
Epílogo
Epílogo
Quinta llave
Se sintió sorprendido cuando ingresó a ese lugar, las paredes de color blanco pulcro y los suelos de madera contrastaban con hermosas mesas redondas con floreros metálicos, se preguntó si ese era el lugar correcto y un vistazo a la carta donde previamente le habían citado, le confirmó que ese era el sitio. Había pasado un periodo corto de tiempo desde que se había cerrado el expediente de Malfoy y su desaparición, se había cerrado con información breve que Jensen le había enviado y, al ser jefa del departamento de misterios, no se podían cuestionar del todo su decisión por el secretismo que se manejaba en ese lugar. Unas pocas semanas después, cuando Harry empacaba sus cosas de su mesa de trabajo, una carta le llegó con un búho de color café. Su primera reacción había sido desconfiar, cuando la guerra estaba en su apogeo, muchas personas no le habían creído el regreso del Voldemort, así que le enviaban cartas de todo tipo, un movimiento de su varita bastó para darse cuenta que no se trataba de nada que pudiera lastimarlo.
Cuando leyó el contenido, se sorprendió, la carta era del rubio de ojos grises, estaba escrita con una letra clara, elegante y directa. Decía que quería reunirse con él, lo más pronto posible, le enviaba el día, hora y lugar en el que quería que se vieran. Se sintió sorprendido por la forma en la que él le pedía que se reunieran y luego se confundió, no podía sacarse de la cabeza todas sus emociones hacia Malfoy en todo el tiempo que estuvo investigando su paradero, aún le costaba sacarse de la cabeza su figura cuando lograron salvarlo de las manos de Carrow. Ginny fue la única que pareció notar aquella cantidad de pensamientos que se aglomeraban en la mente de Harry, así que ella se decidió en tratar de ayudarlo. Ella le había hablado con sinceridad arrebatadora, "siempre ha sido Malfoy, Harry". Incluso Hermione y Ron, quienes se habían enterado por casualidad, estaban de acuerdo con la firme postura de la única hija de los Weasley. Así que, cuando Harry estaba logrando entender todo el desastre en su mente, la carta de Malfoy le había llegado.
Esperaba que el lugar fuera frío, dominado por magos aristócratas, quienes con sus actitudes dejaban notar el estima que existía entre aquellos de su misma clase. Esperaba encontrar mesas cubiertas de plata, lino y las paredes llenas de cuadros con afamados artistas, desconocidos completamente por Harry, eso le hacía recordar de las cosas materiales que el de ojos grisáceos solía presumir cuando estaba en Hogwarts, Harry se dio un golpe mental, los tres amigos le habían repetido que tenía que dejar de pensar en el antiguo Malfoy, y considerando, que Harry había conocido mucho del Draco actual, aún tenía dudas sobre el aparente cambio que este decía tener en sus libros, aunque Potter sabía, en el fondo, que no era el mismo. Se acercó a una de las mesas redondas que tenían dos sillas y se dedicó a otear a las personas, todos parecían humildes y sumergidos en sus propios asuntos, así que Harry decidió intentar pensar en otra cosa.
De pronto, se sintió nervioso por su elección de ropa, estaba seguro que Malfoy aparecería con una túnica elegante, y Harry llevaba una simple camiseta azul y un pantalón gris oscuro, se sintió como un verdadero tonto por lucir tan desalineado, así que pensó en la ropa que debería haberse puesto en lugar de lo que llevaba, tan ensimismado estaba que no se dio cuenta de que alguien con un simple pantalón negro y camisa blanca se sentaba frente a él, con una mirada relajada en sus grises ojos se dedicó a observar por encima a Harry. Draco se había tomado su tiempo para pensar en lo que había vivido, Carrow totalmente enloquecido por venganza y un Harry Potter encontrando su nuevo hogar y su vida completa.
Le fue muy difícil no pensar en Potter, sentía que se consumía más y pensó que se trataba de no poder aclarar las cosas desde el principio, pero mirándolo allí, tan distraído como solía ser en el colegio, pensó que no se trataba de aclarar los asuntos, se aferró a la pequeña bolsa café que tenía en su bolsillo, pensando rápidamente en qué tenía que hacer, se decidió entonces a intentar cumplir su propósito desde el inicio y después, ya miraría como solucionar sus recientes pensamientos de lo atractivo que lucía Potter aún con aquellas gafas anticuadas, en el camino iba a solucionar todo.
-Potter, Potter -le llamó, intentando sonar lo más calmado que pudo, cuando los ojos verdes se posaron en su cuerpo, sintió que su corazón palpitaba un poco más rápido.
