Seblaine at Hogwarts

Harry Potter - J. K. Rowling Glee
M/M
G
Seblaine at Hogwarts
Summary
En honor al cumpleaños de Harry Potter traigo este pequeño OS que quizás en un futuro se convierta en algo más grande. No mucho, solo seblaine en Hogwarts.

You are the bravest

Blaine despertó cuando la luz a través de las gruesas cortinas golpeó su rostro. Apenas era perceptible pues era invierno y muy probablemente estaba nevando. Pensó en ello y sonrió. Talló sus ojos para despertar completamente y se incorporó. Sintió el aire frío del clima de invierno recorrer su pequeño cuerpo. Claro, no había estudiantes que mantuvieran la chimenea encendida, no había muchos de ellos en los dormitorios o la sala común. Era navidad. Todos estaban en casa.

Al menos la gran mayoría. Blaine apenas podía recordar a cinco Gryffindors que habían quedado atrapados en Hogwarts como él. Uno de ellos era el prefecto de quinto año; Wes, un chico amable que siempre hablaba con él cuando notaba que estaba retraído o tímido. Sobre todo ahora que sus dos amigos se habían ido.

Rachel ofreció acompañarla a casa. Mencionó que a sus dos papás no les importaría. Pero Blaine decidió no hacerlo. No quería molestar a nadie. Quizás el próximo año. Había aprendido a amar Hogwarts y secretamente estaba emocionado por la navidad ahí. Hacía mucho tiempo que algo no se sentía como en casa. Hasta ahora.

Su amigo Sam, un chico rubio y amable y amable que tenía muchos hermanos, había ofrecido quedarse, pero cuando Blaine supo que el hermano mayor de Sam los llevaría a visitar a los dragones con los que trabajaba, Blaine no tuvo la malicia de arrebatarle esa emoción a su amigo.
"Le diré a mamá y papá que vayas con nosotros en el verano" dijo Sam.

Y fue tentador. Blaine habría aceptado pero sabía que necesitaba el permiso de sus tutores y ellos eran sus tíos, así que era un poco demasiado complicado. Si, quizás el próximo año.

Retiró las cobijas a un lado y se sentó. Sus pies tocando la alfombra. Incluso con ella aún podía sentir el frío traspasando. Necesitaba abrigarse bien. Y un par de calcetines nuevos pues su dedo se asomaba por un orificio.

Soltó una risa y movió sus pequeños dedos antes de ponerse de pie y apresurarse a buscar sus zapatillas deportivas. Era algo muy muggle según Wes le dijo. Pero había notado que eran bastante populares los Chuck taylors entre los jóvenes de Hogwarts. Después de todo tener familia muggle ya no era un taboo tan grande.

Mientras buscaba un suéter que lo abrigara bien, apenas notó que era la primera vez que no se despertaba con el croack de la rana mascota de Jeff.

Cuando miró los copos de nieve a través de la ventana, su ánimo se elevó a un nivel casi preocupante para que un pequeño de 11 años lo manejara. Estaba emocionado por desayunar.

Los elfos solían ser muy generosos en este día según había escuchado. Y para alguien que había comido sobras durante muchos años, un completo festín todos los días, era lo que había motivado a Blaine a buscar la fuente de tan increíble comida. Agradeció a los elfos y desde entonces los visitaba. El bocadillo extra que recibía era solo por la amabilidad desinteresada de Dobby. Y su interesante y divertida admiración a alguien que vivió. Porque así lo llamaban. Y Blaine ahora sabía porque.

Bajó la escalera de caracol de los dormitorios a la sala común. Estaba cálida pero algo vacía. El árbol en la esquina brillaba con adornos y algunos regalos debajo. Blaine sonrió. Si, se sentía como en casa.

Bajó el último tramo a toda prisa y justo cuando el sofá dejó de obstruir su vista, pudo ver a otra pequeña figura de rodillas frente al árbol. Con un papel de regalo rasgado en sus manos.

"Hola" Blaine saludó un poco más fuerte de lo previsto, pues el niño casi se puso de pie de un salto. "Perdón, no quería asustarte"

El niño solo lo miró y negó con la cabeza, ofreciendo lo que pensó fue, una apenas perceptible sonrisa.

"¿Sebastian?"

"Blaine". El niño asintió en su dirección.

"Sabes mi..." Blaine se detuvo. Por supuesto. Todo mundo sabía quien era. Y honestamente no era algo agradable. Por suerte para él, Sebastian no mencionó lo evidente.

