
Happy Birthday
Harry ya se estaba acostumbrando a las acciones, sentimientos y palabras que las memorias de Harrison generaban. Era raro, pero no le molestaba, incluso se alegraba, ya que, su familia no sospechaba nada.
Hoy esa situación le alegraba aún más. Era el cumpleaños de Sayre y él.
Su padre y su papá lo habían despertado con él desayuno en la cama, fue lindo, si no fueran las cinco de la mañana y él hubiese pasado parte de la noche y madrugada hablando con sus hermanos y amigos por chat.
Aquí otra cosa que Harry amaba de tener las memorias de Harrison, no parecía un idiota cuando iba a usar algún aparato tecnológico o se hablaban de cosas modernas.
Le sorprendió totalmente aquel celular, era delgado, y con sólo tocarlo y soltar un poco de su magia, encendía. La primera vez que lo encendió, agradeció estar solo en su cuarto y sentado en su cama, de lo contrario, la pantalla de aquel aparato estuviese hecha trizas por la caída.
Hablar por chat fue fácil, tenían un grupo en una app llamada Line y el nombre del chat era "sex money feelings die" pero parecían no dormir o hacer algo nunca, los mensajes llegaban a montones.
Su desayuno fue maravilloso, Sayre entró luego de que sus padres se fueran y hablaron sobre todo lo que iban a hacer en el día.
Su abuela Eloise iba a llegar en la tarde, sus padres iban a salir a comprar cosas para la fiesta y a las cuatro de la tarde empezaban a llegar sus amigos.
Todo iba bien, él y Sayre habían estado jugando y robandose algunos cupcakes y un tarro de galletas de la cocina sin que los elfos los vieran, habían jugando, se habían metido al cuatro de Dexter y le habían escondido su varita. Fue divertido.
Y todo fue risas y alegría hasta que Sayre entró a su cuarto faltando quince minutos para las cuatro. Con un vestido blanco y unos converse altos blancos.
'¿Realmente pegan esos converse con ese vestido? ʼ
Fue lo que se preguntó al verle. Al parecer, él y Sayre compartían una, ligera y pequeña, obsesión con los converse.
Él supo que algo andaba mal cuando ella lo miró como si hubiese cometido un crimen, bueno, él más o menos lo hizo.
—¡Como vas a usar beige y verde aceituna!
Harry ni siquiera sabía que ese verde era aceituna y que ese color "hueso" se le decía beige.
—¿Combinan?
Su hermana lo miró, luego miró su closeth abierto y luego volvió a mirarlo.
—¿No te dije que íbamos a usar blanco?
Ahora él fruncia el ceño. Su hermana en ningún momento le había dicho aquello.
—Que mentirosa, estuvimos toda la tarde juntos y no mencionaste nada sobre usar el mismo color.
—Bueno, te estoy diciendo ahora.
—Ya me cambié.
—Le diré a padre que fuiste tú quién entró en su despacho y se robó esos chocolates con alcohol y no Dexter.
Harry la miró con los ojos bien abiertos, ella no hablaba en serio, ¿o sí?
—Solo ponme a prueba, Gaunt.
—Tú también eres Gaunt.
—¡Ponte ropa blanca!
Y.... ¡POM!
Sayre se había ido, no sin antes maltratar su pobre puerta.
Suspiró, no era fan del blanco. Se ensuciaba rápido y hoy quería hacer y deshacer.
Miró su ropa, tenía muchas prendas blancas, algunas totalmente blancas y otras tenían varios colores.
Observó aquella sudadera con capucha, era blanca como su hermana quería, pero lo que provocó que la mirara eran aquellas manchas.
Verde, morado, azul, rojo, amarillo, rosa y negro.
Su hermana quería que usara blanco, ¿no? Bueno, él iba a usar blanco.
Tomó aquella prenda junto a unos pantalones cargo del mismo color y se cambió. Eligió los mismos zapatos que su hermana tenía, por si ella le llegara a decir algo.
Justo cuando estaba amarrandose los cordones su puerta fue tocada, pensó que tal vez era su hermana, pero lo descartó. Sayre hubiese entrado sin pedir permiso. Levantándose de su cama y sin un cordón amarrado, gritó :
—¡Pase!
No volvió a sentarse, en lugar de eso, apoyó su pie en el borde de la cama para amarrar aquel cordón, total, era lo único que le faltaba.
—¿Nervioso?
Harry volteó tan rápido su rostro, sabía de quién era esa voz, estuvo esperándola toda el día.
—¡Abuela!
Sí, la mismísima Eloise Gaunt estaba justo frente suyo sonriendole con tanto cariño y abriendo sus brazos para él.
Claramente Harry corrió para recibir aquel abrazo, una cosa era verla en los recuerdos y otra era poder verla fuera de su mente.
