A un paso de ti

Harry Potter - J. K. Rowling
F/M
G
A un paso de ti
Summary
El exitoso magnate Draco Malfoy tenía siempre todo bajo control excepto su vida amorosa. EWE.
Note
Disclaimer: todos los personajes, escenarios y hechizos que reconozcan pertenecen a J.K. Rowling. El resto es producto de mi imaginación.¡Hola a todos! Fanfic para el Reto Amiga Secreta para celebrar el segundo aniversario del grupo LTDDM. Mi amiga secreta es Vania. ¡Con mucho cariño para ti, espero que te guste!Y por supuesto, a todas las chicas de LTDDM, por estos dos años juntas. ¡Que sean muchas más!!! Jamás imaginé que esa llamada dramionera del 25 de julio del 2020, en plena pandemia, conocería a quienes se han convertido en entrañables amigas de Chile, Argentina, Perú, México y Colombia.Un especial agradecimiento a Johanna Asuka_IRA quien ha sido un gran apoyo emocional y motivacional en las últimas semanas y sin quien sus aportes y comentarios esta historia no hubiera sido posible. Es la primera vez que recurro a un beta y la experiencia de tener alguien que te ayude a acomodar las ideas cuando emocionalmente no estás al cien por ciento no tiene precio. Gracias por las trasnochadas escuchándome hasta la madrugada, por las lindas palabras que me dijiste cuando estaba más hundida en la depresión, pero sobre todo por tenerme fe e infundirme confianza. Eres la mejor amiga del mundo y gracias a Telegram, te siento más cerca que si vivieras a la par de mi casa y no en otro país a más de dos mil kilómetros de distancia. De ahí que confirmo que una mejor amiga nunca está lejos, al menos nunca en el corazón. Un abrazo grandotote y muchas almendras y queso Oaxaca con todo el amor que te mereces. 😜😊Gracias por llegar a mi vida. 🤗 
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PUNTO DE CONFLUENCIA.

Draco estaba completamente seguro de que se había enamorado de Hermione. No sabía cuándo o en qué preciso momento había ocurrido, pero cada día le costaba más disimular su situación. Pensó que debía estarlo haciendo bien puesto que ninguno de sus amigos le había hecho algún comentario. Los conocía, no eran de los que se quedarían callados si lo supieran, en especial Blaise. 

Su relación con Hermione era cada vez más cercana y la amaba. Ni siquiera se había atrevido a darle un beso y ya la amaba, a ella, a la complicidad con la que se trataban, a sus momentos juntos, y anhelaba que ella también lo amara, no por las cosas que hacía por ella, o porque ella creyera que él era todo lo que buscaba en un hombre, sino por ser el que la hiciera cuestionarse todo lo que alguna vez había creído que era el amor.

Él había leído la incertidumbre en su mirada, incluso podía que el dolor por su actitud cuando había llegado a su oficina aquel lunes después de su permiso por lo de Crookshanks, esto por no saber cómo demostrarle que ella le importaba, que se preocupaba por lo que le pasaba. 

Deseaba decirle de una vez por todas lo que ella provocaba en su interior, en su piel cada vez que lo rozaba, pero el miedo al rechazo era más fuerte…

Si bien es cierto, fueron cada vez más las veces a la semana que quedaba con ella para ir a almorzar, tomar el té en la tarde o cenar, sentía que prefería esos momentos tan preciados a su lado a perderla para siempre si su amor no era correspondido.

En todo caso, estar de viaje de negocios por los Estados Unidos con Theo desde hacía quince días lo estaba volviendo loco; luego de semanas viéndose casi a diario, literalmente sentía que había pasado de un hermoso oasis a un árido desierto. 

Para colmo de males, se había perdido su cumpleaños precisamente el día que empezaba el viaje; no lo había podido posponer y eso lo había mantenido frustrado y de muy mal humor toda la quincena. 

Theo ya le había llamado la atención en varias ocasiones pues se distraía con facilidad, no se involucraba en las reuniones como siempre y estaba más callado… Incluso en los momentos en que estaban solo ellos dos, las pausas en silencio llegaban cuando menos lo imaginaba. 

