
El hombre del garfio
Altaira se encontraba hecha un bollo en la cama que se apropió, del motel en turno en el que se encontraban los Winchester, se negaba a levantarse pese a que sus hermanos ya estaban listos para irse desde hacía rato e insistiéndole que tenían que irse. Si bien a la adolescente le agradaba el Pastor Jim y disfrutaba pasar el tiempo con él, aunque sea ayudándolo a limpiar la iglesia y ordenar las biblias, no tenía la menor intención de moverse ahora por una sola razón, la misma razón que cualquier adolescente tendría, y esa era, los exámenes.
– Vamos Ali – insistió Sam – te gusta ir con el Pastor Jim.
– Sí, pero no los exámenes – respondió la adolescente mientras se hundía más en su bollito
– Entonces no lo hagas – respondió resolutorio el mayor de los tres
– Dean – le reprocho Sam mientras intentaba quitarle las sabanas a la menor
– Ya hice los exámenes – se quejó mientras se aferraba a las sabanas como si le fuese la vida en ello – ¡no, no, no!
– Esos fueron los exámenes del año pasado, ahora te toca los de este año – respondió con dificultad por la fuerza que hacía para intentar sacar las sabanas, sorprendiéndose de lo duraderas que eran.
– Nooo – reprocho – no estoy. Enferme… estoy morida
– Eso está mal conjugado
– Bien, ya es suficiente – cansado de esperar, Dean, aparto a Sam y con sabanas incluidas alzó a Altaira – vámonos
Los hermanos se encontraban en una cafetería, al aire libre, a cinco ciudades de distancia del motel donde amanecieron. Mientras Dean utilizaba la computadora de Sam, el dueño de dicho aparato se encontraba utilizando un teléfono público, Altaira se encontraba de muy mal humor pidiendo los café de todos.
– No puedo creer que nos terminamos llevando las sábanas – comento aún malhumorada mientras se dejaba caer sin gracia alguna en la silla – no estarás viendo porno ¿no? Sam se enoja cuando le congelas la computadora por usar varias páginas
– Eso es algo que deben preocuparse los Jones – le respondió desinteresado después de mirarla con reproche por lo último dicho por ella.
– Tu medio café – comenzó a decir la menor mientras extendía el café a Sam cuando se acercó lo suficiente – de doble vainilla se está enfriando aquí, Francis
– Púdrete – Sam se sentó mientras tomaba el café
– ¿Y bien? – le pregunto el mayor sin despegar la vista de la computadora
– Lo chequeé en base de datos de personas desaparecidas del FBI. Ningún “desconocido” que encaje con la descripción, y verifique la patente para ver si tenía violación de tráfico
– Te lo dije, no creo que papá quiera que sea encontrado.
– Mientras intentaré no sentirme ofendida porque crees que mi investigación previa sobre papá no es suficiente, y de que creyeras que permitiría que deje que exista algún registro de nuestras múltiples violaciones de tránsito, de nuestras múltiples patentes – dijo Altaira con su voz desbordando de sarcasmo antes de tomar su café, a lo que Sam solo le pudo responder con una sonrisa nerviosa a modo de disculpa.
– Mira esto – Dean le paso la computadora a Sam – una noticia del Plain Courier de Ankeny, Iowa como a 100 millas de aquí.
– El cuerpo mutilado fue encontrado cerca del auto de la víctima estacionado en la ruta 9 – leyó en alto el artículo
– Sigue leyendo – insto el mayor
– Las autoridades no han sido capaces de obtener una descripción real del asesino. El único testigo, cuyo nombre ha sido omitido, solo se ha limitado a decir que el atacante era invisible.
– Podría ser algo interesante – comento entusiasmada la menor
– Podría ser nada – refuto Sam – un solo testigo que no vio nada, no significa que sea el hombre invisible.
– ¿Pero qué pasa si lo es? – Cuestiono el mayor – papá lo habría comprobado
– Bien
– Si – festejo la menor antes de levantarse
– No. Vos tenes exámenes que rendir – le recordó divertido el mayor
– Dean – reprochándole tal traición Altaira se dejó caer nuevamente en la silla
– Lo siento peque. Sabes que soy el primero en apoyarte en no rendir – comenzó a excusarse
– ¿Pero? – le reclamo
– El Pastor Jim se enojaría y puede llegar a dar mucho miedo cuando lo hace – Sam secundo lo dicho por su hermano con cabeceos afirmativos recordando las pocas, pero terroríficas, veces que provocaron la ira del paciente hombre de fe.
– Traidor
Un viaje de un poco más de tres horas después y los hermanos Winchester se encontraban en frente de una iglesia clásica, no llegaron a terminar de subir las escaleras cuando un hombre alto, delgado, con el pelo de un castaño canoso corto y con algo de entrada, acompañándolo con una barba candad poco marcada e igual de casona que su pelo, remarcando la adultez del hombre vestido de negro, con el cuello blanco, salió a recibirlos con una gran sonrisa.
– Niños, que grandes están – los saludo alegre a cada uno con un abrazo – ¿Cómo han estado? – pregunto ignorando las quejas silenciosas de los hermanos por el “niños”
– Pastor Jim – respondió Dean después de abrazarlo – bien, con el negocio familiar – dijo crípticamente cuando una persona paso cerca para entrar a la Iglesia
– ¿Días difíciles? – pregunto el Pastor luego de saludar al miembro de su iglesia, ofreciéndole a los hermanos entrar con su brazo extendido hacia la puerta
– Lo normal – contesto Altaira comenzando a caminar detrás de sus hermanos
– ¿De casualidad no sabes algo de papá? – pregunto esperanzado él más alto
– Ali me comento sobre su desaparición. Lo siento Sammy, no sé nada sobre él o su paradero; pero su padre es un hombre fuerte, seguro que estará bien – comentó como una ocurrencia tardía para animarlo al ver la cara de decepción del chico.
– Ya se lo dije pero no quiere creerme. Papá no quiere ser encontrado – acuso Dean recibiendo miradas de reproche de su hermano y una divertida del Pastor Jim
– Estás lista para tus exámenes – decidió cambiar de tema
– Ya los hice el año pasado y el anterior, y el anterior a ese también – se quejó la menor ignorando la mirada de reproche, por su tono de voz, proveniente de las pocas personas que se encontraban en la iglesia
– Los tendrás que hacer este año y el próximo, y el próximo a ese también – respondió divertido el Pastor con la misma lógica de la menor – sé que te resulta molesto pero es para tu futuro, con las notas que obtuviste los años anteriores no te resultara difícil el conseguir alguna beca universitaria – intento incentivar a la menor, con una actitud muy paternal, sin darse cuenta como se tensó Dean ante la mención de la universidad, pero Altaira lo percibió.
– ¿Y si no quiero ir a la universidad? – pregunto notando como se relajaba su hermano.
– Eso lo decidirás cuando llegue el momento, hasta entonces, tendrás que hacer los exámenes para no perder la oportunidad – respondió Sam, mientras internamente hacia planes para convencer a la menor de ir a la universidad, él aún quería que ella dejara todo esto atrás y tuviese una vida normal, aunque él no lo haya conseguido.