Su abuela olía como aquel pastel de fresa que Charlus siempre comía cuando iban a visitarla, él prefería las galletas rellenas de chocolate.
—Mi pequeño niño, feliz cumpleaños.
Y Harry simplemente lloró.
Él estaba ahí, siendo un impostor, teniendo algo que no era suyo y lo peor, era feliz con eso.
Eloise deshizo el abrazo y tomó su rostro, limpiando con cuidado las lágrimas que no paraban de salir de su sonriente rostro.
—Oh, cariño, no llores. Menos hoy que cumples once años, ¿sabes que significa cumplirlos?
Asintió. Claro que él sabía, lo tenía bien grabado en su mente.
Ella le sonrió y dejó un beso en su frente, Harry sólo pudo agrandar su sonrisa.
—¿Por eso lloras? —ella volvió a abrazarlo, dejando salir su risa. Harry la catálogo como una de las más bonitas que ha escuchado.—No deberías llorar por eso, cariño. Sí, vas a extrañar a tus padres, pero estarás con tus hermanos y amigos, tendrás aventuras y sé que vas a divertirte. Además el loco de James empezará a dar DCAO este 1 de septiembre, y no sólo él es profesor en Hogwarts, lo sabes.
Ella volvió a separarse de él, su sonrisa se sentía cálida y Harry definitivamente no quería que ella lo soltara.
Lastimosamente una mancha blanca tuvo que entrar y arruinar su momento.
—Abuela, deja al llorón de Harrison, mejor vamos a abajo ¡Charlus y Dexter quieren acabar con todo!
Le miró con cara de "ahorita hablamos" y tomó la mano de Eloise para llevársela. Él salió unos minutos después, los nervios haciéndose presentes a cada paso que daba.
Nunca unas escaleras le parecieron tan eternas, y eso que él ya había pasado por eso de estudiar en Hogwarts.
¿El salón estaba siempre tan lejos?
Quería dar media vuelta e irse, encerrarse en aquel cuarto-biblioteca y quedarse ahí hasta que el día pasara y ya no fuera su cumpleaños.
Pero él era Harry Potter, o bueno, Harrison Gaunt y claramente nada pasaba como quisiera.
—¡Ey, renacuajo, feliz cumpleaños!
Esa fue la primera felicitación que recibió al entrar en el salón, cortesía de su hermano, Dexter.
Luego fueron más y más mientras caminaba. Recibió un aplastante abrazo de Arthur, una despeinada de Sirius y, más abrazos del resto.
Su cuerpo se llenó de emoción pura cuando Severus, junto a sus padres, le entregaron sus cartas a él y su hermana.
Se aguantó las ganas de llorar y simplemente abrazó a los tres adultos, su hermana, por otro lado, no paraba de dar saltitos y gritar un "¡los amo, son los mejores!" para luego abrazarlos cuando él los soltó.
Nada iba a superar la entrega de su carta, su pase a años de diversión, aventura y un poco de aprendizaje. Iba a hacer todo lo que no pudo en su antigua vida, aunque tuvo muchas aventuras, la mayoría de ellas fueron para salvarse de un loco que quería matarlo.
'Gracioso que ese mismo loco sea mi padre ahora. ʼ
Cuando finalmente estuvo fuera del alcance de los adultos y frente a la mesa de comida, fue brutalmente tacleado por una mancha rosa y pelirroja.
—¡Harrison!
Y ahí estaba, su mejor amigo, regalandole una preciosa sonrisa mientras lo aplastaba.
—¡Ron, me jodiste una costilla!
—No seas un llorón, Hazie.
—Voy a morir.
Y ambos rieron mientras se abrazaban.
—Escuchaste eso, Feorge.
—Claro que sí, Gred.
Ron murmuró algo como "jodidos gemelos" y luego se puso de pie, tendiendole una mano que claramente aceptó.
—Oh, lindo Hazie, feliz cumpleaños.
Definitivamente los gemelos Weasley siempre conservando su personalidad, eso era algo que le alegraba descubrir.
—Callense, joder. Le diré al tío Bill que andan molestando.— Harry tomó un cupcake mientras miraba a los tres pelirrojos hablar. Los demás chicos simplemente se reían o, en el caso de su hermano Charlus, comían.— No. Saben qué, le diré mejor al tío Regulus.
Los gemelos se miraron algo miedosos y simplemente se voltearon a tomar algún dulce.
Harry simplemente pensó que era un estúpido, debía dejar de llorar y sentirse mal por estar ahí. Total, si no era él iba a ser otro o quién sabe.
Tenía que empezar a ser feliz, aunque todavía se le dificultaba reconocerse así mismo como Harrison.
¿Es que acaso nadie le llamaba "Harry" de cariño?