
Chapter 24
El edificio del consejo se alza frente a ella, grande e imponente. Siempre ha estado ahí, en el centro de la ciudad, como un símbolo de seguridad y atención para los ciudadanos. Antes, era un símbolo de la elegancia y del progreso de Piltover, con sus decoraciones extravagantes y con esa aura de poder.
Ahora, es solo una sombra de todo lo que significó en algún momento.
La cúpula, que una vez fue elegante y otro símbolo de progreso, ahora está rota. Casi parece una demostración de como ha quedado el consejo después del ataque, totalmente roto.
Caitlyn vuelve a levantar la vista para mirar el edificio, sintiéndose algo más tensa al tenerlo delante. Hay tantas cosas que no le gusta de ese sitio ahora. Demasiada gente murió entre esas paredes. Se tomaron demasiadas decisiones equivocadas.
Caitlyn se detiene frente a la puerta, sintiendo el peso de los recuerdos apretarle el pecho. Sabe exactamente que es lo que la retiene todavía en su sitio.
Su respiración se entrecorta, cuando esos pensamientos la golpean. No es la primera vez que tiene que ir al edificio del consejo después del ataque, pero cada vez la ha dejado sintiéndose fría y perdida.
Su madre murió aquí. Nada cambiará eso. Murió por la soberbia del consejo, por sus malas decisiones, por cada vez que ignoraron las señales, por los años de desinterés hacia Zaun, por su ceguera ante la corrupción en los ejecutores. Por todo.
Da un paso vacilante, su corazón protestando contra la cercanía a ese lugar.
—Cait...
Esa voz hace que sus pensamientos se aclaren en su cabeza, que pueda empujar todas esas cosas malas fuera de ahí.
Siente el peso de una mano en su hombro, haciendo que todo su cuerpo se relaje ante el contacto. Aún se sorprende del poder que parece tener Vi en ella, ni siquiera puede controlarlo.
Centra sus pensamientos en la mujer, para borrar todos esos pensamientos dolorosos que tenía antes de eso.
La ama tanto, no puede creerse que aún no se atreva a decir esas palabras en todo momento. Quiere que Vi sepa que la ama con todo su corazón. Quiere asegurárselo en cada momento que tienen.
—Sí, solo...
Vi asiente, mirándola como si pudiera entenderla solo con una mirada ahora.
—Estoy aquí —acaba susurrando Vi, dejándole espacio para que ella decida cuando quiere abrir la puerta.
Eso es una de las cosas que ama de Vi, lo desinteresada que es.
Caitlyn sabe que esta ansiosa por que hablen con Jayce ya, la conoce demasiado bien. Quiere acabar todo lo antes posible para volver al refugio con su familia. Pero no mete presión a Caitlyn para que abra la puerta. La apoya y deja que ella decida como quiere hacerlo. Pone la comodidad de Caitlyn por encima de su necesidad de volver al refugio.
Ni siquiera tenía que haber venido, Caitlyn había podido hacerlo ella. Pero Vi no quería dejarla sola, y eso hace que el pecho de Caitlyn se caliente mientras está ahí.
Con un largo suspiro, estira la mano para ponerla en el pomo de la puerta.
El interior es aún peor que la parte de fuera, piensa Caitlyn, dando un paso dentro.
El ambiente parece más oscuro y frío que nunca. Los pasillos que recorrió antes se sienten más interminables y abrumadores. O tal vez es solo la combinación de todo lo que siente estando ahí.
Quizás no es solo el edición que ahora ha cambiado. Tal vez ha sido ella la que ha cambiado.
—Deberíamos ir al laboratorio primero —dice Caitlyn, estremeciendose un poco.
Vi asiente y Caitlyn, sin pensarlo, une sus manos y la guía por los pasillos.
El contacto la tranquiliza más de lo que debería. Se aferra a la mano de Vi con fuerza, como si esa conexión pudiera alejar los recuerdos dolorosos que se acumulan en su pecho.
