Capítulo 8
Antes de llegar a casa, botaron las evidencias de papás fritas y refrescos a escondidas.
Cokeworth no mostraba rastro de nieve, pero si se podía sentir el frio en el aire. Petunia salio del auto sintiendo el vapor salir de su boca mientras papá llevaba el baúl a la casa.
Petunia hubiera esperado un abrazo de mamá y Lily, pero a cambio, su hermana estaba llorando fuertemente a lagrima viva con Severus frotándola la espalda.
—¿Que sucedió?— preguntó papá al ver las lagrimas de Lily. — ¿Y Aurora?
—¡Lo han matado!¡ A Peter!— sollozó mas fuerte Lily.
—¿A Peter?— preguntó Petunia.
—El señor Collins ha ido a cazar con sus hijos, y Peter había escapado de su jaula— contestó Severus — Hemos encontrado el corbatín de Peter en su patio. La señora Evans a ido a reclamarles. Ellos dicen que solo era un conejo y lo han hecho estofado.
Lily empezó a llorar más fuerte, Petunia se quitó los guantes y se sentó al otro extremo mientras colocaba la cabeza de Lily en su hombro. Su papá dejó su baúl y salio de la casa, posiblemente donde los Collins para unirse con mamá con su reclamo.
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Ni si quiera llevaba un día en casa y tenia que ir a un funeral. O el funeral de un conejo.
Los Collins no se disculparon por la muerte de Peter, en cambio le entregaron los huesos de Peter en una caja de zapatos.
Petunia se colocó guantes de encaje negro, enterrarían lo que quedaba del conejo en el jardín de la casa. Papá cambio la fea caja de zapatos donde habían devueltos los huesos e hizo rápidamente un pequeña caja de madera que mamá recubrió con terciopelo.
Ahí estaban los cinco, en el jardín cubierto con algo de nieve y un hueco entre el muerto espacio por el invierno.
—Bueno— dijo papá mientras se inclinaba y colocaba el pequeño ataúd en el hueco— Aquí yace Peter, el conejo. Querida mascota y buen amigo, que lamentablemente tuvo un mal destino.
Él cubrió con tierra el hueco. Lily había llorado todo el día anterior la perdida de su mascota y apenas comió bocado algo de la merienda o el desayuno de hoy.
Mamá cargo a Lily, ella se aferró a su cuello como un pequeño koala. Aun tenia los ojos llorosos e hipaba sollozante.
—¿Y les parece si vamos un por leño?— les dijo papá— El primer Yule de los Evans. Y por supuesto, Severus es un Evans honorario. Así que déjenme buscar mi leño y pasearemos cerca del río. Ahí están los mejores arboles.
Petunia vio irse a su papá al ático por su vieja hacha.
—¿Y como es Hogwarts?— preguntó Severus.
—Es maravilloso— le contestó Petunia— Como les había escrito, quede en la casa Slytherin.
—¿Y te tratan bien?— Severus la miró seriamente— Mamá dice que los Slytherin pueden ser algo malos con los que son padres de muggles, sobre todo aquellos...
—Aquellos que no comprenden la importancia de las Vías Antiguas— dijo Petunia— No te preocupes Sevvy. De hecho amigas, ademas, acabo de entrar bajo la protección de los Black.
—¿Los Black?
—Aja— asintió con la cabeza Petunia.
—Mi mamá era amiga de una Black— dijo Severus— Eran compañeras de cuarto y fue cortejada un tiempo por un Black. Pero al final se quedó con mi papá.
Petunia le interesó eso ultimo. Severus había mencionado que su madre era una bruja y que últimamente se podían escuchar gritos desde la casa de los Snape.
—¡Listo!— dijo papá emocionado llevando su hacha y un feo gorro esponjo color marrón ya desteñido. —¡Hora de buscar un buen tronco!
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Ya para la tarde, consiguieron el leño más robusto para resistir el calor durante todo Yule. Y tal como es costumbre también trajeron ramas tejo, acebo, hiedra y abedul.
Mamá sacó un bonito listón de seda rojo. La pequeñas ramas se entrelazaron el tronco grande.
Lily había salido un poco de su tristeza mientras tejía ramas y pequeños pinos para el altar de Yule. Colocaban los pinos y el pequeño altar improvisadas.
Petunia nuevamente con su libro sobre las celebraciones dela Rueda guiaba en casa como se debían realizar las cosas. En la tradición mágica también había un árbol de Yule. Pero tenia una decoración diferente al de los muggles.
No se colaban luces artificiales o decoraciones de platicos. Se decoraba con cintas en tonos fríos o dorados, también había piños y ramas de abedul
—¿A tu madre le gustaría celebrar Yule, Sev?— preguntó mamá mientras bordaba una manta con diseño de hojas de hiedras
—Dudo que mi padre la deje1 contestó Severus mientras colocaba unas cuantas velas en el altar.
—Tobías debería morirse muy pronto— Petunia escuchó susurrar claramente a su mamá.
Ya para la noche, el leño estaba listo. Y papá fue el que tuvo el honor de encenderlo. Petunia claramente pudo sentir la magia revoletear su pequeño hogar.