Draco Malfoy y ¡¿Por Qué, en Nombre de Merlín, Es SIEMPRE Harry?!

Harry Potter - J. K. Rowling
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Draco Malfoy y ¡¿Por Qué, en Nombre de Merlín, Es SIEMPRE Harry?!
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Summary
Cuando la madre de Draco le contó sobre Hogwarts siendo la sucursal del Torneo de los Tres Magos, había imaginado un año divertido para seguir la acción junto a sus amigos, desde la seguridad de las gradas. No tuvo previsto que Harry sería forzado a participar, pero quizá debió haberlo pensado. Las cosas siempre le pasaban a Harry, ¿cierto?
Note
¡hOLA! ¡Espero que la serie esté gustándoles tanto como a mí! Agradecimientos especiales para la creadora de este recuento de la saga, por permitirme traducir su trabajo, y también para ustedes por leer, dejar kudos y comentar. ¡No saben lo feliz que me hacen! (๑˃ᴗ˂)ﻭ
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Grupos de Tres y de Cuatro

Draco no podía moverse, no podía respirar. Tan solo se quedó mirando a Dumbledore, esperando que, en contra de toda esperanza y sentido, hubiese oído mal, o que el director se hubiese equivocado al leer lo que sea que estuviese escrito en el trozo de pergamino.

El silencio absoluto en el gran salón era frío. Todos se habían girado a observar en dirección a la mesa Gryffindor, lanzando miradas prejuiciosas hacia Harry, como si Harry tuviese a culpa de lo que sea que, en nombre de Salazar, estuviese sucediendo ahí.

Y Draco sabía que no la tenía. Por supuesto, no la tenía. Harry nunca había mostrado ninguna inclinación seria hacia inscribirse en el torneo. Claro, él y Weasley habían bromeado con los gemelos Weasley, pero sabía que Harry nunca iría más allá. Harry podría no darle mucha importancia a las reglas, pero era demasiado bueno por naturaleza como para escabullirse en busca de su propia gloria. Eso era un rasgo Slytherin, no Gryffindor.

Aunque, eso significaba que alguien más había arrojado el nombre de Harry en el juego. ¿Por qué alguien haría eso?

Para lastimarlo, una voz dentro de Draco le habló. Para meterlo en problemas, o quitarlo del camino.

Finalmente, Draco se giró para mirar a Harry, su corazón retumbando. Harry lucía aturdido y alarmado, mirando en dirección a Hermione y Weasley, murmurando, en una voz que se arrastró por el silencio del gran salón: “Yo no puse mi nombre. Ustedes saben que no lo hice.”

Cuando los otros dos tan solo lo miraron de vuelta sin comprender, dio un vistazo a la mesa de Slytherin, cruzando miradas con Draco, portando una desesperada expresión en su rostro.

Desde la mesa de maestros, la profesora McGonagall se había puesto en pie, susurrándole urgentemente al director y Dumbledore asentía, enderezándose mientras llamaba: “¡Harry Potter! ¡Harry, ven hacia acá, por favor!”

Harry se veía completamente aterrado, aun cuando Hermione lo empujó para que se levantara. Antes de Draco saberlo, se encontró a sí mismo de pie, llevando los ojos de todos hacia él en vez de a Harry.

“Profesor,” Draco llamó, su voz temblando. “No puede realmente pensar-”

“Por favor, Draco, siéntate.” dijo Dumbledore, su voz gentil y firme a la vez.

“Pero-” Draco insistió. “Él no-”

“Señor Malfoy,” Snape dijo peligrosamente desde su asiento, unas cuantas sillas más allá de Dumbledore. “¡Más le vale sentarse y hacer silencio antes de que tenga que quitarle puntos a Slytherin por su comportamiento!”