"Pero tú sabes el mío también" mencionó el otro niño mientras se sentaban cruzado de piernas. Su atención centrada de nuevo en el regalo en sus manos.

"Por supuesto. Tenemos clases juntos. Y eres amigo de Jeff".

"Yo no tengo amigos."

Y Blaine quizás ya lo sabía. Había visto a Sebastian solo la mayoría de los días. Él tampoco era de muchos amigos ya que lo pensaba. Pasaba mucho tiempo con Sam y Rachel pero eso había sucedido apenas después del incidente del Troll en Halloween.

Sintió simpatía por Sebastian. Pues había escuchado como los niños de su casa lo llamaban infiltrado. Ellos decían que pertenecía a Slytherin, y que su papá era un mago malvado. Odiaba a las personas nacidas de muggles. Se preguntaba si Sebastian pensaba lo mismo y quizás por ello no hablaba con nadie más.

Pues tanto Rachel era hija de padres muggles, como él tenía antecedentes muggles. Sus abuelos paternos eran muggles. Y en realidad según Hagrid ningún mago era cien por ciento sangre pura.

Con un poco de duda y toda la inocencia de un niño, decidió no pensar en algo tan complicado y se acercó a Sebastian, quien ahora estaba de espaldas a él. Se sentó a su lado junto al árbol y antes de que pudiera hablar, Sebastian le entregó una caja peculiarmente envuelta. Un poco aplastada pero parecía un regalo.

"Es para ti. Tiene tu nombre" mencionó el niño lleno de pecas en el rostro, pudo ver Blaine cuando la luz de la chimenea iluminó su rostro.

"¿Recibí un regalo?" Sus ojos se iluminaron ante la perspectiva. ¿Quien había sido? No tenía familia. Al menos no familia que se tomara la molestia de regalarle algo. Nunca había pasado. Jamás había recibido un regalo hasta Hagrid y su delicioso pastel de cumpleaños. Por supuesto.

Soltó una pequeña risa y se apresuró a abrir las caja.
Un pastel de calabaza decorado con lo que pretendían ser esferas y guirnaldas, lo saludó. Las letras un poco titubeantes "Happy Christmas" le dieron a Blaine la mayor de las sonrisas. Y el olor tan delicioso que desprendía lo hacía todo aún más perfecto.

"¿Es un pastel?" Preguntó un curioso Sebastian que ahora estaba mirándolo. Olvidando el regalo que había tenido al inicio en sus manos.

Blaine asintió. "¿Quieres? Hagrid es muy bueno haciendo pasteles"

"¿Hagrid? ¿El guardabosques?"

"¡Si! El mismo"

Sebastian frunció el ceño.

Blaine había visto esa mirada en la mayoría de los alumnos. Al parecer o temían a Hagrid o solían juzgarlo. Así que espero. Pero sorprendentemente la última opción no sucedió.

"¿Es tu amigo?"

"Si, lo es"

Sebastian asintió. "El curó mi rodilla cuando caí"

En realidad había sido empujado por un par de niños mayores después de que le gritaran mortífago, pero Sebastian no quiso hablar de ello.

"Entonces... ¿quieres?" Blaine ofreció nuevamente, acercando la caja a Sebastian.

"Es tu regalo de navidad".

"Y quiero compartirlo contigo"

Sebastian frunció el ceño. Algo dentro de él le decía que se alejara. Que todos los niños pensaban lo mismo de él. Nadie quería ser su amigo. Por un lado podía escuchar a su padre prohibiéndole juntarse con ciertos niños, pero poco sabía Gellert Smythe que el simple conocimiento de su nombre hacía huir a todos los niños. No llevaba el nombre de un mago malvado sin razón alguna.

Pero por supuesto, solo era eso, un niño. Y quería amigos. Así que aceptó. Estiró su pequeña mano y tomó una caja desenvuelta y volteó su contenido en el suelo. Dejando a la vista ranas de chocolate y grajeas de todos los sabores. Los ojos de Blaine brillaron, pero antes se paró a toda prisa y fue a buscar un par de cucharas.

"Toma"  le entregó una a Sebastian.

"Gracias" Sebastian sonrió mostrando sus dientes, o parte de ellos. Había un pequeño hueco por llenar en la parte superior izquierda.