En esas cavilaciones estaba cuando se percató que se había abstraído nuevamente y que Theo lo veía con aire divertido. Se levantó rápidamente y dirigiéndose al minibar de la suite, sirvió un vaso con whisky el cual tomó de un solo trago.

Cuando volvió a ver a su amigo, él seguía sonriendo. 

—¡¿Qué?! —gruñó. 

Theo como única respuesta alzó las manos en señal de que él no había dicho nada, pero en sus azules ojos pudo leer que había algo más. Su amigo tenía esa capacidad de reír con la mirada y en ese momento reía a carcajadas. 

—Entonces, el doctor Russell… 

—Ya hablamos de eso hace veinte minutos, Draco. —Seguía burlándose de él. 

—Entonces, habla o pregunta lo que quieras, ¡pero deja de verme así de una vez por todas! 

—No sé cómo te estoy viendo ni qué quisieras que te diga o pregunte… —Ahora la sonrisa había llegado de nuevo a sus labios y tenía esa expresión de saber de antemano la respuesta de lo que se moría por preguntar. Quería borrarle esa sonrisa con un buen golpe en la nariz. 

Bufó y dejando el vaso de lado, cerró los ojos y empezó a pellizcarse el puente de la nariz, debía relajarse y dejar de hacer el ridículo con su amigo si no quería ser el blanco de más burlas. 

Theo, al tanto de todos sus movimientos, se levantó, y al pasar a su lado, le palmeó la espalda con fuerza camino a servirse un trago para él. Las ganas de darle una golpiza aumentaron. 

—¿Se puede saber a qué se debe tanto dramatismo?

—¿Qué quieres decir?

—Nunca imaginé que te vería enamorado, ¡y no te atrevas a negarlo! —Iba a decir algo cuando el dedo amenazante de Theo frente a su rostro lo detuvo—. Lo que no entiendo es tu actitud. ¿Acaso ella te rechazó?

—¿Ella?

—¡Hermione, Draco!

—Yo… no le he dicho nada… —titubeó asombrado porque su amigo hubiera acertado con el nombre. Theo alzó las cejas como si no creyera lo que escuchaba.

—¿Y entonces qué has estado esperando todo este tiempo?

—Es que… No sé si ella…

—Por Merlín y Salazar… —Theo se golpeó la frente con teatralidad—, no me digas que no te has dado cuenta que ella también está enamorada de ti… —Contrario a lo usual, Theo no se reía y lo veía como si él fuera un raro espécimen a punto de atacar.

—¿Cómo sabes eso? 

—¡Todos saben eso, Draco!  —El maldito volvió a sonreír y él deseaba matarlo. 

—A qué te refieres con todos… 

—Daphne fue la primera en darse cuenta —por supuesto, a ella no se le escapaba nada. Lo que no entendía es por qué no se había dado por enterada—, luego Pansy y Blaise, de último yo… y quizá alguno que otro ejecutivo haya comentado algo. —Que Blaise lo supiera y no hubiera usado eso como un arma en contra suya era de verdad increíble—. ¿Será posible que todos lo sepan menos ustedes mismos? Porque eso sí que sería bastante divertido. —Draco seguía sin dar crédito a lo que Theo decía—. Serás un gran hombre de negocios, un amigo e hijo ejemplar y todo lo que quieras, pero en el amor eres un completo idiota.

Draco no salía de su estupefacción. ¿De verdad estaba tan ciego?

—Prométeme que a nuestro regreso la buscarás, le declararás tu amor y dejarás de suspirar por las esquinas.

—¡Yo no suspiro por las esquinas! —refutó—. Eso es lo que hacías tú cuando Daphne te rechazó en sexto año, cuando creía estar enamorada del troll de McLaggen. —Theo frunció el ceño.

—Hablando en serio, Draco, necesito a mi amigo el que no pierde detalle de cada palabra en una junta. El de este viaje es un completo desastre para los intereses del CMNZ.

—Nunca he mezclado lo personal con…

—Sí, claro, bla, bla, bla… —Le pasó un brazo por los hombros—. Ven, vamos por unos tragos al bar y me cuentas por qué crees que Hermione no corresponde a tu amor y así tendré razones suficientes para pegarte en la cabeza por imbécil y culpar al alcohol por mis acciones.

