Tiempo

Harry Potter - J. K. Rowling
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G
Tiempo
Summary
Todo había salido mal. Voldemort había ganado y lo único que podían hacer los sobrevivientes era escapar de una muerte segura. Sólo tenían una oportunidad de arreglar el pasado y era un viaje en el tiempo sin retorno, la única opción para que Hermione Granger recuperara todo lo que habían perdido... el problema fue que nunca pensó en la posibilidad de toparse con un par de ojos de un color esmeralda, grandes, intensos, hermosos...
Note
Buenos días, buenas tardes.Esta es una historia extraña, una especie de What If que se me ocurrió hace un tiempo después de leer muchos, muchos, muchos fics... Y bueno, nació el chocapic.Espero que les guste, y si no. Coméntenme porque O.OCheers!
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This Feelings

El lugar estaba cubierto de sangre y se escuchaban gritos por todas partes. Todos corrían hacia cualquier lado tratando de escapar de los maleficios de los mortífagos y de criaturas sedientas de sangre. Los hombres lobos se daban festines con todos los estudiantes rezagados que quedaban en el castillo. Una pared cayó, aplastando a varios magos y brujas. El señor Weasley trató de rescatar a un niño de las garras de un hombre lobo pero fue atravesado por un maleficio cortante, quedando en dos. La profesora McGonagall fue aplastada por el maso de un gigante y Dean Thomas explotó en pedazos.

Hermione cayó por las escaleras que llevaban al patio del castillo, llegando de cabeza al suelo. Levantó el rostro y vio como Voldemort lanzaba maleficios a diestra y siniestra, con sus ojos rojos y una sonrisa sádica. La chica trató de levantarse, pero algo agarró su pie. Miró hacia atrás y con horror vio una montaña de cadáveres, todos llenos de sangre y fuego. Uno de los cadáveres era Ron, quién la había agarrado del pie y la atraía hacia ellos con sus ojos sin expresión y su boca negra como el natre.

Quiso gritar, pero no salió ningún sonido. En cambio, escuchó una risa malvada, una risa que había escuchado muchas veces.

De entre los cuerpos, una mano apareció retorciéndose y apuntando a la chica. Poco a poco el rostro de Bellatrix Lestrange salió de entre los cadáveres mostrando una boca chueca y unos ojos desorbitados. Hermione trató de levantarse y huir pero Ron la tenía fuertemente agarrada. Se movió como pudo pateando al cuerpo e incrustando las uñas en la tierra, pero la risa de Bellatrix resonaba en sus oídos.

Sintió sus delgados y fríos dedos en su cuello, envolviéndolo y estrujándolo mientras la introducía en la montaña de muertos envueltos en fuego. Con los ojos desorbitados y llenos de lágrimas, Hermione hizo el último esfuerzo, estirando sus brazos a más no poder.

—Pelea, Hermione.

Harry la miraba con sus ojos verdes esmeralda, resaltando entre todo ese fuego. Su cicatriz brillaba en la palidez de su rostro. Hermione cerró su mano en el brazo de su amigo y sintió como este la empujaba hacia adelante

—Vamos Hermione. Pelea.

Pero la figura de Voldemort se alzó detrás de él con la varita lista para lanzar el Avada Kedavra, con su sonrisa serpenteando su rostro y sus ojos rojos. La risa de Bellatrix traspasó sus oídos y el miedo atravesó su corazón.

—¡HARRY!

Hermione se incorporó de repente y lanzó un maleficio hacia adelante. El armario de la habitación de Lily se abrió de par en par lanzando la puerta lejos y toda la ropa salió disparada para todos lados.

—¡Emma! ¡Espera, tranquila!

Hermione forcejeó unos segundos entre los brazos de Lily, sin darse cuenta de dónde estaba, sudando frío y temblando descontroladamente. Lily la abrazó por la espalda con fuerza sin dejar de susurrarle que estaba bien, y eso ayudó a que poco a poco Hermione dejara de moverse y su corazón dejara de latir a cinco mil por segundo.

Había tenido pesadillas similares, pero ninguna había sido tan real. Se llevó una mano al pecho. Respiró hondo, volviendo lentamente a la calma.

