
Harry estaba en un nivel, hasta entonces desconocido de ansiedad.
Habían pasado doce días, desde que Draco tuvo que marcharse a Grecia, con el propósito de recolectar ingredientes estúpidamente difíciles de conseguir, para una de sus odiosas pociones de grado C.
Cuando Draco decidió volverse pocionista, él fue el primero en secundar su idea. Ahora se arrepentía, odiaba su maldito trabajo... ¿A quién engañaba? Adoraba que Draco estuviera dedicándose a lo que le hiciera feliz y siempre sería el primero en apoyarlo.
Sin hablar de su desgraciado y ardiente uniforme que lo hacía ver como uno de esos magos de revista que, obviamente, Harry no veía.
Honestamente, el problema no era el trabajo de Draco, el problema estaba en que habían pasado doce días desde la ultima vez que Harry tuvo un orgasmo.
Porque, en un episodio muy imbécil y dopado de buen sexo le juró, o mejor dicho accedió, a cumplir con el capricho de Draco que le prohibía estrictamente masturbarse o darse placer de alguna forma.
Ahora, en sus solitarias noches, las cuales acababan con él recordando, sin poder evitarlo, alguna de sus sesiones especialmente ardientes con Draco, no tenía otra opción más que apretar las piernas e irtentar en vano conciliar el sueño.
Podría simplemente haberlo hecho, por supuesto. No representaba ninguna imposibilidad, sencillamente meter la mano en sus pantalones y saciar su furioso libido.
Pero, porque siempre existe un pero, su determinación a auto-complacerse menguaba al recordar el desafío en las palabras de Draco mientras se lo ordenaba. Como si aún diciéndolo, supiera que Harry fallaría.
Por lo qué ahí estaba él, cruzando sus propios límites por la simple razón de ganar ese reto ridículo entre ambos.
Quizás no fuera tan malo, pensó el primer día. Ya para el sexto, tenía los muslos y el estómago con laceraciones al rojo vivo, productos de sus uñas, ante la frustración sexual. Doce días y empezaba a concluir que lo mejor era arrojarse por una ventana.
Lo bueno y único reconfortante fue que, por lo menos, tenía su trabajo, en donde podía desahogar un poco de la tensión y testosterona que parecía multiplicarse en su cuerpo cada hora.
Lastimosamente, ese día los aurores no tenían ninguna misión particularmente complicada en la que pudiera colarse implementando excusas poco creíbles. No, ese día atendería la peor parte de ser Jefe de Aurores, el papeleo.
Su asistente depositó en sus brazos varías carpetas excesivamente gruesas, repletas de casos cerrados que debía firmar. Suspiró y mentalmente calculó cuánto de eso podría acabar antes de su comida de medio día con Ron y Hermione.
Analizó su reflejo en la lámina reflectora de su puerta, pensando que debería pasarse por el gimnasio luego del trabajo. Podría quemar su adrenalina restante levantando unos cuantos kilos en la dorsalera.
Con los ojos devuelta a su carga, cerró la puerta de su despacho con una patada tras él. Alzó la mirada y casi deja caer todo al suelo.
-¿Me extrañaste? -Requirió de su total fuerza de voluntad, para no correr y brincar a los brazos de su pesadilla albina favorita.
-Estás aquí.
-Que observador -Draco se veía realmente cómodo, ocupando su silla detrás del escritorio, como si hubiera nacido para sentarse en ella.
Harry se preguntó si él mismo emitía al menos la mitad de esa autoridad. Su línea de pensamientos se desvió a la notable barba rubia del hombre, nunca se la dejó tan larga, las barbas eran lo suyo. Que ahora mismo no llevara una, no le daba derecho a Draco de usarla. Fuera de eso, no negaría que le agregaba un punto exótico a su habitual porte sensual.
El cambio combinaba con su coleta de caballo alta, ya un poco más larga que la última vez que tuvo el placer de tenerla entre los dedos.
-¿No me dirás lo desesperado que estabas por mi regreso? -Dijo, atrayendo su atención a sus ojos de tormenta.
-No te creas tanto, por mí, pudiste haber tardado un mes incluso, ni eche de menos tu presencia -Respondió altivamente, encogiéndose de hombros como si no llevara diez días de pura agonía sin siquiera un momento de tregua.
-Oh, si eso es así, supongo puedo desaparecer otro mes por Grecia...
Harry no era estupido, sabía que lo que sea que estaba buscando pudo tardar incluso dos meses enteros. Si Draco se encontraba allí, era porque compartía sus mismas ansias de verlo.
-No -Decidido a bajar un poco la guardia. Por mucho que la tensión sexual entre ambos lo dificultara. Sin embargo, doscientas ochenta y ocho horas eran suficiente tiempo para matar el orgullo de cualquiera, y no pensaba alargarlo más. Deseaba que el rubio se pusiera en marcha inmediatamente- Perdón, Señor. No debí hablarle de esa manera.
El iris claro de Draco se oscurecía a medida que su pupila dilatada la consumía, al tanto que el hombre entendía por donde Harry deseaba llevar ese reencuentro.
Sin preguntar ni cuestionar nada más, solo le siguió el juego. Ambos lo necesitaban, después de todo.
