
La importancia de saber pociones
La importancia de saber pociones
Hacía unos años que se había retirado del quidditch profesional y cansado de tanta fama, alboroto y flashes había decidido ir a vivir a una pequeña casita oculta por frondosos pinos y altas secuoyas, tan aislada que ni siquiera llegaba la red flu.La idea habría sido descabellada, teniendo en cuenta que las lechuzas tardaban dos días en ir y volver a la ciudad más cercana y para ir al hospital no podía aparecerse debido a la larga distancia, debía utilizar un traslador. Translador que una vez tiró a la basura al creer que realmente no era más que un simple tapón de botella y que acostumbraba a perder.
Por suerte había llevado consigo alguien que podía surtirle de más pociones que el propio San Mungo. De tener que hacer él mismo sus propias pociones hubiese preferido tardar horas en buscar el dichoso traslador o morir desangrado. Ni él se atrevería a beberse aquel probable veneno mortal. Se le daban bien muchas cosas, sin ir más lejos el quidditch, pero era consciente de sus limitaciones y una de ellas era las pociones, hacía años que había dejado de intentarlo.
Había salido a volar aquella tarde, accidentalmente había pasado cerca de un nido de murciélagos y cuando estos habían salido espantados dificultándole la visión, ni sus reflejos de buscador había impedido que chocase contra un árbol del frondoso bosque. Como consecuencia ahora llevaba una escoba rota en la mano a juego con su pierna izquierda y su nariz sangrante. Estaba sangrando tanto que estaba a punto de desmayarse, por suerte su amado slytherin salió a su encuentro al escuchar sus gemidos de dolor con cada paso que daba.
–¿Qué te pasó? –preguntó Draco preocupado.
–Me choqué con un árbol –respondió Harry con simpleza y voz gangosa.
Una risa bailó en los labios del rubio ansiando escapar.
–Será mejor que te sientes –dijo con la risa resonando en cada sílaba señalando la silla en el porche de la cabaña–. Enseguida vuelvo.
Se apresuró a volver a la casa para traer las pociones necesarias, soltando la risa que había estado conteniendo pero sin perder un segundo pues en verdad la situación era muy seria, por mucho que las causas fuesen irrisorias.
Harry suspiró aliviado al ver a Draco regresar y bebió las pociones que le dio con una incontenible mueca de asco.
Minutos después gracias a las milagrosas pociones de su novio estaba curado, su pierna y nariz seguía doliendo un poco, nada que no se fuese con una poción para el dolor que en ese momento le tendía el rubio.
–Entonces, ¿cómo fue que te chocaste con un árbol? –preguntó Draco burlón con una amplia sonrisa.
Harry le lanzó una mirada asesina al tiempo que sus mejillas se teñían de rojo y pensando que quizás debería haberse esforzado más en aprender pociones.
Fin