—Ese fue un buen hechizo silencioso —murmuró Lily apoyando su cabeza en la espalda de la chica sin dejar de abrazarla. Hermione podía sentir los latidos del corazón de la pelirroja—. Pero no te ayudaré a reparar mi armario.

—Lo… lo siento… —habló Hermione con la voz rasposa. Tenía la boca seca.

Parpadeó y levantó la mirada. Estaba en la habitación de Lily, acostada en su cama. La luz de la lámpara iluminaba el lugar con una luz amarillenta y agradable.

—Descuida —Lily no se separó de ella, sino que se apegó aún más y murmuró—. Pensé que no despertarías nunca…

Hermione suspiró. Después de sus pesadillas le costaba varios minutos volver a la calma. Ahora, con Lily, fue mucho más rápido. Su calidez envolvió su cuerpo enseguida. Se secó el sudor de la frente.

—Sólo fue una horrible pesadilla… lo siento —repitió la castaña bajando más la voz, avergonzada—. ¿Tú cómo estás? ¿Cómo está Harry…?

Bajo la mirada y abrió los ojos, asustada. La mano de Lily estaba vendada, y por su brazo, vio una mancha burdeo bastante fea. Hermione se dio vuelta rápidamente y tomó la mano de Lily para ver mejor la herida, pero esta se alejó.

—Estoy bien, y Harry también —contestó tajantemente y se puso de pie—. Ya me eché esencia de Murtlap. En unas semanas pasará.

—Esa es una herida hecha por un maleficio, no sanará así como así —alegó Hermione, también poniéndose de pie para poder ver mejor la herida, pero sus piernas la traicionaron y tuvo que afirmarse en el borde de la cama para no caerse.

—Tú eres la que tiene que cuidarse —dijo Lily tomándola de un brazo y ayudándola a sentarse—. Fuiste poseída por ese Horrocruxe, por magia oscura pura.

—¿Cómo salimos de ahí? ¿Derrotaste al Horrocruxe sola? —preguntó Hermione cerrando los ojos para tranquilizarse.

—Kreacher me ayudó. Sin él probablemente no habríamos salido vivas.

—Kreacher, elfo maravilloso —murmuró la castaña pensando unos segundos—. Me gustaría hacer algo por él. En memoria de Regulus también. A él le gustaría.

—Quizás solo quiera olvidarnos —Lily puso su mano en el rostro de Hermione para que la mirara—. Pero ahora no te preocupes por eso. Debes descansar.

—Estaré bien —murmuró la castaña mirándola unos segundos a los ojos, pero estaba tan mareada que tuvo que cerrarlos y acostarse.

El techo daba vueltas sobre ella y mantuvo sus ojos cerrados. Sintió a Lily sentarse a su lado y tomarla de la mano. A lo lejos se escucharon unas carcajadas, y un tema de una canción bailable. Era sábado, por lo que muchos londinenses estarían preparándose para ir de fiesta disfrutando de su juventud, de su dinero o de un buen descanso por haber trabajado toda la semana.

Hermione sentía la mirada de Lily en su rostro.

—¿Qué ves? —preguntó sin abrir los ojos.

—Te ves pálida con esta luz, y tus ojeras se ven más grandes.

—No me subas tanto el ánimo.

—Tienes un pequeño lunar al lado de tu nariz, parece una peca. Y una cicatriz en tu cuello. La vida no te ha tratado muy bien.

Hermione tomó la mano de Lily y abrió los ojos. La pelirroja había dado un respingo y vio sus mejillas agarrar más color.

—Me pones nerviosa cuando me miras así —murmuró Lily.

—¿Así como?

—Así, como lo haces ahora.

—No tengo otros ojos con los que mirarte.

Hermione entrecerró sus ojos y sonrió. La temperatura de su cuerpo había aumentado, pero extrañamente no se sentía nerviosa. Bueno, sí estaba nerviosa, pero no incómoda. Y podía percibir lo mismo de Lily. Levantó una ceja al ver como la pelirroja sonreía divertida.

—Al menos todo esto sirvió para ahuyentar tu borrachera.

—¡No estaba borracha! Esa cerveza me cayó pésimo —alegó Hermione frustrada.