Se levantó, acechándolo como un depredador a su indefensa presa. Como si Harry no fuera noventa kilos de músculo tonificado. Mirándolo de forma que los pocos centímetros que los distanciaban en altura, parecieran metros enteros.
Se apropió de sus caderas y acercó sus rostros. Tocó el labio inferior de Harry con su mano libre y lo jaló hacia bajo. Sin besarle, negándole lo que sabía, Harry deseaba más que nada en ese momento.
-¿Serás bueno para mí, Harry? ¿Te comportaras?.
-Sí, Señor -La brusquedad con que lo sujetó de la mandíbula a continuación, fue la confirmación que necesitaba para saber que ya no había vuelta atrás.
Se preocupó brevemente por la escasa distancia entre su oficina y el resto del departamento. Pero le era imposible seguir pensando en eso con lo labios de Draco atacando los suyos salvajemente.
Draco lo besó como quien prueba bocado luego de años muriendo de hambre. Con tanta desesperación y posesividad que le hizo tambalearse y reafirmar su equilibrio sujetando los hombros contrarios. Hace mucho no besaba a alguien con barba, el raspado hacía mucho por su excitación.
-Joder -Gimió por el primer golpe que le cruzó la cara. No fue ni con la mitad de fuerza que solían usar, pero si lo suficiente para despertar a la bestia masoquista que dormía en él.
-Serás educado bajo mi mano.
-Perdóneme -Y luego, tal ocurrencia tardía, agregó- Por favor.
La mano que antes sostenía su cadera, descendió con rudeza hasta sostener una de sus nalgas. La otra rodeó su garganta.
-¿Recuerdas los colores? -Harry tragó saliva con dificultad por la presión persistente en su cuello. Asintió desesperadamente antes de recibir otra fuerte bofetada de Draco- Quiero escucharte.
-Sí, Señor.
Draco no demoró en deshacer el primer botón de su camisa, trazando con la yema de su dedo el lugar justo debajo de la clavícula de Harry. Su sitio favorito para dejar los chupetones y mordidas más rudas que era capaz de propinar.
-Pruébalo -Demandó. Con gracia desabrochó el segundo, su otra mano viajando a la parte trasera de su cabeza, tirando del cabello negro sin consideración, hasta que Harry se vio obligado a inclinar su cabeza por completo hacia la presión.
-"Verde" continuar, "Amarillo" más lento, "Rojo"... -Draco ya había abierto su camisa por la mitad, exponiendo sus pezones erectos. Harry gimió al sentir como retorcía el izquierdo cruelmente- "Rojo" parar.
Una nueva cachetada le cruzó el rostro. La mano de Draco era un peso familiar y entrañable en sus mejillas, pero jamás dejaba de doler como la primera vez. Harry se deleitó con la sensación de picor extendiéndose en toda la zona.
-Que listo ¿Te creció el cerebro mientras no estuve? ¿Ya eres capaz de pensar con algo más que la polla?.
Deslizó la camisa por sus hombros de forma veloz. Pero Harry no se dejaba engañar, no significaba que sería algo rápido. Solo que Draco quería tenerlo desnudo lo más pronto posible.
Abrió los ojos en cuanto dejó de sentir esas manos hurgar en su cuerpo.
Observó confundido al rubio tomar asiento en su silla, tamborileando los dedos en el reposabrazos. Harry no tenía permiso de moverse, pero estaba tan, o incluso más, ansioso que Draco por ese momento, pues, a diferencia del otro hombre, él había tenido una prohibición estricta de satisfacerse. La abstinencia no era buena compañera para la naturaleza, de por si inquieta, de Harry.
-Mi Señor -Suplicó, haciendo ademán de arrodillarse entre sus piernas. Draco no lo permitió.
-Date la vuelta -La orden salió en ese tono que Draco solía usar para burlarse de la forma de hablar que Harry tenía con sus subordinados- Pantalones abajo.
Se volteó en seguida, no obstante, tardó un poco más en acatar el segundo mandato. Miró fijamente la puerta, su preocupación por la privacidad de nuevo presente en su mente algodonada. Recordando que no había escuchado a Draco hacer ningún hechizo silenciador ni de bloqueo. Fácilmente hacía magia no verbal, pero, de nuevo, eso no garantizaba nada tratándose de ese mago.
-¿Silenciaste la habitación?.
-¿Por qué? ¿No quieres que tus soldaditos de juguete te escuchen gemir y suplicar por mi pene? -Una risa burlona abandonó su boca, sin perder ni por un segundo su estoicismo- Potter, Potter, Potter... Ellos ya saben que eres mi perra.
No lo escuchó levantarse ni moverse detrás suyo. Solo el susurro divertido en su oído fue advertencia antes de ser empujado violentamente sobre la superficie de madera.
-Yo ordeno, tú obedeces. Y rápido. ¿Me estás entendiendo? -Acompañó cada palabra con una palmada en su trasero, aún sin remover sus prendas inferiores- Ese pantalón te aprieta tan bien... ¿Por eso lo usas, no? ¿Te gusta caminar por los pasillos sabiendo que te miran el culo?.
Se inclinó y dejó un camino de mordidas desde sus anchos hombros hasta recorrer la espalda por completo. Harry siseó en respuesta y sacudió sus caderas, desesperado por fricción, chocando con el aire, pues ya Draco no estaba ahí.
