
Chapter 1
Sam insiste en que deje de trabajar durante el verano y la invita junto con Ruby a su nueva casa en Midvale.
La propiedad se encuentra alojada en una especie de isla que se forma cuando la marea sube y a la que solo se puede acceder por un sendero que se descubre al bajar el nivel del mar o por bote.
Lena duda pero su voluntad desfallece ante las súplicas de su ahijada y acepta.
“Está bien” dice disimulando una sonrisa. “Pero aun así trabajaré un poco en mi proyecto”
Jack y Andrea se unen al grupo tan pronto se enteran que Lena aceptó.
Los lugareños pronto se enteran de que la mansión del pueblo ha sido ocupada y muchos se arremolinan en torno a ella, llevando frutas, pasteles y platos caseros para conocer a las nuevas inquilinas.
Entre ellas se encuentra Eliza Danvers, la dueña de la clínica de Midvale. Cat Grant que publica la gaceta de Midvale. La alcaldesa. El sheriff. La propietaria del único bar de la ciudad. Y un conjunto de celebridades locales más, a los que a Lena no le interesa memorizar sus nombres.
Esto abruma y molesta a la CEO de L-corp que intenta trabajar. La presencia continua de vecinos curiosos le arrebata la tranquilidad, pues no está acostumbrada a tratar con extraños. De hecho solo Sam, Andrea y Jack «además de Ruby» sostienen charlas con ella que no tienen que ver con asuntos laborales.
Sam llega de la ciudad extasiada. Al parecer el pueblo dará una especie de baile a la que Sam los arrastra luego de consegurile una niñera a Ruby.
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Alex Danvers estaba emocionada, había visto a Sam caminando por el pueblo hacía unos días y se emocionó al saber que la mujer asistiría a la fiesta del pueblo.
–Está aqui– Alex le murmuró al oído a su hermana.
La música se detuvo cuando la joven heredera de L-Corp entró atravesando la pista e interrumpiendo en baile sin un dejo de vergüenza. Estaba flanqueada por dos mujeres hermosas y detrás de ellas caminaba un hombre igualmente apuesto.
“Azul” Lena quedó deslumbrada y tuvo que apartar la vista de esos radiantes ojos entre la multitud.
Kara pensó que aquella presentación era una demostración que solo un rico podría hacer con el mero propósito de demostrar que su estatus era mejor que cualquiera en la habitación.
–¿Es ella?–Preguntó Kara señalando a una de las mujeres.
–Si. Esta aquí de vacaciones con su jefa y unos amigos.
–Aquí viene. Respira Alex. Dentro fuera dentro fuera.
–Doctora Danvers es un placer volver a verla. –Sam dijo con reverencia– Me preguntaba si quería bailar.
–Claro.
La música continuó y Lena se quedó en la barra pidiendo un whisky doble seco.
Hizo una mueca por la mala calidad, era una ofensa para su paladar Irlandés. Pero sería más ofensivo desperdiciar un trago y lo bebió completo.
–Parece que mi hermana y su amiga se divierten. –Kara se acercó tímidamente.
–Eso parece. ¿Señorita…?
–Danvers. Kara Danvers y aquella es mi hermana Alex.
–Mucho gusto señorita Danvers mi nombre es….
–Lena Luthor– sonrió. –Lo se todo el pueblo habla de usted y su viaje al espacio.
–Eso es Impreciso. La cápsula Venture solo órbito unos breves segundos antes de aterrizar. En realidad nunca salimos al espacio exterior, no nos alejamos de la fuerza de gravedad eso pudo resultar en una tragedia. Aunque me sorprende que sepan sobre la cápsula.
–Por que no habríamos de saberlo. Fue una noticia internacional. Redacte el artículo para Cat Co Midvale.
–Así que es una periodista. Bueno, me tomo menos de cinco minutos encontrar su principal defecto.
–Baila usted señorita Luthor o solo aborda cápsulas espaciales.– Kara intentó desviar el tema. Quizás un poco esperanzada en ser invitada a la pista.
–En realidad detesto el baile. – hizo una mueca mas repulsiva que cuando probó ese intento de whisky– Aunque mi madre insiste en que dé un espectáculo cada vez que asisto a una de sus galas benéficas. –Resoplo –Pero ahora mi madre no está aquí y gracias a Dios puedo evitarlo.
“LENA” Sam que había dejado de bailar
se acercó a su jefa y amiga. “¿No estabas molestando a la hermana de la doctora Danvers?”