—Fue una escena memorable. Cada vez que esté triste recordaré tu rostro en el momento en que dijo que tenías que beber el vaso completo —se burló Lily ampliando su sonrisa—. Ah, magistral.

—Quizás eso te ayude a hacer un patronus para la próxima vez.

—Oye. Tú saltaste antes que yo. No me diste la oportunidad de crear uno frente a ese dementor. Mi patronus es despampanante.

—Puedo imaginarlo.

Y siguieron charlando por un buen rato, sin darse cuenta del tiempo. Estaban tan tranquilas y a gusto con la compañía de la otra que, si no hubiera sido por el estómago de Lily, se habrían quedado en la habitación hasta el otro día. Eran cerca de las 3 de la mañana, y solo habían almorzado antes de salir.

Después de asearse, se reunieron en la cocina. La complicidad que creció alrededor de las dos chicas fue de un momento a otro. Ninguna de las dos dejó de sonreír, de hablar animadamente, de sentirse feliz. De vez en cuando rozaban sus manos o se pasaban a llevar con el hombro. Era como si la escena con el Horrocruxe hubiera ocurrido hace mucho tiempo y el cansancio y el dolor físico que sentían pasó a estar en segundo plano.

Hermione ayudó a Lily a cocinar para que no se esforzara por su mano y brazo vendado. Lily solo sonreía al verla trabajar porque insistió en hacer todo sin magia. Después de varias horas, el alba se alzó y el cielo comenzó a teñirse de un azul débil y pálido.

—Quizás debamos dormir un poco —Hermione miró el reloj que había en la casa de los Potter.

—Sí. Tienes que descansar —agregó Lily sin prestarle mucha atención mientras jugueteaba con un mechón de pelo de la castaña. Estaban sentadas en la cocina tipo americana de la casa, cada una con una taza de té.

—Tú igual… Y hay que ponerte más esencia de Murtlap en tu herida.

—¿Podrías ayudarme con eso? —la pelirroja sonrió de par en par con inocencia—. Tú eres más delicada que yo.

Hermione se sonrojó sintiendo como vapor salía por sus orejas, y moviendo sus manos rápidamente se levantó.

—Excusa barata —murmuró apenas abriendo la boca, y asintió—. Yo lavo las tazas, tú ve a acostarte.

Después de diez minutos, Hermione y Lily se encontraron en la habitación de la pelirroja. El olor de la esencia de murtlap era fuerte, pero no lo suficiente como para opacar el olor a frutillas del perfume de Lily, algo que Hermione recién percibía. Es más, casi toda la casa olía a frutilla, y era muy, pero muy agradable.

Estuvieron en silencio un rato mientras Hermione aplicaba la esencia en el brazo y la mano de Lily. La pelirroja la observaba casi sin parpadear. Un leve cosquilleo molestó la nuca de la castaña, pero no le hizo caso. No ahora, que debía ser lo más delicada posible para no pasar a llevar muy fuerte la herida de Lily.

—Apenas despiertes también tienes que aplicarlo —murmuró Hermione mientras trabajaba—. De aquí a unas semanas mejorará… em, ¿Qué le dirás a James?

—Qué hiciste explotar la cocina.

—¡Lily! —exclamó Hermione con fastidio—. Esto es serio.

—Jajaja. Tranquila, yo me encargo —Lily ladeó levemente la cabeza—. Se te hace una línea entre las dos cejas cuando te enojas. Es chistoso.

—No vas a ponerte nunca seria, ¿verdad?

—Sabes que me pongo así cuando estoy nerviosa.

—¿Y por qué estás nerviosa?

La castaña la observó con una ceja levantada. Lily solo se encogió de hombros y miró hacia la ventana. El sol comenzaba a asomarse en el horizonte. No habían dormido nada y se notaba. Debajo de los intensos ojos de Lily se veían claramente sus ojeras, y a pesar de ser hermoso, sus ojos se veían cansados y rojos a los lados.

—Ya terminé —Hermione se levantó y se limpió las manos con magia—. Ahora a dormir. Esperemos que no ocurra nada terrible durante el día, así podemos recuperar estas horas de sueño.

—No sé si podré dormir.

Quizás… quizás lo vivido con el Horrocruxe había dejado consecuencias mucho más desastrosas de las que Hermione quería ver.