-Lo supuse -Seguido de eso, bajó por si mismo el pantalón y la ropa interior, pero solo hasta la mitad de sus glúteos. Dio otra cruda mordida en la curva prominente de su trasero y aflojó la mano que sostenía a Harry contra el escritorio- ¿Qué has estado haciendo en mi ausencia?.
Harry no se volteó intencionalmente, no queriendo que Draco viera una sonrisa extenderse por su rostro, por la gracia que le causaba su peculiar manera de esconder su curiosidad e interés genuino.
-Trabajando -Decidió privar a Draco de cualquier información real hasta no estar circunstancias menos... Comprometedoras. Su pequeña venganza por lo que sea que Draco planeaba al irrumpir en su trabajo a mitad de jornada.
-¿Puteando o este seudotrabajo que tienes aquí? -Bufó desdeñosamente- Jefe de Aurores, si claro, como si tuvieras el carácter para tal cosa, es un chiste ¿No crees?.
-Sí, Señor.
-Quiero una jodida respuesta de más de dos palabras -Harry se quejó alto por lo dedos malvados sumergidos en su ropa interior y pajeando su pene bruscamente- Piensa rápido, no tengo todo el día.
-Porque tienes razón -Enderezándose sobre sus piernas, giró su cuerpo, quedando ante esos ojos fríos que escondían sentimientos del tamaño del mundo entero- No tengo el carácter. Posiblemente...
Volvió a intentar arrodillarse, esta vez teniendo éxito. Draco parecía lo suficientemente curioso por lo que sea que iba a decir, como para permitírselo.
-Posiblemente caería de rodillas ante los magos malos con un chasquido de dedos -Concluyó.
Acercó tentativamente las manos al cinturón ajeno, esperando por una palmada o un alejamiento que nunca llegó. Se dejó llevar, haciéndose con la hebilla en cuestión de segundos.
-¿De verdad? ¿Se la chuparías a un criminal? ¿Un mago oscuro? -La esquina derecha de su boca se elevó con sadismo. Harry tragó saliva y le dio su mejor mirada por debajo de las pestañas.
-Solo si me diera permiso -Complacido, Draco asintió con la cabeza en dirección a sus manos.
El pelinegro no esperó que se lo dijeran dos veces antes de lanzarse en busca del premio. Llevaba más de una semana de insatisfacción y frustración, por lo tanto, al sostener el pene de Draco entre sus manos, se sintió como un maldito golpe de oxígeno luego de estar sumergido días enteros bajo en agua.
El gran tamaño, la textura, el peso, el grosor. Todo era tal como lo recordaba y, al mismo tiempo, se sintió como si la viera por primera vez. Ni siquiera estaba duro todavía, pero no interesaba, Harry se encargaría de que lo estuviera.
Miró hacia arriba, suplicando sin palabras. Entonces lo notó, era esa misma ansiedad que él sentía, ardiendo como un fénix en los ojos de Draco.
Pero claro, siendo quien era, no se doblegó ni siquiera ante las necesidades de su propio cuerpo. En cambio, metió su pulgar en la boca de Harry. Golpeando contra su legua y burlándose de su garganta al deslizarlo lo más profundo que pudo. Lo intercambió por el medio e índice y le folló la boca con ellos hasta que hubo saliva chorreando de su boca.
-Adelante, perra. Aliméntate.
Al estar flácido, Harry empezó por meter todo lo posible en su cavidad bucal, lubricándola y jugueteando con la lengua lo mejor que podía. Presionando la ranura de la cabeza y ahuecando las mejillas.
Vibró de placer al sentir como se endurecía en su boca.
Chupar pollas significaba, al menos para Harry, liberarse momentáneamente de cualquier pensamiento intrusivo de su ansiosa mente. Silencio total por esos preciados minutos. Casi tan bueno como ser embestido con brutalidad.
Fue así como sobrevivió a la post-guerra. Haciendo mamadas y dejándose coger por desconocidos en baños de clubes muggles. Cualquiera era bueno con tal de que lo liberara de los malditos fantasmas, de la culpa, impotencia... Del dolor. Si podía apagarlo, entonces Harry lo tomaría.
Entonces encontró a Draco. Siete años atrás. En un remolino desastroso que no hubiera tardado en acabar con su vida. Lo encontró y él lo ayudó a frenar, a dejar de dar vueltas al rededor de su mierda. Hallar un enfoque y levantarse del oscuro lugar al que cayó tras matar a Voldemort.
Cada lametazo, chupada, y atragantada la hacía con la devoción que Draco merecía. Por más de que este insistiera que no había hecho más que aprovecharse de su vulnerabilidad para follarselo duro. Harry conocía la verdad.
Volvió a la tierra por el jalón brutal en su cabello. Parpadeó, no muy seguro de cuando sus ojos se cerraron. Draco acarició sus mechones oscuros con algo muy parecido a la ternura, antes de correrse violentamente en su cara.
En un minuto se estaba sacando la punta de la boca y al otro cerrando los ojos para proteger sus globos oculares de la cantidad magna de semen, en esos momentos detestaba no usar sus gafas en el trabajo. Salpicó en su mejilla, nariz, labios y cuello. Se relamió, deseando que Draco se hubiera dejado ir en su boca. Añorando el amargo sabor en sus papilas gustativas.