–No lo hago, Ella fue quien se me acercó. Es periodista– Desdeño.
–Debe disculpar a Lena. No ha tenido buenas experiencias con sus colegas, sin mencionar que odia las entrevistas. O cualquier tipo de contacto con los seres humanos.
–No pretendía solicitarle una entrevista. Estamos en una fiesta. No soy tan poco profesional.–relato indignada de que pudieran pensar que tenía alguna mala intención –Si me disculpan ya le he quitado mucho de su preciado tiempo.
Sam y Lena vieron alejarse a la reportera. Lena volvió su atención al vaso vacío de whisky. Dándole la espalda a la pista de baile y forzando a Sam a imitar su postura.
–Quieres dejar de ser tan gruñona y divertirte un poco.
–Me temo que la única persona interesante además de ti es esa doctora tuya.
–Vamos. Qué hay de su hermana, no puedes decirme que no es bonita.
–Admitiré que tiene unos ojos peligrosamente encantadores. Pero temo que me decepcione y esa sea su única cualidad. Aunque no sería una sorpresa.
Nia le había pedido a Kara acercarse por unas bebidas a la barra y estaban lo suficientemente cerca como para escuchar la última parte de la declaración.
–Es una idiota– dijo Nia sin reservas. –Eres más que solo un par de ojos bonitos.
Lena observó el resto de la fiesta desde su lugar en la barra, bebiendo whisky barato. Incluso la señorita Kara Danvers bailó con un par de hombres. Uno alto y musculoso y otro delgado y pequeño. Parecía divertirse y algo dentro de Lena se removió, una curiosidad por saber si bailando con Kara Danvers ella también sería capaz de reír.
–Bueno, Alex ha tenido un par pretendientes– Eliza le dijo a Sam. – De hecho la ayudante del sheriff Maggi Sawyer solía dejarle poesías en el mostrador de la clínica.
Sam sonrió. – Que romántico.
En un silencio que parecía perpetuo. Siempre mirando. Siempre escrutadora. Lena Luthor mantenía esos venenosos y acechadores ojos verdes sobre ella mientras su madre y Alex conversaban con Sam Arias.
–No creo que fuera romántico– dijo Kara provocando que el acecho de los ojos verdes se encendiera.
–Creí que la poesía era considerada parte del cortejo. Viniendo de una escritora su posición me resulta curiosa.
–Sobre todo si es viniendo de una escritora, como usted dice, debe tomar en serio mis palabras cuando digo que existen métodos mucho más certeros cuando se busca “cortejar” a alguien. – “Cortejar” sigue existiendo siquiera esa palabra. Lena Luthor vive en 1800.
–¿Entonces usted qué recomendaría señorita Danvers?
–El baile. – contuvo una sonrisa ante la mueca de Luthor. –La interacción física que resulta de este es mucho más atrayente que cualquier palabra.
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–Sam Arias es muy atenta. Es divertida. Y es tan hermosa Kara.
Habían llegado a casa luego de la fiesta y Alex le había rogado que pasara la noche con ella en su habitación como cuando eran niñas.
–Si, si– se burló. –Sam es lo mejor del universo.
–Oh Kara ¿Crees que sienta lo mismo? ¿Crees que le gusto?
–Alex la mujer se pasó la noche entera contigo ¡Es obvio que le gustas!
–Pero esa amiga suya no es muy agradable – dijo evocando la imagen elegante de Lena Luthor.
–No lo es. – dijo pensativa sintiendo correr el veneno verde por las venas debajo de su piel. –Aunque dudo que volvamos a hablar, así que no importa.
–Si vuelve a suceder. Si vuelve a incomodarte o decir algo sobre ti, le romperé esa elegante nariz suya.
–Alex puedo defenderme sola.
–Se que lo haces. Pero aun así, eres mi hermanita.
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Entonces una mañana Ruby enferma y Alex es llamada a la mansión Arias para atenderla. Una tormenta se desata por la tarde impidiéndole regresar pues el mar está picado y embravecido.
Kara está preocupada, Alex está prácticamente incomunicada y alojada con extraños pero Eliza insiste en que los Arias la trataran bien. Ese argumento no convence a Kara, pues si bien Sam Arias a demostrado ser cortes y amigable, sus amigos no. Sobre todo la de apellido Luthor.