De regreso en Londres, seis días después, Draco se encontraba, como cada domingo, en casa de sus padres. Cuando se había independizado pocos meses después de graduarse de Hogwarts, había acordado con su madre que procuraría almorzar con ellos todas las semanas para no dejar que la distancia afectara su amor filial. Él sabía que había sido duro para Narcissa separarse de su único hijo y en realidad nada le costaba complacerla. Luego de varios fines de semana sin verlos, no podía dejarlos plantados a pesar de que moría por ver a Hermione, sobre todo después de su conversación con Theo.

Siempre llegaba a la mansión para el desayuno, pero ese día se había levantado tarde, así que llegó a media mañana y le hizo a su padre un rápido informe de lo acontecido en el viaje, pues aunque Lucius se había retirado de la vida pública, seguía interesado en el avance que tenían sus empresas. Después se encontró con su madre para preguntarle sobre sus actividades sociales y más tarde almorzaron para luego reunirse los tres en la biblioteca para tratar temas varios. 

Sin embargo, Draco estaba ansioso. Cerró los ojos mientras tomaba un sorbo del vino de elfos y a su mente llegó la imagen de Hermione sonriendo la última vez que la vio. Y supo que no podía esperar más. Abrió los ojos y su padre, al tanto de sus gestos, lo interrogó. 

—¿Qué sucede? 

—Recordé algo que no puede esperar. Lo siento, padre, pero debo marcharme. 

Rápidamente, antes de que alguno de sus progenitores buscara una forma de retenerlo, prácticamente corrió fuera de las barreras de la mansión y sin dudarlo, se apareció en el parque muggle donde había visto a Hermione por primera vez, como si en ese lugar pudiera encontrar el valor para buscarla. 

El viento frío de otoño soplaba y de repente se percató que había salido de la mansión sin ponerse un abrigo. Transfiguró una hoja seca que había caído de un árbol en una gabardina y enfundando las manos dentro de las bolsas, empezó a caminar lentamente por ese lugar, que extrañamente estaba vacío a pesar de ser domingo, buscando un pretexto ideal para visitarla, cuando de pronto, pocos metros frente a él, la visión de Hermione caminando en su dirección lo paralizó. ¿Sería real? ¿No lo estaban engañando sus ansias de verla? 

Ella, vistiendo como él una gabardina color café, se detuvo unos instantes quizá también sorprendida de verlo, pero de inmediato empezó a caminar hacia su encuentro con una amplia sonrisa. Al quedar a pocos pasos de distancia, ambos se detuvieron y se miraron a los ojos. 

—Hola —saludó ella nerviosa aunque sin dejar de sonreír.

—Hola —dijo él con la ansiedad al tope. 

Y sin pensarlo más, olvidando todo lo que había planeado decirle cuando la viera, prácticamente corrió para acortar la distancia, alzarla y unirse a sus labios en un beso que primero fue tímido y erizó completamente su piel al sentir su aliento, la suavidad de sus labios, pero que después fue el encargado de expresarle todo lo que llevaba guardando desde hacía tanto tiempo. 

Hermione, enmarcando su rostro con ambas manos, se había estrechado contra su cuerpo devolviendo el beso con una pasión que le desconocía y que dejaba muy en claro que compartía sus sentimientos, que también lo amaba y que lo había extrañado. 

Las palabras en ese sublime momento, estaban de más… 

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Aquella fría tarde de domingo, en el silencio de su casa, Hermione estaba sentada frente a la crepitante chimenea pensando en Draco, en su sonrisa, en su mirada, en lo mucho que lo extrañaba. Tenía casi veintidós días sin saber de él cuando de pronto, en aquel silencio, casi podía asegurar que escuchaba su voz llamándola. 

Sin detenerse a pensar en lo ilógico que eso era, se colocó la gabardina café y sin saber bien por qué, se apareció en aquel parque muggle donde lo había visto por primera vez. Casi se sintió desfallecer de emoción cuando lo vio junto a la banca de madera donde se habían conocido.

Había sido tan natural arrojarse a sus brazos y besarlo que casi le parecía estar soñando. Pero las manos en su cintura, sus labios sobre su piel y la revolución de emociones que solo él generaba en su interior eran reales. 

—Te extrañé —murmuró él minutos después. 