Sin posibilidad de refutar nada, Altaira se resignó a su destino próximo con los exámenes. Dean incómodo con el rumbo de la conversación cambio rápidamente el tema a asuntos más cómodos para él, no quería ni podía el gestionar las emociones que tenía acumulándose en su interior con respecto al futuro de su hermana. Tenía terror a que ella también lo abandonase, apenas si pudo tolerar que Sam se fuera y aún se siente muy herido por la ida de su padre, más al enterarse que fue una partida voluntaria; sabía que estaba siendo egoísta al no querer que su hermana se valla a estudiar, siendo completamente consiente de que eso es lo mejor para ella, porque estaría alejada del peligro y teniendo una vida tranquila, que muy en el fondo él también deseaba, pero no quería quedarse solo. Él estaba muy consciente de que en cualquier momento Sam se volvería a ir, que lo volvería a abandonar, y aunque hiciese todo lo posible por ignorarlo, también sabía que si lo volvían a encontrar su padre también lo volvería a dejar, el hombre que siempre pensó que estaría con él a su lado, de quien siempre cumplió con todo lo que le dijo en busca de algo de afecto, de que se voltease y le dijese que estaba orgulloso de él y que lo quería, ya no representaba una constante, un pilar, en su vida y eso lo destrozó, no quería perder también a Altaira, sin importar lo egoísta que fuere quería que ella se quedase a su lado como él siempre estuvo para ella, él la crío y educo no podía abandonarlo, no quería que lo abandonase.
– No se irán para siempre – le recordó el Pastor Jim con diversión cuando escucho el suspiro derrotado de Altaira, que aún se encontraba mirando a la calle, con anhelo, en la dirección que se fue el impala.
– Lo sé pero no quiero quedarme.
– Intentaré no sentirme ofendido – respondió con burla el mayor, mientras subía la escalinata de la iglesia, todos los años era lo mismo con la joven – deberías tomar esto como una oportunidad.
– Creí que llegamos al acuerdo de que no me intentarías convertir.
– No hay nada de malo en dejar tu alma en las manos de Dios, y no era eso a lo que me refería.
– No creo en él. ¿Oportunidad de qué? – pregunto con rapidez para evitar un sermón, ama a Jim como a un padre pero la religión no era lo suyo, siempre le causaba un gran malestar en el estómago con tan solo pensarlo.
– En aprender y experimentar una vida separada de la de tus hermanos – respondió con calma mientras se dirigía a la puerta de su oficina, que se encontraba detrás del altar
– No es la primera vez que me dejan atrás para ir a cazar – comento mientras se sentaba directamente en su sillón de dos personas, desde que recordaba reclamaba ese sillón como propio y estaba muy consciente de que Jim lo aceptaba porque varias veces cambio su inmobiliario pero ese sillón en particular no se movió ni un centímetro de su lugar, a pesar de que no combinase con el resto de sus muebles.
– No me refiero a tus “vacaciones”
Jim se dirigió a la pequeña cocina que tenía para preparar té para ambos, llamarlo cocina era mucho decir, era un pequeño rincón de su oficina donde tenía una pequeña pava eléctrica un par de tazas y tres variedades de saquitos de té, también tenía escondidas unos paquetes de galletitas y una barritas de chocolate, que guardaba para ocasiones especiales.
– Me refiero a ser más independiente, el ser únicamente Altaira y no la hermanita menor de Sam y Dean – continuo explicando mientras dejaba las tazas de té en la mesita ratona y se sentaba en su propio sillón individual – no me mal intérpretes, sabes que los amos a todos como si fuesen mis hijos pero me preocupa un poco la dependencia que tienen entre ustedes.
– Solo somos más unidos que el promedio, lo que no es de extrañar considerando a lo que nos dedicamos – defendió la menor
– ¿Cuáles son tus proyecto para el futuro? – Pregunto intentando otro método – ¿Quieres pasar toda tu vida como cazadora? ¿No tienes otras ambiciones? ¿No quieres tener tu propia familia? ¿No te interesa el tener un lugar fijo al cual llamar hogar?
Sin saber que responder y algo incómoda, se concentró en tomar su té y evitar el contacto visual, captando la indirecta, Jim, no volvió a insistir en el tema pero se encontraba satisfecho de por lo menos dejarle un par de interrogantes en la mente de la menor, él sabía que aunque no le respondiese en ese momento esas preguntas rondarían por su cabeza hasta que le encontrase respuesta. Siguieron conversando de temas más a menos, poniéndose al corriente de todo lo que les sucedió desde la última vez que se vieron, Altaira aprovechó para avanzar un poco más con su estudio sobre los demonios y le compartió algunos de los libros de su padre, sin embargo ni con la ayuda de Jim pudo descifrar lo que buscaba su padre, ni siquiera puedo encontrar el motivo del porque investigaba sobre ese tema en específico.
Después de la charla ayudo a Altaira a llevar sus cosas a la habitación que siempre ocupaba cuando se quedaba con él, ya que vivía en la iglesia, por si alguno de sus feligreses o cualquier otra persona buscaban ayuda o refugio por la noche. La dejo sola para que se acomodase, sin olvidar el mencionarle que en dos días serían sus exámenes y que aproveche a repasar, que él la ayudaría con cualquier duda o problema que tuviese, y siguió con su rutina normal con los deberes como pastor, aconsejando a algunos y confesando a otros para terminar su día preparando el sermón para el domingo.
Cuando cayó la noche, Jim, se retiró a su “casa” y al llegar no se sorprendió de encontrar en la cocina a Altaira, terminando de cocinar, siempre que la joven quedaba a su cuidado aprovechaba a cocinar todo tipo de comida que le llamase la atención, incluso a veces le pedía recetas a algunas de las mujeres mayores habituales a su iglesia, moviéndose en silencio comenzó a preparar la mesa para ambos. Era la pequeña rutina que tenían para la cena, al principio Jim se negó e intento convencerla de que no era necesario de que cocine, principalmente porque era muy pequeña como para que este en la cocina sin que resultase peligroso, pero rápidamente cedió y la dejo cocinar, siempre con supervisión hasta que fue lo suficientemente mayor como para no correr riesgo en la cocina, debido a que comprendió que cocinar le ayudaba a relajarse y a concentrarse en otra cosa, que no sea lo que fuese que le afectase en ese momento, que generalmente era la separación con sus hermanos o los exámenes.
Después de dejar a Altaira en lo del Pastor Jim, los Winchester mayores se dirigieron a Ankeny, Iowa para revisar si tenían un caso o no, por lo menos por parte de Sam porque para Dean era más que evidente que si era un caso. El ambiente en los primeros metros fueron incómodamente silenciosos e incluso melancólicos, no es como si la menor de los hermanos fuese extremadamente ruidosa pero su presencia siempre se hacía notar de una u otra manera, ya sea solo por sus suspiros ocasionales cuando duerme o por el ruido de hojas del libro cuando son pasadas, también en formas más notorias como cuando se pone a cantar a coro con su hermano o tarareando sola con alguna canción que pasen por la radio en el momento; o simplemente cuando debatía con Sam por cualquier conocimiento que le resultase interesante en ese momento. Dean era el más incómodo por la usencia de Altaira, en especial después de la breve conversación sobre el futuro de la misma, sentía el mismo vacío que sintió cuando Sam se fue a la universidad, una vez que la ira y el enojo de la separación había pasado, era una sensación que sin duda el mayor detestaba, recordándose a sí mismo que sería una breve separación de apenas unas semanas, colocó algo de música para romper el silencio y relajarse un poco con su rock clásico.
