Y de repente, tú

Harry Potter - J. K. Rowling
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Y de repente, tú
Summary
El Ministerio de Magia Británico ha firmado un decreto que obligará a contraer matrimonio a cada mago y bruja que cumpla los requisitos. Hermione Granger ni siquiera sabe si desea casarse algún día, Draco Malfoy ha retrasado esa tarea por cuatro años pues siente que aún las secuelas de la Segunda Guerra Mágica le afectan. EWE.
Note
¡Hola!Por tercer año consecutivo, estoy participando en el reto Fictober 2022 esta vez organizado por la página de Facebook El Enigma de Kelpie y el grupo Accio Story.Esta vez me he decidido a escribir una historia sobre matrimonio forzado. Confieso que no es uno de mis tópicos favoritos pero como reto, me propuse escribir algo con lo que me cuesta hacer clic así que ya veremos qué va saliendo. Así que si queda feo, le echamos la culpa a mi maravillosa y querida beta Johanna (Azuka_IRA) quien nuevamente aceptó ayudarme en este fic.Espero que, aunque quizá no sea un tema que les guste, le den una oportunidad.Un especial agradecimiento a Lmoraga por corregir los errores en la redacción. Gracias por tenerme infinita paciencia. TE AMO ONE TWO. 💖💖La historia se centrará en Draco y Hermione y no en el resto de las parejas, las cuales serán mencionadas escasamente. De antemano les adelanto que no veremos las parejas acostumbradas (aparte del Dramione y mi amado Hinny) y ya entenderán por qué.Como es costumbre en los fics del fictober, se subirá un capítulo cada día de octubre, el título de cada capítulo es la palabra asignada y rondarán las mil palabras cada uno.Agradezco de antemano cada kudo y si me dejas un comentario en cada capítulo para saber qué piensas o cómo crees que se irá desarrollando la historia. Suelo responderlos todos y eso me motiva a seguir escribiendo. 😉Besos virtuales. 😘🤗Disclaimer: todos los personajes, escenarios y hechizos que reconozcan pertenecen a J.K. Rowling. El resto es producto de mi imaginación.
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EL ENIGMA DE KELPIE

Hermione amaba viajar en avión, era algo que siempre había disfrutado a pesar de todo el ajetreo de los aeropuertos. Sin embargo, esta vez la situación era muy diferente. A pesar de que regresaba a su país, el sentimiento de que lo hacía para ser obligada a casarse con alguien que probablemente odiaba su origen muggle, le quitaba el encanto. 

Viajando con su bolso de cuentas, donde llevaba muchas de sus pertenencias como si fuera ropa y juguetes de Barbie, se había ahorrado la molestia de registrar el equipaje. 

Estaba intrigada por la sorpresa de la que había hablado Harry en su carta y a la vez emocionada por al menos tener personas que se alegraran por su regreso. 

Llevaba ropa cómoda: jeans, un ligero suéter color melocotón para contrarrestar el frío del aire acondicionado y zapatos bajos. Se había hecho un moño alto… le esperaban muchas horas de vuelo. 

Pensó en comprarse un café pero lo descartó. Quería dormir. Harry se había pasado con el detalle del boleto en primera clase. Salía a las dos de la tarde del aeropuerto de Sydney, hacía escala en Singapur y llegaba antes de las seis de la mañana a Londres, para un total de casi veinticuatro horas de viaje. La comodidad de viajar en un buen asiento no tenía precio y amaba a su mejor amigo por eso detalles. 

El rótulo luminoso de Ginny con letras que parpadeaban su nombre no llamó tanto la atención como la «sorpresa» de la que había hablado Harry. La pareja lucía feliz a pesar de lo temprano que era y sonreían orgullosos de mostrar un avanzado embarazo. También la esperaban Ron y el señor Weasley, quien no desaprovechó la oportunidad de ver todo a su alrededor con fascinación. 

—¿Por qué no me habían contado? —reclamó luego de saludarlos a todos efusivamente. 

—Porque era una sorpresa —dijo Ginny acariciando con ternura su abdomen. 

—¿Y si no hubiera podido venir? 

—Suelo ser bastante persuasivo cuando me lo propongo, de alguna forma te hubiera obligado a venir «por mi cumpleaños». —Harry esbozó una pícara sonrisa.

