
Probablemente secuestrar a Harry Potter no había sido la mejor decisión de Sirius Black, pero desde luego ya no había marcha atrás.
Mayo 1985
La idea original de Sirius había sido muy sencilla: visitar a su ahijado, verificar que el niño era feliz y marchar rumbo al norte a seguir los pasos de Voldemort para intentar encontrar a Pettigrew. Sencillo, hasta lógico.
Encontrarse a Harry vestido con harapos, siendo arrastrado por su tío y encerrado en una alacena por haber saludado a un “perro callejero”, fue más de lo que pudo soportar.
Así que por eso a Sirius no le quedó otra opción que llevarse a su ahijado. Así fue como un ex convicto de 24 años y un niño de 4 se convirtieron en una familia.
Noviembre 1985
Y si bien no es fácil, Sirius no puede ser más feliz. Las primeras dos semanas, ninguno de los dos duerme. El niño muy asustado por volver con su familia, el adulto ya pensando en los autores que le volverán a llevar a Azkaban.
A los 6 meses, Harry ya se ha prácticamente olvidado de los Dursley y Sirius se da cuenta de que igual no estaban vigilando a Harry tanto como él creía.
Su ahijado pesa prácticamente el doble que cuando lo recogió, es capaz de leer sin dificultad, cuando antes apenas era capaz de hablar y duerme sin pesadillas.
Durante un breve instante de orgullo, Sirius empieza a pensar qué Cornamenta y Lily sabían lo que hacían al escogerlo como padrino. Con esa chispa en su cabeza, decide elaborar El Plan: su ahijado tendrá una infancia feliz, irá a Hogwarts y él no volverá a prisión.
Lo jura por la memoria de Jamie y de la pelirroja.
Diciembre 1985
El primer paso de El Plan es adoptarlo - la adopción de sangre. Inicialmente los objetivos de Sirius era evitar que pudieran localizar a Harry usando su sangre y además, conseguir beneficiarse él también de esa protección que Dumbledore creo en torno al niño con el sacrificio de Lily.
El efecto secundario de que ambos se convirtieran en metamorfomagos—un regalo oculto en la sangre Black desde hacía siglos, que aparentemente sólo necesitaba un toque de sangre muggle o la magia del día del Solsticio para hacerlo aflorar— fue completamente inesperado pero muy bienvenido para un par de fugitivos.
Septiembre 1989
Así que Harry va al colegio muggle, y ríe, y juega con otros niños. Y por las tardes Sirius le enseña de magia, le enseña a volar en escoba y a jugar al quidditch. Le enseña Oclumancia y a controlar sus poderes de metamorfomago, le enseña todo lo que un mago sangre pura debe saber y le explica porque todo es mentira. Le cuenta las aventuras de un lobo, un perro y un ciervo que corrían por un castillo mágico las noches de luna llena. También le habla de la cierva pelirroja que les hizo ser mejores personas. Y hasta del chico gordito y amable que a pesar de ser un gryffindor, se dejó vencer por el miedo y se transformó en rata.
Harry crece rodeado de amor y de risas. Una infancia feliz. O tan feliz como era posible, dadas las circunstancias.
Julio 1991
“EL-NIÑO-QUE-VIVIÓ HA DESAPARECIDO”
El titular de El Profeta no sorprende a Sirius en sí mismo, sí que hayan tardado más de 6 años en darse cuenta de que Harry no está donde debe estar.
Aún así está contento, al menos no han forzado su mano más de lo necesario. La idea de que Harry y él fueran al Callejón Diagon a por las cosas del colegio en junio, antes de que enviaran las listas, ha sido de las mejores que ha tenido en años. Los alumnos de primer año al fin y al cabo, prácticamente siempre necesitan lo mismo.
Aparecerse en la oficina postal de Hogsmeade y mandar una carta anónima aceptando el puesto de Harry en Hogwarts es fácil. Pensar en todo lo que sus acciones han causado, no tanto.
Agosto 1991
— No nos volveremos a ver, ¿verdad?— le pregunta Harry a Sirius la noche antes del penúltimo paso de El Plan. A Sirius le encantaría mentirle y decirle que todo iría bien, pero nunca se le ha dado bien mentir al niño.
— Harry…
— No es imprescindible ir a Hogwarts, ¿verdad? Puedes continuar enseñándome magia tú y nada tiene que cambiar y…
— Harry… estás inscrito en el colegio desde que naciste. Era el sueño de tus padres verte allí. No puedo ser egoísta con esto.
— Pero tú…
— Yo estaré bien.
— ¿Y si intentan enviarme de nuevo con ellos?
— Lunático no lo permitirá.
— ¿Y si no me dejan quedarme con él?— aunque no lo dice, Sirius escucha claramente el “y si a Remus no le importo”.
