Oneshots y otros

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Un viejo sueño (FIC Attack on Titan)

—Ackerman, la hija prodiga ha vuelto. —Fueron las primeras palabras que le dijeron tras volver al cuartel principal. El tono del soldado no era amistoso, Mikasa dejó pasar el comentario y siguió de largo, al parecer su reputación seguía siendo la misma. 

Ignoró las miradas de los presentes y se contuvo de prenderles fuego, si mantenía su enfoque en lo que debía hacer las emociones de los demás no serían más que una molestia como la estática de los anticuados aparatos de radio. 

La mujer en la recepción la examinó de pies a cabeza. Era poco frecuente que entraran al cuartel con una cazadora de motociclista, lentes de sol y sin el uniforme, la capa o la servoarmadura de la legión de reconocimiento. 

—La oficina de reclutamiento se encuentra en...

—Vengo para terminar con esto —interrumpió a la mujer. Buscó en una de sus bolsas de dónde sacó un chip y lo puso sobre la mesa—. Lo recibí hace una semana, debo realizar algo obligatorio o seguirán con sus restricciones —dijo con serenidad, aunque estaba incómoda por volver, sobre todo después de que dejó el ejército tras lo ocurrido en el asedio de Shiganshina.

La mujer tomó el chip y lo escaneó con su dispositivo mientras Mikasa se frustraba por la espera «Ninguno de mis antiguos compañeros.». Comenzó a golpear los dedos contra la madera «¿Por qué tarda tanto?». La mujer alzó la mirada del monitor de la computadora.

—Ackerman, Mikasa. Antigua miembro de la legión de reconocimiento. ¿De qué tropa de reclutas se graduó?

—Ciclo 104. 

—Entendido, coloque sus pulgares aquí y muévalos cuando se lo diga.

Hizo como le ordenó, no solo fueron sus pulgares, sino también los otros dedos de su mano. Usaron un dispositivo sobre sus ojos y tras ello la mujer señaló una habitación. Allí solo había una computadora. Se sentó ante ella y el programa se ejecutó. Era un cuestionario, sin embargo, preguntaban sus preferencias, hobbies, gustos, incluso otras cosas como la clase de citas que le gustan y las personas con las que le gusta salir «¿Para esto tuve que venir a este lugar?», pensó con incredulidad por lo banales que eran las preguntas. Respondió con sinceridad y lo más rápido que pudo. Acabó tras media hora y salió de allí. Se subiría a su moto y seguiría su camino hacia las planicies elíseas, desde hacía tiempo quería disfrutar la vista del lugar y plantar un árbol. 

Fue entonces que un par de marcas psíquicas muy conocidas llamaron su atención, aquellas que reconocía desde su niñez. Aceleró el paso, no quería llamar la atención, aun podía irse de allí.

—¡Mikasa! —Oyó la voz amable y Mikasa se detuvo en seco. Resignada dio media vuelta, era Armin quien corría hacia ella. Detrás iban Jean, Connie y Sasha. Los seguían de cerca Eren y Annie, caminaban agarrados de la mano, Mikasa ni siquiera se sorprendió de ello. Saludó a su viejo amigo y luego hizo lo mismo con los demás—. ¿Qué haces aquí? ¿Piensas unirte de nuevo a la legión? —Por un segundo sintió la esperanza de su amigo como algo agradable que recorrió su cuerpo, de inmediato bloqueó su habilidad, prefería estar a ciegas cuando de ellos se trataba.

—Armin, ¿acaso has olvidado las razones por las que me fui? 

—La comandante Hange y el capitán Levi estarían dispuestos a defenderte con el tribunal. No creo que haya problema, aun después de lo sucedido —comentó Eren y sonrió. Mikasa no estaba segura si su amigo decidió ignorar que no le gustaba hablar de ese tema o solo no lo sabía. 