-Eso fue rápido -Murmuró con voz ronca. Draco alzó una ceja en su dirección, pero extrañamente no lo reprendió por el atrevimiento. Solo le empujó la cabeza contra su rodilla, peinando su cabello hacia atrás y trazando distraídamente la cicatriz que adornaba su frente.
-¿Qué quieres que te diga? Extrañe tu boca de zorra regalada.
-¿Mi señor no tenía donde meterla en Grecia? -Preguntó inocentemente, siguiendo el juego fantasioso en el cual no eran estrictamente monógamos.
-Uff, sí. No tienes ideas de en cuántos hoyos me vacíe a falta de ti -Limpió una gota de la sustancia blanquecina con su pulgar, metiéndolo inmediatamente en la boca abierta de Harry- Pero nada como los tuyos.
-Me alegra saber que estoy en otro nivel para usted, Señor -Dijo, ocupándose en chupar el dedo en su boca.
-Eres especial. Estoy seguro de que, con la representación correcta, llegarías a ser la puta más cara del mundo mágico, lastima que te conformas con tan poco.
-Lo hago por vocación, no por dinero.
Draco sonrió. De esa forma sexy, macabra y lenta que erizaba cada vello del cuerpo de Harry.
Calma antes de la tormenta.
-Te traje un pequeño obsequio -Soltó su cabeza y señaló el mueble al otro lado de la habitación- Busca en mi abrigo.
Harry se arrastró hasta ahí a cuatro patas. Recordó el comentario de Draco con respecto a sus pantalones y aprovechó para contonear su trasero un poco, provocándolo descaradamente.
-El bolsillo izquierdo -Indicó al verlo llegar.
Hurgó con dedos un poco torpes, sacó la varita de Draco y la dejó a un lado, lo mismo con sus llaves y una bolsa de galeones. No fue hasta que su mano tanteó un objeto alargado que su cara enrojeció a más no poder.
Era un plug, se dio cuenta al tenerlo ante sus ojos. Una belleza de metal un poco más largo que los que tenían en casa, y como otra diferencia, este incluía dos bolas en la extensión, junto con una placa en el extremo que lucía una reluciente "M" en relieve.
Su ojos brillaron codiciosos.
Draco aplaudió dos veces consecutivas, apurándolo. Así que lo sostuvo entre sus labios para regresar junto a él.
-Levántate.
Obedeció más rápido que nunca, una nueva desesperación ahogándolo con intensidad. Él amaba esas mierdas y Draco lo sabía bien.
Por eso, no se sorprendió al verlo ponerse de pie parsimoniosamente, tomándose su tiempo para darle la vuelta e inclinarlo sobre el escritorio una vez más.
-¿Te gusta?.
-Me encanta.
Dejó caer su pantalón junto con su ropa interior. El aire frío de la oficina por fin azotando su culo desnudo, mandando escalofríos por su columna.
-¿Sí o no, Harry? -Su confusión por la pregunta se aclaró por la engañosamente suave caricia en una de sus nalgas, seguida de un apretón con uñas incluidas.
-Sí.
Draco no dijo nada más. Simplemente se paró justo detrás de él y con sus manos recorrió el camino de su espalda baja, bordeando intencionalmente los glúteos hasta llegar a sus muslos. Clavó sus uñas apenas por encima de las rodillas y jaló hacia arriba.
Los rasguños aguaron los ojos de Harry. Sacudió su cadera repetidamente sin poder evitarlo, desperado por moler su agonizante erección contra algo.
-Por favor, por favor, por favor, por favor... -La retaila sin sentido fue cortada por el primer golpe en su trasero.
Dos, tres, seis, dieciocho azotes más y las lágrimas corrían libres por su rostro. Su culo ardía como el infierno, pero estaba seguro que ese rojo no competía con el sonrojo extremo de su cara. Ese sería el peor momento para que alguien entrara a su despacho.
No quería imaginarse lo que pasaría por la mente de quien se atreviera a abrir esa jodida puerta y lo encontrara alzando el culo para recibir, muy gustoso, los golpes de Draco. Su reputación se iría a la mierda en un parpadeo, todo lo que había trabajado en casi diez años se derrumbaría sin oportunidad a recuperarse. Su pene se endureció un más, si es que eso era posible.
-Draco...
-¿Cómo me llamaste, putiPotter? -Susurró en su oído. Su trasero picó al tener contacto con la tela del pantalón de Draco.
Ahogó un grito por la secuencia de golpes, un poco demasiado fuertes, en sus de por sí adoloridas nalgas.
-Señor, perdón, perdón ¡Perdóname! ¡Basta, por favor!.
-Tienes una palabra. ¿La dirás?.
A pesar de que Harry no dijo "Rojo" ni ninguna de sus variantes, Draco decidió darle un descanso a su trasero. Harry saboreó sus propias lágrimas combinadas de semen mientras el hombre rodeaba el escritorio hasta pararse del lado de su cabeza.
Ya no tenía el pene afuera, pero tampoco llevaba los pantalones abrochados. No miró arriba, demasiado perdido en su deseo de que Draco la sacara y se la metiera hasta que pudiera sentirla perforándole los pulmones.