– ¿Por qué estamos aquí? – pregunto Sam una vez que se bajaron del auto, en lo que parecía ser la casa de una fraternidad.
– La víctima vivía aquí – le respondió antes de acercarse a unos jóvenes que estaban reparando un auto – bonitas llantas – intento iniciar una conversación pero los jóvenes no hicieron más que mirarlo sin entender – somos hermanos de la fraternidad de Ohio. Somos nuevos en la ciudad, nos acaban de trasferir. Estamos buscando un lugar para quedarnos.
Sin cuestionárselo muchos los jóvenes le mostraron encantados la casa y les indicaron una habitación donde podrían quedarse. Al ingresar a la habitación vieron a un joven con un pantalón jogging amarillo y el torso desnudo, pintándose de violeta con una brocha.
– ¿Quiénes son ustedes? – pregunto el joven de piel violeta al notar a los hermanos
– Somos tus nuevos compañeros de cuarto – respondió Dean algo incómodo por el raro sujeto
– ¿Me haces un favor? Acaba mi espalda – pidió cuando al fin entraron al lugar – un gran juego hoy – dio como explicación a los desconcertados hermanos
– Él es el artista. Hace maravillas con el pincel – se liberó de la carga señalando con el pulgar al menor, que no le quedo de otra que tomar el balde de pintura y el pincel – Entonces… Murph ¿correcto? – pregunto después de verlo como titular en la revista que tenía en la mano mientras se sentaba en un sillón individual cercano.
– ¿Qué?
– Escuchamos que uno de los chicos de aquí fue asesinado la semana pasada.
– Si – respondió melancólico.
– ¿Qué paso? – pregunto Sam mientras pintaba la zona del cuello.
– Dicen que fue un psicópata con una navaja, tal vez un vagabundo que pasaba por ahí. Rich era un buen chico,
– ¿Rich estaba con alguien? – siguió interrogando Sam mientras pintaba.
– No solo con alguien. Lori Sorenson.
– ¿Quién es Lori Sorenson? – Pregunto Dean – se te olvidó pintar un pedazo de la espalda – le hiso notar a su hermano, recibiendo una mirada molesta del menor ya que deliberadamente dejo sin pintar aquel sector de la espalda baja.
– Lori es una novata. Ella es de aquí. Muy guapa y además es la hija del reverendo.
– No sabrás de que iglesia ¿verdad?
Después de terminar de pintar a su “compañero” de fraternidad, los hermanos se dirigieron a la iglesia, llegaron justo cuando el reverendo se encontraba dando un sermón en memoria de Rich, entraron por una puerta lateral para no interrumpir y ser lo más discretos posibles, cosa que no paso debido a que la puerta se cerró con fuerza, provocando que no solo el reverendo dejase de hablar sino que todos los miembros allí presentes se voltearon para verlos.
–…como comunidad – prosiguió el reverendo como si no hubiese sido interrumpido, sin embargo Lori, la hija del reverendo, no pudo apartar la mirada de los hermanos, más específicamente de Sam – y como familia. La pérdida de una joven persona es particularmente trágica. Una vida que no es vivida es lo más triste que puede pasar.
Cuando Sam sintió la mirada de la joven solo le sonrió comprensivo, la joven se volteo rápidamente al darse cuenta no solo que se había quedado mirando sino que había sido descubierta en el proceso.
– Así que, por favor, recemos por la paz… por la guía y por el poder para proteger a nuestros niños.
Todos bajaron la cabeza para rezar menos Dean que estaba distraído, tuvo que ser Sam el que le llamara la atención con un leve codazo para que bajase la cabeza porque tenía que rezar, o por lo menos fingir para que guarde un poco el respeto a la ceremonia, o como mínimo no llamar más la atención sobre ellos.
Al finalizar la ceremonia los hermanos salieron en busca de la hija del reverendo, e interrogarla por lo sucedido la noche en la que su novio fue asesinado. La vieron despedirse de una joven de tez morena, esperaron a que no se le acercara nadie más para poder hablar con ella.
– ¿Eres Lori? – preguntó Sam para llamar la atención de la joven, que en ese momento se encontraba de espalda a ellos.
– Si – respondió la joven volteándose y prestándole toda su atención a Sam.
– Mi nombre es Sam. Él es mi hermano, Dean – se presentó – acabamos de ser trasferidos aquí a la Universidad.
– Les vi dentro.
– No queremos molestarte. Solo que escuchamos lo que paso.
– Queremos darte nuestras condolencias – interrumpió Dean al ver que la joven se comenzaba a incomodar.
– Creo saber por lo que estás pasando – siguió el más alto con su mismo tono calmo casi parecido a un susurro – yo, yo vi morir a alguien, una vez. Es algo que nunca olvidas.
– Papá – saludo la joven cuando el reverendo se acercó, un hombre de baja estatura (prácticamente similar a la de su hija) de aproximadamente unos cincuenta años con una notoria calva en la parte superior de la cabeza, vestido con una sotana verde con grabados y diseños en blancos– ellos son Sam y Dean. Son estudiantes nuevos.
– Es un placer conocerlo, señor – saludo Dean estirando su mano – le estaba comentando lo inspirador que fue su sermón.
– Muchas gracias – agradeció con una sonrisa después de estrechar la mano de Dean – es agradable encontrar gente joven que este abierta al mensaje del Señor.
– Escuche, somos nuevos en la ciudad, y en realidad estábamos buscando un… – Dean aparto al revendo al ver que la conversación no avanzaría con él presente, dejando solo a su hermano con Lori.
– Dime, Lori, ¿Qué es lo que la policía dice? – hablo Sam mientras comenzaba a caminar en dirección contraria a la que se fue su hermano, alejándose así un poco de las demás personas.
– Bueno, no tienen mucho donde buscar – comenzó a contar Lori, siguiendo al más alto – creo que me culpan por lo que paso.
– ¿A qué te refieres?
– Mi historia. Estaba muy asustada, yo creo que estaba viendo cosas.
– Eso no quiere decir que no fuera real – la consoló.
Los hermanos dejaron la iglesia para dirigirse a la biblioteca pública del lugar, a buscar cualquier cosa que pudieran investigar en los archivos. Como siempre que no sabían por dónde comenzar o seguir con alguna investigación, recurrían a la biblioteca para el desagrado del mayor que no era muy aplicado con los estudios.
– ¿Le crees? – pregunto Dean mientras caminaban por los pasillos de la biblioteca.
– Si,
– Y creo que también es guapa – comento sardónicamente Dean creyendo que esa era la razón por la que su hermano le creía.
– No, hombre había algo en sus ojos. Y escucha esto. Ella escucho arañazos en el techo y encontró el cuerpo ensangrentado colgado sobre el auto.
– ¿Cuerpo ensangrentado colgado? Eso suena como…
– Sí, lo sé. La leyenda del hombre del garfio
– Esa es una de las más famosas leyendas urbanas. No creerás que estemos tratando con el hombre del garfio.
