
Turbo
Albus se acomodó en el sillón lo mejor que pudo, obviando el latigazo de toda su caja torácica y el rictus doloroso cada vez que tomaba aire.
Neville solo le dedicó una mirada de preocupación más, antes de meterse por completo en su rol de loquero profesional. Gafas y libreta incluidas, para satisfacción del espíritu cinéfilo del menor.
-¿Quieres empezar hablándome de cómo llegaste a esa conclusión? -Neville preguntó con ese tono que, en un día normal, hubiera sido suficiente para que Albus se levantara y largara a su casa.
Sin embargo, este no era exactamente un día normal ¿No?.
-Creo que me estoy quedando sin sentimientos -Quizas no era la forma más clara ni acertada de describirlo, pero era lo mejor que su atontada y adormilada mente podía hilar- Lo googleé, son síntomas de psicopatía. Eso o tengo un tumor cerebral.
-Vaya, de saber que se podía diagnosticar psicopatía con una breve búsqueda en Google, no habría puesto tanto esfuerzo en mi doctorado de psiquiatría.
-No lo entiendes. Yo... Debe haber algo terrible conmigo, mi cabeza... Joder, todo es muy confuso. No comprendo nada, solo sé que mi padre morirá por culpa mía y no puedo sentir dolor. No puedo llorarlo.
-En ese caso, definitivamente hay algo mal. Aun así... -Le sonrió tranquilizadoramente a Albus- Hay menos de un cinco por ciento de probabilidades de que seas un psicópata.
Albus se removió en su lugar. Era tan incomodo hacer cualquier movimiento. Su brazo enyesado empezaba a picar de maníacamente.
-Cuando dices que dejas de sentir ¿A qué te refieres exactamente?.
-¿No me expliqué bien? -Albus comenzaba a irritarse. ¿Qué no se supone que Neville sabía de estas cosas?. Tal vez debió preguntar de donde se había graduado, antes de encargarle su crisis psicológica.
-Bueno, no puedo hacer un diagnóstico a base de un "Mi padre morirá y no siento dolor". No tengo poderes mágicos, Al.
Albus cerró los ojos y respiró lo más profundo que pudo sin hacer que sus huesos se resintieran. Una vez creyó saber la mejor forma de explicar, volvió su atención a Neville.
-Creo que a sido algo gradual. No le había tomado importancia hasta ahora.
El hombre escribió algo en su libreta, Albus odiaba no estar al tanto de sus anotaciones. ¿Como sabría que hacía un buen trabajo si no le mostraba sus apuntes?.
-¿Desde cuando?.
-No lo sé.
-¿Es una ausencia de emoción por completo o solo adormecimiento con estallidos ocasionales?.
Pensó en los labios de Scorpius sobre los suyos, la excitación burbujeante en su estómago al subirlo sobre la mesa de su casa.
-Creo que la segunda.
-¿Puedes desarrollar más la respuesta?.
Se quedaron en silencio por unos minutos. Neville no lo presionó en ningún momento. Simplemente se quedó ahí, sentando, observándolo, esperando pacientemente que estuviera preparado para seguir.
-La mayoría del tiempo es como estar... Viviendo a través de una pared. Veo, escucho, interactúo, pero siempre a la distancia. No logro... Conectar.
-¿Recuerdas la última vez que lloraste?.
-Hace un mes, estaba drogado en un fiesta.
-¿Y antes de eso?.
-No lo sé, creo, puede ser que haya sido antes de que oficializara el divorcio. Cuando Harry se fue de la casa.
-¿Hace diez meses?.
-Sí.
Diligentemente anotado. Albus frunció el ceño ante la resolución. Diez meses sin llorar. ¿Significaba algo malo?.
-Dijiste que sientes estallidos ocasionales de emociones. ¿Cuando suelen suceder?.
Mordió su labio, jugueteó con sus dedos.
-Yo... Amm, cuando estoy inquieto o algo me desagrada. También... Pasa más cuando estoy con Scorpius, es como... Cosquillas. Aveces siento mucha ira, no con Scorpius, obviamente -Se apuró a añadir.
Neville terminó lo que sea que estaba haciendo, arrancó la hoja y la volteó de manera que Albus pudiera mirar.
-¿Reconoces esto?
Eran dos líneas parelelas muy torcidas que, honestamente, podrían haber sido cualquier cosa.
-Lo cierto es que no.
-Soy terrible dibujando, el punto es... -Golpeó con el lápiz el centro entre las dos lineas- Es una tubería.
-Eso no parece un tubería.
-Pero lo es.
-Si tú lo dices.
Devolvió su atención a la "Tubería".
-Las personas, Albus, somos como sistemas de cañerías. Nuestro cerebro procesa información y actúa en consecuencia, causándonos tristeza, felicidad, molestia y un sin fin más de emociones.
-¿Se lo enseñaron en su primer año de universidad?.
Neville lo ignoró. Hombre sabio.
-A veces, al igual que las cañerías, nos tapamos. Impidiendo el flujo normal de dichos sentimientos. Provocando pequeñas fugas por toda la tubería y causando desastres.
-¿Dices que soy una cañería tapada?.
-Sí. En el campo psicológico lo llamamos "Bloqueo sentimental". Usualmente son derivados de trastornos de ansiedad o por acumulaciones anormales de estrés.
Ja, ya se imaginaba a Scorpius burlándose de por vida por su sistema ineficiente de desagüe.
-¿Puedes arreglarlo?.
Neville permitió que una sonrisa surcara su rostro. No era de burla, pero tampoco sirvió para tranquilizar su creciente molestia.
-Puedo ayudarte, sin embargo, solo tú puedes solucionarlo.
Albus se contuvo de virar los ojos. Ahí estaba, la razón por la que siempre había odiado a los terapeutas. Siempre dando rodeos ¿Por qué no podían simplemente reparar el problema?.
-¿No puedes recetarme antidepresivos?.
-No tienes depresión.
-¿Internarme en un loquero?.
-No eres un psicópata.
-¿Ansiolíticos?.
-No puedes procesar la tristeza básica, mucho menos algo como la ansiedad.
Albus quería jalar de su cabello, es más, estuvo apunto de hacerlo, pero el cabestrillo en su brazo dañado lo impidió eficientemente. Suspiró, resignándose a lo que venía.
-¿Por cuánto tiempo?.
-Eso se verá conforme vayamos avanzando. Me gustaría empezar viéndote al menos tres veces a la semana.
-¿Tres veces? -Repitió el pequeño Potter, completamente anonadado- ¿Piensas que no tengo una vida o qué?.
-Tu vida puede esperar.
Albus gimió contra la palma de su mano. No tenía caso seguir discutiendo.
-Bien. Ganaste. Tres veces a la semana.
Neville le dio una mirada de compasión que le hizo arrepentirse de ir en su búsqueda en primer lugar. Malditos loqueros.
-¿Te molesta si llamo a tu madre ahora? No me gusta tu semblante moribundo.
-¡No tengo una semblante moribundo!.
Pero era tarde, el hombre ya había sacado el móvil del bolsillo de su pantalón, arrastrando su dedo en la pantalla antes de llevarlo a su oído.
Pasaron dos tonos antes de que, finalmente, Ginny cogiera el teléfono. La voz de su madre era tan histérica que era capaz de escucharla aun sin altavoz.
-Dice que estará aquí en cinco minutos -Le informó tras terminar la llamada.
Genial. Putamente maravilloso.