Traducción: "Lessons in Grace and Decorum" de GallaPlacidia

Harry Potter - J. K. Rowling
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Traducción: "Lessons in Grace and Decorum" de GallaPlacidia
Summary
En Azkaban, Narcissa Malfoy le da lecciones a Draco sobre cómo manipular a las personas para que lo amen. Cuando Draco es liberado con la condición de que esté unido a Harry como su prisionero, finalmente tiene la oportunidad de poner en práctica sus nuevas habilidades.Inspirado en una excelente historia llamada Unexpected Consequences de Lauren3210
Note
IMPORTANTE:La presente es una traducción del fanfic de GallaPlacidia “LESSONS IN GRACE AND DECORUM”. Quien ha eliminado su cuenta en esta plataforma, así como todos sus fanfics, como una fan que ama su trabajo he decidido traducir sus fanfics al español para que sus fans de habla hispana podamos seguir disfrutando su trabajo.
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CAPÍTULO 21

Capítulo 21

 

Yacían en la cama de Harry, exhaustos y saciados, y Harry notó de repente que no se sentía enojado en absoluto. La creciente rabia y amargura que había cargado en su pecho desde la Batalla de Hogwarts parecían haberse disuelto. Se giró para sonreírle a Draco, quien lo observaba con cautela. Harry recordó lo que Narcissa le había dicho a Draco, en los recuerdos.

 

   —Todavía te amo —dijo.

 

La expresión de Draco se relajó un poco. Harry se estiró y acercó la cabeza de Draco a su pecho.

 

   —Es genial que tengamos privacidad, incluso en Hogwarts —dijo.

 

Draco murmuró en silencioso acuerdo.

 

   —Aunque obviamente no podemos decírselo a nadie —dijo Harry, y se pateó a sí mismo cuando Draco se puso rígido en sus brazos— ¡No porque me avergüence de ti! Porque no quiero que el Ministerio diga que estoy demasiado involucrado para vigilarte.

 

   —Oh —dijo Draco.

 

   —Lo siento —dijo Draco— No debería haberlo dicho así.

 

   —No soy una flor delicada, Potter.

 

   —No, Lo sé.

 

   —Le voy a decir a Ginny, ya sea que digas que puedo o no.

 

Harry se rio.

 

   —Y se lo diré a Ron, Hermione y los Weasley.

 

   —Entonces no es un gran secreto —dijo Draco.

 

   —Bueno, realmente no quiero mantenerte en secreto —dijo Harry.

 

Draco rio suavemente.

 

   —Tal vez me avergüenzo de ti.

 

Harry se sentó.

 

   —¿Lo estás?

 

Los ojos de Draco se agrandaron.

 

   —¿No? Harry, ¿Estás inseguro?

 

   —Todo el mundo es inseguro. Me dijiste eso.

 

Draco extendió la mano y rozó su pulgar contra la cicatriz de Harry.

 

   —No lo estés. No sobre mí. No tienes nada de qué preocuparte, cuando se trata de mí.

 

   —No me lo has dicho de vuelta —dijo Harry, incómodo— Te he dicho que Te amo y no me lo has dicho.

 

Draco se sonrojó y miró hacia otro lado.

 

   —Autopreservación —dijo.

 

   —Pero me amas —dijo Harry.

 

Draco lo observó con sus firmes ojos grises por un momento antes de responder. Harry reconoció esa mirada. Estaba calculando.

 

   —No tienes nada por lo que sentirte inseguro —dijo finalmente.

 

   —Está bien —dijo Harry, aunque no estaba feliz por eso.

 


 

La mañana de Navidad, intercambiaron regalos en la cama de Harry. Draco había dormido allí todas las noches desde el día que fueron a patinar sobre hielo. Draco todavía no podía creer nada de esto, pero no lo cuestionó demasiado. Trató de disfrutar el milagro temporal de Harry Potter creyendo que estaba enamorado de él, mientras durara.