Gritos y truenos retumbantes, la sangre salpicaba su rostro y cuerpo, sintió el terror, el miedo, la angustia, la desesperanza y la desesperación de los caídos. Rememoró su poder siendo liberado, la oscuridad se desató, las tinieblas y las llamas envolvieron a los que tuvo cerca, recordó la sensación abrasadora en su columna y brazo. Estaba ante los restos de desconocidos y antiguos compañeros, ninguno le ha importado en todo ese tiempo, de muchos ni siquiera sabía sus nombres. «No, yo lo controlo. No es verdad». Se tomó unos segundos para recomponerse.  

—La muerte de Ymir... —Armin apenas pudo decirlo—. Alguien tenía que hacerlo. 

—Lo único de lo que me arrepiento es de no evitar que Reiner escapara. 

—Si no piensas volver a enlistarte en la legión, ¿por qué viniste? ¿Acaso querías ver a alguien? —dijo Jean y Mikasa agradeció lo que hizo.

—Tenía que realizar un cuestionario o seguirían prohibiéndome actividades y viajes. —Su voz era seria, su postura era poco amigable y las expresiones de su rostro no revelaban mucho a los demás.

—¿En serio? Por curiosidad —Armin cambió el tono de voz y la miró—, ¿el cuestionario era uno de gustos y preferencias?

—Sí, no sé porque era obligatorio, por ello tuve que venir —dijo sin más, aunque no mencionó que quería evitarlo, a pesar de ello los otros se rieron de forma forzada—. Solo hay algo que no entiendo, ¿qué hacen aquí? ¿No se supone que deberían estar en una misión de reconocimiento?

Por la forma en que miraron a Annie, Mikasa comprendió que ella estaba relacionada con el hecho de que estuvieran en el cuartel antes de tiempo.

—Hicimos contacto con una comunidad que estuvo dispuesta a dialogar. —Eren sonaba muy emocionado, la felicidad con la que se expresaba cuando se trataba del exterior era inigualable, nada podría detenerlo o encadenarlo a un solo lugar. En algún momento estuvo dispuesta a seguirlo hasta los confines del mundo, no obstante, para él eso iba en contra de sus ideales y ella dejó esas tonterías hacía tiempo—. Era la comunidad de Annie, tenían tantas maravillas, la magia que usaban es asombrosa y su tecnología lo es aún más. Tienen autómatas con fuentes de energía de ápeiron, sus ciudades son unas con la naturaleza e incluso me ayudaron a poder controlar el poder de mi ancestral.

Mikasa se sorprendió de lo último. Eren era uno de los 12 portadores de los seres de magia, sin embargo, el poder de su ancestral a veces lo hacía perder el control de sí mismo, a diferencia de Reiner, Bertolt, Ymir y el hermano menor de la reina Historia, el príncipe Zeke, que siempre se mantenían conscientes y estable. 

Entonces el símbolo que grabó su madre ardió y comenzó a quemarla «No es real. Solo es un delirio». Soportó el dolor mientras fingía que estaba bien, sus antiguos compañeros no lo notaron porque no le preguntaron si estaba bien o similar. 

—Mikasa, ¿tienes un comunicador?

—Lo uso poco. 

Aun así, lo encendió y aceptó que la agregaran como contacto. Se fue de allí, el reencuentro con ellos no fue como esperaba, excepto con Annie, con ella fue de la manera que lo imaginó. Al llegar a su apartamento tomó el único recuerdo que tenía de su madre, se concentró y descargó el exceso de su poder en el objeto, al igual que siempre resistió los embates, nada fue destruido y nadie fue herido. «Desearía que estuvieras aquí, mamá».  

No logró conciliar el sueño, su mente no dejaba de darle vueltas a las opciones que tenía: seguir con su plan de ver las planicies y plantar un árbol, empezar la búsqueda sobre su linaje o visitar la tumba de Silas en el bosque de los árboles gigantes. Cuando por fin se durmió no pudo descansar, no obstante, incluso allí los sueños la atormentaban, no podía escapar de ellos.