A Draco no le importaba la estúpida copa de las casas – necesitaba que Dumbledore entendiera que esto no era culpa de Harry, y que alguien estaba conspirando para lastimarlo, que él tenía que-

“Draco,” Dumbledore dijo nuevamente, sus transparentes ojos azules atrapando grises. “Por favor siéntese, yo me encargaré de esto.”

Draco tragó, y miró a Harry, quien lo miraba de vuelta con tan confusa expresión que hasta a él le resultó difícil de leer, gratitud y terror siendo las emociones más prominentes en ella. Fue entonces cuando se puso en pie y le dirigió un asentimiento a Draco. Reacio, Draco tomó asiento nuevamente, mirando horrorizado mientras Harry se encaminaba hacia la mesa de maestros, encorvado, sin cruzarle la mirada a nadie. Cuando estuvo frente a Dumbledore, no hizo más que mirarlo, esperando instrucciones, que el director ofreciese alguna explicación o solución a lo que sea que estaba sucediendo ahí. Aun así, todo lo que Dumbledore dijo fue: “Bueno… A la puerta, Harry.”

Harry fue, vacilante, y cuando la puerta cayó cerrada tras él, los murmullos comenzaron a incrementar en volumen rápidamente. Madame Maxime y el profesor Karkaroff se habían levantado de sus asientos, sus expresiones sanguinarias. Y entonces Dumbledore alzó sus manos para que todos dejasen de hablar.

“Los prefectos guiaran a sus respectivas casas a los dormitorios,” dijo. “Los estudiantes de Beauxbatons y Durmstrang regresaran a sus hospedajes. Les deseo a todos una buena noche.” Con eso, les dio la espalda a los estudiantes, refiriéndose a los otros maestros en una baja voz que no se transportó por el pasillo.

Draco se puso de pie instantáneamente, abriéndose paso entre la multitud hacia la mesa de Gryffindor. Alcanzó a Hermione a un extremo de ésta y se aferró a sus hombros.

“¿Qué vamos a hacer?” Draco preguntó, su voz aguda, como se ponía cuando batallaba contra un ataque de pánico. “¡Alguien hizo esto para lastimar a Harry, lo sabes! ¿Qué vamos a-”

“Draco, cálmate,” dijo, pero su voz temblaba también. “Vayamos a un sitio privado, no podemos-”

Aunque ambos estaban distraídos cuando Weasley pasó junto a ellos, empujándolos, su rostro sombrío. Draco soltó a Hermione y observó su espalda, atónito.

“¿A dónde vas?” demandó, haciendo que Weasley se detuviera con un movimiento abrupto.

“De vuelta al dormitorio,” escupió. “¿No escuchaste a Dumbledore?”

Draco tan solo lo miró boquiabierto, una idea inimaginable asentándose en su estómago, tan ridícula que se sintió demente al vociferarla.

“No crees que Harry hizo esto, ¿verdad?” preguntó. “Dime que no eres así de tonto.”

“¡¿Quién es el idiota aquí, Malfoy?!” Weasley llamó y se giró para encarar a Draco una vez más, rojo de la furia. Los estudiantes se habían detenido para observar la escena, pero ni Weasley ni Draco les prestaron atención. “Sé que siempre has alabado la tierra por la que él camina, así que no me culpes a mí por tener mente propia.”

“¡Creo que estoy en todo mi derecho de cuestionar tu inteligencia!” Draco estalló, lleno de una intensa ira que no había sentido desde hace tiempo, quizá nunca, nublando su mente. “¡¿Cómo te atreves a dudar así de Harry?! Después de todos estos años, ¡¿acaso no sabes nada sobre él?!”

“Creo que lo conozco mejor que tú, teniendo en cuenta que yo soy el que comparte habitación con él, ¡y el que lo tuvo en su casa por el verano!” Weasley gritó. “Tú solo ves lo que quieres ver. Siempre ha sido así, especialmente cuando se trata de él.”

Draco dio un paso hacia él, completamente listo para golpearlo en el rostro, pero Hermione le agarró el brazo, aferrándose.