— Te volveré a traer conmigo. Recuerda que compartimos la sangre de tu madre. Las protecciones de Dumbledore funcionan y sólo han descubierto que no estás ahí en el momento de enviar la carta del Colegio.
— No quiero ir a Hogwarts.
Pero ambos saben que es mentira. La pared de su habitación está llena de dibujos del castillo, del escudo de las cuatro casas e incluso de los unicornios del Bosque Prohibido. Harry lleva soñando con Hogwarts casi tanto tiempo como lleva soñando con sus padres.
Y Sirius lo sabe. Cuando se llevó al crío de Privet Drive no fue para alejarlo del mundo, sino para protegerlo. Sirius sabe que no tiene derecho a arrebatar eso también a un niño que ya ha perdido tantas cosas.
Aunque odia separarse de él, Sirius sabe que es lo mejor para Harry.
Han desmantelado la casa por completo, más de 6 años de recuerdos juntos. Sirius le asegura que si todo sale bien, podrán volver pero Harry no lo tiene tan claro.
— No me puedes decir dónde irás verdad.
— Sabes que no.— Sirius le coloca bien la chaqueta y le abriga con la bufanda.
— ¿Cómo contactaré contigo?
— Tu lechuza sabrá encontrarme—dice Sirius con una sonrisa señalando a la preciosa Hedwig que vuela perdiéndose en el amanecer. Además, serás muy feliz en el colegio. A los 3 días te habrás olvidado de mí.
— Nunca— dice Harry muy serio, mirándolo con los mismos ojos de Lily.
Sirius vuelve a abrazarlo. Va a echar tanto de menos a su pequeño merodeador.
— Bueno, además tienes una misión muy importante… necesito tu ayuda para limpiar mi nombre, cachorrito.
— ¿De verdad crees que Pettigrew será tan tonto de colarse en Hogwarts?
— No lo sé pequeño, pero tienes que estar al acecho.
— ¿Tú vendrás a Hogwarts? Podrías ir como Canuto…
— En cuanto Remus te descubra, sabrán que soy un animago. No creo que sea buena idea.
Harry da un largo suspiro y Sirius le abraza de nuevo. Le da 3 objetos: dos botellas con una sustancia líquida “para Remus, él sabrá que hacer” y un pequeño coche de juguete muggle “un traslador ilegal que te llevará a la puerta de Remus Lupin, se destruirá 3 segundos después de que lo sueltes”.
— Pase lo que pase, recuerda que te quiero. Y que estoy muy orgulloso de ti.
A Harry no le da tiempo de contestar, porque nota un gancho que le tira del ombligo. Su mundo no para de dar vueltas y no puede evitar llorar pensando que jamás volverá a ver a su padrino.
La mañana del 31 de agosto de 1991 Remus Lupin se despierta sobresaltado. Tarda aproximadamente 2 segundos en darse cuenta de dos cosas: hay un visitante en su jardín y ese visitante pertenece a su manada.
De todas las cosas que esperaba encontrarse al abrir la puerta, desde luego la última que esperaba era un Harry Potter de 11 años, sano y salvo, con lágrimas en los ojos y dos botes con memorias en las manos.
— Hola, Lunático… soy Harry.
— Hola, Harry
El niño huele a Lily y a James… pero también a Sirius. Y Remus no sabe qué hacer.
Así que envía un patronus a Hogwarts y en menos de media hora tiene en su maltrecho salón a Albus Dumbledore, Minerva McGonagall y- sorprendentemente- Severus Snape.
Prueban toda clase de hechizos en el niño, pero resulta estar tan sano como aparenta. Salvo la cicatriz de su frente, no hay rastro de magia oscura en él. Y todos saben perfectamente de quién fue obra.
El interrogatorio dura varias horas y Harry permanece tranquilo mientras les contesta cosas sobre su vida con los Dursley, sobre cómo Sirius Black le salvó de ellos y sobre lo feliz que ha sido con él. Les habla del colegio muggle, de cómo siempre ha sabido que era un mago, pero que solo ha sido en las últimas semanas que Sirius le contó la historia de El-Niño-Que-Vivió.
También les enseña los libros que han comprado para el colegio, su caldero y su uniforme, les cuenta sobre su escoba nueva —aunque no me ha dejado traerla, dice que los de primero no podemos jugar al quidditch— y de Hedwig, la lechuza nívea que debe estar volando hacia ellos.
También ven las fotos. Cientos de fotos: las primeras de Lily, James y Harry y después muchísimas con Sirius a lo largo de los años. En cada cumpleaños, cada Navidad, en el zoo —Harry recuerda con cariño que ese fue el día que aprendió que podía hablar con serpientes, pero tal cual le recomendó Sirius, eso lo mantiene en secreto.
