If you need me, I'll be there

僕のヒーローアカデミア | Boku no Hero Academia | My Hero Academia (Anime & Manga)
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If you need me, I'll be there

Es difícil cargar con la culpa. Katsuki ha aprendido a hacerlo, pero eso no significa que se haya vuelto menos complicado.

Todo iba bien con el operativo, los civiles estaban en una zona segura, habían cercado casi tres calles alrededor de donde se llevaría a cabo el operativo, y Katsuki se aseguró de que así fuera. Joder, lo confirmó más de tres veces. Entonces, ¿qué salió mal? ¿Cómo fue posible que no vieran a la niña que había quedado desamparada en el callejón de al lado?

El aroma antiséptico era algo a lo que ya estaba acostumbrado. Después de todo, su trabajo lo llevaba al hospital más de lo que le podría gustar. Pero hay ocasiones peores, ocasiones en las que no es él quien está postrado en una cama rodeado de cables. No, cuando es su turno de estar ahí, lo acepta con la cabeza en alto; él eligió esto, después de todo. Los peores momentos son aquellos en los que alguien más está en esa cama por su culpa. A veces son sus compañeros, otras veces los civiles, o, peor aún, a veces es Shouto. Esta vez es una niña de siete años, con un brazo fracturado y posibilidades de no volver a caminar. Y es su culpa, es su culpa, porque fue lento, no fue lo suficientemente veloz para llegar hasta la niña antes de que la explosión la impactara. Si hubiese sido más rápido, si tan solo hubiera sido suficiente, esa niña no estaría ahí, no estaría con su madre al lado, mientras esta se deshace en lágrimas junto a su pequeña hija, que aún está inconsciente.

El rubio terminó alejándose de la habitación de la niña, escondiéndose en uno de los pasillos deshabitados del piso de cuidados intensivos. Su espalda golpeó la pared y se dejó caer hasta el suelo. Cubrió su rostro con ambas manos aún enguantadas. No había regresado a la agencia; su disfraz estaba sucio y destrozado en algunas zonas. Pero su cabeza estaba aún peor. El sollozo que escapó de sus labios rebotó en las paredes del pasillo abandonado. La culpa lo asfixiaba de una forma dolorosa, y fue inevitable caer en un espiral de odio y arrepentimiento, trayendo viejas heridas a la superficie, que se abrían con una facilidad abrumadora, como si no hubiesen tardado años en cerrarse. Su cuerpo temblaba mientras se esforzaba por no hacer ruido. No había nadie cerca, y tampoco había posibilidades de que alguien apareciera. Después de todo, el pasillo no tenía habitaciones de pacientes, y las pocas puertas que había parecían ser de almacenes de limpieza y salidas de emergencia. Aun así, Katsuki nunca hacía ruido al llorar. Luchaba por no hacerlo. Si bien a lo largo de los años aprendió que no tenía nada de malo llorar y que eso no lo volvía alguien débil, las viejas costumbres son difíciles de eliminar. Y en momentos como este no puede darse el lujo de pensar en la deconstrucción que tuvo que hacer los últimos años, no cuando acaba de joder las posibilidades de una vida plena para una niña.

No era la primera vez que le jodía la vida a alguien. Primero fue Izuku; le jodió tantísimos años, incluido el primer año en la U.A. Hundió tanto al pecoso que incluso lo incentivó a lanzarse de la azotea. Luego fue All Might, su maldito ídolo, la inspiración y la figura de esperanza y paz de generaciones. También lo destruyó a él. Hizo que no solo perdiera su futuro y carrera como el número uno, sino que lo expuso a nivel mundial como alguien que había perdido su don, como alguien que podía perder. Katsuki Bakugou hizo que la población entera viera al ídolo, al número uno, en su forma más vulnerable. Y la lista sigue. También lastimó a sus padres, dándoles tantos problemas y preocupaciones sólo porque él no era capaz de hacer las cosas a la perfección, cómo debían ser. También ha preocupado a sus amigos, ha hecho que se metan en problemas por él. Y Shouto, por Dios, no hablemos de Shouto. ¿Cuántas veces ha dicho y hecho cosas que no pensaba ni sentía solo porque aún le cuesta abrirse y ser sincero? Sin contar que, en el fondo, muy en el fondo, sigue sin creer que es digno del amor del bicolor.