Las paredes parecen cerrarse a su alrededor. Las sombras proyectadas por la luz escasa hacen que el camino se sienta más estrecho, más pesado.
Pero Vi está a su lado. Y mientras pueda sentir su presencia, puede seguir avanzando.
Es un camino largo hasta el laboratorio. Y Caitlyn está bastante sorprendida de que no se hayan encontrado con nadie más. Parece estar desolado.
Si incluso Piltover se está escondiendo... No va a ser una pelea fácil.
Se detiene cuando llega a la puerta familiar.
Ha pasado mucho tiempo dentro de ese laboratorio, siempre siguiendo a Jayce cuando era más joven. Ha sido un hermano para ella, y cuando desapareció... Fue la última gota para que todos los sentimientos de Caitlyn se descontrolaran.
Sabe que ir hasta Zaun por Vi fue algo egoísta. No fue a buscarla por Ekko, o por cualquier otra cosa. Fue a por ella porque la necesitaba, más que nada. Era la única persona que aún podía mantener su cabeza firme. Y lo hizo.
Pero Vi no estaba pasando por una buena situación tampoco, y se alegra de haber podido ayudarla. Le rompía el corazón cada vez que Loris volvía y le decía como estaba, hasta que dejó de ir también...
Sacude la cabeza, enfocándose en la puerta que tiene delante. Por mucho que se sienta nerviosa por ello, debe avanzar.
Caitlyn traga saliva y sube la mano hasta el pomo de la puerta. Vi esta unos pasos atrás, y solo con sentir su presencia, Caitlyn encuentra la fuerza para abrir la puerta.
El laboratorio es un caos absoluto.
Hay piezas de metal esparcidas por el suelo, anotaciones arrugadas y arrojadas al azar. Herramientas abandonadas, inventos inacabados, rastros de proyectos que nunca vieron la luz.
Caitlyn siente algo desgarrarse en su interior.
Este lugar siempre fue el reflejo de la mente de Jayce. Desordenado, sí, pero nunca así. Nunca tan... Destrozado.
Vi camina a su lado, examinando el desastre con el ceño fruncido.
—¿Esto es normal? —pregunta en voz baja.
—No —responde Caitlyn, y la palabra sale con un nudo en la garganta.
Este no es el laboratorio de Jayce. Este es un cementerio de ideas inacabadas.
Pasó por el laboratorio antes de que Jayce desapareciera, cuando Viktor ya se había ido, y nada estaba así. Esto tuvo que ser después de su encuentro con Viktor...
Cuanto más avanzan, más fuerte late el presentimiento en el pecho de Caitlyn. Algo está mal.
—Cait... —Vi susurra su nombre, su tono un poco más tenso.
Caitlyn sigue la dirección de su mirada, dejando de caminar cuando detecta lo que ha tensado a Vi.
Su corazón se detiene por unos instantes, mientras observa más atentamente. Hay una silueta humana en un viejo sofá del laboratorio, oculta bajo una sábana. Se ve demasiado inmóvil, ni siquiera las ha notado entrar.
Caitlyn siente un escalofrío subiéndole por la columna, y su pulso se acelera.
Da un paso adelante, con la garganta seca.
—¿Jayce? —susurra, su voz apenas un hilo de aire.
El aire se siente más denso, más abrumador. No puede apartar sus ojos de la figura en el suelo, sin estar segura de como actuar.
Caitlyn apenas es consciente de su propia respiración, de lo superficial que se ha vuelto, de cómo su pecho se contrae cada vez más con cada paso que da. Todo a su alrededor parece ralentizarse.
Ese no puede ser Jayce. No puede...
Pero tiene que confirmarlo. Nadie más estaría aquí, y mucho menos así. Debe ser él, por mucho que quiera negarlo en su cabeza.
Camina vacilante hacia delante, sintiendo como Vi se mueve detrás de ella, dándole ese apoyo que sabe que lo necesita. Vi esta lista para lo que sea que las espere, siempre lo está.
