
Capitulo 12 parte 2
CAPÍTULO XII Parte 2
(...)
Regulus
Lo había estado pensando por unos días pero finalmente lo había hecho, Regulus escribió una carta para Narcissa.
No iba a negar que parte de él temía ser ignorado o incluso rechazado pero la necesidad de escribirle fue mucho más fuerte. Sólo quería saber sobre ella, eran familia y siendo los menores siempre habían estado más unidos.
A veces, cuando veía a Narcissa sentía que estaba frente a un espejo.
Eran las dos caras de una misma moneda, similares y diferentes. Ambos tenían distintas imposiciones, sus posiciones en el árbol familiar eran un tanto diferentes pero en esencia ambos eran lo mismo. Hijos de repuesto que debían ser perfectos.
Ella lo hacía mucho mejor que él mismo.
Pero su prima no era solo una Black. También era solo Cissa o Cissy, como les gustaba llamarle cuando era mucho más joven. La chica que le dejaba trenzar su cabello y que guardaba las flores que él le regalaba en sus libros. Ella le había regalado acuarelas en algún momento de su infancia, cuando notó lo mucho que le gustaba dibujar. Recuerda que eso lo hizo inmensamente feliz, especialmente porque no fue confiscado por sus padres.
Era la mujer que nunca se enfrentó a su familia pero que de todas formas encontró la forma de ser feliz. Que estaba por casarse con un hombre que amaba y que muy pronto iniciaría su propia familia.
Él deseaba ser parte de eso.
Regulus quería a Cissa como a una hermana y realmente esperaba seguir formando parte de su vida. No se sentía listo para recibir su rechazo, eso le haría mucho daño pero estaba dispuesto a tomar ese riesgo y hacer el intento de contactar con ella.
Realmente necesitaba un poco de estabilidad con las personas que quería en estos momentos.
Por eso se había levantado temprano para caminar distraídamente hacia la lechucería. Tenía que hacer algo con todos esos sentimientos y preocupaciones desbordantes.
Los días pasaban fugazmente, lo que causaba un aumento en el ritmo de sus latidos. Sentía su pecho oprimido cada vez que recordaba lo cerca que estaban de las vacaciones de invierno. Cuanto más nieve caía, más rápido se congelaba el aire en sus pulmones, dificultando su respiración.
Definitivamente había dormido poco o nada las últimas noches, pensando insanamente en lo que se le vendría.
Si, era un idiota autodestructivo.
"¿Enviando correspondencia?"
Regulus se sobresaltó al escuchar una voz muy cerca de él y no le sorprendió tanto descubrir que se trataba de James Potter.
Después de todo, esto ya se estaba volviendo costumbre.
El chico mayor se encontraba cerca de una de las aberturas de las paredes, por lo cual estaba bien iluminado con la luz natural de la mañana. La única razón por la cual Regulus no lo noto antes fue porque estaba demasiado sumergido en sus pensamientos negativos.
Hizo una toma rápida del muchacho que vestía un curioso buzo muggle color rojo, que parecía mucho más abrigador que las túnicas que Regulus usaba. Tenía sus manos metidas en un extraño bolsillo delantero, mientras que se balanceaba algo inquieto. Pero James siempre estaba cargado de energía, le era imposible mantenerse inmobil por mucho tiempo.
"No, vine a observar las plumas de las lechuzas." Respondió poniendo los ojos en blanco.
Tal vez podría haber dicho amablemente que si, estoy enviando una carta. Pero estaba de mal humor y Potter hacía preguntas muy estúpidas. Eso lo irritaba.
¿Por qué otra razón vendría a la estúpida lechucería? Obviamente se trataba de la correspondencia.
"Oh, ¿Estás queriendo dibujarlas?"
Regulus lo miró incrédulo y respiró profundamente.
"Potter, era sarcasmo."
Él chico solo se río. Regulus tomó una de las lechuzas de la escuela y la preparó para el envío. Su madre le había confiscado la suya hace un tiempo, por lo que esperaba que estas fueran confiables y llegarán a destino sin ningún problema.