Blaine sonrió y ambos se zambulleron en el pastel de calabaza. Era delicioso tal como Blaine esperaba. Se trasladaron al sofá frente a la chimenea, comiendo y alternando entre dulces y pastel.

“Es el mejor regalo de navidad” dijo un muy satisfecho Sebastian, recostándose contra los cojines.

Blaine estuvo de acuerdo y se recostó junto a Sebastian. Sus cabezas casi tocándose sobre él mismo cojín acolchonado. “¿Que recibiste tu? vi que tenías un regalo en tus manos cuando llegué aquí”

“Cuando me asustaste” acusó sin malicia un pequeño Sebastian y Blaine rió escondiendo su rostro en el hombro del otro niño. Sebastian rió y le hizo saber que estaba bien antes de volver a hablar. “Ropa. Un par de dulces de una bruja que trabaja con nosotros en casa, los que comimos” señaló “fueron lo mejor” hizo una pequeña mueca. Blaine pensó que era triste que Sebastian hiciera eso tan a menudo.

“¿Recibiste algún juguete?” Preguntó un Blaine emocionado. Llevaba pocos meses en el mundo mágico y sabía que los juguetes eran más increíbles que en el mundo muggle. Por supuesto, jamás había recibido uno, ni siquiera en el mundo muggle. Trataba de no pensar en ello. Pero si Sebastian había recibido algo, quizás podría verlo.

Sebastian negó. “Papá dice que soy demasiado mayor para juguetes”

Blaine arrugó la frente “¿once es demasiado mayor?”

“Supongo” suspiró Sebastian derrotado. “Quería un juguete de la tienda de bromas Weasley. Lo vi la última vez que estuve en el callejón Diagon con mamá. Era muy divertido”

“¡Fui con Hagrid ahí!” Exclamó Blaine ante el recuerdo. Dijo que podíamos volver otro día. Tenía que hacer compras de la escuela y no pudimos echar un vistazo. Pero se veía muy divertido. ¡Había chispas y colores por todos lados!

“Si” Sebastian sonrió. “Me gustan las chispas y colores. Hay una pequeña tienda de dulces, golosinas y bromas en “Hogsmeade. Me gustaría poder ir”.

“Podemos pedirle a Hagrid que nos lleve” mencionó Blaine. Necesito calcetines nuevos. “Miró pensativo hacia el techo. Podía sentir su dedo a través del orificio. Comenzaría a lastimarlo pronto.

“¿Crees que quiera?”

“¡Si! Él va ahí todo el tiempo. Aveces me trae dulces.

Sebastian sonrió. “Suena como un buen amigo”

“El mejor” estuvo de acuerdo Blaine.

Sebastian se acurrucó sobre él mismo. Le gustaría tener un mejor amigo. Pensó. “¿T-te gustaría ser mi amigo?” Preguntó tímidamente sin mirar a Blaine.

Blaine se incorporó casi enseguida y Sebastian temió haber dicho algo incorrecto. Miró a Blaine quien ahora lo observaba con atención con esos grandes ojos avellana. Tenía el ceño fruncido, como si estuviera muy confundido.

“Compartí mi regalo contigo” dijo Blaine como si no fuera obvio.

Sebastian solo miró.

“Eso significa que ya somos amigos”

Sebastian exhaló paz. “¿Qué hay de mejores amigos?” Se aventuró.

Blaine lo pensó seriamente. “Los mejores amigos tienen que hacer muñecos de nieve”

“¡Mejor un dragón!” Sebastian saltó del sofá y corrió por su túnica y bufanda de rayas rojas y amarillas.

Blaine compartió su emoción y dió un salto dirigiéndose a donde su amigo.

Pronto olvidaron que debían desayunar pero, con pastel de calabaza y muchos dulces, su estómago estaba bien por el momento.

 

Encontraron a Hagrid justo frente a su casa con un par de pedazos de leña. Blaine corrió hacia el tan rápido como sus piernas le permitieron. Hagrid lo esperaba y abrió sus grandes brazos hacia él.

“Feliz navidad Hagrid”

“Feliz navidad Blaine”

Sebastian lo siguió de cerca un poco tímido pero emocionado.

“¿Que tenemos aquí?” Habló Hagrid en su dirección. “Pequeño Smythe”

“H-hola”

“Feliz navidad, Sebastian”

Sebastian sonrió “Feliz navidad”

“¡Es mi nuevo mejor amigo!” Habló una emocionada maraña de rizos que apenas eran controlados por el gorro con los colores de su casa. Se apresuró a tomar la mano de Sebastian para enfatizar sus palabras.