Al tercer día Kara se arriesga a cruzar el mar hacia la pequeña isla en un bote de remos. Tiene que saber si su hermana se encuentra bien y aunque sigue lloviznando el clima ha amainado lo suficientemente para que no sea una total locura intentarlo.
Un mozo la hace entrar al salón donde Sam Arias está reunida con sus amigos mientras Alex atiende a Ruby.
–Kara – dice Sam acercándose.
Lena quien estaba inmersa en el grosor de un libro se yergue de inmediato en su silla apenas la ve cruzar la puerta. Kara Danvers está sucia y sudorosa. Desaliñada. Puede oler la salinidad del mar en sus pantalones húmedos. Tiene las mejillas sonrojadas por el esfuerzo y la mira con esos imponentes ojos azules.
–Remo hasta aquí– le preguntó Andrea con un tono burlón en un intento de hacer reír a Lena, pero su amiga aún está debatiéndose el tono de azul exacto de los ojos de la rubia.
–Lo hice– dice Kara sin dejarse intimidar por la mujer. –¿Me preguntaba si podía ver a Alex?
–Por supuesto – Sam dijo rápidamente. –Está arriba con Ruby, su hermana, ha sido una bendición.
Alex está bien «y feliz» e insiste en quedarse un par de días más hasta que la fiebre de la niña desaparezca y Kara decide quedarse con ella.
–¿Te han tratado bien?– Kara le preguntó a su hermana recordando la mirada inquisitiva de Andrea Rojas.
–Maravillosamente Kara. Sam ha sido tan amable y se que solo estoy aquí como médico de su hija pero es tan…
Kara se ríe interrumpiendo a su hermana. –Ya veo.
Por la tarde se reúnen para cenar y Kara nota las miradas entre Sam y Alex. Charlan animadamente y la reportera reciente la mirada silenciosa de esos ojos verdes. Desea gritarle en medio de la cena que aparte su vista, que deje de verla, que deje de consumir el aliento de sus pulmones, pero no lo hace y la cena le resulta tortuosa, incómoda e insoportable.
Después de la cena vuelven a reunirse en el salón. Alex y Sam han ido a ver a Ruby. Lena Luthor está absorta en la pantalla de su laptop ignorando al resto de sus amigos. Y Andrea se acerca a Kara al notar la mirada que la rubia le da a la CEO.
– Ella es bastante impresionante. Justo ahora está diseñando un brazo robotico. Aquí en Midvale en una isla en medio de la nada. Le hemos dicho que deje de trabajar pero es… –se muerde el labio– Es, tán perfecta, en todo, toca el piano, habla cinco idiomas, tres doctorados. esgrima, ajedrez, equitación.– enumera y luego mira a Kara fríamente. – Por eso ella no está disponible para cualquiera. – Advierte. –Muchos tontos lo han intentado sobre todo después de verla en su uniforme para montar.
La insinuación de Rojas irrita a Kara quien aprieta los puños. A ella no le gusta en lo más mínimo esa desagradable mujer, por mucho que le gustaría apreciarla en esos pantalones para montar.
Kara decide que es mejor no responder y camina hacia el piano al otro extremo de la habitación. Sin embargo Andrea tiene un objetivo y no piensa soltarlo.
–¿Toca usted señorita Danvers?– Andrea le sonríe señalando el piano.
–Un poco– dice Kara. No tiene nada que demostrarle a esos presuntuosos herederos pero odia dejarse intimidar.
–¿Podría? – sonríe. Su intención es clara, mortificar y evidenciar la falta de destreza de la rubia. Había escuchado a Lena decirle a Sam que los ojos de esa mujer eran hermosos y probablemente lo eran pero Kara Danvers no está a la altura de Lena.
El sonido del piano logra sacar a Lena de su ensoñación. Son los errores que comete el ejecutor los que atraen su atención. Hay un desfase en el tempo de la sencilla pieza que ella fácilmente podría tocar pero aun así el sonido la envuelve y le resulta hermoso. Lena observa a la mujer rubia sentada en el banco, sus manos se mueven trémulas sobre las teclas.
Y Lena sonríe recordando cuando Lex le enseñó esa misma pieza. Sentada sobre su regazo, con los dedos sobre sus manos guiándolos. Ambos sonreían tontamente. Entonces a la luz de sus recuerdos, Lena suelta una risa melodiosa qué coincide con un grave error de la pianista haciéndola detenerse abruptamente.