Hizo una mueca de asco al pisar los restos de un roedor que estaba en el piso lleno de paja. Regulus detestaba este lugar, olía desagradable y siempre hacía mucho frío en invierno, ya que las ventanas no tenían vidrios. Sabía que eso era para más comodidad de los aviares, los cuales salían y entraban cuando se les antojaba pero eso no cambiaba el hecho de que se estaba congelando con el viento frío que entraba.
"¿Es para mis Padres? Dijeron que les gustaría que escribieras más seguido y al parecer Frinky sigue cocinando sus galletas de durazno con semblante triste. Creo que te extraña."
Regulus se frenó un momento al oír eso, tuvo una sensación cálida en su pecho que disipó un poco el frío que sentía en esos momentos. Se sentía bien ser extrañado. Le agradaba mucho Frinky, incluso si no le permitía ayudarle a cocinar. Aunque dudaba de poder hacerlo bien, nunca había cocinado nada por sí mismo.
"No es para ellos." Dijo mientras veía al ave partir, volaba decentemente. "Les escribí hace unas cuántas semanas, no creí que les importara."
"Claro que les importa, Reg. Les gustaría que las actualizaciones de tí vinieran por tu puño y letra."
Antes de responder, entró una ráfaga de viento que lo hizo temblar. James inclinó la cabeza como si fuera una lechuza, luego sacó su varita y le lanzó un hechizo calentador sin decir palabras. Regulus frunció el ceño mientras ignoraba la acción y se centraba en lo que acababa de oír.
"Espera, ¿Has estado hablando con tus padres de mí?" Le envío una mirada acusadora y James rápidamente levantó las manos frente a el en una rendición simulada.
"No solo yo. Sirius también, ha estado algo preocupado."
"¿Les dijeron de la carta?"
"Yo–No. No les dije sobre eso pero, ¿Sinceramente? Quisiera hacerlo."
"No lo hagan."
"Lo sé. " su frente se arrugó. "Ellos saben que debes volver, creo que tu madre se contactó con ellos o algo. Pero dicen que si no quieres harán hasta lo imposible para impedirlo, sospecho que ya están haciendo algo."
Regulus parpadeo porque sus ojos se habían humedecido un poco. Casi nada. Pero admitía que saber que el señor y la señora Potter se preocupaban por él era… Bueno, eso se sentía bien.
"Sabes que no…"
"Si, si. Ya lo escuchamos todos pero eso no significa que nos demos por vencidos. Ya te lo dijimos."
"Yo les dije que eran unos idiotas entrometidos."
"Puedes decirlo las veces que quieras, no nos va a frenar de intentar algo."
"¿Es por eso que estás aquí? Es raro no verlos a todos juntos o con alguno de ustedes cerca." Regulus creía que los merodeadores eran algo codependientes.
"Bueno, algo así. Tenía que pedirle a mi padre que me enviara algo de casa, lo iba a traer a comienzo de año pero pasaron tantas cosas que lo olvidé." Se pasó una mano por la cabeza a la vez que hacía una mueca, alborotando aún más su cabello.
"Cuidado, Potter. No creo que las lechuzas acepten enviar tú cerebro, por muy liviano que sea, debe ser un trabajo muy tedioso el trasladarlo hasta ti."
"Auch, ¿Me acabas de decir descerebrado?"
"Tus palabras."
"Eso no es lindo, Reggie. Aunque admito que es divertido cuando eres sarcástico."
“Eso no era sarcasmo y no me llames Re…así.”
“No te gusta, ¿Cierto?” Hizo una pausa y luego le dio una sonrisa socarrona. "¿Qué hay de Bebé Black? ¿Kitty? ¿Su alteza? Vamos, estrellita. Dime cual prefieres."
Eso era todo.
Le envío un hechizo punzante bastante cargado y se alegró de ver al chico saltar por el dolor, la mueca que hizo James lo llenó de satisfacción.
"No puedes hacer eso."
"Pues ya lo he hecho. " Regulus se desentendió del tema. "No deberías molestarme si no quieres lidiar con las consecuencias. "
James lo consideró un momento.
