La serpiente de dos cabezas

Petunia podría definir a la Bellatrix con una simple frase. 

Lengua de plata. 

No era alguien muy conversadora, siempre se mantenía muy callada pero cuando hablaba era para poder hacer notar su presencia. 

—Si tu poción fuera lo único que me mantendría con vida, preferiría beber veneno— dijo Bellatrix a Avery a su lado en pociones— Tendría el mismo resultado  de igual manera. 

El rostro de Avery se torció en una mueca de vergüenza cuando todos sus compañeros de casa la miraban a ella y su desastrosa poción. 

—Auch— dijo Judith a su lado con una sonrisita leve. 

El profesor Sloughorn pasó por los puestos mirando las pociones, a cada uno le daba sus indicaciones o notas. 

—Señorita Avery— dijo negando con la cabeza— Ya es cuarta vez que le indico que sus tallos de grisalla están mal cortados, eso lo que hace que su poción se caduque rápido. Bueno, al menos la señorita Bellatrix ha hecho su mejor esfuerzo para salvar la poción. 

Luego de la clase, las tres se reunieron en la biblioteca para trabajar en su tarea de Astronomía. Hasta el momento era la materia favorita de Petunia, poder observar las estrellas y sus posiciones junto a ello las implicaciones mágicas. 

Para los rituales se necesitaba, en algún futuro seria la anfitriona de grandes reuniones en las celebraciones mágicas y debía mostrar su ingenio. 

—Quisiera matar a Avery— dijo Bellatrix. —Pero joven y bella para ir a Azkaban. 

—Bellatrix, ya hablamos de los intentos de asesinatos. — dijo Petunia con la mirada en su libro. 

—Al menos quédate con los pensamientos homicidas— le sugirió Judith

—Si algún día ustedes dos hace algo, declarare que no eramos amigas cercanas— comentó Petunia. 

Bellatrix sonrió y le apretó las mejillas. Las tres estaban concentradas hasta que Petunia vio a Rastaban Lestrange acercarse a ellas. 

—Disculpen— dijo Lestrange— ¿Algunas de ustedes tiene la ultima copia que nos mando a leer el profesor de Astronomía?

—Yo lo tengo— contestó Petunia tamborileando sus dedos enguantados sobre la portada del libro. 

—¿Ya terminaste tu tarea?— preguntó él mirándola fijamente con una leve sonrisa. 

—Tómalo si quieres— le extendió el libro. Rastaban Lestrange extendió su mano, y por unos momentos las puntas de sus dedos se tocaron. 

Si no fuese por los guantes, Petunia hubiese sentido los dedos de Lestrange. 

—¿Por cierto?— dijo Bellatrix mirándolo— Dile a tu hermano que no se olvide que nuestros padres han organizado una pequeña sesión de practica. 

—¿Practica?— dijo Judith confundida. 

—Este año ya podemos asistir a los bailes de Yule y otros eventos de gala— contestó Lestrange— Ya es momento que hagamos vida social, y mi madre ha tenido la grandiosa idea de que Rodolphus y yo debemos tomar lecciones. 

—Y mi madre me ofreció como compañera— agregó Bellatrix con los brazos para luego mirar a Rastaban— Si tu hermano o tu me pisan los pies, les juro que les hare la vida imposible lo que quede del año escolar. 

—Okey, okey— dijo Rastaban— Amenaza captada. Adiós señoritas. 

Rastaban se fue con el libro de Astronomía en sus manos. 

—Un baile de gala— Judith se llevó sus manos a sus mejillas con una sonrisa boba dibujada en su rostro.— Vestidos, joyas. 

Judith soltó una risita tonta. 

Algo se enroscó en el estomago de Petunia. 

—¿Te pasa algo Petunia?— preguntó Bellatrix. 

—No nada, estoy bien— dijo Petunia mirando sus manos. 

—Eres una pésima mentirosa, cuando mientes juegas con sus dedos— señaló la Black ante su observación— Habla. 

Petunia suspiro y miro a sus amigas. 

—¿Que pasa si a pesar de mis esfuerzos nunca logre ser una New Blood?

Petunia tenia confianza en si misma, pero había días que no estaba segura de nada. Que lazo usar, que guantes debía tener. 

Ahora. ¿Era lo realmente buena para convertirse en una new Blood?

—Primero que nada, deja el pésimo de lado— dijo Bellatrix— Segundo, estas bajo la protección de los Black, y mi hermana hará lo imposible para que estés posicionada en un buen lugar y tercero, no le des el gusto a Avery. Detesto a esa garrapata molesta. 

La mirada seria de Bellatrix pasó a una suave sonrisa. 

—Todo va a estar bien, Petunia— le sonrió Bellatrix— Lo  vas a lograr. Y cuando eso suceda, te llevare a la mejor parte del Londres Mágico, tal vez, robe algo del gabinete de mi padre para celebrar. 

—Tu ya piensas en el futuro— sonrió Petunia. 

—Ley de la atracción, corazón. 

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La clase de vuelo era la que esperaba Rastaban, entre él y su hermano, Rastaban era quien tenia el talento para el vuelo. 

Para su mala suerte, tocó lección compartida con Gryffindor. El grupo estaba dividió entre Slytherin y Gyrffindor. 

Rastaban observó a la niña de dorados rizos, o Petunia para los demás. 

Ella estaba como de costumbre conversando con Bellatrix y Marrow, pero había dos nuevos intrusos, los gemelos Prewett. Ese dúo rojizo estaban a cada lado de Petunia hablando animadamente con ella. 

Rastaban frunció el ceño ante la interacción. 

¿En que momento Petunia había hecho conversación con esos dos?

—Te lo dije Rastaban— dijo Annabelle colocándose a lado suyo mientras observaba al pequeño grupo de seis— Evans ya se amistó con los dúo problema. 

—Annabelle

—Ya quiero ver como Evans cae de su escoba— comentó malicia ella. 

—¿Ahora que hiciste?

Si tenia una amistad con Annabelle Avery era porque su padre frecuentaba mucho a Lord Avery. Lady Avery siempre tomaba el té con su madre, así que no había forma de escabullirse de Annabelle.

—No hice nada— contestó ella— Así que esperemos que Madame Pomfrey tenga una cama disponible para ella. 

Rastaban suspiro, Madame Hooch los ordenó en fila. Petunia se quedó a su lado con una escoba a sus pies. 

—De acuerdo— dijo Madame Hooch— Cuando suene el silbato, ordenaran a sus escobas con un "¡Arriba!. Extendiendo sus palmas. 

En el campo se escuchó un unísono "¡Arriba!", algunas escobas fueron a las manos de algunos, Rastaban sonrió cuando su escoba respondió a la primera. Observo como Petunia le ordenó nuevamente a la escoba, pero no volvió. 

—Arriba— dijo con mas fuerza y seriedad, la escoba voló hacia su mano.

Ella lo miró sonrió y Rastaban también sonrió. Luego la profesora dio indicaciones sobre el vuelo, Rastaban ya estaba acostumbrado desde pequeño, así que para él fue sencillo. 

Muchos aun estaban volando. 

Petunia se había elevado unos pocos centímetros con los brazos temblorosos. Rastaban dejó su escoba en el suelo. 

—Yo te ayudo— le dijo tomándola de la mano. Petunia parpadeo varias veces.— Tu elévate un poco, no te soltare. 

Petunia asintió con la cabeza y se empezó a elevar un poco más hasta llegar a la altura del hombro de Rastaban. Guiándola con delicadeza voló con la mano sujetada a él. 

Rastaban sonrió cunado notó una pequeña sonrisa que parecía iluminarla.