“Draco,” suspiró. “¡Cálmate!”

Al su otro lado, Weasley había dado un paso hacia Draco también, listo para corresponder, pero los gemelos Weasley se cruzaron en su camino, George despreocupado mientras decía: “Creo que ya es suficiente. Ron, parece que necesitas un buen descanso.”

Fred estiró el brazo para palmear la espalda de su hermano, pero Weasley se apartó, mirándolo enfurecido. Sin otra palabra más, se giró y abandonó el comedor. Los gemelos lo siguieron con la mirada, ceños fruncidos idénticos en sus rostros.

“No se preocupen,” George se encogió de hombros. “Lo va a superar.”

“Sí,” Fred asintió. “Vamos, hora de ir a la cama camita.” Colgó un brazo alrededor de Ginny, quien se encontraba cerca, su rostro alarmado, mientras caminaban en dirección a las puertas, también, dejando solos a Draco y Hermione.

“Ese complete idiota,” Draco llamó, ultrajado. “No puedo creer que-”

“Creo que ya fue suficiente con la escena que hizo, señor Malfoy,” dijo Snape con frialdad, acercándose a él y a Hermione con una expresión de descontento. “20 puntos menos para Slytherin por su absoluta falta de disciplina. Y detención, mañana por la noche en mi oficina.”

Draco se giró hacia él, listo para estallar, pero Hermione apretó su brazo tan fuertemente que era doloroso.

“Lo sentimos, profesor,” se disculpó apresuradamente. “Ya nos vamos.”

Ella jaló del brazo de Draco y, luego de un momento, él cedió, mirando de mala manera a Snape mientras se retiraban fuera del comedor.

“Escucha, Draco,” siseó, deteniéndose en el pasillo de entrada. “Este no es el momento ni el lugar para hablar, mantén la cabeza baja. Nos vemos aquí mañana a las ocho. En ese momento discutiremos qué hacer.”

“No estarás dudando de Harry también, ¿cierto?” se burló, frunciendo el ceño en su dirección. “No eres como Weasley, volviéndote contra Harry como un completo-”

“¡Por supuesto que le creo a Harry!” soltó. “¡¿Por quién me tomas?!”

“Bueno, obviamente necesitaba verificar, ¿no?” Draco refunfuñó, tan solo un tanto apaciguado.

“Ron solo está…” murmuró, agitando su cabeza y rodando los ojos. “Eso da igual ahora. Si Snape nos atrapa aquí, nos vamos a meter en problemas de verdad. Ve a tu dormitorio y no le hables a nadie. No estás siendo tú mismo en este momento.”

Oh, ¿en serio?” Draco se mofó.

“Draco,” suspiró. “Por favor. Te hablo mañana.”

“Bien,” resopló, liberando su brazo del agarre de Hermione. “Ten una buena noche, entonces.”

Hermione lucía como si fuese a responder a su burla, pero lo pensó mejor y se giró para tomar las escaleras. Draco la miró mientras se iba en dirección opuesta, hacia las mazmorras.

 

 

“Oh, Draco,” Hermione suspiró la mañana siguiente al encontrarlo sentado en las escaleras del pasillo de entrada, esperando por ella. “¿Qué te pasó a ti?”

Draco se estremeció, observando en dirección a las puertas cerradas en lugar de mirarla a ella.

“Puede que me haya tropezado con el puño de Crabbe anoche,” dijo, deliberadamente casual.

“¡Te dije que no le hablaras a nadie!” ella le recordó con firmeza.

“Técnicamente no hablamos,” Draco se encogió de hombros. “Nott insultó a Harry así que lo golpeé. Crabbe me golpeó de vuelta como el pequeño buen guardaespaldas que es, así que los maldije y me fui a la cama.”

“Te vas a meter en tantos problemas,” gimoteó.

“No hasta que alguien los libere de los hechizos paralizadores,” Draco sonrió. “Y puede que eso tome un tiempo. Zabini solo se rio y los pisó ayer por la noche.”