– Cada leyenda urbana tiene una fuente, un lugar donde todo comienza.
– ¿Y qué hay sobre los arañazos y las ruedas pinchadas… y el asesino invisible?
– Tal vez el hombre del garfio no sea un hombre del todo ¿Qué tal si es una clase de espíritu?
Ambos hermanos estaban en una mesa esperando a que una de las asistentes de la bibliotecaria, les trajeran los archivos policiales más antiguos del pueblo. El golpe de una caja contra la mesa sacó a Dean de su letargo.
– Aquí tienen. Estos son los archivos desde 1851.
– Gracias.
– Está bien – le respondió la joven antes de partir.
– Esta es la forma en que desperdiciaste cuatro años de tu vida ¿no? – pregunto cansado Dean, viendo como su hermano quitaba el polvo de las tapas de las cajas.
– Bienvenido a la educación superior – le respondió sin inmutarse, comenzando así unas largas horas de búsqueda.
– Mira esto – Sam llamo la atención de su hermano y comenzó a leer el informe, mientras Dean se acercaba a él – 1862. Un predicador llamado Jacob Karns fue arrestado por asesinato. Estaba tan enfadado por el prostíbulo del pueblo que una noche asesinó a 13 prostitutas… algunas de las muertas fueron encontradas en sus camas completamente ensangrentadas. Algunas otras colgadas de los árboles, como una advertencia de sus pecados de carne.
Mientras su hermano leía el informe, Dean saco del expediente un dibujo de Jacob donde se lo veía claramente con un garfio en su brazo derecho, en la parte inferior del dibujo se encontraba otra imagen pero esta vez detallando más como era el garfio que poseía el predicador.
– ¿Y esto? ¿Aquí está el arma? Parece que el predicador perdió la mano en un accidente y fue remplazada por un garfio de plata.
– Mira donde pasó todo esto.
– En la carretera 9
– En donde el chico fue asesinado
– Buen trabajo, Dr. Bakeman. Echemos un vistazo.
Ya era entrada la noche cuando se dirigieron a donde fue encontrado Rich, y donde el predicador había matado a las prostitutas. Levantando el fondo falso del baúl del Impala Dean saco la escopeta pasándosela a su hermano mientras seguía buscando algunas cosas más.
– Si esto es un espíritu, un cartucho no le hará gran cosa – comento Sam mientras revisaba el estado de la escopeta.
– Sí, unos cartuchos de sal – contento a sus dudas no formuladas el mayor mientras le pasaba algunos a Sam.
– La sal no podrá matarlo.
– No lo matara – acepto el mayor mientras cargaba unas sogas y serraba el baúl – pero lo hará más lento.
– Eso está muy bien ¿papá y tú idearon eso?
– Ya te lo dije, no necesitas ser un graduado universitario para ser un genio.
– Fue idea de Altaira, ¿verdad?
– Si.
Detuvieron su andar cuando escucharon unos sonidos sospechosos, Sam alzo el rifle y busco el origen de dichos sonidos. Para la mala suerte de los Winchester no era con un espíritu con lo que se encontraron, sino con un oficial de policía apuntándoles con un arma, que a diferencia de la suya, si contaba con munición real.
Los hermanos pudieron salir de la comisaría a la mañana siguiente sin una detención, ni ser considerado como sospechoso del asesinato.
– Salvé tu trasero – le echó en cara el mayor – amigo, hable con el comisario y solo te puso una fianza. Soy Matlock.
– ¿Pero cómo?
– Le dije que eras un imbécil y que te estaba acompañando.
– ¿y que hay sobre el arma?
– le dije que estabas cazando fantasmas y que los espíritus se repelían con sal. Ya lo sabes, un típico fin de sema en el infierno.
– ¿y te creyeron?
– Bueno, te ves como un idiota – le molesto antes de contestar su teléfono, sin revisar quien era el que lo llamaba – ¿Si?
– ¿Arrestaron a Sam? – acuso Altaira a su hermano ni bien contesto la llamada.
– Mierda – susurro asustado – lo arregle… ¿Cómo te enteraste?
– Tengo una alerta por si alguna de nuestras huellas digitales entra en el sistema, ya borre el registro de Sam.
– ¿Eso es legal?
– ¿Algo de lo que hacemos lo es?, ¿Qué paso? ¿Están bien? – en ese momento los oficiales de policía salieron corriendo a sus patrullas.
– Estamos bien. Lo siento peque, tengo que cortar.
No se preocupó en escuchar a su hermanan cuando corto la llamada, se subió al auto donde ya lo estaba esperando Sam, ya se preocuparía después por el sermón que muy probablemente recibiría por parte de la menor.
Altaira se quedó viendo molesta el celular, como si dicho aparato fuese la causa de todos sus problemas, suspiro resignada y siguió en su búsqueda en las bases de datos para encontrar a su padre y a todos sus alias, los alias que ella conocía, también asegurándose que sus hermanos no vuelvan a aparecer en el sistema.
– Buenos días – la saludo Jim desde el marco de la puerta, le hubiese gustado tocar la puerta antes de entrar, para respetar la privacidad de la joven, pero esa misión era impedida por la misma joven que no parecía tener dicho concepto incorporado en su sistema, ya que jamás cerraba la puerta – te levantaste muy temprano.
– No dormí – admitió sin problemas – fue por estudiar – se apresuró a agregar cuando vio el gesto de enfado del hombre.
– Ni por eso Ali, no es sano que no duermas – le reprocho con voz suave – ¿Esos son registros policiales? ¿No que estabas estudiando? – le cuestiono cuando se acercó a la joven, para poder hablar más cómodamente sobre la importancia de dormir correctamente, cuando vio la pantalla de la computadora.
– Lo estaba pero salto una alarma, al parecer arrestaron a Sam pero Dean pudo solucionarlo – la joven se volteo completamente para encarar al Pastor.
– ¿Cómo sabias que lo arrestaron?
– Porque cada vez que sus huellas digitales entran en el sistema a mí me salta una alarma, no te preocupes ya borre los datos de Sam, al parecer solo fue detenido.
– No es eso lo que me preocupa – el Pastor no sabía por dónde comenzar, habían tantas cosas mal en la afirmación de la joven, suspirando pesadamente decidió ir por el interrogante que le parecía el más sencillo de resolver– ¿Tienes registradas las huellas de tus hermanos?
– Y el de papá, por eso sé que no ha sido procesado hasta ahora.
– ¿Por qué tienes sus huellas?
– Para saber si son arrestados y poder borrar el registro del sistema – respondió con obviedad la joven sin saber el porqué de la incredulidad del hombre mayor – no puedo borrarlo por completo sin que levante sospechas, pero si puedo deshacer la mayoría, como con las infracciones de tránsito.
– ¿Así que hackeaste la base de dato de toda la policía para tener alarmas por las huellas de tu familia?
– Sí, incluidas las tuyas y las de Bobby. ¿Qué?
– ¿Cómo es que tienes…? Ali eso está mal.
– ¿Por qué? Así puedo saber si están en problemas, además de limpiar los registros.
– Para empezar es extremadamente ilegal – suspiro cansado al ver el gesto de “en serio” de la joven – sé que somos cazadores y que no estamos precisamente dentro de la ley, pero eso tampoco nos autoriza a hacer todo lo ilegal, sabes perfectamente la diferencia entre el bien y el mal.