Fue hace muchos años, durante el asedio de Shiganshina. Los traidores revelaron sus verdaderos rostros, Reiner y Bertolt habían dirigido a la legión hacia una trampa y el asedio de la ciudad comenzó. Las explosiones, temblores y muertos fueron el pan de cada día. Los refuerzos al mando del comandante de la policía militar se retrasaron, los suministros se agotaban, la prioridad era proteger a Eren y su ancestral, por lo que sabían que muy pocos sobrevivirían. 

El ambiente era sombrío, las bromas de los primeros días se convirtieron en comentarios oscuros, el optimismo y esperanza deformó en pesimismo y resignación, incluso hubo quienes apostaban cuanto tardarían en morir o hacían comentarios sobre quien moriría primero. En uno de los últimos días del asedio, mientras esperaba que una de sus compañeras dejara de gritar y falleciera, el principito Zeke fue a hablar con ella. 

—Dama Mikasa... —Su voz era débil, estaba algo pálido y tenía ojeras, igual que la mayoría que continuaban vivos. En ese estado no parecía un príncipe, «¿Por qué su hermana lo envió a una muerte segura?». El príncipe había estado usando sus poderes durante gran parte del asedio, casi no descansaba. 

—¿Hubo otra incursión?

—Sí, pero fue repelida. Traigo noticias, mi hermano ha despertado. —El muchacho 10 años menor se talló los ojos y suspiró. Mikasa estaba tan exhausta como para reaccionar con alegría o alivio —. Con él hay esperanza de romper el cerco. El comandante Erwin, el capitán Levi y la capitán Hange están decidiendo la forma en que procederemos. 

—¿Y mi hermano? ¿Por qué no está contigo? —Era muy extraño ver a esos dos separados, incluso si Silas era el guardian del príncipe eran más unidos de lo que se esperaría; comían, jugaban, peleaban, entrenaban, incluso dormían y se bañaban juntos. Ni siquiera Mikasa tuvo esa clase de vínculo con Eren.

—Le ordené que descansara, me ha protegido demasiado en todo este tiempo. 

Silas estaba en una de las esquinas del gran salón donde dormían y roncaba con gran estruendo. Mikasa se levantó despacio, no quería que el cambio repentino de orientación y posición la hicieran caer. Salió de allí y preguntó por Eren, uno de los soldados le informó que se encontraba en el antiguo edificio de gobernación de Shiganshina. Sus amigos hablaban con Eren, Sasha parecía haber recuperado la esperanza e incluso Connie y Jean hicieron un par de bromas respecto al sueño de Eren. Cuando la vieron la invitaron a unirse a la plática, sin embargo, no hubo tiempo para esas nimiedades. Sonaron las campanas de la vieja iglesia, era el llamado a todos los soldados. 

Se dirigieron hasta allí, Mikasa contempló los derruidos edificios, las manchas donde hubo fuego y los huesos de varios civiles que murieron durante la primera ofensiva del distrito, así como de aquellos que perecieron en el asedio. El comandante Erwin y los capitanes hablaron a la multitud. Eran alrededor de 175 soldados, menos de la cuarta parte de efectivos de las fuerzas enemigas. Mikasa no recordaría el discurso del comandante, pero siempre asumió que funcionó porque una panda de hambrientos, exhaustos, demacrados, lisiados y heridos gritaron al unísono e hicieron el gesto de entregar sus corazones. «Y para mañana al amanecer también entregaremos nuestras vidas».

