
Almuerzo con Teddy
Al llegar al que se acaba dar cuenta de que podría llamar su residencia habitual, se sacude el hollín con un pase de varita y se coloca las gafas torcidas por la agitada llegada.
En el salón encuentra a su ahijado, su pelo azul cambia a un tono más llamativo por la alegría de verle. Se saludan con una sonrisa y se abrazan fuertemente hasta que Teddy se remueve un poco para soltarse. Lleva una semana sin verle y le estaba echando mucho de menos. Siempre fue para él como uno más de sus hijos y a la vez distinto, porque le había pillado demasiado joven y la mayor parte del tiempo era más un hermano mayor que un padre para él.
Le observa un momento, comprobando que todo sigue en su sitio y no ha encogido unos centímetros para que no tenga que mirarle hacia arriba, el hecho siempre le recuerda lo mayor que ya es, que ambos son.
Harry deja su chaqueta sobre el respaldo de un sillón y caminan hacia la cocina mientras Teddy comienza a contarle con más detalle del deseado las prácticas que ha hecho esta semana en la Universidad de Medimagia. Él le deja hablar, su estómago aguantará por mucho que su ahijado se esfuerce en desestabilizarlo, si ve que se pasa de la raya le contará uno de los más escabrosos casos que ha tenido que resolver. A este juego nunca podrá ganarle.
Se sientan a la mesa para comenzar a comer y entre cuchara y cuchara de sopa el chico sigue con su relato. Cuando termina de explicarle las prácticas y de quejarse de los profesores que le tienen manía y los estúpidos compañeros por los que tuvieron que quedarse todo el fin de semana a envasar partes de cuerpos humanos en alcohol o en formol, le pregunta cómo fue su día. Él responde que demasiado aburrido, que lo más emocionante que ha ocurrido esta semana es un gato que cagaba escregutos de cola explosiva debido a una maldición desviada y éstos estaban causando estragos en el vecindario. Teniendo en cuenta que la mayor parte del trabajo había sido para los del departamento de Control de Criaturas Mágicas cualquiera que le conociera podría averiguar lo mortalmente aburrido que ha estado esos días.
Teddy se compadece de él dándole unas palmaditas en el brazo mientras ataca su rodaja de sandía y le dice que siempre puede ir a la Universidad a visitarle y él estará encantado de señalarle los estúpidos a los que puede dirigir sus maldiciones. Ambos ríen y Harry agradece teatralmente la oferta con la mano en el pecho, sintiendo tener que declinarla porque tiene una reputación que mantener.
La hora de la comida pasa demasiado rápido y se despiden hasta la noche, cuando se encontrarán en el cumpleaños de Hermione.
Ante la perspectiva de pasar otra pesada tarde de papeleo, entra en la chimenea para ir a su oficina casi deseando que haya un secuestro, un asesinato o al menos un intento, tampoco pedía mucho. No sabía si podría aguantar cuerdo tanto tiempo inactivo.
Mientras vuelve a dar vueltas en la Red Flú piensa esperanzado que pasado mañana es sábado y quizás podría convencer a los Weasley y el resto de sus amigos para jugar un partido de quidditch.
Continúa en el reto #17...