
Capítulo 13
Capítulo 13
Tres días después, Draco fue dado de alta de San Mungo. Harry lo llevó de regreso a Grimmauld Place a través del flu. Era difícil de maniobrar porque Draco había insistido en transformar la eficiente silla de ruedas que San Mungo le había proporcionado «Draco estaba demasiado débil para caminar más que unos pocos pasos» en un artilugio de mimbre victoriano más agradable estéticamente.
—Si voy a quedar inválido, lo haré con estilo —dijo.
Sin duda, era el inválido con más estilo que Harry había visto en su vida. Ron le había traído ropa de su departamento, por lo que estaba exquisitamente vestido como siempre. Harry lo llevó al jardín, porque era un día milagrosamente soleado para ser finales de noviembre.
Draco giro su rostro hacía el Sol.
—Solía jugar a aquí cuando era pequeño —dijo.
—¿Es raro estar de vuelta?
—Inesperado.
Harry quería preguntar más, pero Draco cerró los ojos y se durmió.
Los primeros días que Draco vivió en Grimmauld Place fueron de los más pacíficos de la vida de Harry. Ron se acercó y jugó una tranquila partida de ajedrez con Draco. Draco le leyó poemas a Harry de Thomas Hardy32, su autor muggle favorito. «Harry se molestó al saber que la razón principal de esto era la afirmación de Draco de que Hardy entendía «Como era realmente la vida». Por lo que Harry podía decir, la visión del mundo de Hardy era incesantemente sombría. Pero Draco le dijo que era hermoso, y honestamente a Harry no le importaba demasiado lo que Draco le leía, cuando su voz era tan rica y melodiosa». Bebieron copiosas tazas de té. Draco se dormía constantemente, en medio de oraciones, a la mitad de las comidas, o mientras Harry lo empujaba por el jardín.
Siguieron tocándose. Pequeños gestos, al principio… Draco tocaba el brazo de Harry para llamar su atención. Harry apartaba un mechón de cabello de Draco de sus ojos cuando se quedaba dormido. Draco apoyaba la cabeza en el hombro de Harry cuando Hermione vino a visitarlo y habló sobre la Ley de Reconciliación durante cuarenta y cinco minutos sin pausas para respirar. «De todos modos, había sido difícil para Draco volver a ver a Hermione. No se disculpó con ella… Harry se dio cuenta de que rara vez se disculpaba con alguien por su papel en la guerra; Harry sospechó porque no quería que lo perdonaran… pero se quedaba en blanco. Ocurrió varias veces cuando ella vino por primera vez, y fue tan cortés que hizo que todos se sintieran incomodos».
Harry lo ayudo a subir y bajar de su silla de ruedas. A menudo había un momento en que se demoraban en los brazos del otro antes de que Draco buscara a tientas su camino hacia o desde la silla.
La estaba usando cada vez menos, de todos modos. Cuando llevaba una semana en Grimmauld Place, caminaba con bastón, y solo usaban la silla de ruedas si tenía uno de sus dolores de cabeza.
—Lamento no poder darte consejos vocacionales —dijo Draco un día. Estaban sentados en el balcón que daba al jardín. Draco vestía una gruesa bata acolchada y pantuflas gastadas con un monograma. Agarró su taza de té para calentarse. Siempre tenía frío, desde el ataque.
—No te pedí un consejo vocacional —dijo Harry.
—Siento que debería poder decir, Ajá, lo tengo, tu verdadera vocación es… ¡Hacer varitas!
—¿Lo es?
—No. No creo que tengas una verdadera vocación.
—Lo tengo. Fue para matar a Voldemort. Ya lo hice —dijo Harry, vacío. No sabía por qué estaban hablando de esto.
—Apenas lo mataste. Se mató él mismo.
—Deberías escribir mis biografías. Harry Potter y el anticlímax.
—No me tientes. No, escucha, Potter. No tienes vocación. La mayoría de la gente no la tiene. Pero necesitas sentirte necesitado. ¿No es así?
—¿Así que? ¿Qué tipo de trabajo debo conseguir, entonces? ¿Cómo puedo ser profesionalmente necesitado?
—No hay necesidad de ponerse a la defensiva.
—Es simplemente inútil, eso es todo. Ya he pensado en todo esto.