"Entonces tendré que lidiar con las consecuencias. "
"Tienes muy poca cualidades de autoconservación." Dijo Regulus, pero realmente quería decirle que era un imbécil.
"Si, tal vez."
"¿Seguirás molestándome?"
"Más bien, seguiré pasando tiempo contigo."
"Lo mismo."
"¿Que te molesta tanto de mi?" Pregunta James.
"Todo. Cada pequeña parte de ti. Eres muy ruidoso e insistente, estúpidamente imprudente y entrometido."
Y mucho mejor en formas en las que yo nunca lo seré. Se recordó Regulus.
Era bastante patético el cómo mirar a James unos segundos podía despertar en él tantas de sus inseguridades y mal humor. Esa era una de las principales razones por las que trataba de reducir el contacto que mantenía con el chico.
Pero la verdad era que Regulus no detestaba del todo hablar con James y ese era un gran problema. Ya que sin poder evitarlo terminaba diciendo más de lo que quería.
Eso se debía a que era fácil olvidar quién era James en la vida de su hermano cuando comenzaron a charlar y eso le preocupaba. Era extraño. No estaba seguro de que estuviera bien. Había como una especie de límite que no deseaba cruzar. Ya que James era de Sirius. De la misma forma que Liam era de Regulus.
No creía que se lo tomaría muy bien si de un día para el otro su mejor amigo se hacía demasiado amistoso con su hermano. Solo que era muy difícil el que no le agradará James.
Entonces, el chico era tan agradable que era desagradable.
"Uhm, no es la primera vez que dicen eso de mi. Creo que son atributos Gryffindorescos, por lo que no me siento muy avergonzado de ello."
"No sé por qué siquiera me sorprende." Farfulla con cierto deje de frustración.
"Sabes, ustedes los Slytherin tienen algunas buenas características." Dice James, tomando por sorpresa a Regulus. "No lo había notado antes, pero son bastante interesantes e ingeniosos."
"No quiero saberlo."
"Te lo diré de todos modos."
"A esto me refiero cuando digo que eres insistente." Señala irritado.
"Lo soy." Afirma antes de comenzar a seguirlo y enumera en voz alta cualidades bastante genéricas que Regulus no se molesta en oír. Comienza a descender las escaleras de la lechucería, ignorando por completo a James Potter.
…
No sabía cómo sentirse con el hecho de que Lily Evans se uniera a las sesiones de estudio que compartía con Remus. Sabía que ellos eran buenos amigos y que también solían estudiar juntos, solo que nunca coincidían con los encuentros que Regulus y Remus compartían.
Regulus tenía actividades muy específicas con las personas que conocía. Quidditch con Barty, el ajedrez con Pettigrew, las charlas unidireccionales de Evan que extrañamente disfrutaba—a pesar de que apenas entendía de lo que hablaba— y generalmente hacía muchas cosas con Liam, quien parecía estar disponible la mayor parte del tiempo, al menos de que su hermana menor lo necesite, porque si ese era el caso lo dejaba todo para estar con Delia.
Estas horas de lectura eran algo que hacía con Remus desde la primera semana de clases y fue así como se hicieron amigos. Solo que estuvieron realmente silenciosos al inicio, poco a poco fueron teniendo pequeñas charlas. La mayoría impulsadas por Remus.
Entonces tenía esperanzas en que fuera su amigo quien impulsará una charla para que el ambiente extraño se disipara.
Y es que Regulus no podía evitar notar que la pelirroja no estaba del todo relajada con su presencia. No la culpaba, él no se sentía cómodo tampoco.
"Eh." Remus se aclaró la garganta y miró fijamente hacia uno de los pasillos en los que parecía no haber nadie. Aunque era difícil saberlo ya que era un sector bastante oscuro. La maldita iluminación de la biblioteca no tenía ningún sentido. Pero eso no parecía ser un problema para Remus, quien aparentemente tenía buena vista.
Demasiado buena para ser francos.
Regulus lo miró con curiosidad, el chico tenía algunas actitudes y cualidades que no podía dejar de notar.
"Ya vengo, debo ir a buscar otro libro para mi ensayo."