Ya era imposible ocultar sus sentimientos hacia Lily, era imposible mentirse a sí misma y no darse cuenta de cómo se comportaba frente a ella. Todo era tan obvio que hacía que su corazón latiera como si estuviera sufriendo una taquicardia, y desgraciadamente, le gustaba sentirse así.

No quería que ese momento terminara. Quería seguir estando con Lily. Sólo con ella.

Con nadie más que con ella.

Sin pensarlo mucho, sin decir ninguna palabra y sólo con una mirada, las dos chicas se habían acurrucado juntas en la cama abrazadas una a la otra y quedándose dormidas casi al instante, tranquilas y felices.

-0-

A la mañana siguiente, James regresó de la casa de sus padres y tuvieron que volver a la realidad que las rodeaba. La realidad que Lily estaba casada con él y Hermione era sólo una amiga. Lily iba a tener un bebé e iban a formar una familia… y Hermione era sólo una amiga. No podía pasar nada más, por el bien de ellos, de Harry y James. O eso era lo que Lily quería pensar. Y Hermione seguiría con esa idea también porque era lógico.

Pero después de lo que habían vivido con el segundo Horrocruxe y esas horas que estuvieron a solas, tranquilas, hablando y coqueteando en silencio sin pasar a nada más que unas miradas llenas de complicidad, ya no podían volver a esa realidad.

Para las dos fue difícil y extraño las semanas que vinieron, ya que cada vez que se veían sus corazones palpitaban sincronizados. Sus mejillas se sonrojaban y por parte de Hermione comenzaba a balbucear y a sentir un cosquilleo en la nuca. Era una búsqueda constante con la mirada, la necesidad de saber en dónde estaba la otra. Era estresante porque no podían concentrarse muy bien en lo que hacían… pero a la vez, era emocionante y excitante.

Desgraciadamente la casa de los Potter cada vez tenía más visitas, y había muy pocos momentos en donde no había gente que no fuera Lily, Hermione o James. Era como si se hubiera convertido en una de base donde se juntaban para tener reuniones de la orden, y varias veces incluso llevaban a aurores del ministerio.

Los ataques hacia magos y las desapariciones de brujas, magos y muggles habían aumentado el doble y el Ministerio de Magia estaba llegando al borde de la desesperación. Barty Crouch tenía un papel importante y había tomado medidas desesperadas y casi peligrosas para el mundo mágico, entre ellas mezclar a los aurores con la policía muggle.

Hermione se sentía culpable. Debería estar pensando en como conseguir los siguientes Horrocruxes y como ayudar a la orden, pero… lo que más llenaba su mente era Lily. Había viajado al pasado para destruir a Voldemort, no para tener una relación con la madre de su mejor amigo. Arsh, eso sonaba terriblemente mal.

Y lo peor de todo era que estaba comenzando a molestarse mucho por la presencia de James Potter ya que, como esposo de la pelirroja, obviamente podía reclamar su derecho a abrazarla y besarla cuando quisiera. No era constante, porque eran una pareja discreta para no incomodar al resto, pero aunque sea el más mínimo roce entre Lily y James hacía que la sangre de Hermione hirviera como un fuego maligno.

Cada vez sentía más deseos por Lily, cada vez era más difícil esconder sus sentimientos y ganas de estar con ella, y aunque sabía que no podía seguir así, no hacía nada para evitarlo. Nada hasta una noche, después de varias semanas desde el incidente del Horrocruxe.

Estaba lavando los vasos después de una de las tantas reuniones de la orden, en dónde hablaban sobre un Curso Intensivo de Aurores, que se iba a impartir para subir el nivel de los aurores. Era una idea de Barty Crouch para sacar más rápido a gente capaz de enfrentarse a mortífagos, pero eso implicaría volverse una especie de soldado muy similar a los soldados muggles. Hace solo unas semanas se había terminado el segundo grupo, el cual había sido todo un éxito, y ahora estaban en búsqueda de más reclutas para empezar en unos días más.

—Tendrás un sueldo fijo después del curso. Un buen sueldo —dijo Moody sentado en la mesa del living muy serio—. A ti te haría muy bien, Black.

—No seré como los soldados muggles —Alegó Sirius y agregó con orgullo—, además, nunca he perdido contra un mortífago.