Cuando finalmente llegan a la figura inmóvil, Caitlyn se esfuerza en agacharse con su cuerpo tenso, y extiende una mano.
Duda unos segundos antes de agarrar la tela y arrastrarla hacia abajo en un solo movimiento rápido.
Y todo en ella se detiene mientras observa a la persona que tiene delante.
Jayce está ahí, pero... No sé ve como debería.
Está tumbado sobre el viejo sofá del laboratorio que sabe que es incómodo, con la ropa arrugada y tensión en su rostro, incluso durmiendo.
Su cabello, que siempre había estado cuidado, ahora esta en arañado, descuidado. Parece que no se ha cuidado en días.
Puede ver las marcas en su rostro, las ojeras profundas, la piel más pálida que antes. Incluso parece más delgado.
Pero lo que realmente hace que le duela es la expresión de su rostro. Incluso dormido, parece... Triste y roto.
No tuvo tiempo para verlo bien cuando huyeron de la comuna, sabía que se veía destartalado y algo extraño, pero pensó que era solo por las emociones del momento. Nunca pensó que vería a Jayce así en algún momento.
Este no es el Jayce que estaba aquí. Incluso después de la pérdida de Viktor, nunca se vio así.
—Jayce... —su voz es apenas un susurro.
Él no se mueve.
Vi se acerca con cautela, poniendo una mano en el hombro de Caitlyn, esperando. Sabe que debería estar más alerta, la última vez que lo vieron, Jayce estaba listo para atacar con su gran martillo. Pero no era a ellas, y Caitlyn nunca podrá ver a Jayce como una amenaza.
Con cuidado, mueve su mano hacia arriba para darle un pequeño toque en el hombro. No quiere sobresaltarlo con fuerza, no sabe como podría reaccionar.
—Jayce —insiste, esta vez con más fuerza.
Jayce se estremece ante el contacto, moviéndose lentamente. Parece que es casi doloroso moverse, por la expresión de su rostro. Parpadea varias veces antes de abrir los ojos por completo.
Cuando sus ojos se encuentran, Caitlyn tiene que evitar decir algo al respecto. Sus ojos son los mimos de siempre, pero ahora se ven... Vacíos. Sin todo ese brillo que tenía antes, hablando de sus inventos y creando cosas nuevas. Ahora solo parece triste y cansado.
Por un momento, no dice nada. Solo la mira, como si su cerebro no pudiera procesar su presencia. Como si estuviera viendo un fantasma.
Y luego, en un susurro apenas audible:
—¿Cait...? —pregunta, con el tono duro y rasposo, como si aún no pudiera creerse que esta ahí.
Algo en ella duele de nuevo al oírlo, y siente como Vi aprieta su agarre en su hombro. Ese apoyo hace que pueda tragarse sus emociones por el momento. Que pueda centrarse en Jayce.
—Sí, soy yo —dice, con voz suave—. Estoy aquí.
Jayce vuelve a parpadear un par de veces, viéndose aturdido.
Se mueve en el sofá, para quedar sentado, y cierra los ojos por un largo momento. Cuando los abre de nuevo, su mirada se dirige directamente hacia Vi.
Por un instante, su cuerpo se tensa, antes de relajarse de nuevo cuando mira a Caitlyn. Parece estar alerta de todos.
—No vengo a golpearte con un martillo gigante, tranquilo —dice Vi, con un tono más relajado de lo que realmente está.
Caitlyn le da una mirada rápida, pero parece que Vi no funciona bien bajo presión, y acaba diciendo cualquier cosa. Hablar de como intento atacar a Viktor no parece ser un buen comienzo.
En lugar de tensarse más o contestar, Jayce deja escapar una risa baja, sin humor. Parece amarga, al pensar en lo que hizo
—Supongo que me lo merecería —murmura, dejando caer la cabeza contra el sofá—. No pensé que volvería a verlas.
Caitlyn aprieta los labios, pero no le da la oportunidad de desviar el tema.