Esa noche no defendió, la misión del día siguiente era prioritaria. El comandante Erwin serviría de distracción y cargaría con el grueso de las fuerzas contra las trincheras, debido a las pocas bestias Pegaso que restaban usarían el modo Berserker de las servoarmaduras; algunos susurraban y comentaban sobre la poca probabilidad de sobrevivir, incluso si lograban superar la batalla tendrían que aguantar el gran desgaste muscular y sangrado de forzar el cuerpo humano más allá de sus límites. La segunda carga sería hecha por la capitán Hange mientras el capitán Levi se hacía cargo de dos de los portadores enemigos. Es allí donde entraban Eren y Zeke, protegerlos era el deber de Mikasa, Jean, Connie, Armin, Sasha y Silas. Eren usaría sus poderes antes de la segunda carga.

—¿Y si fallamos? —Armin se puso su armadura y montó a su bestia Pegaso. El animal estaba hambriento y muy alterado, sintió un sabor amargo, los instintos animales que Mikasa podía sentir eran molestos e intoxicantes. 

—Esperemos que haya un paraíso en el que por fin podamos descansar —respondió a su amigo y caminó hacia su hermano para recordarle que debía mantener el control de sus emociones—. Madre nos dijo que era de vital importancia...

—Estaré bien, Mikasa. Ya no soy un niño —Él solo tenía 16 años y había presenciado tantas atrocidades, aun así, tenía una inocencia que no era común. Incluso en las memorias veía a su hermano menor con una apariencia sana y fuerte, aunque estaba segura de que no se veía así—. Cuida a Eren, alguien debe asegurarse de que no haga alguna tontería, además al príncipe no le gustará que su medio-hermano muera y su guardiana viva. 

Asintió y montó en la bestia. Se agruparon de forma que Eren y Zeke estuvieran mejor protegidos. Constató por enésima que todo estuviera en su lugar, la calma la inundaba, hacía años que aprendió a tener el control sobre sus emociones, sabía lo que tendría que hacer cuando llegara el momento... Y las trompetas se escucharon. 

Oyó la batalla a lo lejos, si se esforzaba podía oír al comandante Erwin arengando a sus hombres «Un hombre valiente, un gran líder». Sintió la batalla, las emociones intensas y la euforia en sus camaradas, la rabia e ira inconmensurables. Vislumbró sus últimos pensamientos y la nada que le siguió, en esos pocos minutos eso se repitió decenas de veces, decenas de valerosos hombres y mujeres de Eldia caídos. Pensó en Eren, «Tengo que mantenerme en equilibrio». Se enfocó en sus recuerdos con él, la vez que la salvó a ella y a su hermano, los juegos en la calle, el tiempo que compartieron los dos con Armin, las peleas con los bullies... Y los tambores retumbaron.

Las compuertas al exterior se abrieron y la luz la cegó. Picaron espuelas y los majestuosos animales corrieron en pos de la muerte. Las bestias resistirían muchos ataques, no obstante, su sacrificio era clave. 

—¡Mikasa, Silas! Ustedes son nuestros guías, nuestra vida y esperanza están en sus manos —exclamó Jean y el escuadrón se dispuso en formación abierta. 

El humo y la niebla estaba por todas partes, por lo que impedía ver a largas distancias. Sumado a que fue un día con poco viento, fue perfecto para el plan. Su vista cambió, al igual que la de su hermano, su conexión se lo indicaba. Avanzaron durante segundos sin problemas, hasta que el primero se mostró: demonios al frente. Envió la alerta a su hermano y con un dolor en el costado derecho comprendió que era seguro cambiar la dirección. Conjuró algo y un segundo después un sonido similar a un ladrido se escuchó en los alrededores, esa era la señal de derecha y así hicieron. Y en el campo de batalla los cuernos resonaron.