—No son soldados. Son aurores más poderosos y hábiles —lo corrigió Dorcas Meadowes, mirándolo con el ceño fruncido—. Te enseñan cosas que no pasan en el curso convencional de aurores y que son muy útiles en estos tiempos.

—Pues hasta ahora nos ha ido muy bien —James se echó hacia atrás en su silla, colocando su mano en el hombro de Sirius—. Crouch debería parar de hacer estupideces y dejar los problemas serios a nosotros.

—Tampoco nos ha ido muy bien —La voz de Lupin sonaba cansada—. No creo que sea mala idea. Piensa que mandaron a uno de los grupos a detener un ataque de los Guerreros Rojos a un pueblo al norte de Inglaterra, y salieron victoriosos. No todos los magos saben cómo pelear contra esas criaturas, o contra cualquier criatura mágica.

—¿De verdad estás de acuerdo con eso, Lunático? —exclamó Sirius realmente sorprendido.

Hermione observaba medio escondida desde la cocina. Ya había analizado ese curso intensivo, y era solo para transformar a los magos en máquinas. Dejó un vaso en el estante y comenzó con otro.

—¿Qué piensas sobre eso?

Casi arrojó el vaso al suelo. Esa voz que tanto le gustaba escuchar la había tomado por sorpresa. Miró a la pelirroja y notó que estaba muy cerca de ella, hombro con hombro. La cocina era pequeña, y no ayudaba en nada a mantener distancia.

—No… no me gusta la idea de convertir a los aurores en soldados. O sea, es una forma de decir… —comenzó a decir mientras secaba el vaso con más rapidez.

—Lo vas a hacer desaparecer si sigues secando así —comentó Lily sonriendo, y tomó un paño—. Te ayudo.

—No, no. Estoy bien —Hermione sacó el paño que iba a tomar Lily sin querer pasó a llevar su herida. Lily hizo una mueca sacando rápidamente su brazo y Hermione entró en pánico— ¡Perdón, lo siento!

—Está bien, está bien —dijo Lily tomándose la mano y sonriéndole.

—No, no, deja ver.

Recogió la manga de la pelirroja y observó la herida. Se veía bastante bien para una herida hecha por una maldición, pero aún faltaba para que se curara por completo. Levantó la vista para decirle a Lily si necesitaba más esencia de mutrlap, pero sintió como toda su sangre se iba a sus mejillas al ver el rostro de la chica tan cerca de ella. El olor a frutillo inundó su nariz.

Lily había abierto sus ojos de par en par, también dándose cuenta de lo cerca que estaban. Hubo un momento de silencio. Solo se escuchaba lo que hablaban en la sala, pero ninguna de las le importaba lo que decían. No despegaron la vista en ningún momento, y como por inercia comenzaron a acercarse. Los labios de Lily se entreabrieron, y Hermione los miró con deseo. Entrelazaron sus manos y sus narices se toparon.

—¡Grint lo haría! ¡Oye, Grint!

A las dos casi les da un ataque cardíaco en ese segundo. La voz de Moody sonó tan fuerte que las sacó de su ensimismamiento y rápidamente se separaron. Por el susto Hermione chocó con el posavasos tirando tres vasos al suelo, dejando un gran desastre.

—No la molestes, ella no querrá hacer ese curso.

—A que sí. ¡Grint!

—¿Qué les pasó? —preguntó James entrando a la cocina, mirando directamente al suelo.

—¡Nada, amor! Fue un descuido mío —habló Lily con la voz más chillona que de costumbre.

—¿Grint está ahí? ¡Dile que venga! —mandó Moody alzando aún más la voz.

—Vo-voy —contestó Hermione comenzando a levantar los pedazos de la loza rota, pero Lily se arrodilló al lado de ella y tomó su mano.

—Anda, yo termino.

La cabeza de Hermione dio vueltas al sentir a Lily tan cerca de nuevo, y con brusquedad se levantó y salió de la cocina sin volver a mirarla. Casi choca con James, quién la miró divertido. Quizás pensaba que había tomado un par de copas de whisky de fuego de más.