—¿Qué pasó, Jayce? —pregunta en voz baja.
Un largo silencio se extiende en la habitación y, por un momento, Caitlyn cree que se va a negar a responder.
Pero entonces, exhala con cansancio.
—No pude detenerlo —admite finalmente, con la voz impregnada de derrota—. Viktor... es demasiado fuerte.
Caitlyn intercambia una mirada con Vi, pero ninguna interrumpe. Quiere oír la historia, entender que es lo que pasó entre ellos.
—Intenté hablar con él —continúa Jayce—. Intenté hacerle ver lo que estaba haciendo. Pero no me escuchó. Está convencido de que está salvando a Piltover y a Zaun.
—¿Salvando? Los controla como si fueran marionetas —se queja Vi, en tono duro.
—Eso es lo que le dije —dice Jayce, aún sonando vacío—. Les quita el dolor, a cambio de su libertad. Eso no es salvar a alguien. Pero ni pareció entenderlo.
—¿Qué hiciste entonces? Ya estabas... —dice Caitlyn, sin saber como referirse al momento en el que estaba con el martillo gigante de Hextech apuntando hacía Viktor.
Su risa sin humor suena aún más vacía que antes.
—Y cuando entendí que las palabras no eran suficientes... —susurra ahora, con la voz rota, mirándose las manos—. Lo intenté por la fuerza.
—Jayce... —susurra Caitlyn, sintiendo como su corazón se encoge.
Siente que conoce eso que está experimentando Jayce más de lo que le gustaría admitir. El dolor de haber intentado hacerle daño a una persona importante.
La relación entre Jayce y Viktor siempre ha sido algo confusa para Caitlyn, si es sincera. Pero... Puede entender su arrepentimiento.
Aún recuerda la expresión de Vi cuando la dejó, después de golpearla con el rifle, con total claridad. Nunca podrá borrarlo de su mente. Intenta hacer como si no fuera más que un recuerdo lejano, pero hay veces donde no puede dejar de pensar en ello.
Incluso si supiera que Vi piensa hacer algo malo, no está segura de que pudiera impedirlo con fuerza. Ya no. Nunca podría volver a hacerlo, y el dolor de la primera vez aún se queda con ella.
—Y fallé —la interrumpe, su voz es aún un susurro.
No es que pueda culparlo por ello. No es que solo fuera a lastimar a Viktor, el martillo... Casi podría haberlo matado.
Se conocen desde hace tantos años, no puede ni imaginar como tuvo que ser para Jayce darse cuenta de que era todo lo que podía hacer.
Vi aparta la mano del hombro de Caitlyn para cruzarse de brazos. No quiere sonar rara, pero ya extraña su toque. Se ha vuelto algo adicta a ella ahora, a saber que está bien y esta con ella.
—¿Te refieres a que perdiste... o a que no fuiste capaz de hacerlo?
Jayce la mira, pero no responde de inmediato. Cuando lo hace, su voz apenas se sostiene.
—Ambas.
Silencio.
Caitlyn no sabe qué decir. Nunca había visto a Jayce así.
Este no es el hombre que se paraba con orgullo en el consejo, defendiendo a Piltover con discursos inspiradores. Este es un hombre que ha sido aplastado por su propia lucha.
—Él me dejó vivir —continúa, con una risa amarga—. Me miró y me dejó vivir.
Caitlyn asiente, entendiendo el peso de sus palabras.
Incluso después de intentar hacerle daño, Viktor tampoco pudo responder al ataque. Si Viktor aún tiene algo de humanidad, aún pueden intentar razonar con él, hablar las cosas con calma.
Siempre pensó que Viktor era una persona centrada. Alguien que quería ayudar a la gente. Solo tienen que hacerle ver que esta no es la forma. Especialmente sin estar siendo amenazado por un arma.
Vi es la primera en romper el silencio que se ha formado entre ellos.
—¿Y ahora qué?
Jayce la mira, parpadeando.