Era la señal de que el capitán de Levi había entrado en acción. El ánimo en el escuadrón mejoró un poco. Antes de poder siquiera procesar lo que sucedía sintió una presión en el pecho, era una señal de su hermano «¿Qué significa?», su mente tardó en procesarlo «Costados, derecha e izquierda; espalda, detrás; pecho... ¿qué era? ¿Qué era?». Para su fortuna solo fueron un par de segundos. Miró al frente y vio una línea de enemigos que se extendía mucho hacia la izquierda y derecha. Comprendió que era el momento de entrar en combate. Devolvió la señal a su hermano y ambos conjuraron algo similar al graznido de los cuervos. El escuadrón realizó un hechizo conjunto, la energía se reunió en lo alto y en el centro, Mikasa apenas podía mantener el control sobre la forma en que manipulaba la energía y ubicaba los mejores lugares para impactar, sus brazos le dolieron, le costó mantener sus manos abiertas y antes de ceder ante la presión llegó el momento y envió la señal. 

Como era de esperar los demonios respondieron cons disparos y explosiones. Estaba tan acostumbrada que para ella era como el cantar de las aves o el sonido de las grandes ciudades.

—¡Eren, preparate! —La voz de Jean se escuchó hasta el final de la formación. Los demonios no habían acertado a Mikasa o a los otros, pero si no se apresuraban en cualquier momento podrían hacerlo—. Sasha, Connie, es su turno.

Pronto sintió como ambos se aproximaban hacia la posición de Eren y luego él se acomodó, cruzó sus brazos y habló con la Voz.

—Fugaz y eterno como las estrellas, incontrolable e imparable como los ríos, navego el curso del tiempo. Vacío, oscuro y frío, indetectable y sin existencia, voy a la deriva sin fin. El infinito es mi fin y mi inexistencia, el brillo de mi libertad arderá hasta la eternidad y desafiaré mi destino hasta mi muerte. Soy el milagro y la revelación. —El aura alrededor de Eren brilló de un dorado cegador, la presión empujaba a Mikasa, sabía que estaban cerca. Fue en ese momento que Jean gritó la señal y Eren dijo la palabra, un susurro inaudible e incomprensible de gran poder.

Transcurrió en un santiamén, el aura de Eren se expandió a lo largo de cientos de metros, hubo pequeñas explosiones y todo quedó en silencio. Mikasa sintió como algo recorría su cuerpo, antes había tenido esa sensación. Todo iba más lento, solo el escuadrón podía percibirlo. Mikasa saltó de la bestia Pegaso y corrió en dirección del agujero en que los demonios se atrincheraban. Jean y Armin hacían lo mismo mientras Silas protegía a Zeke.

Mikasa logró percibir las balas disparadas, las cuales se movían tan lento en el tiempo que le fue sencillo evadirlas e incluso desviar la trayectoria. No fue más de un minuto y por fin avistó su objetivo, poco antes de acceder al lugar sintió un dolor en la columna y comprendió que Jean activó el poder de la servoarmadura.

Mikasa desenvainó sus espadas, la sensación en su cuerpo se fue atenuando. Preparó su dispositivo de maniobras, ajustó su armadura y saltó. Y los gritos sus defensas inundaron. 

Era un depredador y los demonios caían ante su poder, desgarraba, cortaba, golpeaba y destruía. Quebraba huesos y el fuego en su interior ardía con gran intensidad. Su cuerpo era un arma más y las espadas eran parte de ella. El pánico se esparcía como el fuego, gritos que ella no comprendía se perdían entre disparos que no acertaban en ella, sus enemigos estaban invadidos por el terror y no se molestaban en apuntar o esforzarse en herirla.

Jean cortaba, perforaba y desgarraba; Armin conjuraba, golpeaba y disparaba. Llamas rojas, naranjas y azules eran lanzadas, corrientes de agua ahogaron a unos y proyectiles explotaron a otros. No se molestó en saber si era ella la responsable. Los lacayos de los traidores caían como moscas, se desvanecían más rápido de lo que aparecían. Ira y rabia en extremo, eran las emociones de los tres. Por desgracia, todo tiene su fin y el de aquel enfrentamiento estaba cerca. Con cada segundo que pasaba los demonios se movían más rápidos y centrados. «Así que están aquí». Una fuerte presencia la esperaba detrás de una de las puertas, tomó a uno de sus enemigos y lo lanzó con toda su fuerza en aquella dirección. El poder dentro del cuerpo de Mikasa aumentó conforme se acercaba y como imaginó allí estaba uno de los traidores.

