
Sólo Harry...
01 de Septiembre
Harry y Riddle estaban llendo a el andén 9¾ de King's Cross.
Harry recordó su visita a el Callejón Diagon con mucha gracia. Sorprendentemente, Ollivander le dijo que sabía de dónde venía y que debía quedarse con aquella varita tal como lo haría en muchos años más.
Harry sólo le dedicó una sonrisa cómplice al hombre. Con el tiempo había llegado a tenerle aprecio, a quererlo, de una forma... Extraña.
Ya que, se vuelve extraño cuando tienes en cuenta que en realidad, solo lo vió una vez en toda su vida... Pero, de igual forma, la charla que tuvo en el momento en que habló con él por primera vez, fue muy reveladora y Harry no se dió cuenta de ello, hasta que tuvo que pelear.
–Estamos por llegar, Harry y... Riddle. –dijo la señora Cole interrumpiendo los pensamientos de Harry. Este notó, nuevamente, el asco con que pronunciaba aquel apellido.
Riddle solo suspiró. Probablemente, evitando decir algo con un tono igualmente ofensivo.
Al llegar, Harry esperó hasta que ningún muggle estuviera lo suficientemente cerca para vierlos entrar a la plataforma.
Al no tener ningún muggle cerca, ambos atravesaron aquella barrera.
El tren estaba estacionado, eran las once y cincuenta.
Riddle comenzó a caminar y Harry, por primera vez, no supo qué hacer en la plataforma.
No tenía literalmente a nadie. Ni él, ni Riddle.
Subió detrás del mismo luego de estar pensándolo mucho y comenzó a seguirlo.
–Y... ¿Tienes amigos, por casualidad? –preguntó con interés Harry.
Riddle lo miró y arqueó una ceja con desinterés.
–¿Es acaso importante aquello? –preguntó. Harry alzó sus hombros.
–Creí, que por haberte aguantado durante estas últimas dos semanas hablando tan perfectamente bien de tu querida casa Slytherin, tendría la recompensa de conocer a tus afortunados amigos. –dijo Harry con demasiado sarcasmo.
Riddle no dijo nada, sólo sonrió con gracia.
Entró a un compartimento y Harry copió su acción. Allí, Riddle lo miró calculadoramente.
–Quedarás en Slytherin. –informó Riddle como si fuera poca cosa. Harry arqueó una de sus dos cejas con diversión y gran pesar.
–¿Qué? –dijo ligeramente confundido. –Eso, querido Riddle, está tanto en mis manos como en las del Sombrero Seleccionador. –dijo Harry como si de una canción se tratara.
Riddle sonrió peligrosamente.
–El Sombrero nunca se equivoca, y si realmente no lo hace, entonces tú terminarás en Slytherin. –dijo y le dedicó una sonrisa desagradable, a gustos de Harry.
🍀🍀🍀
–¿Saben?... Creo que iré a buscar un nuevo compartimento. –le dijo Harry a Riddle y sus amigos con la sonrisa más falsa que pudo ofrecer.
–Cómo tú quieras, Evans. –dijo sin ningún interés.
–Por supuesto que sí... –susurró y salió de allí con la mirada de Abraxas Malfoy encima. No tenía ningún interés en oír a esos dos hablando de puras estupideces, aunque estaba cien porciento seguro de que era códigos que tenían para que Harry no entendiera o supiera de qué hablaban.
Caminó vagamente con su equipaje encima, no fue hasta que entró a un compartimento a penas ocupado que abrió su boca para hablar.
–Hola, perdonen mí descortés entrada... ¿Puedo sentarme con ustedes? –preguntó con una sonrisa lo más amable y tranquila que pudo.
–Claro. –dijo la chica que estaba sentada con su cabeza apoyada en el vidrio.
–¿Cómo te llamas? –preguntó el chico que estaba a su lado con una sonrisa amistosa.
–Harry. –dijo y se sentó enfrente de ambos. –Harry Evans. –dijo y sonrió.
–Yo soy Ferbus Prince. –se presentó el chico de sonrisa amistosa.
–Yo soy Dione Prince. –dijo la chica con una cálida sonrisa.
Dione Prince parecía una sirena, tenía una voz melódica y, si bien no era un claro rasgo de las sirenas, un cabello largo que parecía ser extremadamente sedoso, de un color castaño oscuro, que de alguna manera, le hizo acordar al cabello de Tom. Sus ojos eran profundos y serenos, de un color que mezclaba el negro con el amarillo... Parecía un negro amarillento, cosa que Harry no podía afirmar que existía hasta ver los ojos de ambos...
