
bodas
— Voy a pedirle a Hermione que se case conmigo.
Nott dejó despacio sobre la mesa su copa de vino y miró a su amiga. Ella golpeaba nerviosa la madera con los dedos mientras pasaba la mirada de él a Draco.
— Déjame que apunte lo obvio, querida —intervino su novio con tono malicioso—: no es legal.
— Lo es ante la ley muggle.
Los dos chicos le miraron en silencio, sorprendidos.
— ¿Vas a casarte en un juzgado muggle? ¿Tú? —preguntó por fin Theo.
— Mi novia es hija de muggles, no es tan raro —se defendió con calma.
— Tú padre no va a aprobarlo .
— Mi padre adora a Hermione, Draco —le respondió con una media sonrisa, tomando su copa de vino–,quiere que deje el derecho civil y trabaje para él.
— No veo a tu leona siendo ese tipo de abogado.
— Yo tampoco. Le encanta lo que hace.
Los miró a los dos.
— ¿Os parece bien?
— Pans, cariño, es tu vida. Pero no veo nada reprobable en querer casarse.
La mirada que le echó Draco a Theo después de decir eso fue muy elocuente, Pansy casi lo sintió por Nott porque le iba a caer encima con toda seguridad el huracán Malfoy. Era cuestión de tiempo que el rubio consiguiera casarse.
— ¿Qué celebramos? —preguntó Harry, observando a su amiga servir vino para los tres.
Estaban en la terraza del piso que compartían Hermione y Pansy. El tiempo, y la voluntad de hacer las cosas bien, les había permitido a los tres sentirse cómodos de nuevo pasando tiempo juntos. No había sido fácil, habían necesitado muchas conversaciones incómodas para asumir que no tendrían nunca la relación que tenían en la escuela.
Hermione los miró a los dos. Ron estaba sentado en una de las butacas, con Harry sentado en el hueco entre sus piernas y apoyado en su pecho. Había costado que se mostraran así de cariñosos delante de ella, a pesar de que ella los había animado a estar juntos en cada ocasión. Sonrió y les mostró la mano izquierda.
— Pansy me ha pedido que me case con ella.
Ron abrió mucho los ojos y Harry sonrió de oreja a oreja, incorporándose para abrazarla.
— ¡Es fantástico! —le felicitó—. Me alegro mucho por vosotras.
Ella le devolvió el abrazo con fuerza y luego miró a Ron, que seguía sentado, con los labios apretados y la mirada perdida en el paisaje urbano.
— ¿Ron? —preguntó con suavidad.
Su amigo giró la vista hacia ella y abrió los brazos. Hermione se refugió en ellos y escondió la cara en el hueco entre el fuerte cuello y el hombro.
— Por un momento he temido que te hubieras molestado —le murmuró.
Los largos brazos de Ron le apretaron más contra él, confortándole.
— Para nada, Mione. Estoy feliz por ti.
— ¿Entonces?
— No es nada. Solo que a veces me da por pensar en lo mal que lo hice, cuando te veo tan feliz.
Ella se separó y lo tomó de la barbilla para que le mirara. Los ojos azules se veían ligeramente aguados.
— Creciste. Y ahora estás haciendo muy feliz a alguien, eso es lo que tienes que recordar.
Ron sonrió y levantó la mirada hacia Harry, que les observaba a un par de metros con una sonrisa tranquila. Abrió el brazo que no sujetaba a Hermione contra él y su novio se unió al abrazo sin dudar. Permanecieron los tres así unidos un par de minutos, hasta que la butaca protestó con un crujido que hizo que Hermione y Harry se levantaran de golpe.
Sentados ya cada uno en su butaca y disfrutando del buen gusto de Pansy con el vino, Harry preguntó, curioso.
— ¿Cómo vais a hacerlo?
— En un juzgado muggle.
Los dos la miraron sorprendidos.
— No habría esperado algo así de Pansy.
— Pues por lo que sé, podría ponerse de moda. —Esbozó una sonrisa pícara— Pansy sospecha que Draco no tardará en convencer a Theodore para hacerlo también.
Ron estiró la mano y entrelazó los dedos con los de Harry.
— ¿Quieres casarte? —le preguntó medio en serio, medio en broma— si se va a poner de moda...
Harry negó con la cabeza, divertido.
— Prefiero ir a las bodas de mis amigos, no tengo interés en ser el centro de atención.
Horas después, en el dormitorio que Ron y Harry compartían, el pelirrojo permanecía con los ojos clavados en el techo, con su compañero medio dormido, apoyado sobre su corazón.
— Puedo oír tu cerebro trabajando —susurró Harry, moviéndose para apoyar la barbilla en su pecho y poder mirarle a los ojos.
Ron suspiró y le pasó la mano con la palma abierta por la espalda, despacio.
— ¿De verdad no quieres casarte?
— Respeto lo que Pansy y Hermione van a hacer, pero yo no tengo prisa.
— ¿Seguro que es eso?
Los ojos verdes le miraron, casi sin parpadear, antes de tomarle el rostro con ambos ojos para que pudiera leerlo en su cara con claridad.
— No eres tú, deja de darle vueltas, amor. Es solo que no creo en el matrimonio tal y como lo plantean los muggles. Quiero casarme como un mago, quiero la unión de magias. Lo quiero todo contigo, nada de medias tintas.
Su compañero, el que había sido durante años su mundo, le miró con una sonrisa emocionada y luego tiró de él para echárselo encima.
— Si eso es lo que quieres, se puede hacer aunque no sea legal. La magia no reconoce géneros, Harry. Mucha gente ya no hace esas uniones porque no tienen vuelta atrás, es magia antigua.
Harry le devolvió la sonrisa y se inclinó a besarle.
— A veces olvido que sabes mucho más que yo de magia—susurró sobre sus labios—. La legalidad me da igual.
— Creo que mi madre tiene un libro sobre este tipo de rituales antiguos, se lo puedo pedir para que lo leas...
No tuvo tiempo de seguir hablando. Harry se incorporó, saltó de la cama y le tendió la mano.
— Tenemos una de las mejores bibliotecas del mundo mágico en el piso de abajo. Investiguemos.
Ron tomó la mano y se dejó sacar de la cama.
— Claro que sí, quien quiere dormir pudiendo investigar entre libros terroríficos —bromeó—. Te ha poseído el espíritu de Hermione.
Una carcajada brillante salió de la garganta de Harry, generándole una bola de calor en el pecho. Lo haría, claro, porque haría lo que fuera por el, por su mundo.