 

Draco nunca había sido bueno con los regalos. Le dio a Harry la primera novela de la serie de Griselda Crowley sobre Aurores que investigan una poción de lujuria que se vende en el mercado negro.

 

Harry le dio una Saeta de Fuego. Draco lo desenvolvió con manos temblorosas y miró el elegante mango, las letras doradas sobre la madera pulida.

 

   —No es solo de mí. También es de Hermione —dijo Harry.

 

   —Pero… ya no puedo volar —dijo Draco. Para su sorpresa, Harry sonrió.

 

   —Puedes, en esto. Hermione ha estado trabajando en ello. Está equipado con un hechizo de hamaca incorporado. Si te caes, te deslizarás en un colchón de aire. Lo revisaron en San Mungo y dijeron que estaba bien. La compañía fabricante en realidad le compró la patente a Hermione; van a empezar a ponerlo en todas sus escobas.

 

Draco tenía un nudo en la garganta. Se lo tragó y miró a la escoba, tratando de no llorar.

 

   —¿Te gusta? —preguntó Harry.

 

Draco asintió.

 

   —¿Estás bien? —preguntó Harry.

 

Draco comenzó a asentir, luego se detuvo.

 

   —Mi padre me dio mi última escoba —dijo.

 

   —Oh —dijo Harry.

 

   —Él… um… realmente me amaba —dijo Draco— Quiero decir, yo… ni siquiera he empezado a pensar en lo que siento por él, ahora. Evito pensar en él, porque… bueno, ya viste lo complicado que fue con mi madre, y ella ni siquiera… —no terminó la frase. «Vendió a nuestra familia a las fuerzas del mal», terminó en su cabeza, pero luego sus pensamientos chocaron contra una pared. Todavía no podía pensar en eso. Pasaría mucho tiempo antes de que estuviera lo suficientemente completo como para considerar a su padre con alguna indiferencia.

 

Cada vez que Harry decía eso, algo en lo profundo del pecho de Draco parecía aflojarse. Tenía miedo de ese desamarre, miedo de cómo se mantendría unido cuando todos los nudos que lo enredaban desaparecieran.

 

   —Deberíamos vestirnos si vamos a la Madriguera —dijo.

 

Estaba nervioso por ir a la Madriguera, pero Ginny saltó a sus brazos en el momento en que llegó, envolviendo sus piernas alrededor de su cintura y gritando «¡Draco!» en lo que era claramente una muestra de afecto deliberadamente ostentosa. Parecía funcionar. El Señor y la Señora Weasley fueron cordiales, recordándole cómo Ron había estado en el hospital. Aunque Ron era mucho más amigable que antes. Admiró la nueva escoba de Draco durante mucho tiempo, y hablaron de la aerodinámica y las reglas de la escoba en la liga de Quidditch, y Ron no lo insulto ni una sola vez.

 

   —Draco es un nerd del quidditch —dijo Harry, sentándose junto a Draco y… y… besando a Draco en los labios.

 

El rostro de Draco estaba ardiendo, pero Ron no lo mencionó.

 

   —Sí, me di cuenta —dijo— ¿Alguna vez has pensado en trabajar en la industria de la aviación?

 

Habían pasado años desde que Draco había pensado en otra cosa que no fuera la supervivencia.

 

   —Realmente no sé lo que quiero hacer —dijo— No estoy seguro de cuán... er... contratable soy.

 

   —Hermione dice que tus calificaciones son increíbles —dijo Ron.

 

Draco levantó las cejas.

 

   —Sí, por supuesto, estaba hablando de mis calificaciones. Hasta ahora he sido injuriado por el Mundo Mágico porque obtuve un Aceptable en Historia de la Magia.

 

Ron se rio.

 

   —Si, está bien, está bien.

 

   —La mejor Academia para estudios de vuelo está en Italia —dijo Harry casualmente— En Venecia. Hacen entrenamiento de quidditch, fabricación de escobas, aspectos legales de la industria del vuelo, todo. Es un curso de cuatro años.