—Todas esas cosas que hiciste en la escuela… matar al Basilisco, aprender a lanzar un Patronus a los trece años, El Torneo de los Tres Magos… todo eso… lo hiciste porque tenías que hacerlo. Una fuerza externa te presionó.
—Sí, y resulta que, si no hay nadie que me presiona, soy una maldita pérdida total de espacio; Lo sé, Malfoy.
—Te estoy presionando.
—No, tú no lo estás.
—Lo estoy. Tienes que dejar de sentir tanta pena por ti mismo y conseguir un trabajo.
—¿O qué?
—O perderé el respeto por ti.
Harry lo miró por encima de su taza de té. Draco lo miraba fijamente y el pulso de Harry se aceleró.
—Estás siendo un imbécil —dijo.
—Mhm. Es lo que mejor hago —dijo Draco.
—¿Qué clase de trabajo?
—No importa. No tiene que ser perfecto. Puedes conseguir uno diferente en seis meses si no te gusta lo que elegiste. Solo tienes que intentar algo.
Harry se recostó en su silla.
—¿Qué pasa si soy malo en eso?
—Probablemente lo serás. Eres un tonto; Siempre lo he dicho.
—Saldrá en los periódicos: EL ELEGIDO UN FRACASO TRABAJANDO.
—Tú no lees los periódicos.
—No necesito un trabajo. Soy rico.
—Tú biografía no tiene que ser muy pesada, Harry —dijo Draco, su voz repentinamente amable— Así que, te has tomado unos años libres, ¿Y qué? Tienes décadas y décadas para lograr cosas.
—¿Por qué debería escucharte, cuando no he escuchado a Ron y Hermione, y… y a todos los demás?
Draco ladeo la cabeza.
—¿Se te ha ocurrido que podrías mejorar mi posición en la sociedad? Solo si tú mismo eres un miembro de la sociedad, por supuesto.
Harry se rio.
—Eres todo un Slytherin.
—Seguramente no pensaste que estaba motivado por algo más que el interés propio.
—No… quiero decir, porque eres un bastardo intrigante y escurridizo. No quieres que mejore tu posición en la sociedad. Solo sabes que, sí creo que quieres eso, haría cualquier cosa para ayudarte. Incluyendo conseguir un trabajo.
Draco tamborileó con los dedos sobre su taza de té, claramente confundido.
—No pensaste que te conocía tan bien —dijo Harry.
—Hay una novela muggle llamada La Campana de Cristal33. En ella, hay una descripción de una chica en una higuera, tratando de decidir qué higo debe comer. Tarda tanto en decidir que todos los higos se pudren y se caen del árbol.
—Extrañas tu trabajo —dijo Harry, al darse cuenta. La expresión de Draco se cerró, y dejó su taza.
—Me temo que ya no tengo trabajo —dijo, sonando unas seis veces más elegante de lo normal— Nick no pudo convencer al dueño de la tienda de que mi permiso de ausencia era legítimo.
—Lo siento.
—Tengo ahorros. No te faltará el alquiler.
—Sabes que no podría importarme menos si pagas el alquiler. Preferiría que no lo pagaras.
—No soy tu mascota —gruño Draco. Harry cerró la boca de golpe.
Draco se frotó los ojos.
—Lo siento. Me duele la cabeza. Es difícil…
Él se detuvo.
—Me gusta enseñar —dijo Harry— Creo que me sentiría… útil… si pudiera enseñar.
Draco sonrió débilmente.
—Bueno, entonces, profesor. Vamos a conseguirte un trabajo como profesor.
Harry pensó que los únicos trabajos de enseñanza disponibles en el mundo mágico estaban en Hogwarts. Draco pronto le mostró que estaba equivocado. Había algunas universidades mágicas; había entrenamiento de Aurores, tutorías, escuelas primarias mágicas y educación en el hogar.
Draco lo ayudó a revisar los anuncios de empleos de los periódicos y a redactar un currículum.
—Derrotar al Señor Oscuro: mayo de 1998 —escribió Draco— Habilidades aprendidas: dedicación y trabajo en equipo.
—Esto es ridículo.
—¿Crees que podemos poner a Dumbledore como un empleador para eso? Lástima que no pueda darte una referencia.
—Draco.
—Lo siento. ¿Tienes alguna habilidad especial?
—¿El Expelliarmus?
—Ese es un hechizo de primer año, Harry.
—Mi Patronus es bueno.
—Puede producir un Patronus corpóreo —escribió Draco, mordiéndose el labio en concentración.