Apenas escuchaba lo que decían y asentía por inercia apenas mirando los rostros de Moody y Sirius. Sus oídos estaban tapados y su corazón latía tan fuerte que le dolía el pecho, impidiéndole respirar bien. La firme mano de Moody se posó en su hombro, zarandeando. Hermione parpadeó y un escalofrío recorrió toda su espalda. No solo estaba ese hombre, sino que todos los Merodeadores y Dorcas Meadowes, ¿Qué hubiera pasado si alguno de ellos hubiera visto lo que pasó entre ella y Lily en la cocina?

Comenzó a sudar y tuvo que rascarse la nuca por una comezón molestosa. Quería desaparecer de ahí para poder enfriar su cabeza…. Y sus mejillas.

—...y por eso eres una candidata perfecta para ese curso. Un digno ejemplo —bramó Moody zarandeando de nuevo.

—¿Eh? —Algo no calzaba en su cabeza. Entre los labios de Lily y el ojo de Moody pegado en su rostro tenía su cabeza hecha un torbellino de emociones.

—Recuerdo el primer día que la viste —comenzó a decir Lupin tomando un trago de jugo de cereza—, y me dijiste al segundo: Lupin, no confío en esa chica. Tiene las canillas muy delgadas y sus ojos son demasiado brillantes. Al primer maleficio, caerá hecha añicos. Quién te viera ahora.

—Los hombres cometen errores.

—Emma no tomará ese curso. Ninguno de nosotros —Sirius frunció el ceño y apoyó su cabeza en su mano. Parecía molesto.

—No deberías hablar por ella —El tono de Lupin sonó como una advertencia.

—¿Qué? Estar aislados seis meses es una pérdida de tiempo. Cualquier cosa puede ocurrir en seis meses. Nos necesitan aquí.

¿Aislado seis meses? Algo hizo click en la aturdida cabeza de Hermione.

—Te da pereza —alegó Dorcas desde su rincón—. Hasta Pettigrew se ve emocionado.

—No… no me metan en esto… —balbuceó Colagusano moviendo sus manos muy nervioso.

—¡Vamos, Pettigrew!

—¡Deja de obligarnos a todos a ir! —Sirius se levantó, sosteniendo su vaso vacío en su mano—. Me tienes cansado. ¿Por qué no te vas?

—¿Acaso no oí bien? —Al fin Moody se separó de Hermione y comenzó a caminar lentamente hacia Sirius. El ambiente cambió de golpe—. Porque parece que escuché que me estás echando.

—Oíste bien, Ojoloco. Nos tienes a todos nerviosos.

—Ya, basta —James se puso entre Sirius y Moody.

—Nervioso deberías sentirte al saber que el Innombrable está ahí afuera, agarrando a cualquier sujeto con un cerebro de pollo que pueda usar una varita, y metiéndolo en su grupo de asesinos. O matándolo si no acepta la invitación.

—¡Hay otras formas de enfrentarlo! Somos suficientemente poderosos para detenerlo.

—¿Entonces porque sigue ahí afuera matando al primero que se le cruce por delante —James tuvo que agarrar a Moody y alejarlo de Sirius. Ninguno de los dos despegaba la mirada del otro— ¡Lo que pasa es que eres un ebrio holgazán que no quiere tomar ninguna responsabilidad!

—¡¿A quién llamas holgazán?! —Lupin tuvo que agarrar a Sirius del pecho, impidiendo que se lanzara sobre Moody— ¡Gracias a nosotros el ministerio no se ha ido abajo! ¡¿Y nos pides más?! ¡Lo daremos todo, pero no bajo sus reglas imbéciles!

—Yo iré.

Todos en el living se dieron vuelta y miraron a Hermione.

El denso ambiente cambió. Todos los ojos de los que estaban ahí la miraban con curiosidad y confusión, y había un par de ojos color esmeralda que le carcomía la nuca.

—Yo iré… —repitió la chica con menos volumen tras ese silencio, pero aún segura de su decisión.

—¡ESA ES LA ACTITUD! —exclamó Moody golpeando su pata de palo en el suelo estruendosamente. Caminó hacia ella y la agarró de un hombro, muy emocionado.

—Muy bien, Grint —dijo Dorcas con una sonrisa de satisfacción.

—¿Estás segura? —le preguntó Lupin con grandes ojos.