“Snape te va a tener en detención por un mes,” ella murmuró, agitando la cabeza.

“Con todo lo que esos tres me han hecho a en el pasado, creo que se me puede perdonar una pequeña venganza,” Draco rodó los ojos. “Además, se lo merecían.”

“No dudo que sea así,” suspiró. “Aun así, la última cosa que necesitamos ahora es que te metas en problemas. No con lo que pasó anoche.”

“¿Has hablado con Harry?” preguntó inmediatamente.

“No,” Hermione hizo una mueca. “Estaban haciendo un tipo de fiesta de la victoria en la sala común ayer, y no tuve ganas de quedarme. Estaba pensando en guardar un poco de comida e ir a caminar con él, así podríamos hablarle en privado.”

“Hagamos eso,” Draco asintió, poniéndose en pie apenas escuchó pasos tras él. Se dio la vuelta para ver a Weasley bajando las escaleras, una expresión glacial en su rostro. Los ignoró completamente mientras les pasaba por el lado, dirigiéndose al gran salón.

“Ron,” Hermione suspiró. “Por favor, ¿no podemos tan solo hablar de esto?”

“No hay nada de qué hablar, Hermione,” soltó, girándose para mirarla de mala manera. “Si quieres creerle a Harry, es tu decisión. Yo, por mi parte, estoy harto de él.”

“Bueno, yo siempre dije que él estaría mejor sin ti,” Draco se burló. “Es una lástima que no me escuchara antes. Se pudo haber ahorrado la traición.”

“¡¿Traición?!” Weasley llamó. “Él es el que fue a poner su nombre en el cáliz de fuego a nuestras espaldas. Él es el que se ha estado bañando en su propia fama por años, pero, aparentemente, eso ya no era suficiente para él, ¿o sí?”

“¡¿De qué demonios estás hablando?!” Draco gruñó, su voz elevándose otra vez, ahogando los intentos de Hermione de interponerse entre ellos. “¡¿Bañándose en su propia fama?! ¡¿Harry?! ¡¿Siquiera lo conoces?!”

“Oh, yo sé que él es perfecto a tus ojos,” Weasley se burló. “Esto salió muy bien para ti, ¿no? ¡Tú nunca me quisiste cerca! No sé si es porque mi familia es pobre o porque no soy especial como Harry o inteligente como Hermione, pero tú siempre te quisiste deshacer de mí, ¡ya se cumplió tu deseo!”

“¡Ron!” Hermione siseó, su tono desesperado, pero ambos chicos la ignoraron.

“¡¿Estás chiflado?!” Draco rio. “¡Nunca he dicho una palabra sobre tu familia! ¿Y quién era el que me quería expulsar desde el inicio? ¿O en segundo año?”

“Sabes qué,” Weasley rodó sus ojos, apartándose de ellos. “No importa. Solo aléjense de mí, ustedes dos y Harry. Ya no quiero tener nada que ver con ustedes.”

“¡Bien!” Draco gritó. “¡De todas maneras nadie va a ir corriendo tras de ti!”

“¡Draco!” Hermione gruñó. “¡Baja la voz, vas a despertar a todo el Castillo! ¡Espera aquí, ya vengo!” con eso, se apresuró a ir tras Weasley, adentrándose en el gran salón.

Tomó un minuto o dos para que volviera, un empaque de sándwiches en su mano y una mirada preocupada en su rostro.

“Vamos, subamos y esperemos cerca de la torre Gryffindor,” suspiró, sin detenerse para esperar la respuesta de Draco, por lo que él tuvo que apresurarse para seguirla.

“¡¿Puedes creer lo de Weasley?!” Draco siseó, tomando dos pasos a la vez para intentar seguirle el ritmo.