Como era de esperar, Harry obtuvo el primer trabajo que solicitó, como tutor de una bruja de quince años que tuvo que ser educada en casa por razones de salud.
—Voy a ser una mierda —dijo, diez minutos antes de la primera sesión.
—Sí —estuvo de acuerdo Draco— Probablemente estropearás toda su educación.
—¿Qué pasa si simplemente… entro en pánico… y le grito?
—La dejarás marcada de por vida. Ciertamente nunca te dejaría que lo olvides. ¿No tienes túnicas que te queden bien? Toma, toma la mía.
—Eres más alto que yo.
—No por mucho.
—Bien.
Y lo que sucedió, Harry no entró en pánico. La educación es el hogar de Mabel Manning fue muy similar a la enseñanza del ED. Era una chica tímida que había sufrido una lesión traumática en la cabeza, por lo que no podía concentrarse durante largos períodos de tiempo. Harry estaba acostumbrado a lidiar con ese tipo de cosas, por culpa de Draco. Al final de la sesión, se sintió seguro de que no solo era algo que podía hacer, sino que era algo que podía hacer bien.
—Oh, ¿Eres perfecto? Que gran puta sorpresa —dijo Draco, a su regreso.
…
—¿Tienes un trabajo? —preguntó Hermione, cuando Harry se lo contó en su próxima visita.
—He tenido un trabajo por años —dijo Draco.
Hermione lo ignoró.
—¡Pero eso es maravilloso, Harry, realmente maravilloso!
—Son solo cuatro horas a la semana —dijo Draco.
—¡Bien! —dijo Harry, exasperado— ¡Conseguiré otro estudiante!
—Eres un holgazán hasta que trabajas al menos diez horas a la semana —dijo Draco.
—¡Malfoy! —exclamo Hermione.
La sonrisa de Draco se desvaneció. Se aclaró la garganta cortésmente y salió de la sala de estar.
—Él no estaba siendo… así es como somos él y yo, Hermione.
—Quiero que él te apoye.
—Lo hace. Confía en mí.
…
—He hecho algo que te va a enojar —le dijo Harry a Draco esa tarde. Draco estaba apoyado contra el mostrador de la cocina mientras Harry llenaba la tetera.
—No me importa si puedes permitirte comprar una Saeta de Fuego, es un palo de escoba absurdo para darle a un niño de doce años, y de todos modos he estado ahorrando para comprarle a Scorpius su Nimbus desde hace años…
—No voy a comprarle a Scorpius una Saeta de Fuego. Compré una tienda en el callejón Diagon.
Draco se detuvo en medio de una diatriba.
—¿Por qué?
—Quiero que administres una librería muggle.
Una variedad de expresiones se cruzaron el rostro de Draco, tan rápidamente que Harry no pudo seguirlas correctamente.
—Me compraste una tienda —dijo, finalmente.
—No —dijo Harry—había tenido tiempo para pensar, desde que Draco le había dicho que había perdido su trabajo— La tienda es mía. Quiero contratarte para que lo administres.
—Ya veo. Crees que eso me hará sentir menos en deuda contigo.
Harry suspiró.
—Cristo, Draco, no sé, tal vez siempre te sientas en deuda conmigo.
Draco se rio con tristeza.
—¿Crees?
—Pero lo que sí sé es que es más probable que la gente vaya a nuestra librería que a la tuya. Y es una gran idea, ya sabes que lo es. ¿Una guía sangre pura a través de la literatura muggle? La gente lo disfrutara.
Draco asintió lentamente.
—Es una buena idea.
—Estás pensando en razones para rechazarlo…
—… ninguna de los cuales supera los beneficios que podría darle a Scorpius, si yo fuera menos un paria social, Sí—. Finalizó Draco.
—¿Así que? ¿Qué dices?
Draco gimió y presionó su frente en el hombro de Harry.
—Tengo que elegir el nombre —dijo— Probablemente lo llamarías simplemente LIBROS
—Espera, LIBROS suena como un gran nombre para una tienda —dijo Harry, poniendo el brazo alrededor de los estrechos hombros de Draco y apretando.
—Absolutamente no.
—Librería ¿El lugar donde puedes comprar libros? ¿Ven aquí, tenemos libros?
—Cállate —dijo Draco, y Harry presionó su boca contra la parte superior de su cabeza— Imbécil.
—Vas a ser tan grosero con los clientes.