—Por supuesto. Ella entiende la urgencia de toda esta guerra —contestó Moody abrazando a Hermione con fuerza y levantándola del suelo, haciendo que a esta le diera un escalofrío aún más desagradable.

Los alegatos y conversaciones siguieron por una media hora más, pero Hermione no les prestaba atención. Solo asentía de forma vaga con una sonrisa nerviosa a todo lo que Moody le decía. Su estómago se estrujaba y llenaba de un líquido amargo, y volvía a estrujar cada vez que sentía la mirada fulminante de Lily sobre ella. Pero como nunca durante esas semanas, Hermione la esquivó. No se atrevía siquiera a mirarla.

Moody, antes de irse junto con Dorcas, le dio las instrucciones a Hermione y Lupin, quién también hacía decidido ir, a dónde ir para partir el entrenamiento. Retuvo la mitad de la información, así que solo se preocupó de ponerse de acuerdo de juntarse con Lupin al día siguiente antes que se fuera.

Apenas los invitados abandonaron la casa, corrió a su habitación, cerró la puerta, puso un hechizo silenciador e hizo lo que había estado aguantando toda la noche: gritar.

Sentía como si su corazón quisiera salir por su garganta y sus manos temblaban casi de forma exagerada. Pateó un zapato que había en el suelo golpeándolo contra la pared y apoyó su frente en la ventana para que la temperatura bajara. Cerró los ojos y el rostro de Lily apareció en su cabeza. El color rojo intenso inundó la cabeza de la castaña, sintiendo los labios de la chica casi en los de ella, sintiendo su respiración, quemándola por dentro por el deseo…

—¡No, no, no! —gritó nuevamente, golpeándose contra el vidrio—. No, no, no, no…

—¿Ya te arrepentiste de ir?

Hermione se dio vuelta tan rápido que casi se cayó. Se afirmó en la pared con el corazón en la mano. Su cara volvió a estar como un tomate.

—¿Podrías dejar de hacer eso?... a-a-aparecer de la nada —tartamudeó la castaña, sintiendo ese cosquilleo en su nuca.

—¿Ya no quieres ir a ese curso? ¿De eso te quejabas? —volvió a preguntar Lily. Estaba con los brazos cruzados y parecía enojada, aunque sus mejillas estaban rosadas y no parecía que fuera por la rabia—. ¿Por qué le dijiste que sí a Ojoloco? El solo quería provocar a Sirius.

—Lo sé… pero es buena idea que me vaya… —murmuró Hermione evitando ver a Lily a los ojos.

—¿Lo hiciste por lo que pasó en la cocina? —La voz de la pelirroja sonó temblorosa, pero no se preocupó de bajar el volumen de su voz.

—Por lo que pasó en la cocina y por todo —Hermione habló como si estuviera conteniendo un grito—. Por todo Lily… Esto no está bien. Nada bien.

—Fue una vez. No… tiene porqué volver a pasar —¿Por qué ella sonaba tan tranquila? ¿Por qué lo hacía ver todo tan normal?

Que frustrante.

Hermione levantó la mirada con los ojos brillantes. La nariz de Lily brillaba con la luz de la lámpara. La castaña se acercó a ella, sintiendo como la frustración la hacía temblar y se paró sólo a una mano de distancia. ¿Cómo Lily Potter podría pensar que no pasaría de nuevo? ¿Acaso era algo que sólo Hermione sentía? ¿Era algo que solo ella veía como un error y algo muy peligroso?

Sólo a esa distancia se notaba que Hermione era unos centímetros más alta que Lily. Vio como la pelirroja tragaba saliva nerviosa, pero no retrocedió. Sintió su aroma a frutilla, su respiración muy cerca. La castaña se atrevió y se acercó aún más.

—¿Estás segura que no volverá a pasar de nuevo? —murmuró Hermione a su oído. Vio como Lily temblaba, al igual que ella— ¿Estás segura que estamos bien así?

Casi podía sentir el calor proveniente del rostro de Lily. El aroma de su piel era adictivo, y las ganas de besarla golpeaban su cabeza con dolor. Quería quedarse con ella… la quería demasiado. El rostro de Lily se inclinó hacia adelante, se hundió en el hombro de Hermione y la abrazó con fuerza. La castaña podía sentir como el corazón de la ojiverde palpitaba rápidamente, y también sintió su hombro humedecerse.