—Reiner —dijo.

La tierra retumbo casi al mismo tiempo y Mikasa comprendió que el príncipe usaba a su ancestral, con ello la esperanza y la valentía invadieron por completo a Mikasa, sus fuerzas se renovaron y no sintió el dolor. La temperatura subió y la tierra volvió a retumbar. Asumió que era Bertolt. Mas ella no tenía tiempo para pensar en lo que ocurría con los demás, estaba segura de que podrían hacerse cargo del otro traidor y proteger a Eren y Zeke.

Mikasa se dio cuenta a tiempo de que Reiner usó el dispositivo de maniobras y columnas salieron de la tierra. Sin perder tiempo ella inició el ascenso con su propio dispositivo. «¿Con que así lo quieres? Sabes que si te transformas estás muerto». Se impulsó en el aire, para ella moverse en las tres dimensiones era como respirar. Maniobró a través de las columnas, desgarró a quienes se le aproximaron, lanzó conjuros de oscuridad, Reiner la perseguía y trataba de tomar más altura para empujarla al suelo y dejarla a merced de los lacayos que ella no había terminado. Mikasa era más veloz, más fuerte, más hábil, aun con todo el agotamiento y la desnutrición en que se encontraba tenía el aura de Zeke de su lado, cualquier penuria y dolor se desvanecían. Además, era una Ackerman, era algo más, diferente a los portadores, los únicos seres que podrían rivalizar con un Ackerman. Era una con el viento, giraba y lanzaba un tajo mortal descendente, Reiner usaba sus poderes para crear una armadura en su brazo y lo bloqueaba. Realizaba un estoque y su oponente lo desviaba. El lugar era su escenario, compartían una danza mortal, las espadas chocaban, hechizos impactaban y salían disparados en direcciones impredecibles. Algunos le daban a él y otros a ella, su estómago se prendía fuego, proyectiles daban en su armadura y otros eliminaban a los demonios. Ella corría y tomaba una fracción segundo de ventaja para descansar, él estaba bien alimentado, ella tenía más espíritu; él era más resistente, ella era más efectiva. El combate se extendió durante lo que fue como una eternidad, su enemigo sangraba de decenas de cortes y a Mikasa le empezaban a fallar las extremidades. Solo necesitó una pequeña apertura para derribarlo y ella hizo una acrobacia para quedar de pie.

—Tú, maldito monstruo. —Reiner trataba de recuperar el aliento. Ella se mantuvo calmada, los comentarios poco le importaban. 

—Esto ha terminado. —Mikasa se dirigió hacia Reiner, solo tenía que darle el golpe final—. No mereces una muerte rápida, pero no tengo tiempo.

—¡No, esto no puede acabar de esta forma! 

Mikasa hizo el movimiento y atravesó la piel, pero la sangre nunca salió. Levantó la mirada y allí estaba el ancestral de ella, el de Ymir. 

—Aún tengo una deuda con este idiota. —Escuchó la voz de la mujer en su cabeza—. Además, tú nunca me agradaste. 

Devoró a Reiner, la golpeó con fuerza y cayó, Ymir se dispuso a irse de allí. Mikasa vio que Eren y los demás luchaban en tierra, los caballos relinchaban de dolor. Lejos de allí Armin, Zeke y su hermano combatían con Bertolt y lo hicieron caer, con él también cayó su amigo. Silas tomó al príncipe y se alejó «¿Qué sucede? ¿Acaso no han ganado?». El joven príncipe se desmayó y luego un horrendo grito aturdió a Mikasa. Las piernas le fallaron, tampoco pudo presionar el mecanismo para activar el dispositivo, sus dedos estaban frígidos y su cuerpo rígido como una roca «¿Qué ocurre?». Y gritó, todo en ella quemaba, voces hablaban y gritaban, se retorcía y el poder en su interior la envolvió. Todo a su alrededor eran demonios y más demonios, a pesar de que sabía que algo no estaba bien atacó sin más, no podía controlar su cuerpo. Oyó los gritos de Eren, de sus amigos y de Silas.