-Mira eso, el león más fuerte de Gryffindor convertido en un gatito desordenado y mimoso, suplicando por su leche -Delineó un camino invisible desde su oreja hasta su barbilla, acariciando su mejilla afeitada. Harry no podía mirarse a él mismo, pero seguramente la vista no era muy distante a lo que Draco narraba. El suave toque lo hizo querer ronronear- Que pena que seas un gatito callejero. Meneando la cola en la cara de cualquiera ¿No es así?.
-No -No comprendía de dónde venía esa desesperación por aclarárselo a Draco, más cuando sabía que le ponía todo el juego de los celos. Pero justo en ese momento lo único que Harry quería era...
-¿No?.
-No, nadie más. Solo tuyo, tuyo para lo que quieras.
-¿Lo que sea?.
-Sí, Señor.
-¿Mío para montar?.
-Sí.
-¿Coger?.
-Sí.
-¿Mío para romper cómo se me antoje?.
-¡Sí! ¡Mierda, claro que sí! -Prometió a mitad de un jadeo, mirándolo directo a los ojos y sin titubear ni por un momento. Eso logró el objetivo. Los ojos de Draco brillaron con algo mucho más perverso, visiblemente feliz por el cambio en su fantasía.
-Bien. Entonces ya no me retendré más.
¿Había estado reteniéndose en algún momento? Porque Harry no lo creía.
Sonrió encantado por las tres cachetadas que castigaron su rostro. Abrió la boca ante la proximidad de su mano izquierda, pensando que tendría los dedos de nuevo hasta la garganta. Para su grata sorpresa, Draco solo se acercó a él, devorando su boca antes de que tuviera tiempo de procesarlo.
Era incómodo por la postura, por la agresividad con que era jalado del cabello y el poco cuidado de su pareja al chocar sus dientes y morderle los labios casi hasta hacerlos sangrar. Harry lo amó.
Incluso más cuando, al separarse para tomar aire, escupió en su boca descuidadamente.
Segundos más tarde, empujó en su boca su regalito traído de Grecia. Tocando su campanilla antes de siquiera engullir la segunda bola.
-Si lo dejas caer, haré que te arrepientas -Harry asintió vigorosamente. Ruidos obscenos por el exceso de saliva que intentaba, a toda costa, retener en su boca. Fallando vergonzosamente- Mójala bien, será la única ayuda que tendrás.
Se excitó de antemano ante la perspectiva de esa cosa enorme abriéndolo sin la debida preparación... Y el plug también, obviamente.
No podía verlo, pero sintió a Draco retomar su comodidad en la silla destinada para el Jefe Auror. Su silla. Draco se sentaba como un rey en ella mientras él chupaba un maldito plug que le meterían en el culo. Los caminos de la vida eran un misterio.
Sin duda alguna, chupar juguetes sexuales te hacía reflexionar sobre los aspectos de tu vida.
Draco permanecía tranquilo y en absoluto silencio, condenándolo a escucharse a si mismo y sus sonidos pornograficos. Draco no lo había privado del uso de sus manos, pero el prefería mantenerlas a los lados, apreciando más el logro de sostenerlo en su boca sin hacer uso de ellas.
Las ruedas de la silla acompañaron la acuosa sinfonía en un punto dado, precediéndolo las manos de Draco separando sus nalgas. Aún ardían, pues la paliza que se les fue propinada no era para menos.
Dos golpes leves en su espalda baja fue la señal que necesitó para, ignorando el adormecimiento total de sus brazos, pasarle el juguete a su amo y señor.
Ya dejándolo en posesión de Draco, esperaba que él aprovechara ese momento para, ahora si, inmovilizar sus manos detrás de su espalda. Nuevamente no lo hizo, haciendo que Harry, en su ansiedad policiaca que no podía apagar a voluntad, se rebanara la cabeza tratando de adivinar cuál sería su próximo paso.
¿Recuerdan esa semana entera en la que estuvo en abstinencia y sin masturbarse de ninguna forma? Pues le cobró factura en el momento que la primera y segunda bola del plug fueron empujadas por su muy, muy, muy estrecha entrada.
Draco no mintió cuando advirtió que su saliva sería el único tipo de lubricante que usarían. Hubiera agradecido que al menos se tomara un tiempo para prepáralo con los dedos.
-¿Algo que decir? -Harry sabía lo que Draco estaba preguntando. Asegurándose disimuladamente de que no fuera demasiado para él.
-No ¿Tú si? -Lo miró por sobre su hombro y le guiñó un ojo. La esquina derecha de la boca del rubio se elevó apenas un centímetro, dándole ese aspecto mortífero que lo caracterizaba.
-Sí -Y levantándose, incorporó a Harry sobre sus temblorosas y adormecidas piernas.
Ponerse de pie con un juguete tan grande dentro de él no fue tarea fácil. Pero lo logró con solo una mínima mueca de incomodidad. La mayor parte de la quemada por la brusca inserción desapareciendo.
Echó la cabeza para atrás, descansándola sobre el hombro del más alto. Arriesgándose a una bofetada, besó un costado del elegante cuello, Draco lo consintió devolviéndolo en sus labios. Supo a gloria, sensualidad y deseo.
