LUCTARI

Harry Potter - J. K. Rowling
G
LUCTARI
Summary
LUCTARI. Latín.1. Luchar o combatir en un sentido abstracto2. Debatir o retorcerse ante una situación difícil o dolorosa3. Lucha interior, moral Los sucesos ocurridos en el torneo de los tres magos junto con el evidente distanciamiento con sus amigos y padrino, inducen a Harry a una espiral de la que le resulta imposible salir, haciendo que años de maltrato y culpa se agrupen llevándolo al límite, pensando que quizás el final es lo único que puede hacer que el dolor se detenga.  SEVERITUS
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Chapter 2

Siguió andando, sin fijarse apenas por dónde iba, permitiendo que el silencio que lo rodeaba  atenuara el enojo que lo había envuelto tan solo unos minutos atrás. Conocía cada una de las calles como la palma de su mano, al fin de cuentas, prefería pasar el mayor tiempo que le fuera posible lejos de la casa de sus tíos. Estas calles solían ser un buen refugio.

Cuando la intensidad de las emociones que lo habían invadido se atenuó, se permito observar la calles que lo rodeaban, a pesar de la hora estaban totalmente vacías y sin embargo un sentimiento de inquietud se instauró en el, volteo a mirar hacia atrás, esperando ver a alguien, con suerte alguien del mudo mágico, pero la calle estaba desierta. Mentalmente se reprendió por esperar que alguien más estuviera ahí, si no obtenía respuestas por medio de las cartas, era bastante estúpido pensar que alguno de sus amigos tendría tiempo para ir a verlo, tenían cosas más importantes con las que lidiar.

Sabía que al día siguiente probablemente llegaría al menos una carta de sus amigos, intento buscar la emoción que esto significaría normalmente, pero encontró que le daba igual si llegaba o no dicha carta; todas solían contener lo mismo, breves avisos sobre el no poder hablar libremente por si eran interceptadas, lo ocupados que estaban y el como no podían explicarle en ese momento lo que ocurría pero que después lo harían, Harry solo se preguntaba cuándo llegaría ese "después", ni siquiera el día de su cumpleaños recibió algo más que una carta de Sirius diciéndole que tuviera paciencia y no actuara precipitadamente, tenía que admitir que cuando la carta entró por su ventana, casi al final del día, se lanzó rápidamente y lleno de alegría a atraparla pensando que al menos alguien había recordado la fecha, no era que quisiera que alguien le regalara algo, solo quería ... ni siquiera estaba seguro, como sea, no importaba ya que había pensado mal y ese día pasó como cualquier otro; esa desilusión no hizo más que sumarse al sentimiento de culpa, culpa por ser egoísta, con todo lo qué pasaba en el mundo mágico no era de extrañar que todos estuvieran concentrados en algo mas, cosas de mayor importancia, pero habría sido bueno recibir al menos un par de palabras agradables que le hicieran olvidar todos aquellos insultos que sus tíos y primo se empeñaron en decir, un par de palabras que demostraran que Dudley no tenía razón cuando decía que a nadie le importaba lo que pasara con el, dolía saber que quizás tenía razón. Últimamente se sentía como una carga para las demás personas.

A pesar de lo escuetas que eran las cartas de Ron y Hermione creía haber logrado deducir que se encontraban juntos, probablemente en la Madriguera; quería alegrarse por sus amigos y por el que se estuvieran divirtiendo, pero dolía sentirse excluido, era como sentir que era la pieza sobrante de un rompecabezas, uno en el que apenas comenzaba a creer que había encajado.

Dobló una esquina y continuó andando por la calle Magnolia mientras pensaba que era aquello que podría mantener tan ocupados a sus amigos, probablemente se tratara de algo relacionado a Voldemort, no pudo evitar preguntarse por qué él no podía participar, supuso que probablemente era por qué ya había hecho suficiente con permitir de Voldemort volviera, una vez más la culpa y desesperanza de enrosco a su alrededor, ¿Sirius y Remus estarían enojados con él? ¿Los Weasley estaban enojados? ¿Podría ser que incluso Hagrid estuviera enojado?, de ser así no podía culparlos, probablemente se lo merecía.
Esperaba que el enojo de Sirius disminuyera pronto, por momentos parecía ser el único que entendía como se sentía y si bien, no le informaba sobre nada de lo que estaba ocurriendo, al menos incluía alguna palabra de consuelo, últimamente sentía que las cartas eran cada vez más breves. La falta de comunicación de su parte era la que más lo afectaba, era su padrino, de cierta forma uno de los pocos lazos que lo podían unir con sus padres, ademas había pasado años pidiendo encontrar a alguien a quien pudiera llamar familia y que lo aceptara (cosa que descartaba totalmente a sus tíos), pero ahora parecía que ese lazo se volvía cada vez más delgado.

 

Bueno, pensó Harry mientras se dirigía hacia el parque, él había cumplido con las sugerencias que todos parecían hacer en las cartas, se había mantenido relativamente fuera de los problemas, incluso cuando había días que lo único que quería era tomar sus cosas y marcharse, mandando muy lejos a todo lo que tuviera que ver con Voldemort, también había días en los que se permitía imaginar un fin para todo, pensar en como serían las cosas si simplemente desapareciera.