– Es solo una medida de seguridad – se defendió la joven – no es como si lo hiciera para otro propósito, no perjudico a nadie.
– Altaira. No se trata de si es para protección o no, es ilegal y esta moralmente mal. Además que estar juntando las huellas digitales de los demás es una violación a la intimidad de las personas, es por eso que la policía necesita una orden para obtenerlas si una persona se niega a darlas – la joven se movió incomoda en su lugar pero no dijo nada, solo agacho la cabeza – Tus hermanos ya son mayores, ni qué decir de tu padre, Bobby o yo, no es tu deber el preocuparte por nuestro bienestar, aunque se agradece – apresuro a agregar con calma y cariño, al ver que la joven empezaría a discutir – es nuestro trabajo como mayores el protegerte y asegurarnos de tu bienestar, no al revés. Por eso estas aquí, porque te queremos y nos preocupamos por vos. ¿Si? – Altaira solo asintió con la cabeza todavía gacha – Bien. Vamos a desayunar.
Después de la charla “padre e hija” entre el Pastor Jim y Altaira, que no llevo a nada por parte de la más joven, ya que seguía sin entender porque sus acciones estaban mal (además de que siempre cuidaría de sus hermanos como ellos cuidarían de ella), desayunaron tranquilos en la cocina. Altaira utilizo el tiempo del desayuno para preguntarle a Jim sobre algunas dudas que tenía sobre lo estudiado para los exámenes, una vez saciadas todas las dudas pasaron a charlar temas sin mucha relevancia.
Mientras el Pastor Jim hacia una de sus rondas por la Iglesia y hablaba con sus feligreses, Altaira decidió pasear por el barrio para ver cuánto había cambiado en un año, salvo por algunos negocios nuevos todo seguía igual, por lo que decidió ir al gimnasio que se encontraba a una de las cuadras de la iglesia para pasar el tiempo; al llegar se sorprendió al encontrar al viejo señor Brown, sentado en una banca detrás de los ring junto a la puerta del vestuario, él le había enseñado un par de técnicas de boxeo y a como golpear correctamente la bolsa. El señor Brown era un viejo de avanzada edad con el rostro arrugado en una constante expresión de estreñimiento, poseía un grueso bigote que era complementado con una pipa eternamente posada en sus labios, en sus años de juventud había sido un famoso boxeador pero después de que un accidente le arrebatara a su esposa y a su hija recién nacida no volvió a pisar un ring, el hombre había visto en una infante Altaira a su pequeña perdida y la había ayudado a entrenar cuando iba al gimnasio, en los periodos en los que la joven se quedaba bajo el cuidado del Pastor.
– Señor Brown – saludo alegre la joven cuando se acercó al hombre – soy Altaira Winchester – se presentó cuando vio la confusión en la mirada del hombre.
– ¡Santo Cielo! ¿Ali? – Con algo de dificultad se levantó de su asiento para abrazar a la pequeña que había llegado a amar como una nieta – pero mira que grande estas, ahora eres todo una mujer.
– ¿Cómo has estado? ha pasado un tiempo.
– La verdad que sí, he estado en Miami con mi hermano menor, mis sobrinos y mis sobrinos nietos – comenzó a contar mientras se sentaba con más dificultad que cuando se levantó – no querían que estuviese solo, estuve bien los primeros años pero después empecé a extrañar este lugar – tocio secamente – ¿y qué hay de tu vida? Aún recuerdo cuando venias al gimnasio tan chiquita con la ropa demasiado grande de tus hermanos.
– Ahora tengo ropa de mi talla – bromeo Altaira, el mayor la miró divertido porque en ese momento llevaba una remera de Metallica de Dean con unos jeans muy desgastados – No lo parece pero si – rio un poco la joven – seguimos viajando de un lado para otro, ahora solo con mis hermanos… papá desapareció y lo estamos buscando.
– Que desgracia ¿Qué dice la policía? – Altaira se movió incomoda sobre sus propios pies.
– No se puede dar parte por desaparición de una persona cuando esta se fue voluntariamente.
– Lo siento pequeña – la consoló el sr. Brown sosteniéndole la mano.
– Está bien – intento sonreír pero solo pareció una mueca extraña – nosotros sí podemos buscarlo.
– Por supuesto que si – se compadeció – ¿Aún seguís quedándote en la Iglesia que se encuentra a unas cuadras?
– Sí, me quedaré con el Pastor Jim para rendir mis exámenes anuales. Después de eso lo más probable es que siga viajando con mis hermanos, ellos ahora se encuentran trabajando en Iowa.
– ¿De qué trabajan? Recuerdo que mencionaban algo de un negocio familiar pero no recuerdo cual…
– De anticuarios – improvisó la joven – trabajan autentificando los objetos que se quieren vender como antigüedades, ya sea para las casas de empeño o subasta, o para particulares de altos recursos que necesitan autentificadores para coleccionistas o cuando un familiar muere para hacer un inventario de sus artículos de valor.
>> ¿Cómo termine en esto? <<
Pensó cansada Altaira mientras se subía al ring descalza y con las manos vendadas para remplazar los guantes, sinceramente ella no estaba vestida para entrenar ya que solo pasaba a ver el gimnasio por pura nostalgia, pero ahora agradecía más que nunca de siempre llevar un short de calza bajo sus pantalones (los mismos que usaba para dormir, ya que más de una vez fueron sorprendidos por monstruos mientras dormían y el no estar en paños menores ayuda mucho) debido a que no la dejaron pelear con sus jeans. Viendo el rostro arrogante de quién sería su oponente recordó el motivo por el que estaba ahí, después de ponerse al día con el sr. Brown, este le pidió a Altaira que le mostrase que tan en forma estaba dándole unos golpes a la bolsa, cosa que la joven acepto sin problema hasta que un grupo de idiotas pretenciosos se acercaron a donde estaban los dos para hacerse los machitos y denigrando, no solo a Altaira por ser mujer sino también al sr. Brown, cosa que la joven no tolero ya que ella podía soportar las estupideces dichas para ella, era algo que ya estaba acostumbrada, y en muchas ocasiones le resultaba útil, pero jamás toleraría tal falta de respeto hacia el Sr. Brown, así que los enfrentó. Lo que termino con los idiotas riéndose y con el sr. Brown cuestionando su hombría, presumiendo de que Altaira podría ganarles porque él había ayudado a entrenarla, cosa que provocó orgullo por parte de la mencionada por la seguridad y libertad con lo que la halagó el hombre mayor, halagos que nunca recibió por parte de su padre.
– Segura de esto princesita – se burló su oponente, un joven de unos veintitantos con la piel algo tostada y los abdominales bien marcados, con el pelo oscuro muy corto pero sin llegar a ser un corte militar – no te vayas a romper una uña.
– Que amable, todo un caballero – respondió desbordando sarcasmo mientras levantaba sus brazos en posición de pelea, mientras se recordaba mentalmente de que esto sería una pelea de boxeo y que por lo tanto no podía usar sus piernas o llaves, solo puños.
– Para ser todavía más caballero – se rio junto con su grupo de idiotas de una forma que parecía que todos compartían el mismo cerebro, pero uno sin mucha inteligencia – te dejaré dar el primer golpe.