 

   —¿Venecia?

 

   —Mhm —dijo Harry. Apenas saben quién es Vold… quien es Tom Riddle, en Italia. Y para cuando regresáramos, las cosas aquí se habrían calmado un poco.

 

   —¿Para cuándo volvamos? —preguntó Draco. Harry se encogió de hombros.

 

   —Es solo una idea.

 

Otro doloroso nudo en el pecho de Draco cedió.

 

   —Venecia —dijo de nuevo.

 

   —Harry, querido, ¿Podrías venir a ayudar? —llamó la Señora Weasley desde la cocina. Harry besó a Draco en la boca de nuevo antes de ir a ver qué necesitaba.

 

Venecia, pensó Draco. Con Harry. Para aprender todo lo que había que saber sobre volar y quidditch.

 

Ron le devolvió la Saeta de Fuego.

 

   —Normalmente no es así, con la gente con la que sale —dijo.

 

Draco levantó la vista bruscamente.

 

   —¿Cómo así?

 

   —Feliz.

 

Draco no supo cómo responder a eso.

 


 

En las vacaciones de Pascua, la sentencia de Draco terminó oficialmente y sus bienes le fueron devueltos. Lo primero que hizo fue ir al Callejón Diagon con Ginny. Harry ni siquiera pidió ir con ellos. Cuanto más tiempo pasaba Draco con Ginny y Luna, más estable se volvía; menos episodios impredecibles de melancolía silenciosa ocurrían.

 

Regresó a Grimmauld Place luciendo como una especie de príncipe mágico. Vestía una suntuosa túnica gris, bordada en las mangas y el cuello con delicado hilo de plata. La túnica se cortó para enfatizar su cuerpo delgado y musculoso.

 

Harry no se había dado cuenta hasta ahora de la diferencia que era ver a Draco vestido con el esplendor que siempre había usado en la escuela. Lo hacía más guapo, por supuesto, pero eso era solo una parte. Parecía más tranquilo. Harry se dio cuenta de que Draco debía haber estado asustado de que el Ministerio se quedara con la fortuna de su familia, que ya no sería rico y que ser rico había sido una parte clave de su identidad. Con su dinero de vuelta, Draco se veía… más ligero.

 

   —Te ves… —comenzó Harry, pero luego se detuvo, porque no podía describir cómo se veía Draco frente a Ginny. Era decididamente demasiado sexual.

 

   —¿Follable? —dijo Ginny.

 

   —Lo es —dijo Harry.

 

   —Lo sé —dijo Ginny— Deberías haber visto cómo la gente lo miraba en el callejón Diagon.

 

   —Estaban mirando porque soy un Mortífago —dijo Draco, avergonzado.

 

   —No —dijeron Harry y Ginny al mismo tiempo.

 

   —Definitivamente fue lo follable —dijo Harry.

 

   —Sinceramente lo dudo.

 

   —¿Cuánto tiempo van a esperar antes de decirles a todos que están saliendo? —preguntó Ginny— Porque, un consejo, Harry… mejor que sea pronto, antes de que todos se den cuenta de lo hermoso que es.

 

   —Ginny —dijo Draco.

 

Harry suspiró.

 

   —Estoy ansioso de poder besarte en público —le dijo a Draco— Pero no espero con ansias los titulares.

 

Draco pasó su mano por el cabello de Harry. Todavía emocionaba a Harry cada vez que hacía eso. Se sentía reclamado.

 

   —Puedo arreglar todo eso, si quieres —dijo Draco— Tendremos que dar una entrevista exclusiva al reportero adecuado, para que podamos dirigirlo de la manera que deseemos. De lo contrario, la prensa tendrá el control de la historia y será… sórdida.

 

Harry miró a Ginny.

 

   —Es sexy cuando se vuelve todo Slytherin, ¿No?

 

   —Mucho —dijo Ginny.