-Vas a mantener las piernas como están hasta que me canse de follarte con esa maldita cosa. Cuando me aburra, te darás la vuelta, te recostarás y las abrirás para mi. Mostrándome lo que me pertenece ¿Está claro?.
Harry pudo haberse corrido solo con escucharlo. Obviamente no compartió su pensamiento.
-Sí, señor.
-Estupendo, estás desafiando tus límites intelectuales hoy ¿Verdad? -Por fin tomó las muñecas de Harry. Aplastando sus palmas abiertas contra su abdomen trabajado y moviéndolas arriba y abajo a voluntad- Mientras con estas vas a...
Guió sus manos hasta sus pezones, o mejor dicho, abarcando sus pectorales con completo. Debió suponerlo, Draco tenía un marcado fetiche con esa parte específica de su cuerpo.
Entrelazó los dedos con los suyos, Harry bajó la mirada a la argolla plateada que él mismo puso en el anular de Draco un mes atrás. El saber que pronto estarían unidos formalmente fue suficiente estímulo para, a favor de los deseos de su prometido, retorciera y apretara por cuenta propia sus pezones.
Reclinándose de nuevo contra el cuello de Draco, gimió lo más obscenamente que le fue posible. Sintió su recompensa firme como una roca contra una de sus nalgas.
-A la mierda con esperar.
Aguantó sus caderas y le dio la vuelta, elevándolo por los muslos hasta sentarlo en el escritorio. Puso los ojos en blanco y casi se desmaya por lo profundo que llegó el plug en él.
-¡Mierda! ¡Jodido Merlin!.
-Que boca tan sucia ¿Se te olvidaron tus modales cuando me fui? -No opuso resistencia al ser suavemente recostado, mucho menos cuando sus piernas fueron completamente separadas y empujadas hacia arriba, contra su pecho.
-No debería sorprenderte, después de todo, no estabas para disciplinarme.
-Veo que la insolencia también hincó sus garras en ti -Palmeó ligeramente el pene de Harry, sacándole sonidos que no debería dejar salir considerando el lugar en el que se encontraban- No te preocupes, me encargaré de corregirlo.
Con sus manos se sostuvo por detrás de las rodillas, jadeando al sentir el plug abandonando su interior. Draco lo atrapó en el aire antes de que tocara el piso.
-¿Debería meterlo en tu boca mientras te follo? -Harry sacudió sus caderas en una súplica silenciosa al tenerlo presionado sobre su cuerpo. El vacío era incómodo- ¿O puedo confiar en que te mantendrás calladito?.
-Yo-yo... -Balbuceó, repentinamente preocupado otra vez por la falta de discreción que estaban cometiendo.
-¿Te gustaría que te escucharan? -Draco besó, o mejor dicho profanó su cuello con bestiales mordidas- ¿Qué oigan como su jefe gime cual perra necesitada, rogando por tener una verga partiéndolo a la mitad? ¿Qué pensarán, al saber que el niño dorado del mundo mágico, se abre de piernas a un mortífago por puro gusto? ¿Crees que se les antoje hacerte lo mismo? ¿Quién sabe? Quizás hasta te vuelves el Glory Hole público de todo el puto Ministerio.
-No, por favor...
-¿Por favor qué?.
-Por favor, Señor. No dejes que eso ocurra, yo solo quiero ser tuyo, te lo dije, solo quiero estar para ti, por favor...
Él calló sus súplicas al tomar su boca, hundiendo los dientes inmediatamente en su labio infiero y dándole guerra sin cuartel a su abusada lengua. Tenía la mandíbula cansada por todo el trabajo ejercido en las últimas horas, por lo que mayormente se dejó hacer, rindiéndose fácil ante el dominio ajeno.
-Eres tan caliente cuando te pones sucio y necesitado por mí. Una belleza.
-¿Soy una belleza?.
-Tu sumisión es una belleza.
Draco arañó sus costados, dejando líneas rojas al paso de sus uñas perfectamente recortadas.
-Nunca dejaré que nadie más te toque, Harry. Mataría a cualquiera que osara intentarlo. Eres mío, de nadie más. Solo yo puedo usarte y tenerte. Si dejas que alguien más te ponga un dedo encima...
-¿Qué? ¿Qué vas a hacer? -No, no estaba intentado retarlo. Solo tenía mucha curiosidad sobre a qué nivel sería capaz de llevar todo eso.
No le respondió. Pero metió de un único golpe su pene hasta lo más profundo de su culo. No pudo retener un grito ante eso, se tapó la boca, horrorizado y avergonzado a partes iguales.
-No hagas eso, no te calles. Quiero escucharte, maldita sea.
-Pero los demás... -Balbuceó entre jadeos y gemidos de dolor.
-No me importa.
A Harry le dejó de importar una mierda lo que pudieran oír los demás. Él estaba siendo deliciosamente jodido por Draco Malfoy y todo el maldito mundo debía enterarse cada vez que su gran pene entrara hasta el fondo de su cuerpo. Tendría tiempo para morirse de la vergüenza más tarde.