"Oh, ¿Qué necesitas? Puedes ver los míos." Se ofreció la pelirroja.
"No es uno que tengas pero no tardaré mucho, se donde está."
"Puedo acompañarte."
"No es necesario, volveré en un segundo."
Se levantó sin dedicarles otra mirada y los dejó a ambos solos en un muy incómodo silencio.
Bien, Regulus no era de los que no notaba cuando no le agradaba a alguien. Podía verlo en la forma en la que lo miraban o en las palabras que elegían para hablar con él.
Evans no era ese tipo de persona desagradable y odiosa a la que estaba acostumbrado. Parecía cordial e indiferente en su mayoría. Sus maneras siempre eran correctas pero si ponías un poco más de atención podrías notar que tenía un semblante firme y una mirada penetrante que no podía ocultar sus verdaderos sentimientos.
Era de esa forma que Regulus pudo confirmar que no era una persona de agrado para la chica de Gryffindor.
“¿Qué pasa?”
“Nada en particular.” Regulus trató de esquivar su cuestionamiento volviendo a mirar su pergamino. Debería saber que eso no sería suficiente.
“Tu expresión dice otra cosa.” Él parpadeó confundido ante su deducción. La gente no solía notar lo que pensaba según por cómo se veía ya que tenía un gran control sobre sus expresiones faciales. Al parecer no era tan bueno como creía. “Es como si quisieras decir algo.”
“Bueno, si, tal vez.”
“Entonces solo dilo.”
“Es solo una estupidez.” Trata de no huir de su mirada pero ciertamente que le es difícil, sus ojos son demasiado para cualquiera. Eso debía explicar lo muy respetada que era por los de cursos menores. Su semblante podría competir con el de McGonagall en un par de años. Regulus suspira antes de sincerarse, ya que la otra opción es huir y él definitivamente no está haciendo eso. “No te agrado.”
Ambos saben que no es una pregunta, así que solo dejan que esa verdad se asiente sobre ellos.
“No te odio.” Dice ella.
“Eso no significa que te agrade.” Dijo Regulus cuando se dio cuenta que había tenido una conversación algo similar hace no tanto tiempo. Solo que con las posiciones invertidas. Maldito James.
“Yo–”
“Esta bien, no tengo porque gustarte.”
Ante eso, sus mejillas pecosas tomaron color y sus labios se apretaron en un gesto molesto. Ella se veía incómoda como si la sinceridad de Regulus le picara. Por lo general eso pasaba cuando alguien decía algo que los demás no querían oír. Por ejemplo, eso pasaba cada vez que su hermano abría la boca en alguna reunión familiar, esta era una habilidad bien pulida por Sirius y la cual siempre lo metía en problemas. Disfrutando irritando a la mayor cantidad posible de personas.
Regulus era más del tipo que callaba, eso era mejor que estar acicalando los egos de otros, no ofenderlos era más que suficiente. Él prefería un trato silencioso antes que decir mentiras, pero tampoco estaba dispuesto a decir verdades cuando eso parecía enfadar a todo el mundo.
Lo admitía había halagado falsamente a una que otra persona odiosa, siempre por orden de su madre. Le daba a todos lo que querían, eso solía resumirse en pura hipocresía que contentaba a todos por igual. Bueno, al menos a aquellos que habitaban ese mundo al que su familia lo había limitado.
Ahora era diferente. Su mundo se había ampliado y últimamente parecía que las personas apreciaban que fuera sincero. Por lo que había tratado de ser lo más transparente posible con algunos de sus pensamientos.
Tal vez se equivocó esta vez, ya que la pelirroja se veía algo frustrada debido a sus palabras. Su cabello caía largo y algo desprolijo sobre su frente, Evans se acomodó un mechón molesto con un movimiento distraído mientras mordía la parte interna de su mejilla. Su mirada seguía sobre él y era inquietante de una forma que no había experimentado antes.
No consideraba a Evans un peligro pero hay una fuerza abrasadora en ella que lo hace alarmarse un poco. Intentó no pensar mucho en eso, estaba bastante seguro de que esas paranoias eran un residuo de sus traumas. No todas las mujeres fuertes iban a lastimarlo. Él sabía eso.