—No lo haré, en realidad. No soy grosero con las personas que me odian. No más.
Se separó de Harry, su momento de contacto roto por la tristeza que había vuelto a despertar en él.
—No siempre te odiarán —dijo Harry, suavemente. Draco lo miró.
—¿Té negro o menta?
—Negro —dijo Harry.
Draco preparó los tés en silencio. Él no bebió el suyo. Se quedo dormido en la mesa de la cocina, con la cabeza entre los brazos.
…
Estaba nevando y Harry no podía encontrar a Draco. No estaba en ninguno de sus lugares habituales: La biblioteca, con su chimenea rugiente y sofás verde oscuro, o la cocina, o el acogedor estudio donde Draco a veces se sentaba para tomar notas en sus libros.
Finalmente, Harry probó en el jardín.
El Sol se había puesto, pero no estaba oscuro. La Luna arrojaba demasiado luz sobre la nieve blanca y fresca. Draco se puso de pie, con la espalda recta y firme, sus brazos envueltos con fuerza alrededor de sí mismo, temblando y sin abrigo.
—Hace mucho frío —dijo Harry. Draco no se dio la vuelta. Harry se quitó la chaqueta y la deslizo sobre los hombros de Draco. Dejó sus manos en los brazos de Draco, y Draco se recostó en su pecho.
—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Harry.
—Nevó así cuando salí de Azkaban —dijo Draco. Harry enganchó su barbilla sobre el hombro de Draco para que estuvieran mejilla con mejilla— Siempre me había gustado la nieve, antes de eso.
—Ojalá me hubiera esforzado más en tu juicio—dijo Harry— No deberías haber ido a Azkaban.
—No seas ridículo. El hecho de que hablaras redujo a la mitad mi sentencia.
—No tenías un lugar donde quedarte cuando saliste. Debe haber sido tan frío.
Draco se puso rígido.
—Blaise te lo dijo —dijo, sin tono.
Harry asintió, su barbilla se hundió en el hombro de Draco.
—Estuvo bien —dijo Draco— Estaba bien. Fue mi primera experiencia entre muggles.
—No es una gran introducción.
—En realidad, me sorprendió la cantidad de personas amables conmigo. Una adolescente me dio un sándwich de pollo caliente y me dijo que era guapo una vez. Es una tontería, pero significó mucho que alguien todavía pudiera pensar eso de mí.
Harry envolvió sus brazos alrededor del cuerpo esbelto de Draco y apretó.
—Maldita sea, ¿Cómo podría alguien no pensar que eres guapo? —dijo en la garganta de Draco. Draco soltó una carcajada— Lo siento—agregó Harry— Esa probablemente no fue la parte más importante de la historia.
—Nunca rechazaré un cumplido, Potter.
Las manos de Draco estaban sobre los brazos de Harry. Estaban anudados uno alrededor del otro, Harry presionando todo el camino hasta la espalda de Draco. Draco estaba temblando y frágil, excepto que no lo estaba. Nunca parecía romperse, sin importar cuántas veces lo dejaran caer.
—Eres increíble —dijo Harry.
Draco se dio la vuelta. Harry lo atrapó y lo presionó aún más cerca. Los brazos de Draco se deslizaron para descansar, con las palmas planes, sobre la espalda de Harry.
—Cuando la gente te dice eso, ¿Les crees? —preguntó Draco. Harry negó con la cabeza. La boca de Draco se torció en una sonrisa y Harry se dio cuenta de repente de lo muy, muy cerca que estaban sus labios.
—Yo… —dijo Harry. Era difícil pensar cuando Draco Malfoy solo dejaba que lo abrazara— Creo que lo creería si tú lo dijeras.
Draco parecía completamente desconcertado.
—¿Por qué?
—Porque sí —dijo Harry, inclinándose para que sus labios se tocaran mientras hablaba— Simplemente… por qué…
Y luego se estaban besando, un beso frío y tartamudo que encendió las entrañas de Harry.
Draco se alejó primero.
—Yo… Harry… esto es una mala idea. No debería… joder, oh…
—Draco, cariño —dijo Harry, acercándolo más, metiendo la cabeza de Draco debajo de su barbilla— Háblame.
—Me acaban de llamar cariño.
—Lo hice.
—Harry… —Draco se soltó y dio un paso hacia atrás. Sus ojos se encontraron con los de Harry con una mirada ardiente— No puedo hacer esto. Estoy enamorado de ti.