Las manos que se posaron sobre sus hombros lo hicieron saltar y alzar su palma derecha como un reflejo de defensa. Aún con la respiración agitada y el rostro lleno de lágrimas, vio el rostro de la única persona que quería ver ahora. Los ojos bicolores se suavizaron con un dolor compartido, un tipo de dolor que solo se siente cuando se ve a un ser amado sufriendo. Su palma aún seguía en alto, temblorosa, y el llanto no tardó en volver. Su rostro, que había conseguido una expresión neutral por unos segundos, se rompió de nuevo, y no pudo evitar saltar a los brazos del heterocromático.

Su llanto se sofocó en el pecho del contrario. Sus manos, que antes estaban cubriendo su rostro, tomaron rumbo hasta la sudadera del heterocromático, la cual apretó entre sus dedos.

—Lo arruiné, es mi culpa, todo es mi jodida culpa —su voz salía entrecortada y baja.

Los brazos de Shouto no tardaron en rodear el cuerpo tembloroso del rubio. Ahora solo podía sujetarlo y acariciar su espalda con movimientos lentos para intentar calmarlo. A lo largo de los años de su relación, Shouto había aprendido que, cuando Katsuki se rompe, no busca palabras ni que le digan que todo estará bien. Al menos no al principio. Cuando estas cosas pasaban, el rubio necesitaba un soporte, algo que lo mantuviera atado a la realidad mientras sacaba todo lo malo de su sistema. Necesitaba la calidez de algo que lo hiciera sentir seguro; en este caso, de alguien que lo hiciera sentir seguro. Por eso Shouto solía utilizar su lado cálido en estas situaciones. Si bien Katsuki siempre era muy receptivo y apegado a su lado izquierdo, en momentos como estos lo era aún más. Luego, cuando ya estuviera más calmado, Shouto podría permitirse hablar, con un tono suave y bajo, para ayudar a Katsuki a salir del hoyo en el que estuviera metido.

Es por eso que, luego de unos minutos —Shouto no estaba seguro de si fueron más o menos de diez—, el llanto del rubio había cesado, convirtiéndose en leves sollozos y una respiración mucho más regular que antes.

—Katsuki —murmuró Shouto mientras subía su mano fría hasta el cabello del contrario, acariciando las mechas rubias y proporcionando frescura a la vez.

—¿Cómo me encontraste? —interrumpió el ojirubí en un tono aún frágil. Ahora que la neblina inicial se había disipado, su cabeza se permitió analizar el entorno. Y, si bien no se apartó en ningún momento del pecho del bicolor, hubo una pequeña brecha en la que pudo ver que el pasillo ya estaba completamente oscuro, solo iluminado por la luz de la luna que golpeaba los ventanales a espaldas de Shouto.

—Tu GPS —respondió el bicolor luego de unos cuantos segundos de silencio.

El GPS. Claro, tiene sentido, ya que aún no se había cambiado de ropa. El GPS fue una iniciativa del gobierno para regularizar y monitorear las actividades de los héroes. Luego de la guerra y de que saliera a la luz que muchos de ellos realmente eran traidores que trabajaban de la mano con los restos del Frente de Liberación Paranormal y la Liga de Villanos, el gobierno y la Asociación de Héroes decidieron que los héroes debían utilizar rastreadores como parte del equipamiento. Y, si bien muchos estuvieron en desacuerdo, no tuvieron otra opción más que usarlos, para así conseguir la confianza de muchos de los civiles que en ese entonces desconfiaban de los héroes y de lo que hacían en sus horas de servicio cuando no estaban en el ojo público.