Ha conocido mujeres poderosas, inteligentes y amables. Está bastante seguro de que Lily Evans entra en esa categoría.
Simplemente está pensando más de lo necesario en asuntos que escapan de sí mismo y solo porque dentro de poco…
No. Aún faltan unas semanas antes de que deba preocuparse por eso.
Esta chica no es su madre. No le hará daño. Sólo no le agrada a ella y eso es válido.
“No te odio.” Repite y el absorbe esas palabras. Pone toda su atención en la conversación e ignora su paranoia. No está siendo atacado, solo están hablando.
“Si.”
“Pero tampoco soy como el resto. No puedo hacer borrón y cuenta nueva, no tengo el privilegio de hacer eso cuando me dé la gana.” Bueno, él esperaba que centrarse en la charla lo calmara de su estupido miedo internalizado, no que lo sacudiera con estas palabras brutales.
Él quería sinceridad, pues ahí la tenía.
“¿Te preocupa eso?.”
“Es frustrante.” Ella respiró profundamente y cerró sus ojos por un segundo, cuando volvió a abrirlos se veían menos feroces. Regulus supo que estaba tratando de reprimir sus emociones, "Mary confía en ti, yo confío en ella. Es por eso que no gastó mi tiempo preocupándome por ti."
"Pero tampoco me crees inofensivo."
"¿Lo eres?" Ella alzó una ceja en su dirección y Regulus guardó silencio. "Si, eso pensé."
Regulus era un Black y eso ya lo hacía alguien peligroso. No se consideraba alguien inofensivo pero sí que era una persona débil y deficiente en muchos aspectos. Solo que no iba por la vida exponiendo cada uno de sus fallos, para eso tenía una madre.
La cual se encargaba de identificarlos, remarcarlos y erradicarlos de las formas más eficaces posibles.
¿Mala pronunciación? Tal vez un poco de sangre en la lengua le ayude a querer sentir el sabor correcto de las palabras, ¿Un tropiezo? Hay que fortalecer las piernas; haciendo que esté de pie toda la noche en un oscuro cuarto de escobas. ¿Miedo a los lugares solitarios? ¡La solución es duplicar el aislamiento!, ya que eso forma el carácter.
Walburga Black era una mujer muy encantadora.
Tuvo que reprimir un escalofrío, porque al parecer pensar en su madre era suficiente para alterarlo.
Parpadeo tratando de ubicarse, estaba hablando con Lily Evans: Gryffindor, prefecta, hija de muggles. Su madre no estaba aquí, no ahora. Sus miedos no importaban. No ahora. Todo eso podía esperar y Evans le había dicho… ella dijo…
Privilegios
Él creía saber lo que ella pensaba o por lo menos intuir. Decide preguntar de todos modos.
"¿Qué querías decir con lo de los privilegios?"
“Lo sabes, ¿Por que quieres que te lo repita?” Regulus ve rápidamente volver la fiereza en su mirada y sabe que no se ha equivocado. Eso lo despierta. Ella realmente necesita soltar lo que tiene dentro o va explotar.
Regulus sabe que no tiene porque ser él quien la impulse a decir nada pero decide darle ese pequeño empujón. Lo hace porque cree que ella quiere ser escuchada y él quiere escucharla.
También lo hace porque no quiere escuchar sus propios pensamientos.
Sabe que ahora está huyendo, está escapando de sus problemas pero esto. Esto que siente Evans también importa y él necesita oírlo. Necesita más del mundo, quiere saber que hay ahí afuera y las perspectivas de las personas en su entorno.
Más que nada, Regulus necesita mucho de todo lo que no sea el mismo.
Si, es egoísta pero no es como si esta charla no lo asustara.
También teme el enfrentarse a lo que ella pudiera decir, solo que creía que esta podría ser una sinceridad muy necesaria para ambos. Para variar podría enfrentarse a uno de sus miedos.