Harry sonrió.
—Eso es conveniente. Yo también estoy enamorado de ti.
—No, tú no lo estás.
—¡Lo estoy!
—¡No! —Draco dio otro paso hacia atrás— ¡No lo estás, Potter, maldito idiota! ¡Tú eres tú y yo soy yo, ya dijiste que no podemos estar juntos y este no es un juego divertido para mí!
—Fui un absoluto maldito idiota. Tuvimos el mejor sexo de toda mi vida…
—Ni siquiera terminamos, Potter…
—No importa. Fue contigo… ¡Draco, joder, he estado obsesionado contigo desde que tenía trece años!
—¡Porque pensabas que estaba tramando algo! ¡Y lo estaba! ¡Estaba tratando de asesinar a tu jodida figura paterna!
—Sí, mira, ¡No estoy diciendo que no tengamos una mierda en la que trabajar! Pero…Draco, mírame, ¡Mírame!
Draco lo miró de mala gana y Harry dio un paso tentativo hacia adelante. Cuando Draco no se alejó, tomó otro, cerrando la brecha entre ellos. Hundió sus dedos en el cabello de Draco y juntó sus rostros, de modo que sus frentes se tocaron. Las manos de Draco descansaban sobre su pecho.
—Lamento mucho haberme asustado después de que nos acostamos juntos. Si no quieres estar conmigo, o si intentamos esto y no funciona, te prometo que no dejare de ayudarte a ti y a Scorpius. Pero Te amo —sacudió un poco la cabeza de Draco, como para enfatizar su punto— Y quiero estar contigo. Quiero ser parte de tu familia. Quiero que finjas que me dejas cuidarte mientras en realidad solo me cuidas a mí. Quiero llevarte a lugares y pelear contigo y tener sexo contigo y escucharte hablar de libros y burlarme de ti. Me haces sentir que el resto de mi vida no es un jodido plan fallido. Solo te quiero a ti. Creo que te merezco.
—No te merezco —dijo Draco. Habló tan bajo que Harry tuvo que esforzarse para escucharlo.
—La guerra ha terminado, Draco. Tienes que perdonarte a ti mismo.
—Nunca me perdonaré a mí mismo —dijo Draco con fiereza— Nunca.
—Está bien —dijo Harry, besándolo castamente, con dulzura— De acuerdo. Lo retomaremos más tarde. Bien. Crees que no me mereces. Pero, ¿Y si eres lo único que puede hacerme feliz? ¿Merezco la felicidad?
—Pequeño pseudo-Slytherin manipulador —dijo Draco. Estaba tratando de no sonreír.
—Sé que te merezco. Eres mi final feliz, Draco. Déjame tenerlo. Por favor.
—¿Me amas?
—Iba de camino a decírtelo la noche que te atacaron. Estaba tan asustado de haber perdido mi oportunidad.
—Hace frío —se estremeció Draco, cerrando los ojos y apoyándose en Harry.
—Mierda, vamos a llevarte adentro.
La cocina estaba iluminada. Harry conjuró mantas y envolvió a Draco hasta que todo lo que se pudo ver de él fue su rostro pálido puntiagudo y su resbaladizo cabello rubio blanco. Las delicadas manos de Draco sobresalieron de los pliegues de la manta para agarrar la taza de té que Harry le trajo.
—¿Mejor? —preguntó Harry.
—Bien.
—¿Solo bien?
—No. Bien —Draco lo miró, y el corazón de Harry se disparó ante la expresión de suficiencia en su rostro. Tanto Draco como Scorpius… amaba cuando ellos eran presumidos —Está bien, puedes estar enamorado de mí.
—Tú también estás enamorado de mí —dijo Harry.
—Yo nunca dije eso.
—¡Lo hiciste!
—Hmm, no lo creo. No suena como algo que yo diría.
—Me amas.
—Sigue soñando, Potter.
—¿Lo dices en serio? ¿Lo intentaras?
Los ojos de Draco estaban muy abiertos y asustados.
—Creo que está condenado. Pero a la mierda.
—Cariño —dijo Harry, y besó la punta de la nariz de Draco— Te equivocas. Ya verás.
…
Harry yacía acurrucado alrededor de Draco, su cabeza sobre el pecho de Draco, casi dormido. Habían tenido sexo dos veces y él estaba tan feliz y cansado que casi no podía soportarlo.
