
Estaba completamente roja, jamás en la vida le había pasado algo similar en la primera cita, aquello no hubiese sido tan desastroso y humillante, pero su cita era nada más y nada menos que Draco Malfoy; se había negado a salir con él por meses, y en la primera cita, le ocurría aquello.
Era el oso más grande que hubiese podido hacer delante de alguien como Malfoy, se llevó el cabello detrás de las orejas y se cubrió con ambas manos la cara, no quería seguir viendo la cara de sorpresa del rubio ante lo que había pasado.
Qué desgraciado oso había hecho.
Solo a ella se le ocurría confiar en sus hermanos gemelos, era lógico que iban a hacer cualquier cosa por arruinar aunque sea la diminuta posibilidad de que aquello se volviera algo serio.
¿Pero darle dulces de flatulencias? Eso había sido extremo, la habían humillado delante de un sangrón como Malfoy, ya se imaginaba el chisme que comenzaría a correr al día siguiente en la oficina.
Levantó la mirada, le rogaba a Merlín que aquello pasara rápido, se removió incómoda en la silla, pero eso solo ocasionó otro sonido de flatulencia.
Lo observó todo lo discreta que pudo, él tenía el semblante serio como si no hubiese escuchado nada de nuevo, levantó el menú e hizo como si estuviera leyéndolo, al menos agradecía aquel gesto, aunque al día siguiente le inventara el peor de los sobrenombres, si hacía como que eso no pasó al menos esa noche lo agradecería.
El mesero se acercó a ellos para tomar la orden, Ginny cerró los ojos cuando otro sonido salió desde su silla, quería que se la tragara la tierra, pero si se paraba y caminaba hacia la salida, todos en aquel restaurante la escucharían soltar flatulencias y no quería que aquello pasara, rogó con más intensidad a Merlín porque aquello se acabara, comenzó a sudar frío, intentando contener aquella flatulencia pero le fue imposible, la cara del chico que los atendía fue de claro asco, observó a Draco, que se había recargado en la mesa para que el mesero se inclinara un poco hacia él.
—Te daré mil galeones si olvidas el incidente de hace unos momentos –le informó Draco.
—M-Mil galeones ¿en serio?
—Sí, en cambio, si de tu boca sale algo de lo que pasó, esos mil galeones será lo único que lograrás tener, porque te haré imposible obtener de nuevo un empleo ¿está claro?
— ¡Desde luego! –Soltó feliz el chico –díganme ¿qué desean ordenar?
—Porotos, para la señorita –soltó Draco, con una sonrisa.
Las mejillas de Ginny incrementaron su rojo ante la broma de Draco, que negó para que el chico no anotara, la observó, haciendo un ademan para que pidiera.
Se las arregló para ordenar, y una vez en soledad, Draco se relajó visiblemente, algo que ella no pudo.
—Tus hermanos tienen que intentar con más fuerza, se les termina el ingenio ¿en serio dulces de flatulencia? Necesitarán más que eso para alejarme de ti.