-¡Merlin! ¡Joder, Draco! ¡Maldición! -Por la falta de reprensión, Harry asumió que el otro hombre estaba igualmente absorto en su propio placer. Así que lo tomó como oportunidad para decir lo que se le antojara- ¡Eso es! ¡Así, justo ahí! ¡Más duro, Draco! ¡Vamos!.
Las embestidas era tan rápidas y violentas, que sentía el borde de su entrada apunto de reventarse, ardiendo de una exquisita manera, en la línea perfecta entre el dolor y el placer. Deseaba que Draco se lo cogiera más profundo, tan hondo que pudiera sentirla en su estómago por los próximos tres días.
-Joder, Malfoy, Dios, te amo, te amo tanto, maldita sea si, ve más deprisa, más duro...
-Eso suena mucho a que intentas decirme que hacer -Protestó con la voz jadeante y un tanto arisca. Harry lo distrajo apretando lo más que podía alrededor de su longitud.
Él respondió virando los ojos y maldiciendo en todos los idiomas que manejaba. Se detuvo bruscamente, claro indicativo de que intentaba controlarse antes de continuar.
Giró a Harry, rodándolo sobre su costado para que quedara de lado, con su tobillo derecho sobre el hombro de Draco. Esta vez fue un poco más pausado al hundirse, pero solo con el propósito de despistarlo, pues lo folló aún más vigorosamente que antes, si es que eso era posible.
Harry quería que Draco se corriera primero. Golpear su hinchado ego como venganza por tenerlo doce días sin poder tocarse y no haber, ni por asomo, acariciado su dolorosa y alarmantemente roja erección desde un largo rato antes. No sería fácil, dado que ya se había derramado anteriormente en la cara de Harry, pero no significaba que no lo intentaría de todas formas.
-Vamos, Dragón ¿No querías que me escucharan gritar? ¿Que todos supieran que te estás jodiendo en el culo del jefe?.
-Jefe, si claro -Gruñó, con una risotada en su oído- No eres jefe ni de tu propio cuerpo.
-No, porque tú lo eres ¿No? Eres mi dueño. Amo y señor de mi existencia.
-¡Sí! -Draco estaba cerca, podía verlo en su rostro, incluso a través de las lágrimas de placer acumuladas en sus propios ojos.
-Y matarás a cualquiera que se me acerque, porque soy tuyo... -Respiró hondo ante una estocada particularmente dura. Tartamudeando lo último de su oración y acompañándola con un apretón asfixiante de sus paredes internas sobre el pene de Draco- Y nadie más puede tenerme. Sí, soy una puta, pero solo de tu propiedad.
El subidón del orgasmo golpeó a Draco con ferocidad. Volviéndolo una bestia enojada e incontrolable dentro de él. Aún atravesando la ola de su clímax, lo penetró unas cuantas veces más, burlándose de su pene, apretándolo, pero sin más estimulación que eso.
Su furia por correrse primero fue palpable al comenzar a azotar furiosamente el culo de Harry con su mano libre. Harry se corrió con un gimoteo desesperado y sollozos fogosos saliendo de su boca. Se privó por unos segundos, apretando los ojos cerrados y contemplando explosiones brillantes en el fondo de su cabeza. Todo su cuerpo temblaba, no sabía con certeza si por el llanto o por el extasis.
-Harry, hey, Harry... -Siguió a la suave e hipnótica voz que lo llamaba a través de la bruma de su orgasmo- Harry, mon lion, mon amour, mon vie. Lumière de mes yeux, parfait et beau.
Harry no sentía el trágico e incómodo vacío en su trasero, así que supuso que Draco aún no salía de su interior. Por lo que, envolviéndolo con sus piernas, se aferró a su cuerpo mientras lo besaba, despacio y con dulzura. Draco lo abrazó por la espalda y lo cargó junto a él hasta sentarse en su silla.
Estaban apretados, pues el asiento no fue diseñado para dos cuerpos, y Harry presentía que podría romperse en cualquier momento por el débil soporte, pero no conseguía hacer que le importara.
-Merlin, eres tan hermoso. Te amo demasiado, Harry. Te extrañe -Murmuró el rubio contra sus labios. Dejando un beso en su nariz, se acercó a dejar uno en su frente pero se detuvo en último minuto- Eres un desastre pegajoso.
-Te puedes culpar a ti mismo por eso -Habló, mirándolo directamente a los ojos.
Con un accio, Draco llamó a su mano un paquete de... ¿Toallitas húmedas?.
-Ya tenías planeado correrte en mi cara ¿Cierto?.
-Me conoces bien -Divagó entretanto limpiaba con sumo cuidado el semen seco de su frente.
Harry se quedó en silencio, observando cada movimiento de su prometido, la devoción con que lo aseaba y el amor que iluminaba sus altivos rasgos.
-Por el bien de tus testículos, espero que hayas silenciado y bloqueado la habitación.
-¿Por quien me tomas? Obviamente lo hice -Draco lo levantó por el trasero para sacar su pene de él, pero Harry lo detuvo con una mano en su pecho.
-Espera -Inclinó la mitad superior de su cuerpo para alcanzar el plug que descansaba en el borde del escritorio, depositándolo en la mano abierta de Draco- No quiero que se salga.