—¡NO! —El tiempo se detuvo, aunque no de la forma de cuando Eren lo manipula. Lo hizo de tal manera que Mikasa vio el último gesto de su hermano. Él desapareció, nada quedó ante ella que comprobara que alguien estuvo allí.

En los años por venir Mikasa nunca supo por completo los hechos que siguieron a la muerte de su hermano, todo sucedió tan rápido. El interior de su ser ardió, su brazo quemaba y la sensación de ira se extendió por todo su cuerpo, su corazón latió con gran rapidez e hizo un sonido aterrador. Vio a Ymir y se lanzó en su persecución, ella era un demonio, una traidora, ella tenía que ser la culpable.

—¡No, no te dejaré escapar de nuevo! 

Sus movimientos no fueron de ella, todo se realizó por instinto, la sangre salpicó su rostro y armadura, sintió el dolor y sufrimiento de aquellos que estaban cerca, por último, muchos ardieron en llamas negras, aliados y enemigos. Escuchó trompetas, tambores y cuernos, dilucidó el estandarte de la casa real y el de la policía militar, también reconoció al ancestral de Annie Leonhardt entre ellos. Tras eso, la oscuridad y el olvido.

Despertó con la respiración agitada y el corazón acelerado. Se tomó su tiempo para calmarse, respiró profundamente hasta que su estado se normalizó. Se levantó de su cama y fue al baño para echarse agua fría en el rostro. Una desconocida le devolvía la mirada, dos abismos con nada en ellos y su cabello estaba hecho un desastre. «¿Cuándo me convertí en esto?». No recibió respuesta, salió de allí, no podría haber soportado otro segundo viéndose al espejo, era algo que odiaba.

Se preparó el desayuno y vio la fecha en el calendario, se cumplían 3 años desde lo sucedido en el asedio. La policía militar tardó en llegar por el hechizo de uno de los portadores enemigos; cuando el capitán Levi incapacitó al responsable el hechizó falló y lograron detectarlos. 

Tomó su comunicador, se puso ropa para andar en motocicleta y condujo hasta Shiganshina para visitar un antiguo edificio. Aún era de madrugada y fue un viaje apacible, nadie la molestó, disfrutó el paisaje de la carretera y los bosques por los que pasó, aceleró en las rectas para disfrutar el viento contra ella, estaba tranquila cuando conducía su motocicleta. Nadie podía lastimarla, las visiones la dejaban y los sueños no la atormentaban. No tomó una decisión sobre su camino para el futuro, en aquellos días no le gustaba pensar en ello.

Llegó más temprano de lo normal, no era ni mediodía cuando ascendió a través de la montaña, anduvo por viejos caminos de tierra y escaló. El imperio había decidido respetar la naturaleza en esos lares. Tras un largo trayecto arribó a su destino, la vieja cabaña donde Mikasa vivió casi toda su niñez, antes de que sus padres fuesen asesinados. Silas solo estuvo allí un par de meses, por un desconocido motivo le gustaba visitar el lugar cada año, a pesar de nunca conocer a sus padres. 

Cual fue la sorpresa de Mikasa cuando sintió otra presencia. Sacó su cuchillo, aun si el arma no era amenazante le era suficiente para manejar a un grupo de hasta 10 personas. Se movió con sigilo, tuvo cuidado al pisar, abrió la puerta lentamente y allí estaba alguien, se encontraba arrodillado ante un viejo cuadro de un barco en medio de una tormenta. Mikasa caminó y se colocó a la derecha de la persona. De tan cerca logró reconocerlo, había crecido y no lucía demacrado como hacía 3 años, su cabello dorado era igual, se había dejado crecer la barba, llevaba lentes y un par de pulseras de plata en sus muñecas. Mikasa recordó ver que su hermano usaba una muy similar a la del joven. «¿Qué hace el príncipe de Eldia aquí?». Lágrimas corrían por sus mejillas y sus ojos estaban rojos.