 


 

Pero, de hecho, resultó que Draco tenía toda la razón. Localizó a una reportera bastante neutral en El Profeta llamada Rachel Farley, e hizo que Harry escribiera solicitando una entrevista exclusiva. Insistió en que Harry usara túnicas de Gryffindor para la foto «Para asegurarle al lector que no te he cambiado». Draco vestía su túnica gris principesca. «Políticamente neutral», dijo «En rojo se vería demasiado forzando».

 

   —Hubo un artículo bastante desagradable sobre ustedes dos antes de Navidad —dijo Rachel, mientras se sentaban en la sala de estar de Harry, que Draco y Kreacher prácticamente habían redecorado.

 

   —Desafortunadamente, fui víctima de amenazas y me vi obligado a dar esa entrevista. Fue un periodo difícil para Harry y preferiría no insistir en ello —dijo Draco suavemente.

 

   —Aunque me gustaba —dijo Harry. Draco puso los ojos en blanco.

 

   —¿Lo hacías? —dijo Rachel.

 

   —Sí. Pero esperé para invitarlo a salir hasta que sentencia estuvo completa —dijo Harry, apegado a la historia de Draco.

 

   —Me contactaste muy rápido —dijo Rachel.

 

   —A Harry le preocupaba que la prensa se enterara y que el público se sintiera traicionado —dijo Draco— Por supuesto él entiende que muchas personas tendrán dificultades para soportar la idea de que estemos juntos.

 

   —Y soy sumamente muy serio con él —dijo Harry. Draco cerró la boca y lo miró desconcertado. Eso no era parte de lo que habían acordado decir.

 

   —¿En verdad? —preguntó Rachel— ¿Qué tan serio?

 

   —Mucho —dijo Harry. Draco se sonrojó— Me encanta.

 

Rachel lo inspeccionó.

 

   —Draco, estoy segura de que puedes ver que, para muchos de nuestros lectores, la declaración de Harry será difícil de creer.

 

   —Van a pensar que te drogué con una poción de amor, Harry —dijo Draco suavemente, y Harry se sintió como un idiota, porque, por supuesto, Draco tenía razón y debería haber escuchado.

 

   —Aunque no lo has hecho —se giró hacia Rachel— Estaré feliz de que me hagan la prueba que detecta rastros de poción de amor.

 

   —Las personas que toman pociones de amor no suelen conservar gran parte de sus personalidades originales —dijo Rachel— Estoy bastante segura de que podemos descartar esa teoría.

 

La entrevista duró una hora, y Harry se sintió profundamente incómodo durante cada minuto. Particularmente cuando Rachel empezó a preguntarles sobre la guerra. Las manos de Draco comenzaron a temblar más que nunca, y Harry las sostuvo mientras Draco hablaba de que no pedía ni esperaba que nadie lo perdonara por sus acciones, y que era una señal de la generosidad heroica de Harry que había sido capaz de hacerlo. Harry trató de discutir con él sobre eso, pero Draco negó con la cabeza en silencio y se detuvo.

 

El articulo salió al día siguiente. Habían posado para fotos formales antes de la entrevista, pero la que eligieron para la portada era sincera. Draco estaba hablando. Parecía culpable, frágil y hermoso. Harry sostenía las dos manos de Draco entre las suyas y miraba a Draco como si fuera lo único que importaba en la Tierra. Sus piernas estaban inclinadas una hacia la otra y parecían encajar juntas.

 

Lo cual, por supuesto, hacían.

 


 

UN AÑO DESPUÉS

 

Estaban en un pequeño café junto al canal afuera de su departamento en Cannaregio, Venecia, cuando Draco finalmente lo dijo.

 

Harry sabía que ocurriría. Después de todo, habían estado saliendo durante casi un año y medio. Ambos sabían que Draco lo amaba, aunque nunca lo había dicho.

