lo que hacía todo más difícil. Sakura, cansada del comportamiento infantil, paró en seco lo que estaba cortando, clavando el cuchillo en la tabla, dejándolo ahí.
Ambos se quedaron mirando a Sakura en silencio, y Naruto, siendo el adulto de la situación, decidió (sorpresivamente) actuar de forma madura. Así que soltó el frasco de pimienta que se disputaba con Sasuke, dejándolo en la mesada, y lentamente, sin decir nada, se sentó en la mesa del comedor, lejos de la cocina.
—Gracias al cielo— suspiró Sakura, volviendo a su labor de cortar verdura—. Sasuke, ¿Me harías el favor de...?— No fue necesario que terminara la frase, Sasuke ya le había entendido lo que quería decir.
Para Sasuke, el tiempo que pasaron cocinando pareció eterno, pero no de mala manera. Estuvieron sin hablar, en un silencio cómodo, ambos se entendían, parecía que habían cocinado juntos muchísimas veces (que tal vez así lo era, pensó Sakura).
Sasuke notó que iba a necesitar otro condimento, pero para poder alcanzarlo, tenía que decirle a Sakura que se corriera, porque ella estaba justo debajo, lavando unos cubiertos. No dudo mucho en tomarla suavemente por la cintura, con ambas manos, mientras su dedo índice tocaba fugazmente la piel de Sakura que se colaba entre medio de su remera y pantalón. Tranquilamente la movió unos centímetros hacia la derecha, lo suficiente para abrir la alacena, alcanzar el condimento, y cerrarla.
Se aclaró un poco la garganta por inercia, y siguió con lo suyo. Sakura estaba colorada, con las manos llenas de detergente sosteniendo la esponja, lo que hizo que reaccionara fue el ruido del grifo abierto, con el agua desperdiciando. Sentía su corazón bombeando tan fuerte que creyó posible que Sasuke lo escuchara golpear contra sus costillas, eso la avergonzaba un poco más y se obligó a sí misma regularse, tranquilizarse. Era una acción sin trasfondo alguno, que no se confundiera.
Sasuke sabía que lo que había hecho era completamente innecesario, y que pudo decirle un simple permiso y que con eso habría sido suficiente.
Pero no quiso, él quería tocarla, el más mínimo roce con la piel de Sakura le hacía sentir una sensación de éxtasis momentánea que nunca iba a permitirse demostrar.
Y nunca había sentido con nadie. Era como si la piel de Sakura fuera un imán y sus dedos el más puro de los metales, completamente a merced de su piel. Y por supuesto que la reacción de Sakura hacía que quisiera tocarla aun más, más tiempo, más fuerte. Ha fantaseado con poder dejar alguna marca en su piel, era tan pulcra y pura que no parecía difícil. También él sabía, que su toque le generaba una reacción a ella, por más innecesario que haya sido su roce, ella nunca decía nada, ni se quejaba. Solo guardaba silencio.
Sakura no se quedaba atrás, ella nunca perdió la oportunidad de tocarlo, o dejar que la toque. Era un especie de idioma construido en base a roces que solo ellos entendían y disfrutaban en silencio.
Porque ninguno iba a aceptar lo mucho que le gustaba el roce ajeno.