“Se le va a pasar eventualmente,” Hermione murmuró. “Él solo es…”

“¿Un total imbécil?” Draco sugirió. “¿Un completo cabeza hueca? ¿Un-”

“Uno no puede hablarte racionalmente cuando se refiere a Harry,” musitó, casi que para sí misma. “Eres como un perro de guardia o algo. Sientes una amenaza y atacas.”

“Si me quieres comparar con una criatura, usa dragones o algo cool,” Draco rodó sus ojos. “Tienes mi nombre como pista, para empezar. Si no sabías, ‘Draco’ no se traduce a ‘perro faldero’.”

“¿Es mucho trabajo ser tan terco?” contraatacó.

“No,” Draco se burló. “Me sale natural.”

Apenas habían llegado al retrato de la mujer gorda, que él sabía vigilaba la entrada a la sala común de Gryffindor, cuando éste se abrió de un golpe y Harry salió apresuradamente de él, casi chocando con ellos.

“Hola,” dijo Hermione, mostrándole los sándwiches que había traído consigo. “¿Quieres ir a caminar?”

“Buena idea,” Harry suspiró, sonando tan agradecido que el corazón de Draco se desgarró un poco. Fue entonces cuando le dio una buena mirada a Draco y preguntó: “¿Qué le pasó a tu cara?”

Draco rodó los ojos “No importa,” murmuró.

Se dirigieron afuera del castillo y hacia los jardines, caminando sin objetivo mientras comían sus sándwiches y escuchaban lo que Harry les decía sobre los eventos de la noche pasada.

“Maxime y Karkaroff piensan que yo o alguien más puso mi nombre para darle a Hogwarts más oportunidades de ganar,” dijo, una mueca en su rostro. “Moody piensa que puede ser un complot para matarme y que, quien sea que haya puesto mi nombre, no pudo haber sido un estudiante, porque tuvieron que haber confundido al cáliz para que olvidase que solo se tenían que escoger tres campeones.”

“Yo no le tengo fe a mucho de lo que él dice, pero estoy inclinado a creerle en este caso,” Draco contestó sombríamente. “Me refiero, primero te duele la cicatriz, luego está lo de los ataques en la copa mundial, ¿y ahora esto? Tiene que estar conectado de alguna manera.” Hubo un momento de silencio tenso antes de que continuara: “No te van a dejar competir, ¿cierto?”

“Sí me van a dejar,” Harry respondió, atrapando su mirada. Draco se quedó boquiabierto, sintiéndose completamente frío.

“¡Tiene que ser un chiste!” musitó. “¡No pueden caer en las cuerdas de quien sea que planeó esto y dejarte competir! ¡¿Acaso Dumbledore no se da cuenta de lo peligroso que es?!”

“No creo que Dumbledore pueda detenerlo, Draco,” Hermione inyectó silenciosamente. “Escuchaste lo que dijo al festín ayer. El cáliz de fuego provee un contrato mágico obligatorio. Harry tiene que competir.”

“Pero seguramente el hechizo no permanecerá si él no puso su propio nombre,” Draco argumentó. “¡Él no se inscribió! ¡Alguien más lo hizo! ¡Que dejen que el que lo inscribió compita, para lo que me interesa!”

“¿Entonces me crees?” Harry cuestionó, su voz pequeña.

“¡Por supuesto que te creo!” Draco aseguró, indignación en su voz. “Te conozco desde hace tres años. Puede que impulsivo sea tu segundo nombre a veces, pero esto es una exageración hasta para ti.”

“¡Claro que supe inmediatamente que no fuiste tú, Harry!” Hermione estuvo de acuerdo. “¡La mirada en tu rostro cuando Dumbledore dijo tu nombre!”

“¿Qué hay de Ron?” Harry preguntó, observando la manera en que la expresión de Draco se tornaba rocosa en dirección a Hermione, quien evitaba su mirada. “¿Lo han visto?”

“Erm… sí… él estaba cuando desayunamos,” Hermione dijo con disimulo.

“¿Todavía piensa que entré por mi cuenta?” Harry demandó.