 

  Harry saltó la verja del parque, que estaba cerrado, y echó a andar por la reseca hierba. El parque estaba tan vacío como las calles de los alrededores. Cuando llegó a los columpios se sentó en el único que Dudley y sus amigos todavía no habían conseguido romper, pasó un brazo alrededor de la cadena y se quedó mirando el suelo con aire taciturno, se sentía tan cansado ... tan ... sin fuerzas, la mayoría de las noches terminaba despertando totalmente alterado, con el cuerpo temblando y empapado de sudor, con la respiración tan alterada como los latidos de su corazón, en su mayoría las pesadillas era sobre Cedric, simplemente recordando lo ocurrido, pero había noches en que él mismo tomaba el lugar de Cedric, esos sueños lo dejaban sintiéndose extraño  durante el día pero a la vez con una extraña sensación de tranquilidad.  Había otras noches en las que soñaba con largos y oscuros pasillos que terminaban en muros y puertas cerradas con llave, y que él suponía que tenían algo que ver con la sensación de estar prisionero que lo acosaba cuando estaba despierto. Otras tantas noches soñaba con su propia infancia.

Ahora era frecuente notar unos desagradables pinchazos en la vieja cicatriz de la frente, no le había escrito a nadie al respecto,  sabía que eso ya no les interesaría ni a Ron, ni a Hermione, ni a Sirius, ya no era información util, ni siquiera emitiría queja alguna cuando despertaba en medio de la noche con las uñas manchadas de sangre por haberse rasguñado inconscientemente a causa  del dolor tan intenso, simplemente se sentaría en su cama a esperar que amaneciera, para que cuando su tía le permitiera salir de la habitación se escabullera al baño para lavar los restos de sangre y fingir que nada había ocurrido. En el pasado, el dolor en su cicatriz era una señal de que Voldemort estaba volviendo a cobrar fuerza, aunque, ahora que Voldemort había regresado, seguramente sus amigos le recordarían que aquella sensación crónica era de esperar, solo tendría que añadir este tipo de dolor a la lista, terminaría por acostumbrarse, pero por el momento no dejaba de ser un cruel recordatorio de aquella noche en el cementerio.

 

  No sabía cuánto tiempo llevaba sentado en el columpio cuando unas voces lo sacaron de su ensimismamiento y levantó la cabeza. Las pocas farolas funcionales de las calles proyectaban un resplandor lo bastante intenso para distinguir la silueta de un grupo de personas que avanzaban por el parque. Una de ellas cantaba a voz en grito una canción muy ordinaria. Las otras reían. Al poco rato empezó a oírse también el débil ruidito de varias bicicletas de carreras caras, que aquellas personas llevaban cogidas por el manillar.

  Harry sabía de quiénes se trataba. La figura que iba delante era, sin lugar a dudas, su primo Dudley, que regresaba a casa acompañado de su leal pandilla. Si durante los tiempos de su escuela primaria parecía enorme, ahora se veía aún más imponente, y es que en algún momento mientras estuvo en Hogwarts, su primo había descubierto su habilidad para el box, no resultó una gran sorpresa para él, menos al recordar la continua predisposición que tenía por golpearlo o golpear a otros niños de la calle. En algún punto  la idea de que pudiera realizar magia fuera de la escuela había asustado a su primo lo suficiente para mantenerlo lejos, lastima que tanto él como sus tíos ahora sabían que eso estaba prohibido y de nueva cuenta se  había vuelto el objetivo número uno de Dudley y sus amigos, un buen grupo de moretones en sus costillas podían dar fe de ello.

De forma casi experimental llevo una de sus manos a su costado mientras aguantaba la respiración, lentamente comenzó a ejercer presión con sus dedos, como era de esperarse un pinchazo de dolor le recorrió el cuerpo haciendo que perdiera el aliento, la sensación era ya bastante conocida, pero de cierta forma el recordatorio de ese dolor físico le distraía de todo lo que perturbaba a su mente. No sabía si estaba mal, pero cuando sentía que los recuerdos eran demasiado fuertes y le era casi imposible escapar de ellos, aquel dolor lograba ayudarlo a centrarse en el presente.

Escucho como los pasos se alejaban, probablemente para buscar a algún niño más a quien molestar antes del final del día, así que aún tenía un poco de tiempo para llegar a la casa, y es que al parecer la hora de llegada de su primo parecía ser el momento límite que sus tíos permitirían, cualquier retraso significaría un castigo, la última vez que había llegado un par de minutos tarde su tío lo había amenazado con encerrarlo en el cobertizo, el solo pensamiento envío escalofríos por toda su columna, definitivamente Harry haría todo lo posible por evitarlo, y es que durante las vacaciones pasadas ese había sido justamente el castigo favorito de Vernon, quien en algún punto había notado que los gritos y ocasionales golpes tenían poco efecto en comparación con un solo día en el cobertizo, incluso un par de horas era suficientes para dejar a Harry al borde de un ataque de ansiedad.

Comenzó a caminar más rápido, casi trotando, cada paso parecía enviar una descarga de dolor al resto de su cuerpo, cosa que agradeció ya que al menos eso lo distraería de pensar en aquel estrecho lugar donde había pasado la mayor parte de su infancia. Casi sin notarlo había comenzado a aumentar la velocidad, para ese punto estaba casi corriendo, el cielo ahora estaba totalmente oscurecido y las calles totalmente silenciosas, de forma automática dio vuelta a la derecha de la cuadra, en un intento por tomar un atajo para llegar a casa de sus tíos, sin embargo se detuvo en seco cuando vio que de el otro lado del estrecho callejón venía caminando otra persona. Al parece Dudley se había separado de el resto de sus amigos.  Estaba por darse la vuelta cuando su primo, quien previamente iba concentrado en el teléfono entre sus manos, levantó la mirada.

  —¡Ah! —gruñó—. Eres tú — como si el día no pudiera mejorar

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