 

Pero últimamente, Harry había notado un cambio en Draco. Quizás era vivir en un país donde nadie lo despreciaba. Quizás fue simplemente la acumulación de meses juntos, de los cientos, o quizás miles, de veces que Harry le había dicho a Draco que lo amaba. Tal vez era el hecho de que Ginny venía de visita cada dos fines de semana y no mostraba signos de cansarse de Draco. Fuera lo que fuera, Harry podía sentir que algo se aflojaba en Draco, algo se desprendía. Draco estaba feliz. Incluso cuando sus heridas lo lastimaban, no se recluyó en sí mismo. De vez en cuando mencionaba a su madre, e incluso, en ocasiones, a su padre. Ni él ni Harry hablaban mucho de la guerra, no porque se estuvieran escondiendo de ella, sino porque ya no los atormentaba.

 

El camarero les trajo dos Aperol Spritz8. Las bebidas venían con un pequeño plato de patatas fritas. Draco sacó la servilleta de papel de debajo de ellos y sacó un bolígrafo.

 

   —Todavía no entiendo por qué tenemos que aprender cómo hacer nuevos movimientos en teoría antes de hacerlos en la práctica —dijo Harry— Esa es una mierda de Dolores Umbridge, ¿Sabes?

 

   —Es importante entender la teoría antes de intentar algo peligroso —dijo Draco, sin mirar hacia arriba. Había terminado de garabatear, pero mantuvo la mano ahuecada sobre la servilleta de papel, mirando las palabras que había escrito.

 

   —Suenas como Hermione —suspiró Harry.

 

   —Gran elogio —dijo Draco, lanzando la servilleta casualmente hacia Harry.

 

“Te amo”, decía.

 

Harry sintió como si su corazón fuera a estallar.

 

   —¿Sí? —preguntó.

 

   —Si —dijo Draco— Sabes cómo admiro el intelecto de Hermione.

 

   —¿Cuánto tiempo? —preguntó Harry sin aliento.

 

Draco encontró su mirada, sus ojos grises firmes.

 

   —Desde el día que nos besamos en la taberna de Hogsmeade.

 

   —¡¡Eso fue hace mucho tiempo!!

 

   —Sí —dijo Draco.

 

   —Pensé, a veces pensé que simplemente no…

 

   —No podía estar seguro de que tú… —dijo Draco, entrecortadamente— No creía que realmente pudieras…

 

   —¿Qué cambio?

 

Draco miró alrededor. La suave luz del Sol primaveral se reflejaba en el canal. Adolescentes italianos bebían vino en los escalones de un puente cercano.

 

   —No lo sé —dijo— Todavía no puedo creerlo. No me parece justo que llegue a tener esto, cuando la gente buena murió. Pero por alguna razón, es lo que estoy recibiendo. Así que… Te amo.

 

   —Yo también Te amo —dijo Harry— Y creo que te mereces esto.

 

   —Eres parcial.

 

   —¿Lo soy?

 

Draco asintió, luciendo bastante infeliz.

 

   —Tal vez tengas razón —dijo Harry— Pero tal vez ese es el punto de la familia, ¿Verdad? ¿Tener a alguien que tiene preferencia por ti? ¿Quién crea que mereces tenerlo todo?

 

Draco se miró las manos.

 

   —Eso es lo que pensaron mis padres.

 

   —Apuesto a que los míos también lo hicieron.

 

   —¿Acabas de llamarte mi familia? —preguntó Draco— Es un poco incestuoso ¿No?

 

   —Las personas casadas son familia —dijo Harry. Draco se congeló— ¡No lo estoy proponiendo!

 

   —Bien —dijo Draco— Sé que eso estaba de moda en la generación de nuestros padres, pero creo que somos un poco jóvenes.

 

   —Yo también —dijo Harry. Tomó un sorbo de su spritz. Draco le sonrió. Era tan jodidamente hermoso— Pero un día te lo propondré, ya sabes.

 

   —No si lo hago primero —dijo Draco. Harry se rio.

 

   —No es una competencia, Draco.

 

   —Oh, absolutamente lo es —dijo Draco— Y créeme, Harry: Voy a ganar.

 

.

.

.

...FIN...

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