– Que amable pero no te conviene.
– ¿Qué pasa? Te da miedo. Tranquila no me defenderé. Vamos princesita, te regalare el primer golpe – insistió presumido mientras extendía sus brazos a los costados dejando completamente al descubierto su cuerpo.
– En serio, no es algo que te convenga – insistió la joven, ante la actitud despreocupada y arrogante del idiota frente suyo, se volteo a ver al sr. Brown para confirmar que lo que estaba sucediendo era verdad, a lo que el hombre respondió con un gesto desinteresado con los hombros y una expresión que demostraba toda la diversión que sentía por la situación – bueno, como quieras.
Altaira se acercó al idiota a paso tranquilo, ignorando como este se burlaba y reía junto con sus amigos, mientras presumía ser un campeón de boxeo y otras cosas más que sinceramente traían sin cuidado a la joven, se posicionó con calma frente al idiota con la guardia bien en alto por si además de idiota era traicionero, pero al ver que no hacía nada más que romper más su defensa para que ella lo golpeara, Altaira aprovecho a darle un golpe seco y certero en la boca del estómago con todas sus fuerzas, causando que el idiota se quedase sin aire y callera al suelo del ring semi-inconsciente, mientras que el resto de la camada de idiotas se quedaban plasmados del shock por la caída del que parecía ser el verdadero cerebro del grupo, por el lugar solo se escuchaba las carcajadas completamente divertidas del sr. Brown, que no se detuvieron ni cuando tuvo que toser por la sequedad de su garganta y la dificultad que tenía por respirar.
– Te dije que no te convenía.
Dijo indiferente Altaira antes de bajarse del ring para ir con el Sr. Brown, a controlar que no terminase ahogándose con su propia risa. Con los ojos llorosos, la respiración aún dificultosa y el orgullo completamente herido el idiota se marchó junto con su manada de machitos, provocando más risas por parte del hombre mayor que la felicitaba por darle un poco de realidad a la vida del idiota; lamentablemente los idiotas regresaron al poco tiempo acompañados por el que parecía ser el gerente del gimnasio y por pura estupidez terminó echando a Altaira junto con el Sr. Brown, durante todo el camino de regreso a la Iglesia Altaira no dejaba de disculparse con el hombre mayor por lo sucedido, ella sabía lo que significaba el lugar para él, sin embargo al sr. Brown lo traía sin cuidado el ser expulsado del lugar, estaba más que feliz por el reencuentro con la joven y aún se reía por la expresión de la manada de idiotas cuando el “idiota alfa” cayo tras un solo golpe.
En la iglesia fueron recibidos por el Pastor Jim que una vez enterado de la “pelea” que tuvo Altaira, intentó mirarla reprochadoramente por su actitud pero el orgullo se filtraba a través de su mirada, haciendo inválido su reto silencioso. Para felicidad de Altaira el sr. Brown aceptó quedarse a tomar el té con ella y charlar un rato más, mientras el Pastor Jim se encontraba en el sótano de la Iglesia investigando sobre un posible caso de espíritus en la zona, antes de comenzar los preparativos para el almuerzo.
Luego de colgar la llamada de su hermana, Dean, condujo siguiendo a una distancia prudencial a las patrullas (más para no ser detenido por exceso de velocidad que otra cosa) siguiéndolos hasta una zona residencial, entre las patrullas, ambulancias y vecinos chismosos, los hermanos pudieron identificar a Lori, que se encontraba sentada cubierta con una manta en la parte trasera de una ambulancia, dándole a entender a los Winchester que esto estaba relacionado con su caso y no era una trágica coincidencia. Estacionando el impala a la vuelta de la nueva escena del crimen, los hermanos Winchester se metieron a la propiedad por la parte de atrás.
– ¿Por qué el hombre del garfio querría venir hasta aquí? Es un largo camino desde la carretera.
– Tal vez no esté viendo la escena de su crimen. Tal vez sea otra cosa.
Tuvieron que esconderse tras unos arbustos pegados a la pared de la residencia, debido a que salieron inesperadamente unas jóvenes de la casa donde pretendían entrar.
– Una fraternidad de chicas ¿crees que veamos desnudas en una pelea de almohadas? – pregunto esperanzado Dean mientras seguía observando a las chicas que acaban de salir de la casa.
Al no recibir ningún tipo de respuesta de parte de su hermano, se volteo solo para encontrarlo trepando por una saliente de la pared, debido a que el primer piso era más chico que la parte de abajo, sin cuestionárselo mucho lo ayudo a subir empujándolo desde las planta de los pies.
Ambos pudieron entrar por una angosta ventana que se encontraba abierta, Dean, cayendo estrepitosamente en el proceso.
– No hagas ruido – reprocho Sam.
– Que yo no haga ruido. Vos no lo hagas.
Contaron con la suerte de que la ventana fuese del armario/cambiador de la escena del crimen, viendo con cuidado por la puerta ente-abierta a que no hubiese nadie del otro lado, tuvieron que esperar a que un oficial que pasaba a revisar de forma superficialmente la escena, se fuese para poder ingresar. La cama de la víctima fue fácil de identificar ya que era la única cubierta de sangre, se encontraba contra la pared donde el hombre del garfio había escrito con sangre “¿No te alegras de no haber encendido la luz?” junto con unas cruces, eran una grande y una más chica a cada división provocada por la cruz mayor.
– Eso es como la leyenda – enuncio Sam.
– Sí, eso es clásico del hombre del garfio, ¿verdad? Definitivamente es un espíritu – comento el mayor tocándose la nariz debido al olor en la habitación que no provenía de la sangre de la víctima.
– Nunca antes olí algo tan fuerte. Hey ¿te parece familiar? – interrogo Sam que se había ido a vigilar por la ventana, logrando que se acerque para que vea el símbolo en la pared.
– Lo he visto antes.
Los hermanos se fueron de la escena del crimen lo más rápido posible para no ser encontrados, se sentaron en el capot del impala donde estaban revisando las copias del archivo que habían sacado de la biblioteca, encontrando así el símbolo de la pared, resultando ser el mismo que tenía el reverendo en su garfio.
– Parece que es el espíritu de Jacob Karns.
– De acuerdo. Encontremos la tumba del tipo, salar y prender fuego sus huesos y enterrarlo – declaro el mayor mientras Sam seguía revisando el informe.
– Luego de su ejecución, Jacob Karns fue enterrado en el viejo cementerio del norte en una tumba sin marcar.
– Genial.
Dean se levantó del capot del impala para poder ingresar en él, siendo seguida dicha acción por Sam que antes de entrar se reclino sobre el auto del mismo para poder hablar cómodamente con su hermano, mientras apoyaba los brazos en el techo del auto
– Sabremos que es Jacob Karns pero todavía no sabemos dónde aparecerá otra vez, o por qué.
– Tengo una idea del porqué – comento después de leer la multa que le habían puesto por mal estacionamiento – Creo que tu amiga Lori tiene algo que ver con esto – terminó subiendo al auto.
– Por cierto. Para que te llamó Ali ¿Está bien?
– Claro que lo está. Se encuentra con el Pastor Jim, el hombre podrá ser un hombre de fe pero eso no le quita que sea un buen cazador.