-Malfoy -dijo Harry, aliviado de que no se tratase de una mala broma y de que el rubio no le dejara plantado. Draco asintió y Harry le regaló una sonrisa leve, no pudieron decir nada más porque una de las personas que trabajaba en el lugar les trajo un vino, un vino barato que Harry conocía muy bien, los sirvió en unas copas que parecían desgastadas por el tiempo.
Draco, pensando que sería bueno empezar, sacó una caja dorada con detalles azules y la colocó en la mesa, aprovechando la distracción del que tenía cabellos negros, que miraba con sus ojos verdes llenos de curiosidad como esa persona servía en las dos copas y después se retiraba.
-¿Qué es eso? -dijo cuando notó la caja, mientras miraba a Malfoy beber de aquel vino sin hacer ningún gesto despectivo o algún comentario sobre la baja calidad del vino.
-Mis padres envían ese presente en agradecimiento por salvarme -explicó simplemente, Narcisa y Lucius habían cambiado mucho con el tiempo, habían aceptado cada uno de sus errores y se decidieron por irse de Londres mágico para empezar una vida completamente nueva fuera de la influencia de las antiguas tradiciones de los magos, esa fue la forma en la que sus padres decidieron romper con el clasicismo, se habían mudado a una casa elegante en Bélgica, cerca del campo, en donde tenían privacidad y el tiempo para sanar de todo aquello que les había envenenado la mente.
Harry hizo un gesto -Realmente yo no...
-No aceptarlo -le cortó, con voz suave -Sería un insulto Potter, ellos se tomaron el tiempo de elegirlo.
Harry lo tomó, con un gesto de duda pintado en toda su cara, lo abrió, era un collar con una piedra dorada -Gracias.
Draco asintió, mientras se llevaba la copa y daba un último trago, mientras recurría el valor para decirle el otro motivo por el cual le había citado -No solo vine a eso -dijo mientras dejaba el objeto de vidrio sobre la mesa.
-¿Qué? -dijo, había pensado que solamente le había llamado a reunirse para entregarle el presente de los padres.
-Necesito que me acompañes a Rob Royce, ahora que tienes tiempo, sería adecuado.
Harry se sorprendió, parecía que Malfoy estaba enterado de su renuncia del puesto y de todo lo relacionado con el ministerio, había sentido que era lo correcto, no se sentía bien en ese lugar, pensando que estaba mal seguir los pasos de su padre, que no era quien creía en sus primeros años en el colegio. Por supuesto, solo pocas personas estaban enterados de eso, aún no se sentía bien alrededor de los Weasley, a quienes consideraba su familia, pero se sentía un intruso en el espacio de la familia de pelirrojos, no le sorprendía que estuviese enterado de todo, Seamus ya había soltado a los cuatro vientos que él sería el remplazo de Harry.
-¿Por qué allí? -preguntó confundido.
-Quiero que me acompañes Potter.
Harry asintió, sin entender completamente a qué se refería, Draco le había indicado una fecha y hora en la que se reunirían a las afueras de la cueva, a finales del siguiente mes, cuando Draco estuviera de vacaciones, así que Harry llegó a su cada sintiéndose confundido y extasiado, se sentía bien haber visto a Draco y notar el cambio de actitud, sin evitarlo, dos días después le envió una carta, misma que fue respondida casi un día después. Pronto se encontraron enviándose cartas durante todo el tiempo, Draco le contaba de lo difícil que era intentar cumplir con las exigencias de Jensen, quien los presionaba para hacer un buen trabajo, le contaba de lo exhausto que llegaba a la casa, la cabaña oculta de Draco donde Harry descubrió los diarios, Harry le contaba de lo que hacía en casa, de sus intentos de buscar algo que le apasionara, de las largas horas en las que se sumergía pensando en qué debía dedicarse.
Poco a poco, se estaban conociendo más, Harry anhelaba poder tocar a Draco, sentía el impulso de saltar a sus brazos y nunca soltarlo, pero sabía que a penas iban teniendo avances en su futura amistad, que esperaba que se diese pronto, Draco se había enterado de la dificultad de Harry sobre acercarse a los Weasley, el Slytherin le había escrito una palabra en la carta, que había rondado en la mente de Harry "¿No sentirás culpa?, sincérate con ellos Potter..." y lo procedía e explicar muchos motivos por los cuales debía dar el paso, con eso en mente, en ese mes, cerca del día en que le tocaba reunirse con el rubio en Rob Royce, se atrevió a ir a la casa de los Weasley, todos ellos lucieron emocionados por su llegada así que le hicieron comer, platicar y en un momento de sinceridad, Harry les contó todo, la forma en la que se sentía cuando los miraba en familia y lo desubicado que parecía él en eso, la señora Weasley le había dando un golpe en la cabeza con su varita y luego lo había abrazado, ese día Harry se sintió en paz con ellos, se quedó allí por unos días y cuando el tiempo de reunirse con Malfoy llegó, se despidió prometiendo que volvería pronto.