“Lo sé.” Enfatiza y asiente en su dirección. “Pero a la vez no tengo ni idea de cómo te afecta. No estoy tratando de ser petulante ni odioso, simplemente no puedo entender lo que es estar en tu lugar o el de Mar–Macdonald.”
"¿Por qué somos hijas de muggles?"
"Si."
La pelirroja tarareo indecisa mientras bajaba su mirada a su pluma y la dejaba de lado, sus dedos blancos estaban adornados con anillos delicados que llamaron la atención de Regulus, a él siempre le había gustado la joyería. Ella suspiró lentamente, mientras llegaba a una especie de realización interior.
"No es muy diferente a ser mujer en el mundo muggle. Pero a la vez es bastante diferente." Empezó, viéndolo brevemente.
"Los magos sangre pura pecan de sexistas pero en general no atacarían a una bruja solo por ser mujer, pero si lo harían por su sangre. Por su origen." Evans volvió a enfocar su mirada en su manos que jugueteaban con sus anillos.
"Sé lo que es ser esa bruja. A la que atacan, juzgan y desprecian. Me han llamado sangre sucia, extranjera asquerosa y me han intimidado por los pasillos de diversas maneras. He tenido que aprender hechizos para protegerme, mientras intento controlar el miedo constante que tengo de ser atacada."
Regulus tuvo que contener la culpa que sentía surgir en su pecho, porque él había estado del otro lado. Tal vez no con ella pero se había encargado de molestar a personas como Evans o de ver sin mover un dedo para ayudar. El arrepentimiento tiró de él con fuerza pero no había nada que pudiera hacer ahora, todo lo que quedaba era escuchar.
"Me he enfrentado a todo esto desde que llegué aquí. Siendo este un mundo completamente distinto al que conocía, con miles de choques culturales y sin poder comunicarme con mi familia, sin saber a quién podía recurrir porque no es solo la escuela, todo el mundo mágico es así. Es una sociedad tan poderosa e irónicamente tan inutil en algunos aspectos. Todo el sistema está gestionado de una manera tan estúpida e injusta. Está muy atrasado en la inclusión de personas como yo en este mundo y los derechos de los magos no son avalados de manera equitativa. Hasta hace una década era ilegal que los nacidos de muggles tuvieran un trabajo por fuera del mundo mágico, porque temían que confabularan en contra del ministerio de magia y rompieran el estatuto secreto,¡Eso es tan prejuicioso! Algunos sangrepura tienen negocios comerciales por fuera del sistema mágico hace décadas y nunca han ido a prisión por ello."
Regulus no podía negar eso. Estaba bastante al tanto de la situación debido a la educación que había recibido en su casa. Los Black nunca comerciaban fuera del mundo mágico, eso era un acto demasiado impuro para ellos. Sin embargo, no tuvieron reparos en hacer tratos con algunos sangres puras que tenían esos negocios y beneficiarse de alguna forma.
Pero oír todo esto era mucho más crudo y personal.
Lily Evans no repetía lo que había leído en un artículo o lo que le había enseñado alguna institutriz, ella se expresaba desde la propia experiencia y eso era bastante jodido teniendo en cuenta que debía tener apenas dieciséis años.
“Pero no es solo eso, hay tanto. Es jodidamente mucho. No es solo el sistema. También lo es la educación, la cultura y toda la maldita sociedad mágica." Ella soltó una risa amarga y corta. Sus mejillas estaban rojas y su respiración estaba agitada. Había furia, decepción y algo indescifrable en ella que le hacía imposible dejar de mirarla.
"De hecho, te digo algo: Tu mayor privilegio no es venir de una familia rica, antigua y poderosa. Black, tu mayor privilegio es haber nacido en el seno de este mundo. Fácilmente puedes decir quien es el autor de Beedle el bardo porque es conocimiento básico y has podido subir a una escoba desde los siete años, antes incluso. Tú naciste sabiendo que era la magia, siendo parte de ella. Mientras que los hijos de muggles vivimos hasta los once años sintiéndonos diferentes y temiendo de nuestro propio poder, para que luego — con tan solo una carta—nos lancen a este mundo mágico y desconocido en donde… seguimos siendo diferentes." Lily se apagó por un momento, siendo consciente de cada palabra agotadora y se quedó ahí, con el pecho agitado tratando de recuperarse y saboreando toda esa impotencia.