—Sólo estoy segura… que quiero que te quedes conmigo… —murmuró Lily entre sollozos, abrazando aún más fuerte a Hermione, quién se había quedado de piedra—. Que estés cuando Harry nazca… Que me ayudes… Que no me dejes.

Poco a poco la castaña fue devolviéndole el abrazo, mientras sentía como su corazón se tranquilizaba y su cabeza se quedaba en blanco. Era el efecto que Lily tenía en ella, era la calma que le otorgaba, era una de las razones por la cual la quería y la necesitaba. Una lágrima cayó por su mejilla, clamando piedad por sus sentimientos.

Hermione también quería quedarse con ella.

—¡Lily!

Era la voz de James que se escuchaba desde el living y se iba acercando, pero ninguna de las dos se movió. Querían quedarse así hasta el último segundo que se les diera la posibilidad, porque sabían que al separarse, no volverían a ese abrazo. Hermione cerró los ojos, sintiendo como su corazón se partía en dos.

—Tengo que irme. Será lo mejor para todos.

—¡¿Lily?! ¡¿Emma?! Permiso, pero acaba de llegar un mensaje de Arthur —exclamó James entrando a la habitación con una carta en la mano. Su cara estaba feliz y hablaba más alto de lo normal. Miró a la dos chicas sin cambiar su expresión, las cuales estaban de pie una al lado de la otra, separadas—. Ron acaba de nacer. Están en el hospital. No tuvieron tiempo de avisar hasta ahora.

—¿Ron ya llegó? Que maravillosa noticia —El tono de Lily no fue para nada feliz, pero logró moldear una sonrisa. Caminó hacia la puerta mientras se peinaba el cabello de tal forma que James no le viera el rostro—. Será mejor que vayamos, para felicitarlos.

Salió de la habitación sin mirar a su esposo ni a Hermione, dejándolos a los dos con un aire incómodo. James levantó una ceja después de seguir con la mirada a su mujer y luego miró a Hermione.

—Pensé que estaría más entusiasmada. ¿Pasó algo?

—No le gustó la idea de que me fuera —murmuró Hermione mirando hacia otro lado. Tampoco podía mirar a James a la cara por vergüenza y culpa.

—Era de esperarse. Eres su amiga y te necesita —alegó el hombre, frunciendo el ceño y guardando sus manos en sus bolsillos. Era como ver a Harry molesto—. Ella esperaba que te quedaras para cuando nuestro hijo viniera, no que fueras a un absurdo curso de Aurores. No pensé que eras la clase de personas que le gustan esas cosas.

—No me gustan, pero… es sólo que… —su voz se quebró. Sentía tanto dolor en su pecho que le costaba respirar—. Quizás debería darles más espacio… Son una familia… Yo sólo vengo de paso…

—Eres parte de nuestra familia, Emma —declaró James muy serio—. Al igual que Sirius, Lupin y Peter. Todos somos una familia.

Cada palabra que el pelinegro decía era como una daga que apuñalaba a Hermione. Era ver a Harry, era escuchar a Harry. En cualquier momento se echaría a llorar y no quería hacerlo frente a él, no sabía qué explicación darle. Sentía que la culpa le destruiría sus sentidos. Se dio vuelta y miró por la ventana.

—Gracias… —murmuró. Fue lo único que pudo decir.

—¿Irás con nosotros a San Mungo?

—… No —contestó después de unos segundos. No era capaz de ver a Ron ahora. Su corazón no lo aguantaría.

—¿Y estarás aquí cuando volvamos?

Silencio. Se escuchó una ambulancia a lo lejos, como si intentara ayudar a que el silencio no fuera tan incómodo. James esperó unos segundos más, pero suspiró con un dejo de tristeza. Caminó hacia la puerta y la abrió.

—No sé qué pasó entre tú y Lily para que las cosas quedaran así de tensas —dijo dándose vuelta—, pero mi deber como esposo es velar por la felicidad y bienestar de mi esposa, porque la amo. Y sé que cuando estás tú, ella es muy feliz… Y obviamente, si te vas, ya no lo estará.

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