—Yo también —comentó ella hipnotizada por su mirada. 

—Te amo… —Ella leyó en sus ojos que era sincero y la emoción al escuchar esa pequeña frase que significaba todo volvió a acelerar su corazón—. Y sé que no soy perfecto, que convivir conmigo quizá no sea fácil y que siempre encontraremos personas que no apoyen nuestra relación, pero si me eliges, quiero compartir contigo sueños, preocupaciones, lo mejor y lo peor que la vida nos presente.

—Hace mucho que te elegí, Draco. Te amo y estoy dispuesta a luchar a tu lado. Tampoco soy una persona fácil, necesitaré que me tengas paciencia —sonrió ella—. Pero estando contigo sé que todo será más fácil porque me haces muy feliz. 

—También me haces muy feliz y deseo fervientemente que esto que sentimos, perdure para siempre. 

Draco la miraba con devoción mientras acariciaba muy lentamente con el índice cada línea de su rostro, provocando miles de sensaciones en cada rincón de su cuerpo. Ella cerró los ojos para disfrutar de ese roce y él volvió a besarla esta vez más lento y profundo. 

Estaban completamente enamorados y no tenían dudas, tampoco querían una boda tradicional así que una mañana después de diez meses de relación, decidieron fugarse y casarse. Pasaron una luna de miel de ensueño en el paradisiaco Bali. 

Dos años después de aquella tarde de otoño en el que se declararon su amor, Hermione estaba sentada frente a la ventana que daba hacia la terraza de su casa; Draco estaba acostado con la cabeza sobre su pecho, acariciando su vientre de cinco meses de gestación. Habían preferido vivir en su casa en Cotswolds por la vista al jardín y la tranquilidad del lugar, que en el lujoso apartamento con vista hacia otros edificios en un ambiente bullicioso de Londres. 

La respiración tranquila de su esposo le indicó que se había quedado dormido mientras veían la lluvia caer. Era sábado; se habían levantado tarde esa mañana y posiblemente saldrían a cenar a algún restaurante, o quizá prepararían algunos sándwiches y té. 

Su vida transcurría entre el ajetreo del trabajo de lunes a viernes y la calma y el descanso de los fines de semana. A veces salían con los Nott y Zabini; pocas veces menos con los Pottter o los Weasley debido a que estos últimos tenían hijos y, aunque la abuela Molly amaba a sus nietos, no siempre era fácil cuidar de cuatro niños pequeños y traviesos. 

Draco ya no visitaba los domingos a sus padres; no había sido fácil para ellos aceptar que su único hijo había escogido el camino del amor por encima de perpetuar el linaje de más de un siglo de antigüedad. Narcisa había intentado ser más condescendiente y había almorzado cinco veces con la pareja el tiempo que llevaban de relación, dos de ellas después de saber de su embarazo, asegurando que amaba a su familia más que a su linaje y no quería privarse de ser una abuela presente. Eso había enternecido completamente a Draco quien había abrazado a su madre por varios minutos. 

En cambio, Lucius aún no entendía por qué su hijo no había cumplido primero con su «deber» como mago sangre pura y engendrar un heredero Malfoy «digno» previo a contraer matrimonio con una nacida de muggles. Esta sugerencia los había distanciado definitivamente aunque Narcissa aseguraba que cuando conociera a su nieto o nieta se ablandaría; Hermione no estaba muy segura, pero no quería privar a su bebé de los únicos abuelos que tendría. 

Harry y Ron habían sido un gran apoyo para ella a pesar de que en un principio la idea de Malfoy como su interés amoroso los había tomado por sorpresa; en todo caso, siempre y cuando Hermione fuera feliz, no importaba nada más, y como le habían comentado, sinceramente nunca la habían visto tan dichosa. 

Era tan fácil estar con él; entre ellos no eran necesarias las palabras. Aquella conexión que habían desarrollado se había consolidado, sabían cuando alguno estaba mal o muy feliz y eran capaces de percibir lo que sentía el otro aunque no estuvieran juntos, como si fueran uno solo compartiendo un camino. 

El destino los había unido, las circunstancias los habían separado y buscaron la felicidad en otros rumbos, cuando realmente estaba a solo un paso de ellos mismos… 

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