– Eso lo sé, pero porque llamó tan temprano y por qué a vos.
– ¿Celoso? – lo molesto en broma Dean, aunque el menor si sentía un poco de celos ya que Altaira solía llamarlo con regularidad, sea para quejarse o informar cómo estaban o simplemente para hablar de cualquier cosa – se enteró de que te arrestaron y llamó para retarme.
– ¿Y le cortaste?... ¿Cómo sabía que fui arrestado?
– Al parecer tiene una alerta para nuestras huellas – respondió mientras entraba al auto.
– ¿Qué…Cómo? No te parece extraño.
– No, la he visto meterse en los registros de la policía muchas veces.
– ¿Y te parece bien?
– Es muy útil.
– Pero no está bien. Hackeo a la policía. Tiene 16, Dean – le reprocho – debería estar en el colegio, saliendo con sus amigas y escondiendo a algún chico de nosotros, no hackeando a la policía ni revisando si nos arrestaron o no.
– En primer lugar, es muy chiquita para andar con algún chico y segundo, no está haciendo nada malo. Sí, sé que técnicamente está mal hackear pero es para ayudar con las cacerías, nada más.
Pese a la mirada de reproche de Sam, Dean puso fin a la discusión arrancando el auto con la intención de dirigirse nuevamente a la fraternidad donde se quedaban para poder buscar donde estaba enterrado Jacob Karns; aprovechado en el camino antes de llegar para comer algo y llamar a su hermana, para tranquilizarla con respecto a la detención de Sam, ver cómo estaba y como se estaba preparando para los exámenes (asimismo Sam aprovechó la llamada para reprenderle por estar hackeando a la policía) y partir nuevamente hacia la fraternidad, pero se encontraron con que en la fraternidad se estaba realizando una súper fiesta.
Mientras los Winchester mayores descubrían la conexión del espíritu de Jacob con Lori, con otro caso de un reverendo homicida con el mismo patrón que Jacob, vinculándolo así con el reverendo Sanderson (padre de Lori) dividiéndose las tareas con Dean yendo a buscar la tumba sin marca (con cierta reticencia por tener que irse de la fiesta donde había estado coqueteando con una hermosa rubia) y con Sam vigilando a Lori toda la noche, ya que sospechaban que un poltergeist (Jacob Karns ) se había adherido al reverendo Sanderson alimentándose de las emociones negativas de este, que solo quiere proteger a su hija, matando a las personas que cometen actos inmorales, sin siquiera saberlo. Altaira se encontraba charlando tranquilamente con Jim mientras cenaban, esquivando palpablemente los temas que pudiesen desencadenar en la misma conversación que tuvieron más temprano en su estadía, por la codependencia excesiva entre los hermanos, sin embargo Jim no planeaba tocar nuevamente ese tema por el momento pero de cierta manera se alegraba un poco de la actitud reticente de la joven, puesto que lo tomaba como una muestra de que sus preocupaciones llegaron de alguna manera a la joven, él tenía la certeza que muy en el fondo ella también sabía que no era sano tal dependencia, y que por el momento se encontraba en la etapa de negación. Lo que le daba esperanzas al Pastor, ya que de forma inconsciente Altaira sí reconocía el problema, y eso ya representaba un gran paso para la aceptación y la posterior búsqueda de una sana solución.
Pese a que quería a Jim como un padre, y tenía conocimiento sobre su “radar sobrenatural”, a él tampoco le contó sobre el extraño sueño y la misteriosa llamada que tuvo, sabía que tendría que contárselo a alguien pero esperaba que fuese más tarde que temprano y principalmente no a sus hermanos, no porque no los quisiera o confiase en ellos, sino porque son terriblemente paranoicos y sobreprotectores; si tenía que contárselo a alguien, Altaira, prefería contárselo al Pastor Jim cuando estuviese lista para hacerlo, si bien ni el sueño ni la llamada eran algo que la asustasen o la hiciesen sentir vulnerable, sin duda era algo muy extraño incluso para su línea de trabajo. Intentó rastrear el origen de la llamada pero no llego a ningún lado, la verdad parecía que el número que la llamó no existía, al final termino rindiéndose y marcando al número pero pese a que sonó todas las veces que lo intentó, sus llamadas jamás fueron atendidas. Esa noche en particular decidió no volver a intentarlo, ya sabía que era una pérdida de tiempo, en cambio prefirió desvelarse charlando con Ben hasta que fue descubierta y regañada por el Pastor Jim por estar despierta a altas horas de la noche, porque no era sano para ella hacerlo y mucho menos cuando al día siguiente comenzaría con sus exámenes; Al final de la noche Altaira termino con su celular y computadora confiscados, y con una charla agendada para mañana a la mañana, muy probablemente durante el desayuno, charla que no tenía muchas ganas de tener ni participar en la misma.
Como Altaira predijo la tan “ansiada” charla tuvo lugar durante el desayuno, casi al final del mismo, Jim no reviso ni su celular ni su computadora solo utilizó dichos aparatos para apagarlos, él respetaba mucho la privacidad de la joven aunque ella parecía no creer necesitarlo; solo le pregunto con quién hablaba tan tarde a la noche esperando una respuesta sincera de la joven, obteniendo precisamente lo que esperaba.
– Con Ben, es un amigo.
– ¿Cazador?
– No, es un civil. Lo conocí durante una cacería, su hermano había sido convertido en las reservas de un Wendigo en Blackwater Ride.
Altaira sonrió por un microsegundo recordando el conflictivo encuentro con su ahora amigo, sonrisa que fue captada y bien recibida por parte del pastor, de hecho le alegraba mucho que tuviese una amistad por fuera de los cazadores, y si no se equivocaba con el significado de la sonrisa que vio, sería más que un amigo. Jim escucho atentamente como la joven sentada frente a él hablaba de su amigo con entusiasmo, las preguntas que tuvo planeando y organizando durante la noche, fueron respondidas incluso antes de ser formuladas.
– ¿Y tus hermanos que opinan sobre tu amistad con Ben? – pese a su tono calmo y actitud aparentemente despreocupada del hombre, estaba muy atento a las reacciones de la joven.
– No opinan – respondió con prontitud mientras terminaba su infusión.
– Y yo no soy un Pastor – respondió irónico el hombre mayor, sin creer en las palabras dichas por Altaira.
– No opinaron nada porque no saben de él.
– ¿Creí que era tu amigo?
– Lo es.
– ¿Entonces porque lo tratas como un amante?
– Estamos hablando de mis hermanos ¿Verdad? ¿Los mismos que hicieron llorar a un niño en la plaza porque me dio un beso en la mejilla cuando tenía cinco?
– No creo que Sam sea capaz de eso – refuto Jim mientras terminaba su desayuno y se disponía a levantar las cosas que uso – de Dean no lo dudo ni por un segundo, ¿pero Sam?
– Pese a lo que aparenta, Sam es extremadamente celoso y sobreprotector, llega a ser peor que Dean.
– No lo puedo creer, es tan tranquilo y comprensivo.
– La diferencia es que Dean lo expresa sin problemas ni culpas a los cuatro vientos, Sam no, pero lo demuestra con actitud indirecta y fría e incluso a veces a través de Dean, lo sugestiona con sus propios celos para que el que actúe directamente sea Dean, quedando él como el bueno y comprensivo.