—Izuku me dijo que tu marca no se había movido del hospital desde hace horas, y como no contestabas las llamadas ni los mensajes, me pidió que viniera a ver qué estaba pasando.

Bakugo bufó por lo bajo al escuchar el motivo. Claro que Izuku tendría que ver. El peliverde no tenía nada mejor que hacer que monitorear al equipo luego de la misión. Lo entiende, después de todo la investigación la llevaba él y el equipo estaba bajo su responsabilidad. Pero eso no evita que Katsuki se burle un poco de él.

—Lo siento —susurró y levantó un poco la cabeza para poder ver al fin el rostro del bicolor—. Debí contestar antes.

La mueca en el rostro de Shouto fue inevitable. El rostro del rubio aún seguía sucio y lastimado, sus ojos estaban hinchados, su labio herido por morderlo demasiado, un mal hábito de Katsuki cuando llora. Shouto aprovechó para limpiar el resto de las lágrimas que habían quedado en su rostro con la mano que antes había estado acariciando las mechas rubias. Bakugo empujó su mejilla contra la palma de la mano, disfrutando de la frescura de esta y de lo mucho que le ayudaba a enfriar el ardor de su rostro.

—Kats —Shouto llamó su atención, y los rubíes que ahora carecían del brillo habitual lo miraron con atención.

El bicolor lo analizó por unos segundos más y notó de nuevo ese cansancio, más que físico, emocional.

—Hablé con el médico a cargo —musitó con cautela, sin buscar oprimir un botón que hiciera a Katsuki estallar de nuevo—. Dijo que, si bien las heridas fueron profundas, ella ya despertó. Hicieron pruebas y necesitará algo de terapia física, pero ningún objeto lastimó la columna.

Los ojos de Katsuki se llenaron de lágrimas de nuevo, y su labio inferior empezó a temblar otra vez.

—¿De verdad? —preguntó con un hilo de voz.

Shouto sonrió levemente y asintió mientras limpiaba las lágrimas que se derramaban de nuevo.

—¿Me lo prometes? —dijo Katsuki.

—Te lo prometo —respondió Shouto y dejó un beso en la cálida frente del rubio—. Ella va a estar bien. No fue tu culpa. Tú no estabas a cargo de evacuar esa área, ni siquiera tenías que estar en ese callejón —murmuró sin despegar por completo los labios de su frente.

El ojirubí hundió su rostro en el pecho del bicolor de nuevo y asintió levemente, acallando los nuevos sollozos que escapaban de su garganta.

—Lo que pasó antes… tampoco fue tu culpa.

La mención de sus arrepentimientos pasados hizo que sollozara de nuevo. Shouto lo conocía tan bien.

—Vamos a casa, necesitas descansar y comer algo.

Con ayuda del heterocromático, se puso de pie. Este lo sostuvo con cariño y delicadeza, brindándole todo su amor y apoyo.

—Hice la cena.

Sus ojos se abrieron en asombro.

—¿Quemaste la casa?

A pesar de que buscaba burlarse un poco de su novio, su voz salió más suave de lo que realmente buscaba.
Shouto lo miró con un puchero formado en sus labios y el ceño un poco fruncido.

—No, he mejorado mucho —el tono indignado hizo que el rubio soltara una leve risa.

—Sí, sí, espero que de verdad hayas mejorado.

Shouto sonrió y acarició su mejilla.

—Te amo, Katsuki.

El rubio le devolvió la sonrisa y unió sus labios con los del más alto.

—Y yo a ti, Shou —susurró y lo miró a los ojos—. Gracias.

La mirada del bicolor se suavizó aún más.

—Si me necesitas, ahí estaré.

El recuerdo de la primera vez que el heterocromático había dicho eso calentó algo en el interior del rubio. En ese entonces la situación no había sido muy diferente a esta, solo que aún estaban en los dormitorios de la U.A. y la razón fue una serie de pesadillas y recuerdos que el rubio deseaba enterrar. Al pensar en ese momento y en el actual, sabe que es verdad. Shouto siempre estará ahí cuando lo necesite.