—¿Cómo que "¿ahora qué?"? —su voz tiene un toque de incredulidad—. No hay nada que pueda hacer.
Vi aprieta los dientes, parece intentar contener sus emociones, inútilmente.
—No me jodas, Jayce. Sé que eres terco, pero nunca has sido un cobarde.
Él se ríe sin humor de nuevo, parece que es lo único que lo mantiene cuerdo por ahora.
—¿Eso crees? Porque he pasado los últimos días aquí, escondiéndome. Sin hacer nada.
Caitlyn aprieta los puños, levantándose.
Mira a su alrededor, a todos los proyectos medio acabar, a todas las anotaciones rotas. Eso no es "hace nada". Ha estado trabajando en algo, intentando algo. No puede rendirse ahora.
—Has estado intentando construir algo, Jayce. Esto es algo —susurra Caitlyn, con la voz tensa.
No puede dejar que Jayce se encierre en la culpa y el dolor, no como ella lo hizo.
—No es... —empieza a decir Jayce, pero se detiene al encontrarse con la mirada de Caitlyn.
Caitlyn lo conoce demasiado bien. Sabe que no se ha rendido. No hubiera empezado proyectos y preparado cosas si así fuera. Solo es el cansancio de la situación hablando por él.
Mira de nuevo el laboratorio, y la pared rota de Hextech que sigue ahí, donde puso a Viktor después de la explosión. No se ha rendido.
—Sigues buscando una forma de detenerlo —afirma Caitlyn con firmeza—. ¿Tal vez algo que no lo dañe?
Jayce baja la mirada hacia los papeles, permaneciendo en silencio.
Por como los planos de armas están tirados todos en el suelo, no parece que eso sea lo que quiere conseguir. Lo entiende, realmente lo hace ahora.
Vi suelta un suspiro y se pasa una mano por la nuca cuando Jayce sigue sin responder.
—Entonces deja de lamentarte y dinos qué tienes.
Jayce exhala lentamente, como si estuviera tomando la decisión en ese mismo momento. Finalmente, se inclina hacia delante, sacudiendo la cabeza.
—He pensado en algo... —admite, con la mirada clavada en el suelo—. Pero no sé cómo hacerlo yo solo.
Caitlyn siente un leve alivio al escuchar esas palabras. No todo está perdido.
Vi le dedica una sonrisa ladea da, casi divertida.
—Por suerte para ti... ya no tienes que hacerlo. Tenemos algunos inventores que estarán listo para trabajar contigo.
Jayce las mira a ambas, y por primera vez desde que despertó, parece un poco menos derrotado.
—Ahora, debemos encontrar a Mel.
—Mel... —susurra Jayce, diciendo el nombre como si fuera pesado, pero acaba suspirando y asintiendo con la cabeza—. Está bien. Vamos.
Vi le lanza una mirada interrogativa a Caitlyn, pero no sabe qué decir. Pensaba que estaba bien, pero ese suspiro no es de alguien que está bien con la situación.
No va a preguntar ahora, con todas las tensiones en el ambiente. Con cuidado, se pone de pie de nuevo, buscando la mano de Vi y suspirando aliviada cuando sus dedos se entrelazan.
Un aliado más, solo necesitan a Mel y podrán empezar a planear de verdad todo. Un paso más cerca de poder vivir con tranquilidad.
— —
El despacho de Mel sigue en el mismo lugar de siempre, en la parte más alejada del consejo, al igual que lo hizo en la otra dimensión.
Aun así, Caitlyn no puede evitar notar lo diferente que se siente todo el consejo ahora. Lo roto que parece todo. Lo vacío que se siente.
Antes, este lugar irradiaba poder, viva, seguridad para los ciudadanos de Piltover... Y no queda nada de eso.
La puerta del despacho está entreabierta, y el interior se siente... Vacío también. Solía estar decorado con cuadros en las paredes, con tonos dorados y cálidos, pero ahora...
Vi intercambia una mirada con Caitlyn antes de empujar la puerta con suavidad.