Draco escuchó el ligero zumbido que hacía la magia cuando alguien se aparecía, entonces miró la figura de Harry, no había cambiado desde que se habían visto en aquel pequeño restaurante, parecía que se había cortado la barba y dejado crecer un poco más el cabello, negó y se reprendió por pensar en eso. -Al fin llegas Potter.
-Sí, ya... ¿para qué querías que viniera a este lugar?
-Vas a ayudarme a destruir esas piedras.
Harry le dedicó una mirada extrañada, le inquietó pensar en los motivos por el cual el rubio le había elegido para ayudarle en semejante tarea, pero el rubio le regaló una sonrisa, que le indicó que no existían dobles intenciones, Draco caminó hacia la cueva y Harry lo siguió, con su varita lista ante cualquier posibilidad. Ambos se sumergieron en la tarea de recopilar cada piedra y por el rabillo del ojo, Harry notó que Malfoy guardaba algunas en un bolso café.
-Amycus tenía magia tipo B -comenzó a explicar Draco cuando juntaron algunas piedras -Eso hizo que la magia se fuera en su contra al intentar hacer el ritual, los rituales mágicos son algo demasiado complicado y solamente un mago con experiencia en el campo, puede hacerlos de forma eficiente, obviamente, Amycus no tenía experiencia en el campo así que la magia se fue en su contra.
Harry escuchaba la explicación de Malfoy, pero se había perdido a mitad de la conversación cuando notó lo atractivo que era cuando hablaba seriamente de la investigación. Por enésima vez, recordó el motivo por el cual estaba allí, así que siguió con cuidado cada una de los pasos para eliminar los objetos mágicos. Terminó agotado, al igual que el de ojos grises que observaba satisfecho como los objetos mágicos se desintegraban.
-Toma -le dijo entregándole la bolsa café. Harry le regaló una mirada extraña, él entendió que le estaba pidiendo una explicación -Son las piedras que representan a... a... ellos. - En su mente resonaron las palabras del rubio, así que abrió la bolsa y se encontró con muchas piedras, Draco se acercó y tomó una, el rubio le explicó -Esa es de Dumbledore.
Poco a poco le indicó quien era cada quien, Harry se sentía débil y eufórico, tenía algo para recordar a sus seres amados, habían piedras de cada uno, Dumbledore, Sirius, Remus, su madre Lily, James, ¡incluso de Snape!, esas eran las piedras que Draco había apartado para poder dárselas a Harry. Con ese simple gesto, Harry entendió que Draco era el indicado, aquel que elegía para pasar el resto de su vida, pero no sabía si el rubio pensaba lo mismo, así que tomando el valor que le quedaba, se atrevió a sacar lo que llevaba.
-Draco -empezó -Yo te... siento que te amo, tal vez decir eso sea apresurado pero... pero... sigo sin entender como me llamabas la atención desde que estábamos en el colegio, solo que no me di cuenta, te veía y no sé -se detuvo, mirando la expresión tranquila que Malfoy le dió, eso le animó a seguir -Cuando empecé a investigar, me di cuenta que quería saber más y más, quería descubrir cada parte de este Draco y cuando estaba a punto de rescatarte de ese... Carrow, sentía que algo me carcomía por verte y no he podido librarme de ese sentimiento... así que preguntaré, ¿quieres la llave?
Draco le miró confundido por unos momentos, Harry le miraba con una sonrisa, mientras su corazón latía desenfrenado, Draco se quedó meditando en silencio las palabras de Harry, se levantó y se acercó lentamente a Potter.
-El tiempo no te ha cambiado en nada -murmuró lento, sin ninguna mala intención -Sigues siendo impulsivo Potter.
Pero Harry, entendió que le estaba rechazando -Debí suponerlo, es obvio que me sigues odiando, es más que evidente que no sientes lo mismo, no soy correspondido y...
Se quedó en silencio por un beso que Draco le dio, ambos sentían que estaban en el lugar indicado, luego el rubio se separó -No trates de intentar suponer cosas que no he dicho -dijo el inefable, firme -Yo... te amo Potter, y acepto la llave del corazón que me estas dando.
Y así, se hundieron en los brazos del otro, prometiéndose en silencio que no se iban a separar, que iban a estar juntos por siempre y justo así lo hicieron cinco años después, cuando se casaron y empezaron a vivir juntos, sentían que era el lugar correcto, donde deberían estar por siempre.