“Olvida a Weasley,” Draco escupió, cruzando sus brazos frente a su pecho para mantener alejado el frío de la madrugada. “No lo necesitas.”

“No pienso que él realmente crea que tú mismo colocaste tu nombre, Harry,” Hermione suspiró, ignorando a Draco. ‘Habla por ti misma,’ Draco murmuró. Nuevamente, ella continuó como si él no hubiese hablado. “Es solo que…” continuó, apagándose, mordisqueándose el labio. Era obvio que se encontraba vacilante de decir lo que estaba en su mente.

“¿Solo que qué, Hermione?” Harry pinchó, su voz afilada.

“Oh, Harry, ¿no es obvio?” estalló. “¡Está celoso!”

 “¡¿Celoso?!” ambos Draco y Harry llamaron, incrédulos.

“Miren,” Hermione suspiró. “Siempre eres tú el que tiene toda la atención, sabes que es así. Sé que no es tu culpa,” añadió cuando ambos chicos abrieron sus bocas para protestar. “Sé que no la pides… pero – pues – saben, Ron tiene a todos sus hermanos con los cuales compite en casa y tú eres su mejor amigo, y eres realmente famoso – a él siempre lo desplazan a un lado cuando te ven, él lo soporta y nunca lo menciona-”

“¡No tiene derecho a quejarse!” Draco interrumpió furiosamente. “¡Él de todas las personas, como amigo de Harry, debería saber que ser famoso no es del todo bueno para empezar, y lo mucho que a Harry le cuesta lidiar con toda la atención! ¡Culparlo por ello es indignante!”

“No todos son tan racionales como tú, Draco,” Hermione le recordó. “Ron, muy en el fondo, siempre ha querido atención. Ser admirado por los demás.”

“Eso no es excusa,” Draco agitó la cabeza. “¡No, Hermione, escúchame! Tú apenas me conociste luego de que me volviese amigo de Harry y comenzase a cambiar, pero, cuando era niño, era un malcriado. Y no me importa decirlo. Me mimaban, era arrogante y quería que todos se arrodillaran a mis pies, básicamente. Tuvo que ver con la manera en que me criaron y con el apellido Malfoy, ya sabes cómo es. Pero, la cosa es que, conocer a Harry puso las cosas en perspectiva para mí. Aprendí que tener un apellido reconocido traía generalmente puros problemas la mayoría de las veces. Puedo contar las cosas buenas que le han pasado a Harry por quien es con una sola mano, y hay que ser espectacularmente estúpido para pasar todo ese tiempo con él y no saber lo mucho que odia ser el centro de atención. Para que Weasley aun así encuentre la manera de sentirse celoso de todo eso, especialmente porque lo más probable es que alguien esté intentando matar a Harry, y no por primera vez…” Tomó una respiración temblorosa. “No necesito entender eso, y no voy a dejar que me digas lo contrario.”

Parecía que Hermione no tenía nada que decir sobre su pequeño discurso. Tan solo lo miró tristemente, y Draco apartó su mirada de ella para en su lugar mirar a Harry. El otro chico parecía estar enojado como Draco, sus labios convertidos en una línea estrecha, pero también se podía ver lo dolido y traicionado que se sentía. Esos ojos verdes no escondían nada, no de Draco, aunque sea.

“Draco tiene razón,” dijo él, finalmente, su voz amarga. “Díganle de mi parte que cambiaría de lugar con él cuando quiera. Díganle de mi parte que puede hacerlo… la gente embobada con mi frente a dónde sea que voy…”

“Yo no le voy a decir nada,” Hermione contestó, mirándolo en desaprobación. “Dile tú mismo, es la única manera de arreglar esto.”

“¡No voy a ir a perseguirlo para hacer que crezca un poco!” Harry argumentó, su voz elevándose. “Tal vez se crea que no me la estoy pasando bien si se me llega a romper el cuello, o-”

Draco se estremeció ante sus palabras, y Hermione lo interrumpió. “Eso no es divertido,” dijo. “Eso no es para nada divertido.”