Dentro, Mel está sentada en su escritorio, mirando hacia el ventanal que tiene detrás. No puede verle el rostro, pero algo en su postura se ve rígida y dolorosa. No se gira cuando entran, parece no importarle.
—¿Por qué estáis aquí? —dice, su tono es neutral, casi frío.
No parece la mujer que alguna vez dominó el consejo con una sonrisa encantadora y una estrategia calculada. Parece... Un fantasma de sí misma.
—Mel… —Jayce es el primero en hablar, su voz ronca y cansada.
Eso finalmente llama la atención de Mel. Se gira lentamente hacia ellos, con una expresión vacía, pero pueden ver las emociones en sus ojos. Dolor. Decepción. Tristeza.
¿Qué pasó entre ellos durante este tiempo?
Mel tampoco se ve como solía hacerlo, ahora hay más tonos dorados en su rostro, pero no se ve más iluminada por ellos... Se ve oscura y triste, con un aura pesada.
—Te ves horrible —comenta, sin rastro de burla, mirando a Jayce.
Jayce suelta una risa baja y seca.
—Gracias. Tú no luces mejor.
Mel exhala, apoyando una mano sobre el escritorio. Ahora puede ver los papeles amontonados en su escritorio, parece que los estaba revisando en algún momento.
—No tengo tiempo para juegos, Jayce. ¿Por qué estás aquí?
Vi da un paso adelante, cruzándose de brazos. Parece cansada por esto, y no saben como hacerlo. No parece que Jayce vaya a ser la ayuda que pensaron que sería.
—Porque necesitamos aliados.
Mel mueve su mirada hacia ella, como si la estuviera viendo por primera vez, dejando escapar un suspiro fuerte.
—Aliados… —repite en un murmullo, como si estuviera probando la palabra en su boca.
—Tu madre está con Viktor —dice Caitlyn, queriendo ir directo al punto.
Espera que Mel no sea consciente de ello, aún que es difícil que no lo sea. Parece que ha pasado por algunas cosas propias, y ahora no puede dejar de pensar en cómo le perdió la pista a Mel unos días antes de irse. ¿Qué debió ocurrirle para verse así?
—Lo sé —admite en voz baja.
Jayce frunce el ceño, viéndose casi enfadado. Hay una tensión entre ellos dos que Caitlyn no está acabando de entender, y no sabe si quiere hacerlo.
—¿Lo sabes y no has hecho nada?
Mel finalmente se pone de pie, con movimientos controlados y medidos. Su postura sigue siendo elegante, pero ya no hay arrogancia en ella.
—¿Qué esperabas que hiciera? —su voz es más dura ahora—. ¿Pelear contra ella? ¿Contra él? ¿Crees que no he intentado todo lo que estaba en mis manos para detener esto?
—No lo parece —espeta Vi, sin poder contenerse.
Los ojos de Mel se posan en ella, calculadores, fríos.
—¿Y tú? ¿Qué has hecho, exactamente? —pregunta con una calma peligrosa—. Porque la última vez que Piltover y Zaun estuvieron en guerra, fuiste tú quien la comenzó.
Vi se tensa, pero Caitlyn pone una mano en su brazo antes de que pueda responder. No están aquí para pelear.
—Sabemos que esto es personal para ti —dice Caitlyn con suavidad—. También lo es para nosotras. Pero si dejamos que esta guerra siga avanzando, no quedará nada.
Mel la observa por un largo momento antes de soltar un suspiro y girarse hacia la ventana.
—Ambessa no se detendrá —dice finalmente—. Si está ayudando a Viktor, es porque ve algo que puede usar a su favor. Mi madre no se alía con perdedores.
—Entonces tenemos que hacer algo antes de que gane —insiste Jayce—. Mel, Viktor cree que está salvando a la gente, pero está convirtiéndolos en algo que no son. Y si tu madre está con él, significa que esto no se trata solo de Piltover y Zaun.
Mel no responde de inmediato. Su mirada sigue perdida en la ciudad, en las calles vacías.