Las fotos son de una infancia feliz y, pese a todo, a Remus se le quita un peso del estómago que no sabía que tenía hasta que vio aparecer al chico.
Por mucho que lo intentan, Harry es incapaz de decirles dónde vivía con Black. “Fidelius” piensa Remus con amargura, aunque también nota el absoluto amor qué desprende el niño al hablar de su padrino, más poderoso que cualquier encantamiento.
— Entonces, Sr Potter… dice Snape con absoluto disgusto— lo que nos estás diciendo es que has vivido con Sirius Black durante los últimos 7 años.
— Sí. Es mi padrino.
— También es un delincuente, un ex-convicto…
— Falsamente acusado.
— Claro que eso…
— Sin juicio.
Eso deja a todos sin palabras.
—¿Cómo que sin juicio?- Salta Minerva McGonagall.—¿Sirius Black no tuvo juicio?
Ninguno de los otros sabe qué contestar y Remus se empieza a encontrar un poco mareado.
Snape, Dumbledore y Lunático ven las memorias mientras Harry se queda con la profesora McGonagall. Hablan de quidditch y de Transformaciones.
— Sirius dice que ambas cosas se me dan muy bien, Profesora McGonagall.
Minerva sonríe intentando no pensar en las implicaciones de todo esto: si es verdad que han mandado a un hombre inocente de por vida a Azkaban sin un maldito juicio o si es posible que un asesino seguidor de Voldemort haya criado a Harry Potter con tanto amor.
Nada tiene sentido.
Cuando vuelven, Snape está rojo de la furia, Dumbledore pensativo y Lupin pálido como un muerto.
—Lo más sensato es que pases esta noche aquí, con Remus—dice el Director.— Mañana te incorporarás al colegio y será un día importante: tu primer día en Hogwarts.
— Profesor, no tengo nada que ofrecer…
— Sirius nos ha mandado la cena y el desayuno— dice Harry rápidamente.— También unos bocadillos para el tren. Y Remus… me ha pedido que te de esto: 34 galeones con 12 sickles, por todas las apuestas que perdió a lo largo de los años contigo.
Los cuatro adultos le miran cómo si le hubiera crecido otra cabeza.
—También ha metido una cama plegable aquí dentro—dice señalando al baúl.— solo hay que volverla a hacer grande. A veces es un poco dramático.
Los adultos no saben qué decir y Remus Lupin lo mira como si fuera a desmayarse.
—¿Y en vacaciones puedo volver aquí también?—pregunta esperanzado el chico— donde sea menos con ellos.
— Falta mucho para las vacaciones, señor Potter—dice el director.
— No volverás con ellos, Harry—dice McGonagall cogiendo la mano del niño— te lo prometo.
— Minerva, no…
La mirada que le dirige la profesora hace callar al mismísimo Albus Dumbledore y Harry intenta no sonreír.
Cuando los profesores se van, solo quedan Harry y Remus.
— El Sirius Black que yo conocí era incapaz de valerse por sí mismo—dice Remus mirando fijamente el estofado que Harry saca de uno de los compartimentos de su baúl.
— Al principio era un desastre—le dice el niño sonriendo—estuvo como 3 años en clases de cocina muggles. Pero ahora lo hace genial.
—Me siento como un imbécil.
— Sirius me pidió que no dejara que te culparas por todo.
El hombre lobo lo mira fijamente y Harry le sonríe.
— Me dijo que eras un licántropo obsesionado por echarse todas las culpas del Mundo Mágico sobre sus hombros.
Lupin se puso pálido y Harry apoya una mano sobre su hombro.
— Ser licántropo no es culpa tuya, pero ser un purista gili…
— ¡Harry, ese vocabulario!
— Perdón.
— Sí que te ha criado Sirius Black, se ve.
— Pusimos un tarro para knuts y peniques cada vez que alguno dijera una palabrota, así es como conseguí pagar mi Nimbus 2000. En 2 meses. Y solo 10 knuts fueron míos.
Lupin se ríe y a Harry le recuerda al hombre de las fotos de Sirius.
Solo han pasado unas horas, pero Harry tiene claro que Remus es exactamente cómo lo describió Sirius. “Un cordero con piel de lobo: Puede enseñarte una tarde 15 maldiciones que estremecerían a cualquier Black mientras te hace probar todos los tipos de chocolate de Honeydukes”.
—¿Crees que todo va a salir bien?—le pregunta Harry cuando por fin está ya metido en la cama, con su pijama de snitches doradas que revolotean y su cama plegable recién agrandada.
— Estoy seguro de ello, Harry.
Lupin en ese momento no está seguro de nada. Pero si Sirius ha sido capaz de simular entereza durante los últimos 6 años, Remus puede hacerlo durante una noche.