-¿Seguro? Aún te quedan varias horas antes de volver a casa -Harry colocó esa expresión que no daba lugar a réplicas y Draco se apuró a hacer lo que le pedían. Remplazando su polla por el artilugio en el estirado trasero de Harry- ¿Feliz?.
-Mucho.
Perdió la noción del tiempo desde ese momento, solo concentrado en la respiración del pecho bajo su cabeza y el sonido del tarareo casi imperceptible de Draco en su oído.
Las palabras de amor susurradas en francés, de las cuales Harry entendía solo el setenta por ciento por la constante convivencia y las promesas de recompensas por sus doce días de sufrimiento fueron el paraíso de Harry por al menos una hora.
Pero como todo tiene un fin, llegó el momento en que tuvieron que separarse. Principalmente por la obstinada lechuza de Hermione entrando por la ventana, enviada con un mensaje para recordarle su compromiso de ir a almorzar con sus mejores amigos ese día.
Maldijo al abandonar su cómodo lugar en el regazo de Draco, el dolor imposiblemente intenso en su cadera castigándolo por coger en su oficina en horas de trabajo. Se lo merecía, no lo negaría. Por eso tampoco se quejó cuando, al agacharse a recoger su pantalón, debió tomar aire cinco veces y armarse de valor antes de pararse de nuevo.
-¿En serio te vas? -Preguntó Draco, Harry prácticamente escuchó su sonrisa burlona por su obvia dificultad para vestirse. Como lo odiaba. Debió matarlo mientras dormía en algún momento de esos siete años- Si, claro. Como si pudieras vivir sin mí y mi "Gran pene".
-¡Salte de mi cabeza! -Lo golpeó en el hombro, aunque la sonrisa en su rostro lo delataba.
-Eres auror, no debería ser tan fácil entrar en ti -Le recriminó, luego Harry se rió y se dio cuenta de lo que había dicho- ¡No lo dije en ese sentido, por amor a Merlin! ¿Solo sabes pensar en sexo?.
-Si no estoy pensando en tener sexo contigo, estoy pensando en matarte. Nuestra relación nada más tiene dos modos.
-Que gracioso -Dijo, seguido por una risa sarcástica. Abandonó la silla para abrazarlo por la espalda- Deberías dedicarte a la comedia, se te daría mejor.
-Por supuesto. Abriría mi show con un chiste sobre la precocidad de los penes grandes.
-¡Basta, solo fue esta vez! -Un puchero se formó en sus labios y Harry lo besó hasta que estuvo sonriendo de nuevo- ¿Podemos no mencionarlo de nuevo?.
-Oh no, eso fue un logro personal. Mi psicomaga lo sabrá. Y quizás también Pansy, solo para intercambiar notas sobre tu desempeño.
-Menciónale esto a Pansy y no vives para contarlo, estás advertido Potter.
Viró los ojos. Se giró en los brazos de su amor, enredando los dedos en los mechones que se escaparon de la coleta mientras follaban.
-Tienes barba.
-Repito. Tu don observador es tu más grande talento.
-Te queda bien -Proclamó, sin hacer caso a sus palabras afiladas.
Las mejillas pálidas tomaron un rubor rosado. Siempre le maravillaba lo susceptible que era Draco a los halagos.
-Muy masculino y sexy, digo, luces hermoso de cualquier forma, pero con barba, joder, eres mi nuevo sueño húmedo.
-Cierra la boca, Potter. Muérete de una vez -Desvío la mirada con la cara ardiendo.
Mierda, no lo había visto en semanas. Lo que menos deseaba ahora era separase de su lado. Pero bueno, solo serían unos cuantos minutos. Quizás después del almuerzo podría decir que estaba enfermo y volver a casa para acurrucarse junto a él por lo que quedaba de día.
-A mi también me encantaría ese plan.
-¡Deténte! -Recolocó sus barreras mentales, justo como Snape lo había enseñado hace tantos años. Juntó sus frentes y dejó un último beso en sus labios.
-Deja de ser tan dramático, nos veremos en unas horas -Protestó. Harry prefirió no señalar que era él quien lo tenía casi atado a su cuerpo con su inflexible abrazo.
-Está bien. Me iré entonces... -Se detuvo antes de llegar a la puerta- Oh, y cuando vuelva, más te vale haber limpiado el desastre en mi escritorio. Que no quede ni una mancha.
-Quédate cinco minutos y puedo hacerte lamerlo.
-No gracias, tengo suficiente con lo que guardo en mi trasero. Demasiado semen en mi organismo por un rato.
Draco prestó especial atención a que no había dicho "Día", emocionándose de inmediato.
-No se preocupe, Jefe. Prometo que su escritorio quedará como si nunca le hubieran roto el culo en él.
-Vete a la mierda, lo digo en serio, muy a la mierda.
-Me amas.
Harry salió, cerrando suavemente la puerta a su espalda y apoyándose en ella solo por un momento.
-Sí, te amo.
-¡Escuché eso!.
-¡Metete en tus propios asuntos y deja de molestarme!.
Se fue rabiando a su almuerzo. Dándole miradas amenazantes a cualquiera que se atreviera a darle una segunda ojeada por su cojeo, recordándole el plug que se sacudía con cada paso.
Un día maravilloso, sin duda alguna. Esperaba se repitiera.