Ahora que Caitlyn se fija, no hay rastro de su ayudante por ningún lado. No recuerda su nombre, pero siempre estaba con Mel.
—Mel... —susurra Caitlyn, con la voz más suave—. ¿Qué pasó?
Mel se gira hacia ella, con los ojos abiertos y llenos de emociones que no puede entender. Parece que nadie ha sido capaz de preguntarle por ella, por su situación.
—Mi madre tiene enemigos aún más poderosos que ella —susurra Mel, su mirada tornándose más furiosa—. Gente peligrosa. Me arrastró a sus batallas de nuevo...
—¿Qué...?
—Me encerraron, como parte de su venganza hacia ella. Pero ni siquiera se dio cuenta. Me desterró, no vino aquí por mí. Vino aquí para conseguir armas para esa guerra que quiere ganar en Noxus.
—Solo somos una herramienta —confirma Caitlyn, tal y como sabía que iba a ser.
—Ahora soy más fuerte —comenta Mel, mirándose sus propias manos—. Pero aún no puedo ir contra mi madre. No puedo hacerlo sola.
—¿Por eso te has quedado aquí?
—¿Qué más me queda? —pregunta Mel, con la voz inestable—. Sin el consejo, sin Elora, sin... No hay nada más.
—Aún podemos acabar con esto, proteger Piltover —dice Jayce, ahora con la voz más suave—. Siento no haberte preguntado por lo que te pasó, Mel, no sabía... Estaba demasiado encerrado en mis propios sentimientos.
—Lo sé —susurra Mel, con cuidado—. Siempre supe que era tu segunda opción por detrás de Viktor.
—Mel...
—Está bien, lo entiendo.
Hay un momento extraño mientras los dos se miran, como si estuviera entendiéndose de una forma que ella no puede comprender.
—Podemos acabar con esto juntos —propone Caitlyn, con tono bajo.
—Si fallamos… —dice Mel, su voz es apenas un susurro—, Piltover caerá. Y Zaun con ella.
—No vamos a fallar —afirma Caitlyn con firmeza.
Mel se queda en silencio por un momento más, y luego, finalmente, se gira hacia ellos.
—Está bien —dice—. Estoy dentro. Intentemos salvar nuestras ciudades.
Vi alza una ceja, sorprendida, pero Caitlyn le agarra de la mano para que evite decir nada. Si Mel ha cambiado de opinión, pueden tomarlo. No necesitan que pueda pensarlo de nuevo.
Siente que Mel solo necesitaba hablar de lo que le ocurrió, que alguien se preocupara un mínimo por ella... No puede creer que Jayce ni siquiera se interesara un poco por ello.
—¿Así de fácil? —dice Vi de todos modos, sin poder parar sus pensamientos.
Caitlyn no puede evitar sonreír un poco por ello, esa impulsividad que siempre lleva encima.
—No tenemos más opciones —acaba diciendo Mel, mirándolas—. Pero...
—Tenemos un refugio en Zaun, Heimerdinger esta ahí —dice Caitlyn, para poner la situación sobre la mesa—. Podemos ir hasta allí y pensar en algo todos juntos.
—Ir a Zaun es peligroso —dice Mel, mirándola con curiosidad—. Mi madre...
—Podemos ir con cuidado, Ambessa no conoce Zaun como yo —dice Vi, con una sonrisa confiada—. Estaremos bien.
Jayce asiente, y Caitlyn siente un peso aliviarse en su pecho. Ya tienen los aliados que necesitaba. Un paso más cerca de acabar con esta guerra antes de que destruya todo lo que queda.
—Entonces vámonos.
—Quiero hacer una parada antes... —susurra Caitlyn, algo incómoda.
Ha estado pensando en ello, y quiere ver a algunos de los ejecutores. No confía en ellos, no en todos, pero hay un par que pueden ser útiles. Y esta segura de que Vi estará contenta de ver a Loris de nuevo, incluso si su amistad acabó algo extraña