Avoriaz

-¿El caviar es bueno aquí? -Preguntó su padre, con afán de iniciar una conversación.

-No lo sé. Odio el caviar -Respondió Draco, mientras comía su sexto palito de pan- ¿Si va a venir o ya te sacó el suficiente dinero como para dejarte?.

-Una vez que llegue, por tu bien, espero que te ahorres tus comentarios desagradables.

-¿Quieres decir que ella no está al tanto de que somos gente altamente desagradable? -Dijo sarcásticamente.

La réplica del mayor se vió interrumpida por la alegre y pintoresca llegada de una mujer pelirroja, quien se abría paso a la mesa entre risas con la camarera y un caminar ligero pero elegante.

Debía tener como la edad de su padre, eso ya era una sorpresa para Draco. A regañadientes tuvo que reconocer que era bonita (No más que su madre) pero si agradable a la vista.

-¡Lu! Lamento llegar tarde -Se adelantó a saludar a su padre con un beso en la mejilla, para proceder a fijar sus verdes ojos en él- Tú debes ser Draco, te ves tan encantador como tu padre siempre te describe.

El rubio menor se quedó paralizado al encontrarse con los ojos contrarios. Le parecían tan conocidos, pero no recordaba haber visto a esta mujer con anterioridad.

-Un gusto -Le extendió su mano, a lo que la pelirroja contestó estrechándosela y regalándole una sonrisa llena de vida.

-Soy Lily, tu padre habla mucho de ti.

-Quisiera poder decir lo mismo -Le contestó poniendo una sonrisa con el mismo nivel de encanto que la de ella- Pero lo cierto es que no sé mucho de usted.

-Ya tendremos tiempo de conocernos, Draco -Soltó unas risas que a Draco le parecieron sumamente auténticas. No dejaba de sorprenderse con la mujer.

-¿Donde está tu hijo, querida? ¿No nos acompaña?.

-Tenía un evento deportivo que olvidé que me había mencionado. Fue mi error, me lo recordó ayer y hubiera sido una vergüenza para mi cancelarles a ustedes.

-No te preocupes, dile que venga cuando termine. Quizás alcance a unírsenos para el postre.

Lily asintió con entusiasmo ante la idea, y tecleó un mensaje en su teléfono. Quizás la noche no fuera tan horrible después de todo.

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Draco llevaba cuarenta y dos minutos observando cómo su padre le coqueteaba terriblemente a Lily, y está, completamente sonrojada, le correspondía. Asqueroso.

Anteriormente intentó disculparse y marcharse, pero su padre insistió en que primero conocería al hijo de Lily.

Veía su teléfono por debajo de la mesa de vez en vez, contando los minutos que pasaban. Aunque ya a esa hora el partido habría acabado.

Tenía que admitir que no fue tan terrible. Lily le hacía preguntas triviales y no invasivas, tratando de sacarle conversación. Tan incomodo, no era.

Iba por la tercera copa de vino cuando el teléfono de Lily sonó con una notificación.

-Es mi hijo, ya está afuera. Vuelvo en un segundo -Se levantó y caminó a la salida.

-¿Ves? No puedes decirme que la última hora a sido un infierno para ti.

Draco estaba por contestar algo como “No sabrías lo que es un infierno para mi, ni que te lo mostrara con dibujos” solo para fastidiarlo.

Pero su padre se levantó con una sonrisa para saludar y estrechar la mano del que supuso era el crío de la pelirroja.

Al darse la vuelta, su mandíbula casi toca el piso por la sorpresa. Jodida-Mierda.

-Harry…

-Draco -Le respondió Harry igual de atónito al soltar la mano de su padre

-¿Se conocen? -Pregunto Lily curiosa.

-Draco también va a Hogwarts -Dijo el pelinegro con un hilo de voz. Sin terminar de creérselo.

-Lucius, no lo mencionaste -Acusó con falsa molestia.

-Se me pasó totalmente. Que puedo decir, el mundo es un pañuelo.

-Sí que lo es -Murmuró Draco por lo bajo, terminándose la copa y rellenándola nuevamente.