“No podemos dejar que te lastimes,” Draco estuvo de acuerdo, su garganta apretándose con terror. “¿Dijeron algo sobre las pruebas? ¿Podemos hacer algo para prepararte?”

“En realidad no,” Harry gruñó. “La primera misión es el veinticuatro de noviembre y no nos han dado detalles. Quieren probar nuestro coraje o algo así.”

“Como si tú necesitaras algún tipo de evaluación en esa área,” Draco refunfuñó. “Lo menos que podrían hacer es darte una pista. ¡Eres el más joven por mucho y ni siquiera te has inscrito tú!”

“Maxime y Karkaroff nunca van a estar de acuerdo con eso,” Harry suspiró pesadamente. “Ya piensan que Hogwarts y yo estamos conspirando para hacer trampa durante todo el torneo, ¿recuerdas?”

“Karkaroff conoce a mi padre,” Draco recordó de pronto, parando en seco. “¿Qué si él es quien está haciendo esto? ¿Qué si hay un complot gigante, y mi padre está metido, y-”

“Draco,” Hermione dijo en voz baja, tocando su hombro. “Cálmate. No todo mal en el mundo está conectado a tu padre.”

“Eso dices ahora,” Draco siseó. “Pero hay una tendencia, tienes que admitirlo.”

“Creo que lo que tienes que hacer ahora, Harry,” Hermione dijo, atrapando la mirada del otro chico. “Es escribirle a Sirius.”

“¡¿Estás loca?!” Harry llamó. Miró alrededor por un momento para asegurarse de que no había nadie alrededor y bajó la voz mientras continuaba: “Volvió al país solo porque me dolió la cicatriz. Probablemente se meta al castillo si le digo que alguien me anotó en el campeonato de los tres magos-”

“Él querría que le dijeras,” Hermione insistió. “Se va a enterar de todas formas-”

“¿Cómo?”

“Harry, esto no se va a mantener aquí adentro. El torneo es famoso, y tú eres famoso, sería una tremenda sorpresa si no hay nada en El Profeta acerca de ti en la competencia… Ya estás en la mitad de los libros sobre Quién-Tú-Sabes… Y Sirius preferiría oírlo de ti, yo sé que es así.”

“Ella tiene razón,” Draco frunció el ceño. “Tienes que decirle. Sin mencionar que él capaz tenga a alguien en el interior que le diga lo que está sucediendo. También pienso que deberías escribirle al profesor Lupin.”

“Bien, le escribiré a Sirius,” Harry musitó, sonando fastidiado. “Draco, ¿puedo utilizar a Aquila?”

“Por supuesto,” Draco asintió. “Si me dejas utilizar a Hedwig. Quiero escribirle a mi madre y preguntarle si ha notado algo extraño sobre mi padre.”

Así que se encaminaron hacia la lechucería, ambos escribiendo sus cartas rápidamente y amarrándolas a las respectivas lechuzas. Mientras las observaban volar hacia el horizonte, Draco entrelazó sus dedos.

“Todo va a estar bien,” le dijo a Harry. “Hemos pasado por tantas cosas juntos, y podremos con esto, también. Sé que podremos.”

“Gracias,” Harry respiró, mandándole una sonrisa mientras le daba un apretón a su mano como respuesta, pero ésta no llegó a sus ojos. “Así que, ¿qué fue lo que le pasó a tu rostro?”

Draco rio, encogiéndose de hombros.

“La venganza de Crabbe porque golpeé a su amo. Pero créeme, se lo devolví bien. Así que no es nada de lo que te tengas que preocupar.”

“De alguna manera, lo dudo mucho,” Harry dijo con una pequeña sonrisilla, pero dejó el tema ir, acariciando la palma de la mano de Draco con su pulgar afectivamente.

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