– Me cuesta creerlo.
Cuando el Pastor salió de su asombro al enterarse de la actitud del menor de los hombres Winchester (sinceramente le costó incorporar la nueva información con la imagen que tenia del niño que ayudo a criar) se aseguró de que Altaira supiese que no tiene por qué esconder su amistad, por lo menos con él, puede hablar todo lo que quiera con él pero que no sea durante la noche cuando se supone que debería estar durmiendo, las horas de sueños son muy importantes para cualquier persona, sea cazador o no, en especial siendo un joven en desarrollo. Altaira acepto lo dicho por Jim, y durante el resto de su estadía con el pastor no volvió a desvelarse, a la joven le gustaba el poder hablar tranquilamente con su amigo sin tener que estar mirando por sobre su hombro, escondiéndose de sus propios hermanos, además le agradaba poder hablar abiertamente con Jim.
Después de levantar y limpiar todo lo que utilizaron para el desayuno, la joven aprovechó sus pocas horas antes de ir al colegio cercana a la Iglesia, para rendir sus exámenes, llamo a sus hermanos para averiguar cómo estaban y como les estaba yendo en su cacería. Al parecer la llamada de Altaira interrumpía una mini disputa entre los hermanos, ya que Sam estaba acusando a Dean de no quemar los huesos, cosa que él afirma haber hecho, sin embargo el poltergeist que creían vinculado al Padre Sanderson estaba hospitalizado a causa del mismo espíritu.
– ¿Están seguro de que ese espíritu es de Jacob Karns? – pregunto la menor de los Winchester, después de escuchar la discusión de sus hermanos.
– Estoy seguro que se parecía a él – respondió Sam – y eso no es todo. No creo que el espíritu este lanzando sobre el reverendo.
– Eso es obvio. No mandaría al hombre del garfio tras sí mismo – secundo Dean tras la segunda declaración de su hermano.
– Si no es al sr. Sanderson, ¿a quién está unido? – pregunto Altaira mientras caminaba por su cuarto recogiendo las cosas que necesitaría para su día.
– ¿Tus hermanos? – Jim pregunto en voz baja, desde la puerta abierta de la joven, obteniendo como respuesta un asentimiento de cabeza – mándales mis saludos – pidió antes de dejarle un sobre en el escritorio y seguir con su camino.
– Creo que es sobre Lori – respondió Sam – anoche se enteró que su padre tiene una aventura con una mujer casada.
– ¿y qué? – Dean no veía cual era el problema.
– Que está enfadada – respondió con obviedad Altaira– por cierto Jim les manda saludo.
– Gracias – respondió Dean – ¿y porque estaría enfadada Lori?
Si los hermanos de Altaira pudieran verla abrían notado que rodo los ojos ante el desconcierto del mayor.
– Está enfadada por la inmoralidad en eso – Sam decidió aclarar las dudas de su hermano – la criaron creyendo que si haces algo equivocado, serás castigado.
– Está bien. Ella esta confundida – sin saberlo tanto Sam como Altaira pusieron el mismo gesto de desconcierto ante la declaración del mayor – y el espíritu del predicador Karns está trabajando sobre sus emociones y tal vez castigando por ella.
– Exacto. Rick quiso pasarse de la raya. Taylor intento convertirla en una chica de fiesta, y papá tiene una aventura – enumero Sam.
– Recuérdame no enfadarla – comento Dean – pero, quemé los huesos, los enterré con sal ¿Por qué no lo detuvo?
– Debiste saltarte algo – respondió Sam.
– No, quemé todo lo que había.
– ¿Y el garfio? – intervino la menor mientras salía de la Iglesia.
– ¿El garfio? – pregunto Dean.
– El arma homicida – prosiguió Altaira – y su prótesis, por lo tanto forma parte de él.
– Entonces como el garfio es una fuente de su energía.
– Si encontramos el garfio – prosiguió Sam.
– Detendremos al hombre del garfio – termino Dean.
– Tendrán que revisar los registros nuevamente, por sus crimines no habrían enterrado a Karns con sus posiciones valiosas. Tal vez la iglesia se lo quedó – aportó Altaira antes de colgar y entrar al colegio.
Altaira se dirigió a paso tranquilo a la ya conocida recepción administrativa/directiva de la institución, espero un momento hasta que la secretaria la pudiera atender, era una mujer morena, de gran tamaño y con un gran sentido de la moda, de aproximadamente unos cincuenta años; para dichas mujeres ambas eran conocidas mutuas, después de verse año tras año, por más que solo se vean una vez (por un corto período) al año, ya era una “cita” rutinaria.
– ¿Cómo estas Ava? – Saludo Altaira cuando le toco ser atendida, mientras le entregaba el sobre que le dio Jim.
– Hola Ali, me alegra ver que estas bien.
– Lamentablemente sigo en la misma talla, alguien me robo la altura al nacer, sospecho que fueron mis hermanos – comento burlescamente.
– No te preocupes, estás perfecta – contestó la secretaria con la misma actitud burlesca, mientras cargaba los datos de la joven – Estos son tus horarios para la semana, espero que te vaya bien en tus exámenes.
– Yo también lo espero, no quiero un sermón sobre mi futuro por parte del Pastor Jim, de nuevo – comento con pesadez la joven antes de retirarse de la oficina, escuchando la risa de Ava.
Una vez en el pasillo Altaira reviso su horario, al parecer hoy solo tendría dos exámenes: el de historia y el de geografía; como serían después del almuerzo tendría un tiempo libre de dos horas, sin ganas de volver a la Iglesia decidió ir a perder tiempo en la biblioteca de la escuela, tal vez y con suerte encontraba algo interesante para leer.
Los exámenes aunque largos no resultaron de mucha dificultad para Altaira, mucho menos el de historia, con toda la investigación que tiene que hacer para sus cacerías, el recordar eventos importantes y fechas era el pan de cada día para ella. El resto de la tarde lo aprovechó para hablar con Bobby e investigar más sobre demonios, tenía la esperanza de poder toparse con lo que hiso que su padre los abandonase de buenas a primera. Mientras Altaira investigaba, sus hermanos se encontraban en la Iglesia del Padre Sanderson quemando todo artículo de plata que encontraron con prontitud, ya que se encontraban siendo atacados por el espíritu del Jacob Karns. Terminando bien para los hermanos luego de quemar la cruz de plata que Lori tenía en su cuello, y para su suerte el sheriff local desconfiando de ellos no los arrestó, solo los amenazo para que abandonarán el pueblo antes de que acabase el día; aun con la amenaza de arresto, Dean le ofreció a Sam el quedarse más tiempo, al notar que su hermano se llevaba particularmente bien con Lori. Para Dean, a Sam, le vendría bien salir con otra chica para superar el tema de la muerte de Jess, y conociendo a su hermano, no saldría con cualquier chica de una noche y muy probablemente rechace su oferta, incluso antes de proponérselo.
Antes de que el sol comience a bajar, los hombres Winchester se encontraran en el impala rumbo al encuentro con su hermana. Aprovecharían la semana de exámenes de Altaira para descansar un poco, y por parte de Sam, avanzar con la búsqueda de su padre.