—Desde esa carta que me enviaste —dijo Draco en voz baja— Cuando dijiste que era un buen Padre.
Harry inclinó la cabeza hacia arriba para mirar a Draco.
—Un Padre maravilloso —corrigió. Draco sonrió.
—Sí. Desde entonces.
—Me dolió que no me respondieras.
—No pude responder —acaricio el cabello sudoroso de Harry— ¿Y tú?
—No me di cuenta hasta que cené con Blaise —admitió Harry— Pero me gustas desde el sexto año.
—Estás recordando mal.
—No lo estoy. Te odiaba, pero tampoco podía dejar de pensar en ti. Harte a Ron y Hermione por eso.
—Simplemente te odié. Hasta la batalla, y el juicio, y… todo. Tuve tiempo para pensar, en Azkaban. Todas esas jodidas novelas muggles.
Harry pasó sus manos por el pecho lleno de cicatrices de Draco.
—Lo siento…
—Por favor no lo hagas. Si te disculpas, entonces tendré que hacerlo, y mis disculpas siempre son inútiles.
—De acuerdo. Sin disculpas.
—Eres increíble, Harry —dijo Draco.
Harry enterró su rostro en el pecho de Draco, avergonzado.
—¡Cáallaate!
—Tu capacidad de compasión y generosidad me asombra —continuó Draco.
—Estoy cansado.
—Eres libre de dormir—dijo Draco adormilado, sus dedos suaves y hormigueando contra el cuero cabelludo de Harry. Algo hizo clic en el cerebro de Harry. Era como si, por primera vez, la plena realización de que él no tenía que hacer nada realmente, verdaderamente lo entendiera.
…
DÍA DEL REGALO, DOS AÑOS DESPUÉS
***
Estás cordialmente invitado a un almuerzo del Día del Regalo34 con los Malfoy. RSVP35.
***
Grimmauld Place se había superado a sí mismo, pensó Harry. Claramente le gustaba estar lleno, incluso si era principalmente con Weasleys.
Todos estaban en coma por la comida después del suntuoso festín que la casa había brindado «Es fascinante que tu casa pueda cocinar, Harry. ¡Eso es realmente inusual, incluso en las antiguas casas mágicas!, dijo Hermione», y estaban holgazaneando en la sala de estar, en diferentes estados de digestión.
Scorpius, Titus, Teddy y Fran estaban afuera volando. «Técnicamente, no se suponía que los muggles volaran en escobas, pero Fran era tan buena en el Quiddith que nadie la detenía». Andy y Anthea estaban hablando en voz baja junto a la chimenea, con las cabezas inclinadas una hacia la otra. Nick y Flora ya le habían dicho a Eve que no se burlara de Andy por sus sentimientos por Anthea, que aparentemente eran bastantes intensos. El señor Weasley estaba enfrascado en una conversación sobre la plomería muggle.
Andrómeda y la señora Weasley estaban probando el plato de queso. Draco y Andrómeda todavía se evitaban, aunque Harry sabía que era porque Andrómeda se sentía culpable por haber mantenido separados a Teddy y Scorpius todos esos años. Draco también estaba abrumado por la culpa por los padres de Teddy. Harry esperaba que lo superaran algún día, pero hasta ahora lo mejor que podían hacer era asentir cortésmente antes de moverse a lados opuestos de la habitación.
La señora Weasley se había tomado un tiempo para entrar en simpatía por Draco. De hecho, no fue hasta que conoció a Scorpius que entendió por qué Harry se había casado con Draco en primer lugar. Este era a menudo el caso, había descubierto Harry. Era difícil no amar a Draco, una vez que conocías a Scorpius, a pesar de que Scorpius estaba siendo un idiota malhumorado en estos días y se rebelaba literalmente contra cualquier cosa que dijera Draco. A menos que Draco y Harry tuvieran una pelea. Entonces Scorpius congelaría agresivamente a Harry, para demostrar dónde estaban sus lealtades. Harry era un Malfoy ahora «Draco se había horrorizado cuando Harry insistió en tomar su apellido, pero para Harry era obvio. Siempre había anhelado ser parte de una familia, y los Malfoy eran demasiado Malfoy para convertirse en Potters», pero al final seguían siendo Draco y Scorpius contra el mundo.