Ferbus Prince, si bien era casi idéntico a Dione, tenía ciertas cualidades físicas que lo diferenciaba. Su cabello, no era tan oscuro como el de Dione, si no más bien un castaño un poco más luminoso. Sus ojos eran negros como la noche sin una mota de luz, y Harry sentía que nada sereno podría salir de alguien como Ferbus.
–¿Ambos son... Mellizos o gemelos? –preguntó Harry luego de que aquella conclusión llegara a él por el parecido que tenían entre sí.
–Mellizos. –dijo Dione y lo miró a su hermano con sus ojos entrecerrados. –Aunque no somos los únicos, por suerte y gracias a Merlín, no soy la única que debe aguantar tus payasadas. –murmuró Dione y Ferbus sonrió.
–También tenemos una hermana, se llama Eileen. –aclaró y sonrió con un brillo intenso en sus ojos. –Ella es menor que nosotros, pero igualmente no nos habla. –dijo Ferbus resignado.
–¿Se llevan mal? –preguntó Harry.
–No, no es mal la palabra. Es... –dijo Dione y ambos suspiraron. –Nos llevamos perfectamente bien, pero Eileen cambia de alguna forma al llegar aquí. –dijo con tristeza. –Es como si le avergonzara ser nuestra hermana...
–Y ustedes están preocupados. –dijo Harry con una sonrisa.
–Sí. –le dijo Ferbus y sonrió. –Cómo sea, cambiemos de tema. ¿Es tu primera vez en Hogwarts? –preguntó con interés.
–Sí, lo és. –asintió con felicidad.
–Recuerdo el día de nuestra selección, Ferb. –dijo con nostalgia Dione.
–Y yo recuerdo el primer postre que probé, D. –dijo Ferbus con el mismo tono.
–Te he dicho millones de veces que no me digas 'D' en frente de los demás, Ferbus. –suspiró irritada Dione.
Harry sonrió divertido y, después de mucho tiempo, se dió cuenta, estaba feliz.
🍀🍀🍀
Harry se había despedido de Dione y Ferbus hacía menos de treinta minutos, cuando ya se encontraba junto a los de primer año, esperando entrar al Gran Salón y ser elegidos en sus casas correspondientes.
–...Y recuerden, si tienen un problema, deben acudir a sus profesores, jefes de casa correspondientes que ya he dicho o, al director. –dijo Dumbledore con una sonrisa amistosa.
Harry se sentía extraño. Era su segunda vez entrando al Gran Comedor para su selección de casa, y se sentía igual que la primera vez.
Caminó con cuidado. Tratando de verse lo más perdido posible.
Sonrió al escuchar a un niño decir que las velas estaban hechizadas igual que el techo. Se acordó de Ron y Hermione.
–¡Turus, Miranda! –dijo Dumbledore. Una niña sonriente corrió a sentarse al taburete que Harry conocía lo suficiente.
Segundos después, la niña había sido elegida en Hufflepuff ocasionando la ovación de ésta casa.
–¡Mcmillan, Austin! –dijo Dumbledore y un niño al que Harry le notó un gran parecido con Ernie, se sentó en aquel taburete.
–¡Ravenclaw! –dijo el sombrero con efusividad. La mesa de Ravenclaw aplaudió sonriente.
–¡Evans, Harry! –dijo Dumbledore y sonrió. Harry suspiró caminando hasta el taburete.
Esto era lo que se diferenciaba de su época.
En ésta época, era sólo Harry. En su época, era Harry, el niño que vivió y el Elegido.
Se sentó teniendo en segundos al Sombrero en su mente.
–Ya te he situado en una casa, ¿verdad? –preguntó con un tono de interés.
–En el futuro lo harás. –dijo Harry con tranquilidad.
–¿Gryffindor? –preguntó y Harry sólo asintió. –No perteneces allí. –dijo el Sombrero con indignación.
–Yo te lo había pedido. –dijo Harry.
–¿Te hablaron demasiado mal de Slytherin, verdad? –preguntó y Harry susurró 'Sí'. –Bien, pero debes dejar de escapar de tu destino, Harry Potter.
–Siempre debes terminar tus frases conmigo de una forma muy extraña. –apuntó Harry y el Sombrero soltó un pequeño ruido parecido a una risa.
–¡Slytherin!