–Lamento no estar a la altura de sus expectativas. –dijo mirando directamente a la CEO. –Supongo que han escuchado las mejores sinfónicas en el mundo y mi humilde ejecución les causa gracia.
Lena no sabe cómo responder a esa declaración. ¿La mujer se ha ofendido? ¿Ha sido a causa suya? –Si bien su ejecución es Imprecisa, ciertamente la he disfrutado mucho, señorita Danvers – dice.
Antes de que Kara pueda responder Lena ha vuelto a su laptop dejándola con las palabras en la boca. ¡Pero qué arrogante y presuntuosa!. Dice lo que quiere y luego sencillamente pierde el interés en la otra persona. –¡Ja!– no puede evitar el jadeo exasperado que abandona sus labios.
Andrea parece complacida por la escena frente a ella. –Debe disculpar a Lena– señala Jack con una sonrisa. –No es muy apta en temas sociales a pesar de ser una genio.
–Bueno, parece que si hay algo en lo que no es perfecta– Se burla.
–Siendo alguien como Lena Luthor ¿Quién necesita amigos? – Andrea se encoge de hombros –Ya que nos tiene a nosotros, no necesita más.
Kara camina hacia el escritorio donde se encuentra Lena Luthor. Espera hasta que finalmente la CEO se digna a levantar esos ojos verdes suyos y a mirarla.
–Debo suponer entonces que es alguien orgullosa señorita Luthor.
–Es cierto que me cuesta perdonar a quien traiciona mi confianza. Esto se podría interpretar como una afrenta a mi orgullo, sin embargo la razón es que mantengo grandes expectativas sobre a quienes otorgó mi confianza.
–A Lena ya la han traicionado demasiadas veces– dijo Jack – Por eso ahora se ha vuelto mucho más cauta.
–No puedo juzgarla por eso Señorita Luthor. –Dijo Kara y podría jurar que los labios de la CEO se curvaron ligeramente.
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Dos días después el mar se ha calmado y las hermanas Danvers se disponen a subir a una lancha de motor que las llevará hasta la orilla. Sam, Ruby, Andrea, Jack y Lena salen a despedirlas.
–Ha sido un placer tenerlas en casa– dijo Sam sonriendo.
–Fue divertido – Jack concordo.
–Fueron unos días interesantes, sin duda nos han despejado del aburrimiento por esa tormenta. – Andrea se burló, habían sido una especie de entretenimiento pueblerino.
Alex no pareció notar la burla embelesada por las mujeres Arias. Pero Kara lo noto. – Y usted. ¿Se ha divertido señorita Luthor?– soltó con veneno a la mujer que permanecía en silencio.
–Preferiría estar en mi laboratorio – dijo haciendo una mueca mirando la arena bajo sus pies pegándose a sus impecables zapatos.
–Sin duda, una pequeña ciudad como Midvale no tendrá nada que ofrecerle.
–Aparte de arena– dijo sin levantar la vista. – No lo creo.
Y Kara no podía detestarla más. Midvale era una ciudad hermosa. Su cielo era azul, su mar limpio, la brisa fresca y el sol cálido. La gente era buena y desinteresada pero todo eso no era suficiente para la arrogante Lena Luthor.
–Vamos Kara– Dijo Alex antes de subir al bote.
Al subir Kara resbala ligeramente y Lena se apresura tomándola de la mano evitando la caída.
Un “Gracias” se ahoga en la garganta de Kara.
“Señorita Danvers” murmuró Lena a manera de despedida después de que sus manos se abandonaran. Ella no solía tocar personas a menudo, fuera de esos recios apretones de manos de negocios. Sostener la mano de Kara Danvers tan delicadamente aunque fuera por un segundo le hizo hormiguear la piel. ¿Qué significaba aquello? Fue como sostener entre los dedos una brasa de carbón ardiendo. Hizo que su corazón se contrajera dolorosamente y su respiración se cortara. Solo un toque. Un leve toque por mera cordialidad para evitar que la mujer cayera de bruces. Un roce y su cuerpo se sentía… enfermo y débil.
–Hasta luego– dijo Alex sonriendo hacia Sam y Ruby.
–Hasta luego doctor Danvers, Kara – dijo la niña.
Cuando Kara se dio la vuelta Lena Luthor ya había desaparecido. Por supuesto la importante mujer de negocios, genio tecnológico y heredera multimillonaria no iba a esperar a que el bote siquiera arrancará. Aún así Kara se decepciono un poco más de esa mujer.