"Nosotros no encajamos en ningún lado, muy muggles para ser magos y muy extraños para ser normales."
Se permitió verla tan humana como nunca, casi rendida en su frustración que por un momento creyó que se rompería con un suspiro. Entonces, ella levantó su mirada y sus ojos cristalizados por la angustia volvieron a brillar. Se encendió una vez más.
Esmeraldas, brillantes y esperanzadoras. Deslumbraban con fuerza.
Regulus se sintió empapado por su presencia, ahogado con el abrumador monólogo y con su espíritu que no parecía querer rendirse, no creía que ella se rindiera nunca. Probablemente moriría luchando en pos de defender lo que creía correcto.
Por su lado, Regulus se sentía tocado y absurdamente ajeno. Es un hecho que Regulus nunca podrá entender realmente lo que conlleva ser alguien como Lily o Mary. Nunca podrá evocar en carne propia la injusticia a la que ellas se enfrentan.
"Sigues siendo mágica, Evans. En ambos mundos." Dijo Regulus corriendo el riesgo de estar diciendo algo incorrecto, pero sentía que debía decirlo, porque no podía imaginar un lugar donde las palabras de esta chica no tuvieran efecto. Lo mismo con Mary, personas como ellas no podían pasar simplemente desapercibidas ni tendrían por qué ser despreciadas.
“¿Qué hay de los demás?” Preguntó desconfiada.“Hablo de quienes nacen sin magia y el mundo muggle al cual también pertenezco. ”
“Creo que hay magia en todo y todos, solo que de distintas maneras. De formas que probablemente no entendemos.”
“Un amigo me dijo que esa parte de mi no era nada en comparación con mi magia, que no debía perder el tiempo en la parte muggle de mi... ” Ella se frenó de golpe, angustiada.
“Bueno, ese no parece ser un muy buen amigo.” Medito un momento y luego agregó. “Además, no creo que sea correcto decir que eres parte esto o aquello, es todo tú. Sin excepción.”
“Oh” se aclaró la garganta mientras lo analizaba con una mirada curiosa. “Yo… no creí que lo entenderías.”
“No lo hago, creo que jamás podré.” Regulus trata de aclarar. “No de la misma forma que tú, ese nunca va a ser mi lugar. Es más algo de perspectiva.”
“¿Perspectiva?”
“Si, supongo. He estado en otro lugar, jamás estaré en el tuyo pero al menos puedo hacer el intento de comprender un poco.”
“Eso es algo bastante empático.”
“Uh, no sé. No estoy seguro de eso. Pero no me enorgullece quien soy, lo que he dicho en el pasado o que ignore. Creo que se trata más de eso, de no caer en lo mismo. ”
Ignorar. Lo que más hizo toda su vida y lo que tanto daño causó.
Regulus le mira fijamente y piensa que no quiere que ella dude de sus palabras porque está siendo serio al respecto. Hace ya un tiempo que está luchando consigo mismo en un intento de cambiar y ser mejor. Al menos quiere intentar transmitirle eso, esta verdad.
“Decirlo no me quita mis privilegios ni justifica nada de lo que ya he hecho pero al menos voy a intentar dejar de dar todo por sentado.” dice finalmente.
Lily lo miraba extrañada, mientras que sus ojos verdes aun lo recorrían analíticos, como si temieran estar pasando algo por alto. Probablemente buscaba algún indicio de burla, sarcasmo o engaño.
"Creía que me odiabas o que lo harías." Ella habla algo pasmada, como si estuviera viendo una versión alterada de la realidad. "No sé, la gente no toma bien que le señales ciertas cosas."
Eso último lo dijo con otro tipo de angustia y decepción.
"No te odio." Confesó Regulus.
Era cierto, antes de todo esto se había sentido bastante indiferente hacia ella y a todos lo que eran como ella.