—Lo esperamos para finales de octubre y queremos que tú y Ron sean los padrinos —dijo Ginny emocionada. 

—¡Por supuesto! —respondió volviendo a abrazar a los felices padres. 

—Me encantará malcriar a este bebé —dijo Ron—, mientras su madrina se encarga de educarlo como un erudito. 

Todos rieron porque lo más probable era que así sería. 

—Molly se quedó preparando un copioso desayuno; no la hagamos esperar más —comentó Arthur aunque era evidente para todos que lo último que deseaba era irse del increíble lugar que era para él un aeropuerto. 

El desayuno había transcurrido con la algarabía de volver a ver a una querida amiga luego de cuatro años de ausencia y después se fue con los Potter a Grimmauld Place. Cuando estaba ayudando a su amiga con la preparación del almuerzo, llegó una lechuza. 

 

Estimada señorita Hermione Jean Granger: 

Por este medio se le notifica que cumple con los requisitos para ser sometida al proceso de selección mágica para determinar quién será su futuro cónyuge. 

Es por eso que se solicita su presencia el próximo jueves primero de agosto de 2002 en el Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería a las nueve de la mañana. Ese día se permitirá la aparición en los jardines del castillo para facilitar el ingreso de los participantes. Favor asistir con túnica formal. 

Agradecemos de antemano su buena disposición con el cumplimiento de este decreto. 

Saludos cordiales, 

Kingsley Shacklebolt

Ministro de Magia

 

Harry se había acercado, después de leer la carta, ella le pasó el pergamino. 

—Desgraciado Marchbanks, ni siquiera fue capaz de dar la cara para notificarlos. A veces odio a nuestro ministro por ser tan débil de carácter. 

—Por lo que me has contado, Kingsley no tuvo otra opción, Harry. Era él contra el Wizengamot. 

—Te apuesto que hay al menos veinte familias con alto poder adquisitivo que no están contentas con este decreto. Hubiera sido fácil iniciar una rebelión. 

—Ya estaba firmado… no había nada qué hacer. Y quién firme o no esto —alzó el pergamino— es irrelevante… 

Ginny se había acercado y abrazado a su esposo en un cuadro feliz que llenó de ilusión su corazón. Al menos ellos eran felices. Su corazón volvió a hacerse un puño al no saber qué le tenía preparado el futuro. La incertidumbre la estaba llevando al tope de la ansiedad, y todavía faltaban cinco días. 

El día siguiente fue uno de acople. El jet lag —Australia estaba a nueve horas por delante de Londres— la estaba afectando, quizá sumado al estrés que estaba manejando. No fue sino hasta la siguiente tarde que decidió salir pues quería ir al Callejón Diagon a comprar un atuendo adecuado para la famosa selección. 

A pesar de que estaba en todo su esplendor —la última vez que había estado ahí habían muchas tiendas cerradas y otras destrozadas—, era palpable en el ambiente cierto aire de desolación. Atrás había quedado la algarabía que vio la última vez que estuvo en ese lugar, inmediatamente después de la guerra y no podía evitar sentirse  un poco culpable. Quizá si hubiera vuelto de Australia luego de encontrar a sus padres, pudo haber luchado con uñas y dientes contra ese absurdo decreto. Ella pudo haberlo percibido. Deseó tener de vuelta su giratiempo y poder tener la oportunidad de salvar a alguien, a ella esta vez y la frustración de sentirse con las manos atadas volvió a hacer su aparición. Ni siquiera sabía si quería casarse. Pero ya no tenía tiempo para pensarlo y casi le pareció risible que fuera el Ministerio de magia y un proceso desconocido de selección el que decidiera su futuro.

Caminó lentamente por las calles, viendo a través de una que otra ventana. En una de las tiendas vio la revista El Quisquilloso, cuya portada decía El Enigma de Kelpie, y mostraba un dibujo de la criatura adoptando un aspecto similar al de un caballo. Seducida por el título, compró el ejemplar. El reportaje era de Luna Lovegood, dueña de la revista, magizoóloga y amiga, quien también había hecho el dibujo y hablaba sobre el Kelpie que habitaba en el lago Ness, en Escocia. Sonrió. El monstruo Nessie siempre daría de qué hablar tanto entre los muggles como entre los magos. 

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