Estuvieron horas en silencio. Era el ritual de cada año para Mikasa. El primero en levantarse fue Zeke, antes de retirarse dejó sobre el altar un par de flores: un clavel y un tulipán. Hizo una leve reverencia a Mikasa y ofreció disculpas, luego salió de la vieja cabaña. Ella se quedó hasta la mañana siguiente, cuando retornó al estacionamiento su comunicador sonó, era un mensaje urgente. Lo abrió e hizo que el lector de voz se lo dijera. La voz del dispositivo era serena y reconfortante:

Es temporada de selección. Es la oportunidad para pertenecer a la casa real. Continúa la antiquísima costumbre de que consortes sean elegidos mediante sus méritos. 

Para celebrar la reciente paz con la nación de Marley, su majestad, la reina Historia Reiss-Fritz y el príncipe Zeke Reiss-Fritz tendrán siete candidatos cada uno. La competencia será transmitida por diferentes canales de televisión, radio, archévision y virtualidad. En esta edición especial no solo habrá pruebas de inteligencia, etiqueta y resistencia, también se probarán otros atributos de los contendientes y su popularidad entre el público determinará si consiguen ventajas y privilegios. 

Los contendientes fueron elegidos por un algoritmo ultramoderno desarrollado por los informáticos reales. Los elegidos para enfrentarse por la mano de la reina son:

Jean Kirstein, sargento de la legión de reconocimiento. 

Leo de Castillo, habitante de un poblado agrícola.

Armin Arlert, sargento de la legión de reconocimiento.

Lucius Leblanc, capitán de la policía militar.

Nathan Marcus, teniente de las tropas de guarnición.

Angel Torres, gobernador del distrito marqueño.

Eren Jaeger, sargento de la legión de reconocimiento. 

«Annie y Eren estarán furiosos por esto. Esto es un atentado contra su libertad. Seguro que Historia ni siquiera les avisó de antemano». Mikasa recordó la anterior selección en que el padre de Eren fue elegido para ser uno de los progenitores de Zeke con la reina viuda. «Cuando la casa real ordena, no hay negación posible ante ella», pensó Mikasa y vio su comunicador, en él aparecían los rostros de los siete hombres. El mensaje prosiguió.

Ahora, conoce a las siete elegidas que se batirán por la mano del príncipe Zeke:

Pieck Finger, portadora del ancestral Brigael. 

Yelena, habitante de la nación Arai. Operativo de fuerzas especiales.

Leonor de Constanza, corregidora del distrito Oceano.

Hange Zoe, comandante de la legión de reconocimiento.

Aranza León, miembro de la policía militar.

Mari Forlán, habitante de la comunidad Erian. Domadora de bestias.

Mikasa Ackerman, heroína de la tercera batalla de Shiganshina. 

Mikasa frenó su motocicleta, apenas pudo controlar el vehículo para evitar caer. Miró la pantalla, la foto que se tomó cuando realizó el cuestionario apareció junto a las de las otras seis mujeres. 

—¿Qué? —El mensaje comunicó que esperaban la presencia de los 14 elegidos en el palacio real a más tardar en quince días. Mikasa no podía creer la información, lo que confirmó que no era un sueño llegó un par de segundos después, un mensaje dirigido a ella con una invitación única—. Tiene que ser una mala broma. 

Aceleró la motocicleta, estaba dispuesta a tener una larga e incómoda conversación con Historia, no importaba que fuera la reina. El símbolo en su brazo comenzó a arder «Esto no se va a quedar así».

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