—Contra mundum —le dijo Scorpius con ferocidad, la última vez que él y Draco pelearon, porque el pequeño y horrible Ravenclaw hablaba continuamente en latín.
Pero, sobre todo, Harry y Scorpius se llevaban maravillosamente, incluso a través de la rebelión adolescente de Scorpius. En cualquier caso, como iban las rebeliones, era bastante inofensivo. Parecía pensar que la mejor manera de distanciarse a sí mismo tanto de Harry y Draco era ser el más nerd de Ravenclaw que jamás haya habido. Dejó el equipo de Quiddith «aunque le encantaba» para poder estudiar más. Eso entristeció a Draco, pero ambos sabían que Scorpius tenía mucha ira reprimida con la que lidiar de una forma u otra. Contra mundum. Harry entendió. No todos los Cazadores de Mortífagos habían sido atrapados, y aunque la opinión pública había cambiado mucho desde que Hermione aprobó la Ley de Reconciliación, la gente a menudo era grosera con Draco en la tienda «LIBROS: Draco se había resignado al final». Scorpius afirmó que no tenía nada que ver con los misteriosos forúnculos que supuraban en la lengua de las personas en todo Hogwarts si decían algo negativo sobre Draco Malfoy. Hermione dijo que era un hechizo increíblemente avanzado y que Scorpius tenía un futuro prometedor como Inefable.
—Es magia sin rastró —dijo— Honestamente, es bastante brillante.
—Es magia oscura —dijo Draco con amargura.
—No, no lo es —dijo Harry— Deja de asumir que está a punto de transformarse en una especie de supervillano. Sabes que eso solo lo empeora.
Hermione, la Profesora McGonagall y Eve fueron las únicas figuras adultas que pudieron comunicarse con Scorpius, en realidad. Draco estaba desesperadamente preocupado por él. Scorpius le dijo a Harry en privado que estaba preocupado por lo mucho que Draco se preocupaba. Harry pensó que ambos eran adorables. Entonces, fundamentalmente, la dinámica entre todos ellos permaneció sin cambios.
Rose Weasley estaba gateando por la alfombra, llevándose cosas a la boca.
—Deja de mirar —dijo Draco, sentándose al lado de Harry.
—Tengo permitido mirar —dijo Harry— Ella es linda.
—Estás obsesionado con los bebés.
Harry estuvo a punto de protestar, pero fue inútil. Lo estaba.
—Sí —dijo, dejando caer la cabeza sobre el hombro de Draco.
—Ya sabes —dijo Draco, lentamente— Podríamos conseguir uno.
—¿Un bebé? ¿Qué, de la tienda de bebés?
—No seas insensible. Adoptaríamos.
—Tenemos a Scorpius.
Draco agitó la mano con desdén.
—El primer panqueque siempre es basura.
Harry se rio.
—Venga ya.
—Me perdí los primeros cinco años con Scorpius. Te perdiste los primeros once.
—¿En serio?
Draco asintió.
—Lo he pensado mucho.
—En realidad no quiero que Scorpius se sienta como el primer panqueque —dijo Harry frunciendo el ceño.
—El y yo estamos de acuerdo en que es una buena idea —dijo Draco.
—¿¿Ya hablaste con Scorpius??
—Claro que lo hice. No creerás que me arriesgaría a su ira. ¿Verdad? Probablemente nos hechizaría a ambos hasta el olvido, y nadie sabría quién lo hizo.
—Un bebé —dijo Harry soñadoramente— Tendría que reducir el número de mis estudiantes.
Llevas meses intentando dejar de enseñar a Cuthbert.
—Sí, bueno, es el adolescente más aburrido del planeta. ¡Joder, Draco, un bebé!
—Supongo que esto es un sí.
—Sí.
—Bien, porque ya he llenado el papeleo. Feliz Navidad.
—Eres terriblemente eficiente, a veces —murmuró Harry.
—Consigan una habitación, ustedes dos —dijo George Weasley. Harry sonrió y beso a Draco con más fuerza.
Todo estaba bien.
-FIN-
Notas finales de Gallaplacidia.
Mi primer fanfic de Harry Potter. Dime qué opinas.
Sé que la última línea fue cursi, no pude evitarlo, lo siento. Hago reseñas de libros en Instagram en @let_them_eat_books si les interesa. ¡Espero que hayan disfrutado leyendo este fic como yo disfruté escribiéndolo! ¡Gracias por todos sus encantadores comentarios de apoyo!