Sebastian se congeló un poco más. Ciertamente no lo esperaba pero lo hizo sentir bien. Sonrió a Blaine y apretó su mano.

“¿Es así?” Ambos asintieron. “Bueno, mejores amigos, ¿qué tal un poco de chocolate caliente?

Ambos se iluminaron de pies a cabeza y siguieron a Hagrid hacia su cabaña.

Ambos ya estaban pensando la manera de pedirle a Hagrid que los llevara a Hogsmeade más tarde.

 

 

Por la noche, con ambos niños exhaustos después de pasar la mañana entera jugando en la nieve, y tener una pelea de bolas de nieve contra otros niños de otras casas, y tras aventurarse al gran comedor para un tardío desayuno de navidad, estaban de vuelta en la sala común de Gryffindor.

Pudieron ir a Hogsmeade por una hora bajo la supervisión de Hagrid. Blaine sospecha que Sebastian tuvo que ver. Pues después de que Sebastian le dijera su apellido a la profesora Pillsbury, fue todo lo que bastó para convencerla. Curioso, pensó.

“¿Puedo preguntarte algo?” Preguntó Blaine. Sebastian seguía arrojando grajeas al aire e intentando capturarlas.

“Claro”

“¿Por que te quedaste?” Preguntó con genuina curiosidad. Sabía que eran casos realmente especiales como el suyo, quienes se quedaban en la escuela en navidad. Blaine no tenía a quien volver. Lo tenía, pero sus tíos no lo quisieron así. Y honestamente Blaine estaba bien con ello.

Sebastian se mantuvo en silencio por un minuto antes de hablar. Blaine esperó.

“Papá no me quería ahí” hizo una mueca.

Algo dentro de Blaine se puso alerta. Su cerebro de 11 años intentó procesar la información. ¿Por que un padre no querría a su hijo con él? ¿En navidad?

“Está molesto porque fui seleccionado en Gryffindor”

Blaine no entendió.

“Se supone que soy un Sytherin. Toda mi familia es Slytherin. Soy el primer Smythe que no lo es”

¿Que? Blaine no entendió. ¿Por que era tan importante a que casa pertenecías? Blaine había escuchado que nadie quería pertenecer a Slytherin pero al parecer el papá de Sebastian pensaba lo contrario.

“¿No se supone que Slytherin es la casa de…

“¿Magos tenebrosos?” Completó Sebastian. “Eso creo. Eso dicen todos y por ello me molestan. Aun cuando no pertenezco a ella”.

Blaine permaneció en silencio pensando que decir a continuación. Quería hacer sentir mejor a su amigo. Pero antes de que tuviera oportunidad de hablar Sebastian se había puesto de pie, anunciando que ahora volvía.

Blaine lo vió desaparecer a través de la escalera a los dormitorios.

Cuantos Sebastian volvió tenía en sus manos una ¿jaula?

“Feliz navidad, Blaine”

Las cejas de Blaine se dispararon. ¡Una lechuza!

“Te vi mirándola hoy”

“¿Y la compraste para mi?”

“En realidad fue mi papá. Aunque el no lo sabe” bromeó Sebastian.

“Sebastian… se acercó y se sentó con la lechuza junto a él. Era blanca como la nieve que caía detrás de ellos.

Los ojos de Blaine se cristalizaron un poco. Era la mejor navidad de todas. “Tengo algo para ti también”

Blaine sacó una caja escondida detrás de los cojines y se la ofreció a Sebastian.

Este la tomó y se apresuró a abrirla pero Blaine lo detuvo. “Dijo Hagrid que sería mejor abrirlo afuera. Muchas chispas y colores.

Sebastian sonrió abiertamente y abrazó con fuerza a Blaine.

Para dos niños que nunca habían recibido afecto, fue bastante fácil ceder a él. Solo necesitaban la mitad adecuada.

“Tu papá se equivoca” Susurró Blaine en el oído de Sebastian. Ambos aún aferrándose al otro. “Eres un Gryffindor porque eres valiente. Eres el más valiente que he conocido”.

Sebastian sintió que al fin podía ser feliz. Se supone que los niños deben serlo. Solo no pensó que eso fuera posible para él hasta ese día.

“Feliz navidad, Blaine.”

“Feliz navidad, Sebastian”.