No sentía aberración por hijos de muggles o mestizos. Sabía que existía un estigma y había repetido lo que sus padres habían dicho por mucho tiempo. No había creído que eso pudiera lastimar a alguien porque lógicamente, era infundamentado el creer que unos eran mejores que otros.
No creía que sus palabras pudieran tener tanta fuerza.
Sin embargo, lo hizo. Cada comentario, chiste o gesto mal intencionado en una dirección. Todo influenció.
Décadas de prejuicios se acumulaban en su espalda, una cadena de antepasados que habían influenciado al discurso de odio que era tan vigente en sus alrededores. Todo eso dañó.
Tal vez, recién ahora comenzaba a tomar un poco de conciencia sobre su lugar en el mundo, como si una venda cayera finalmente de sus ojos. Veía a Lily Evans siendo consciente que lamentablemente , no era solo una compañera más de escuela. También era una de las tantas víctimas de un mundo que les negaba su derecho a existir libres y dignos. Un mundo al que él pertenece.
Lo sabía, hace mucho que lo sabía. Pero por primera vez—y en profundidad—estaba viendo más allá de los prejuicios e incluso, el desinterés.
A veces, no preocuparse por las personas es otro tipo de violencia.
"Creo que podemos no odiarnos el uno al otro." Dice Lily. "Pero sería bueno intentar agradarnos."
"Esta bien." Aceptó sin mucho dilema.
Ella asintió con una leve sonrisa que casi se le contagió, Lily Evans era bastante encantadora. Regulus recordó aquella tarde en la torre de astronomía cuando James se veía tan desesperadamente enamorado que le pareció ridículo.
Ahora tal vez podía entender un poco más su locura, ella era simplemente atrayente. Le sorprendió como alguien casi desconocida podía ganarse su admiración en tan solo una conversación. Pero Regulus creía que ella merecía esa admiración.
El no era profeta pero podía predecir que si las fichas caerían correctamente, ella crecería para ser alguien muy influyente en el futuro. Toda su angustia y agudeza, su cansancio y fuerza. Todo eso no podía pasar desapercibido.
Quisiera ver más de ella. Tal vez incluso tomar un poco de ella para sí mismo y crecer.
De hecho, Regulus quería ver mucho más de todos.
Quería conocer más a Evan y Barty, tomarse el tiempo de conocerlos más allá de la superficialidad de todos esos años como compañeros en los que no se permitió darles el lugar de amigos que les correspondía.
Ansiaba oír más sobre Liam y Delia, saber todo sobre su extraña dinámica familiar que tanto anhelaba para sí mismo.
Saber más de Pettigrew, Mary y Remus. Incluso Potter y sus padres.
Sirius. También quería entender a su hermano mayor. Deseaba tanto poder volver a ser esos niños que decían que las estrellas eran suyas. Solo que no quería ser esos niños. Quería ser ellos.
Sirius y Regulus. Quienes eran ahora. Todavía dueños del cielo.
Todos estos días conociendo a estas personas que los rodeaban le hacía pensar en lo increíbles que eran cada uno de ellos. Todos tan diferentes e interesantes. Lo atrapaban, lo tenían curioso y anhelante de una forma bastante vergonzosa.
Regulus se sentó en esa silla y miró el techo por unos segundos, embelesado con el mundo e incluso un poco indignado por todo.
Había tanto por conocer. El mundo, las personas que lo habitaban y por mucho que le disgustara, él mismo.
No todo era bueno. Seguramente había más cosas malas que nunca se había puesto a cuestionar, pero no era estúpido el esperar en que tal vez había cosas buenas a las cuales nunca les había dado una oportunidad.
"Hey, ¿Estás bien?" Preguntó Lily, totalmente inconsciente de la revelación interna que acababa de sufrir Regulus.
Él parpadeó en su dirección. Cabello de fuego, ojos de esmeralda y semblante de guerrera. Casi le agradeció.
"Si, solo estaba pensando."
"Eso es bueno." Ella asintió distraídamente.
Siguieron leyendo hasta que Remus se les volvió a unir. Incluso él no pudo notar que algo se había movilizado en su compañero de estudio.
A veces, los mayores cambios pasan desapercibidos hasta para las mentes más brillantes.